viernes, 25 de enero de 2019

Hallazgos ocuros



 Caminábamos colina arriba hacia la mansión, ambos en silencio con nuestros pensamientos. No estaba precisamente pensando en lo que dijo Mephiles, quería despejar mi mente con otras cosas menos estresantes. Recordaba lo que había hablado con Sonic, al parecer él fue el único que había notado mi ligero cambio, o tal vez no, la mayoría de los hombres no hablaban de los pequeños cambios de apariencia de otros hombres. Ciertamente no sabía cómo me veía, había tenido más de un año sin verme a un espejo, ahora lo lamentaba.
 Tomaba mi larga melena, enredando mis dedos en mis púas que se volvían finas y suaves en las puntas como si fuera cabello. Observe las púas que tenía Mephiles, bien peinado, hacia atrás, totalmente elevadas; a mi ciertamente me costaba mantenerlo así, el pelo me crece rápido y muy frondoso.

 … Hmmm… - Aun me sentía mal para hablarle, pero no podía estar molesto toda la noche – Oye Mephiles… - No respondió, continuaba caminando callado - ¿Crees que me hace falta un corte en mis púas?  

 No ¿Por qué lo crees? – Me miro por el rabillo del ojo, notando como tomaba mis púas inseguro – Es normal que te haya crecido, ha pasado todo un año ¿No?

 No lo sé… Creo que me lo voy a cortar – Medí con mis dedos cuantos centímetros cortaría, tal vez incluso lo podría dejar más corto.

 ¿Y qué harás con el pelo que cortes? – Su pregunta me hiso dudar, no tenía idea que podía hacer con lo que sobrara.

 ¿Botarlo?

 Ummm, sería una pena… - Él miraba el cielo estrellado, pero yo aún no sabía a lo que él refería. Cuando se dio cuenta que no tenía idea de lo hablaba, continuo explicándome – Él pelo que porta un mago sirve para hacer pociones, talismanes, anillos, pulseras, sortijas y collares que potencian la magia o de defensa contra otras, para crear baritas… Tienen muchas funciones.

 Oh… No tenía idea… - Ahora pensaba que podría hacer con mi pelo, tal vez podría usarlo como protección pero… No tenía idea de cómo hacerlo – Necesito leer un libro sobre eso – Masculle, irritado con tan solo la idea de volver a leer.

 No necesariamente. Puedo preparar cualquier cosa con tu pelo, si eso quieres – Dijo antes de que yo llegara en pensar en la idea. Podría ser útil y me ahorraría el tiempo de tener que buscar la preparación, sin embargo… No le tenía muy confiado dejarle mi pelo, saber en qué otras cosas podría utilizarlo.

 No estoy muy seguro… - Mi respuesta lo desconcertó, emitiendo un sonido de duda – De seguro utilizarías mis púas para algo más. Tal vez una poción…

 Uhm, cierto… No lo había pensado – Le había agarrado estima, tanto que pensé que sería más astuto para pensar en la idea antes que yo. Suspire en desanimo, agachando la cabeza por darle la idea – Pero si dudas de mi puedes preparar conmigo lo que quieras con tu cabello.

 Puede que sí, gracias… - Ya habíamos llegado a la mansión, Mephiles abrió la puerta y me dio permiso para pasar primero.

 Estaba acomodándome con mi ropa para dormir, estaba tan cansado como el día que salí del libro de doble filo, estaba dispuesto a dormir lo necesario para recuperar toda mi magia, pero tenía cosas que hablar con el ente.

 Bueno… Yo pasare la noche buscando más en la biblioteca. Buenas noches – Se dirigía a la salida. Titubee un poco antes de decir algo, pero agarre coraje y hable.

 Mephiles… - Dije en un tono suave. Él volteo a verme con una mirada cansada, de seguro pensando que le pediría que buscara comida para mí – Necesitamos hablar – Su mirada cambio cual pareja asustada por tener que tocar temas serios. Agache la cabeza y empecé a hablar – Veras… Siento como todo el tiempo se pongan las cosas tensas entre tú y yo… - Trague saliva y alce un poco la mirada para verlo – Puede que sea también mi culpa, siempre he sido alguien terco y problemático, a pesar que no es mi intención serlo… Pero últimamente he podido conocerte y entender cómo te siente al respecto de todo esto. Debe de ser difícil…

 Lo es, pero no es algo por lo que debas preocuparte – Añadió, volviéndose para continuar con su camino a la salida.

 Aun no termino – Interrumpí su caminar nuevamente, pero esta vez se quedó dándome la espalda – Acaso… ¿Soy el primero en quedar atrapado en la mansión? – Reacciono moviendo sus orejas, atento, pero no dijo nada – Si realmente hubiera sido el primero… Creo que no serias tan paciente conmigo como lo eres, no soy alguien del quien todos pueden aguantar sus torpezas, siempre recibo golpes e insultos en el trabajo y entonces… Tu… A pesar de que quieras algo más íntimo conmigo, te comportas muy paciente conmigo.

 Yo… - Murmuro, volteándose lentamente para verme a la cara – No podría asegurártelo…

 Lo sé… Pero, eso no es lo que importa ahora – Pase mis manos tras mi espalda, apretando mis dedos contra los otros, aun teniendo esa sensación extraña en mí pecho –…Necesito que nos comprometamos. No necesitamos distraernos con ambigüedades, necesitamos tan solo centrarnos en buscar un hechizo. No tengo porque desobedecerte y tú no tendrás que molestarte, tan solo en enseñarme sobre la magia para poder ayudarte a encontrar el hechizo

 ¿Comprometernos? – Sus ojos destellaron un pequeño brillo – Silver, no creo que…

 No quiero tener que molestarte de nuevo… Ya no quiero molestarte más y que tampoco…

 Silver – Me interrumpió alzando un poco el tono de voz pero sin ser duro – No quiero que cambien las cosas...

 ¿Eh? – Dije extrañado. Viéndolo confundido a sus ojos jades.

 Sé que soy cortante a veces, sé que llego a ser muy morboso y sé que puedo ser muy hostil, pero no es algo que pueda evitar. Al igual que tú no puedes evitar meterte en líos, es así como eres – Tenía razón pero aun así, pero aun así…

 ¿No te molesta? Aun cuando llego a ser muy irritante, cuando soy desobediente, cuando soy tan terco ¿No te cansas? – Le mire sabiendo la respuesta con tristeza.

 Claro que me molesta, pero… Eso es lo que es convivir con alguien a quien quieres – Lo que dijo, me conmovió, pero solo me quede callado, sintiéndome como un tonto por sugerirle tales cosas – Silver… Puede que no hayas sido el primero en quedar atrapado en la mansión, pero tú has hecho una gran diferencia. Me hiciste recordar parte de mi pasado y eso solo ocurrió cuando me desobedecías, cuando me llevabas la contraria, si no hubieras sido tú mismo ni siquiera hubieras avanzado en tu conocimiento en la magia.

 Es cierto, pero, no deberías ser tan condescendiente conmigo, quiero ser una mejor persona… - Desanimado voltee a ver a otro lado. No esperaba más de él, su verdadero ser era ser una persona paciente y atenta, pero yo no merecía lo mejor de él.

 Silver, no me hagas tener que leer tu mente – Dijo en respuesta a mi actitud necia – Deja de ser tan duro contigo mismo. Para mi eres un buena persona, la mejor que he conocido hasta los momentos, has sido él más paciente entre los dos y no esperó más ni menos de ti.  

 … - Ya estaba en un punto donde no podía verle a los ojos. No hacía falta que siquiera le hablase de cómo me sentía, él de alguna manera sabia como me sentía e incluso me hacía sentir mejor. Lo odiaba, lo odiaba por hacerme sentir como un mocoso deprimido – Gracias – Respondí cortante, sintiendo mi rostro hirviendo de vergüenza e ira.

 ¿Qué pasa? Jajaja – Se rio levemente, curioso por mi reacción - ¿Por qué esa cara?

 Solo lamento haberte hecho perder el tiempo. Ya puedes irte – Volví a decir, evitando su mirada y su risa, dándole la espalda.

 ¿Tsundere? – Susurro, pero no había entendido lo que había dicho – Tengo que decir que realmente te vez adorable cuando estas avergonzado – Si, seguro era por eso que me decía todas esas cosas, porque le gustaba verme avergonzado.

 ¡Está bien, está bien! Solo olvida lo que dije – Le mire por el rabillo del ojo aun molesto – Más vale que estés a primera hora mañana con el desayuno y un libro de talismanes contra la protección para leer la mente.

 Está bien. Buenas noches – Dijo en tono alegre, retirándose de la habitación.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
 Jugaba con las trenzas de mis zapatos, ansioso por que Mephiles terminara de cortarme las púas. Me encontraba lo más quieto posible, pero sus manos tomaban con mucha sutileza mi melena, provocándome un escalofrió y realmente lamentaba ser tan susceptible a cada uno de sus toques, no quería que las cosas se pusieran incomodas entre nosotros dos, pero empezaba a gustarme esas caricias, relajándome tanto que incluso mis púas se elevaban.

 Quédate quieto, tus púas atraviesan mis dedos – Se quejó, recibiendo un puntazo de mis púas – Ten cuidado…

 Perdona, es que, se siente bien – Confesé con vergüenza, tratando de controlar los músculos pilo erectores.

 Bueno, no te culpo – Dijo de manera que también le gustaría sentir la misma sensación de relajación que yo. Cortaba mis púas con un cuchillo bastante filoso, de manera de lija, cortaba cada púa de mi melena, dejándola fina en la punta – ¡Ya está! Recolectamos bastante y no pareciera que te lo hubiera cortado.

 Jajaja, gracias. Aun que me gustaría verlo.

 No hay problema – Chasqueo los dedos y un espejo bajo desde el techo, posándose frente a mí. Me levante y vi mi nuevo corte.

 No sé cómo lucia antes, pero sé que ahora luzco mejor – Se notaba lo bien arreglado que me veía, mi melena estaba sedosa y fina en las puntas, se podía incluso confundir con cabello normal, pero si las erizaba podían estar filosas para atravesar la carne – Jejeje, que filoso – Dije siniestramente, erizando mi melena apuntando a Mephiles.

 ¿Qué tratas de hacer? – Retrocedió un poco tratando de evitar mis púas.

 ¡Hacer Mephiles a la brocha! – Bromee, caminando en reversa, para pincharlo. Acerté más de lo que quería y tenía medio tercio de mi pelaje atravesando el vientre de Mephiles – Ops, jajaja.

 Muy gracioso – Se zafo fácilmente, separándose de mi como si estuviera hecho de gelatina – Bien, comencemos preparando las cosas para tu amuleto.

 ¡De acuerdo!

 Dejamos ordenados todas las cosas en el suelo sobre una alfombra de cuero oscuro, el tazón con mis púas, velas de color azul, pedrería de color negro y rojo, plantas como laurel, berro y otras que no reconocía y un ungüento pegajoso preparado con magia y sabia de un árbol enfermo. Todo estaba preparado, Mephiles trajo lo último que faltaba para crear el talismán y unas tizas de color amarillo. Una vez con ellas, se sentó frente a mí en la alfombra, dejando un espacio entre nosotros.
 Aplaudió tres veces y las luces de los candelabros se apagaron, dejándonos a oscuras por unos momentos antes de que las luces de las velas se alumbraran a nuestro alrededor, flotando en el aire. Aun impresionado y algo nervioso por lo que fuese a pasar, tome las tizas amarillas al igual que Mephiles y comencé a dibujar un pentagrama en la alfombra de cuero.

 Listo… - Terminamos de dibujar el pentagrama y Mephiles empezó a mover las manos sobre el tazón lleno de mis púas, provocando que estas se prendieran en fuego hasta quedar hechas polvo – Pásame las piedras.

 Haciendo caso, se las pase una por una, mientras él ligaba el polvo con el ungüento pegajoso y cubría las piedras con esta, dejando las que ya estaban cubiertas con la mescla en el aire, flotando, rodeando el pentagrama a pocos centímetros. Luego, preparamos una especie de té con las hierbas, dejándolo en el centro.

 Muy bien… Comienza – Me indico, esperando que extendiera mis manos sobre el pentagrama y comenzara con el hechizo.

 “Cultiva, crece, protege. Juntada la magia en piedras candentes…”

 Un humo empezó a salir del tazón de hierbas, iba marchando bien el hechizo, ahora tenía que mantener toda mi concentración. Cerré los ojos, imaginándome mi magia emanar de mis dedos.

 “Salva al poseyente de la mirada a su mente, de otros que deseen saber lo que piense. Conllévalos a revelar su intención, el tono de sus ojos cambiaran a uno más rojo”

 Abrí mis ojos observando como toda la esencia de las hierbas se habían transformado en una línea fina y brillante, atravesando las piedras a nuestro alrededor. Mephiles se había salido del pentagrama para que el hechizo tomara mejor efecto, pero aun así me ayudaba a guiar mi magia para lograr encantar mi amuleto.

 Lleve mis manos a mi cabeza, logrando que las piedras se acercaran a mí, siendo sujetados por la tira luminosa, seguido rodee mi cuello con mis manos y los baje hacia mi pecho, provocando que el collar descendiera y fueran colocados en mí.

 ¿Ya? ¿Lo logre? – Mephiles aplaudió dos veces y las luces volvieron a la habitación. Abrí bien mis ojos y observe el collar que envolvía mi cuello.

 Hay que probarlo – Se acercó a una pequeña distancia de mí, viéndome a los ojos directamente. Sus ojos cambiaron a un color fucsia, mostrando un arrugo en su entrecejo por no poder ver atreves de mi – Pues si funciona, no puedo saber lo que piensas.

 Jajaja, tus ojos son rosas ahora – Comente, viéndolo con gracia – Podría decir que te resalta.

 Jajaja, divertido – Dijo en tono sarcástico apartando su mirada de mis ojos, volviendo a su color natural verde.

 Enrollo la alfombra de cuero, sacudiéndola un poco, tomo el resto de los materiales y los fue llevando a un gabinete, guardándolo todo.

 ¿Quieres venir? – Pregunto, tomando las cortinas de la ventana para abrir una puerta a un camino luminoso. Asentí, entusiasmado, colocando mi collar bajo mi ropa para que no se viera, caminando tras él a la salida de la habitación.

 En los pasillos se podía notar la luz del sol que atravesaba las ventanas, llenando la mansión de un color dorado, podía ver a través de los cristales de los enormes ventanales el hermoso paisaje boscoso del exterior. Ya el otoño se acercaba, las hojas de los arboles mostraban colores amarillos y rojos, los cuales se desprendían de sus ramas, formando montículos de hojas marchitas en el suelo,  añoraba el sentir la brisa de la tarde, el viento de las montañas, el sol en mi piel, pero solo podía contemplarlo desde dentro de la mansión y con eso me conformaba.
 Sentí la mirada de Mephiles en mi nuca, me voltee para verlo, fingiendo encontrarme bien con una sonrisa.
 Continuamos caminando por un buen rato hasta entrar en una habitación, esta me parecía familiar, pero se veía diferente.

 Oh no, no ahora – Mephiles empezó a dar vueltas por toda la habitación, moviendo todos los muebles en busca de algo. No terminaba de entender, ¿Acaso buscaba una salida? Ahí mismo estaban las puertas – Ahora tenemos que esperar hasta el mediodía…

 ¿Por qué? – Me acerque a él tratando de buscar con la mirada lo que él no encontraba.

 Solo yo reconozco esos patrones… - Señalo una pintura de un caballero en armadura plateada, seguido una mesa con unas hermosas flores de tulipán morado en el centro de la habitación y seguido las únicas dos puertas de color verde pino – He estado lo suficiente en esta mansión para reconocer ese patrón, si tratamos de salir por alguna de esas dos puertas nos llevara al calabozo – Le mire extrañado, pero antes de abrir mi boca y preguntar en que habría de malo continuo – Es un sitio muy peligroso… Y realmente tétrico.

 Bueno, es lo normal de los calabozos… ¿No?

 Se te olvida el factor de ser el calabozo de una mansión embrujada – Camino al centro de la habitación, girando el jarrón con flores unos 180° y luego camino directo a la pintura del caballero de plata, volteándolo para quedar contra la pared – Incluso seria mortal para ti si llegases a quedar en ese lugar… Y dicho eso, espero jamás se te ocurra ir a ese sitio y si por algún motivo, por al azar de esta maldita mansión llegases a parar en el calabozo, solo mantente oculto hasta que yo vaya a por ti.

 Que ánimos… - Comente, frotándome los brazos; sentía como el pelaje se me ponía de gallina - ¿Para qué haces todo eso?

 Para poder avanzar… - Tomo unas sillas de maderas y las coloco sobre los picaportes de las puertas verdes, como si quisiera evitar que algo entrase a la habitación.

 ¿Eso es totalmente necesario? – Dije preocupado, viendo cómo iba de un lado a otro haciendo cosas sin sentido.

 Te digo que es necesario, ya pronto te acostumbraras a esto – Parecía que había terminado, avanzando a la puerta donde habíamos entrado. Abrió la puerta y tuve que taparme los ojos por la brillante luz que salía – Ven, estaremos un rato afuera…

 Mephiles me tendió la mano, la tome para que me guiara ante toda esa luz que me impedía ver por donde caminaba. Sentí una fresca brisa fría de otoño en todo mi rostro, abrí bien mis ojos y pude ver que estaba en el exterior, junto con Mephiles, ¡Nos encontrábamos en la azotea de la mansión! Las aves volaban cerca de donde estábamos, los arboles más cercanos median lo mismo donde el nivel en el que estábamos, notándose tan solo las copas de estos.

 ¿Se siente bien no? – Menciono Mephiles, estando sostenido del barandal de piedra que nos apartaba de una gran caída de diez metros o más del suelo – El sol en mi piel muerta me hace sentir algo vivo, el calor que me proporciona me da una dulce somnolencia que me provoca dormir y no volver a despertar – Lo que decía era algo lúgubre, me hacía pensar que realmente podría volverse polvo si llegase a quedarse fuera de la mansión cuando el sol llegase a salir.

 Se siente bien… Siempre fue muy importante en mi vida recibir la luz del sol… - Comente. Mephiles volteo a verme, curioso por lo que había dicho – Es por ser albino. Se supone que normalmente tendría que ocultarme del sol porque podría provocarme graves quemaduras de piel y dejarme ciego, pero la verdad… Si hubiera evitado salir por el sol, no estaría aquí ahora… Simplemente desobedecía a mis padres todo el tiempo y salía a jugar, y de un día a otro el sol ya no me afectaba como otros días…

 Cuando voltee a ver a mi acompañante tenía un gran semblante en su rostro, viéndome con admiración. Su mirada era muy potente, tanto que tuve que girarme a ver hacia otro lado, fingiendo ser distraído por las aves que volaban cerca de nosotros.

 Es a eso a lo que me refería anoche… - Lo mire disimuladamente de lado, viendo hacia el horizonte – Cuando vas a la contraria de los demás, terminas consiguiendo grandes cosas, como si fuese tu recompensa por ser testarudo – Otra vez, sus palabras me avergonzaban. Trague saliva y agarre bastante aire para no tener miedo de hablarle.

 Solo soy alguien con suerte… Eso creo… Siempre tengo a alguien quien cuide de mí y de que no meta más la pata – Dije, viéndole con la misma admiración con la que él me miraba – Mephiles… - Su mirada cambio a una ansiosa, alzando sus orejas en mi dirección, atento a lo que fuese a decir – Me alegra que seamos amigos.

 Note como su rostro quedo tan estático como una estatua, siguiéndome con sus ojos como una pintura encantada. Reí con mucha gracia, sentándome en el barandal de piedra cerca suyo, él trato lo más rápido posible de borrar su rostro y mostrar el inexpresivo, fingiendo no tener una leve desilusión en su ser.

 A mí también me alegra – Dijo al fin, viendo hacia al frente.

 Mire a la misma dirección, apreciando la hermosa vista que teníamos ante nosotros. Todo el pueblo se podía ver desde donde estábamos, incluso se divisaba un lago tras este que conectaba con un rio y más haya se veía las montañas escarchadas de nieves en sus copas; era una espléndida vista, automáticamente mi inspiración se activaba, deseando buscar un lienzo para capturar ese paisaje.

 Creo que es la mejor vista del mundo – Comente, viendo el horizonte, llenándome de ánimos para motivarme a conseguir nuestro objetivo.

 Yo espero que puedas contradecir eso… - Dijo Mephiles, de manera educada – Deseo que veas mejores vistas que estas, más hermosas, en todo el mundo, que logres estar ahí y presenciarlo lo suficiente para que puedas notar que cada una es más hermosa que la anterior… - Me quede callado por un momento, lo decía como si me lo estuviese prometiendo, como si desease cumplir ese sueño.

 ¿Y tú no deseas verlo también?

 Por supuesto… Pero yo perdí esa oportunidad hace tiempo, en cambio a ti… No permitiré que la pierdas – Lo decía muy enserio, apretando sus nudillos. No tenía idea de que pensase de esa manera, con más razón, no lo defraudaría, ambos lo conseguiríamos.

 Lo lograremos… Ya verás – Le sonreí con confianza y el me devolvió una pequeña sonrisa.

 Ya habían pasado varios minutos, creo que horas, pero teníamos que permanecer ahí un poco más, Mephiles cada cierto tiempo revisaba el reloj, ya hostigado de tanta espera, pero permanecíamos sin decir nada. Sin embargo yo estaba pensando en cómo distraernos de la espera, quería saber en qué pensaba cuando tenía la mente perdida viendo hacia la nada, le lanzaba miradas incomodas y penetrantes, notando como eso le ponía nervioso.

 ¿Acaso tratas de leer mi mente? – Pregunto viéndome molesto.

 No… Y aunque supiera como, tendría mis dudas de hacerlo – Respondí viéndole de reojo. Me acomode, sentándome en dirección al vacío – Mephiles… ¿Qué es lo que te gusta tanto de mí?

 ¿Qué? – Reacciono colorándose todo y con tono ansioso.

 Digo… - Me hizo dudar en si realmente preguntárselo, pero tenía curiosidad – ¿Has tenido una pareja antes? – Su rostro cambio a uno que me hizo retractar de la pregunta nuevamente – Digo, Ah… Todas las noches has podido salir al pueblo y ¿Nunca trataste de conseguir una pareja por las noches? – Termine de decir pero sus ojos me miraron juzgadores, provocando un sonrojar en mis mejillas.

 ¿Por qué quieres saberlo? – Dijo en un tono dudoso, inspeccionándome con la mirada.

 ¡Yo!... Humm… Olvídalo, solo estaba siendo entrometido, no tienes por qué decirme nada – Dije cortante, decidiendo sellar mis labios hasta que solo fuera necesario. Escuche el pesado suspirar de Mephiles, viéndome aun con dudas.

 … Obviamente intente relacionarme con alguien del pueblo, pero no es como si hubiera alguien decente que quisiera relacionarse con algún desconocido misterioso y tener una aventura de una sola noche – Se cruzó de brazos, respondiendo con algo de decepción – Y además… En el pueblo no permiten la prostitución – Reaccione con mucha impresión, por lo que dijo, perdiendo por poco el equilibrio que tenía en el barandal, pudiendo caer al fondo, pero pude sostenerme y quedarme tan quieto como podía.

 Ah… Perdona por hacerte hablar de eso – Me rasque la nuca apenado por escucharlo hablar de algo vergonzoso.

 Está bien, querías saberlo, no tengo nada que ocultarte.

 ¿Y por qué no trataste de buscar a alguien?... No sé, no solo un amante, sino a una pareja… - Emitió un sonido de queja por mi pregunta, obviamente le incomodaba el tema.

 Silver, creo que tú te has dado cuenta de mi orientación sexual – Su respuesta me hizo callar, pensando lo muy complicado que era incluso para mi buscar una pareja.

 Jajaja, verdad, perdona…

 ¿Y tú habías tenido una pareja antes? – Pregunto con un tono acusante, queriéndome poner tan nervioso como él estaba.

 Sí, he tenido mis parejas, todos unos grandes fracasos… - Me puse a pensar en todas las decepciones de todos mis romances - Creo que ahora puedo comprender lo que sientes…

 ¿Si? – Se volvió a verme, esperando algo.

 Por eso quería saber… Qué es lo que te atrae tanto de mí… Con todos los cientos de años que tienes existiendo me cuesta creer que no haya habido alguien como yo… - Movía mis pies extendido en el aire como un pequeño niño.

 ¿Quieres saber lo que me gusta de ti? – Lo vi atento, esperando lo que fuese a decir – Eres totalmente diferente a mí, solo eso - Mostré una expresión de curiosidad, queriendo saber a lo que se refería, pero no termino de aclararme nada – Bueno… Ya podemos irnos – Se subió conmigo sobre el barandal, parándose sobre este – Confía en mi – Dicho esto, me tendió la mano para que me levantara y una vez estando parados, el me jalo consigo hacia el risco, cayendo hacia el vacío.

 ¡¡AAHH!! – Íbamos a caer sobre un pequeño jardín que se encontraba en el medio de la mansión aislado, pero antes de siquiera estar a la mitad de esa gran caída, nos transportamos a otro lugar totalmente distinto… Había acallado mi grito al ver hacia dónde íbamos cayendo ahora.

 Aun viendo todo ese blanco sus ojos jades resaltaban sobre todo ese color al igual que su piel. La caída fue amortiguada por almohadas, colchones, plumas y algodón, la caída más blanda que había tenido alguna vez, el terreno era tan suave que incluso me hundía un poco entre todo ese edredón de suavidad.
 Me revolqué un poco en la enorme mota de algodón en la que estaba, echándome sobre todo ese lugar, riéndome por lo irónico que se sentía saber que al caer de una gran altura te esperaría algo tan suave.

 Jajaja, oye, jajaja ¿Qué es todo esto? – Le pregunte a Mephiles, lanzándole un gran trozo de algodón.

 No estoy muy seguro, pero supongo que es todo el material que usa la mansión para reconstruir los muebles con telas y algodón – Dijo sacando del fondo de todo esa suavidad varios resortes de diferentes calibres – Con suerte esto se encuentra bajo toda esta superficie – Se levantó, caminando con algo de dificultad. Yo seguido me levante, siguiéndole el paso – También hay otras habitaciones donde contienen, maderas, muebles, telas, espejos, entre otras cosas.

 Sí, he podido ver algunas de ellas– Comente, complicándose mi caminar, pues cada paso que daba me hundía más en todo el terreno – Esto parece arena movediza.

 Tranquilo… - Ya me encontraba con toda mi cintura hundida en el algodón, luchando por salir, hasta que mi compañero me jalo por la camisa sacándome de ese enrollo - ¿Qué tanto pesas que te hundes como un yunque en el agua? – Me sentí ofendido, mostrando un ceño en mi rostro por su manera tan tosca de decirme gordo.

 Yo digo que me hundo porque a diferencia de ti, estoy vivo ¡Mírate! Apenas si pareciera que estas sobre algodón – Dije fríamente, caminando delante de él.

 Que rudo – Mascullo, caminando hacia mi lado.

 Seguimos hasta encontrarnos una gran puerta de bronce en el suelo, parecida a la de un bunquer. Seguido, Mephiles la abrió sin ningún problema, provocando el fuerte rechinar del óxido de la pesada puerta. Dentro de este había una oscuridad que no se llegaba a iluminar ni con toda la claridad de la habitación.
 Mephiles señalo con la mano que esperara a que el fuera primero y así salto hacia el vacío, tan solo espere un minuto y salte también.
 Inmediatamente atravesé aquel agujero y fui sujetado por unos tentáculos, había olvidado esa sensación desagradable; Mephiles me estaba sujetando con esas largas y viscosas extremidades, manteniéndome separado de un poso lleno de cristales filosos. No tenía nada de que sorprenderme, la ironía desaparecía después de lo que había visto.

 Esto es ridículo – Me coloco delicadamente en el suelo para que no me callera sobre el cristal y provocarme varias cortaduras - ¿Hay alguna razón por la cual pase de una habitación segura a una peligrosa? – Pregunte estando de pie sobre todos esos pequeños trozos de cristal que se volvían más pequeños según lo pisábamos.

 Supongo que es la oscura naturaleza de la maldición que se revela en la mansión – Ahora caminábamos sobre todo un pasillo lleno de cristales en todo el suelo – Si estuviera vivo habría muerto. Si pasas a un lugar tranquilo y seguro, realmente no te esperas que la siguiente habitación sea peligrosa, al menos que estés acostumbrado como yo.

 Tenía razón, y él claramente estaba más que habituado a los peligros, con suerte se acordaba de todos ellos y se mantenía al tanto de que yo no saliera herido.
 Continuamos caminando un poco más, hasta encontrarnos con un camino lleno de grava, las paredes de los pasillos iban incluso cambiando, pasando de paredes de concreto a paredes de troncos. Pude escuchar no tan lejos de donde estábamos unos graznidos y resoplidos de animales grandes, dudando mucho si aún nos encontrábamos dentro de la mansión.

 Oh… Supongo que tendrás la oportunidad de ver de dónde viene toda la comida… - Comento deteniéndose un momento para luego continuar caminando junto conmigo.

 Mis dudas fueron respondidas por el mugido de un animal, fue entonces que al continuar, las paredes de tronco fueron cambiando a los de una cerca de madera, las que contenía a cientos de vacas gordas, era toda una granja, eran como dos o tres hectáreas de campestre, espacio suficientes para la cantidad de vacas que había en ese lugar. Quede boquiabierto, impresionado por lo que veía, observando una vaca que estaba frente mío soltando grandes resoplidos curiosa de saber lo que yo era.

 No tenía idea de que… - Las palabras no me salían, aun no me lo creía. A pesar de toda la magia y el poder de la maldición en este lugar, ¿Cómo era posible tener a todos estos animales aquí reunidos? ¿Cómo siquiera era capaz de tener un área tan grande dentro de la mansión?

 No entiendes nada ¿Verdad? – Dijo agraciado viendo como estaba estupefacto sin comprender lo que estaba frente a mí - ¿Vistes las grandes hectáreas de campo que hay alrededor de la mansión? Por algún motivo estas están conectadas con este lugar, le proporciona alimento a todos los animales dentro de la mansión y la magia da el resto de la protección.

 Eso es increíble… Ya me preguntaba de donde venía tanta comida – Acaricie al animal, reaccionando asustado al igual que yo – Jajaja, que pena que en algún momento termines en mi plato…

 Hay más – Siguió caminando, guiándome a otro lugar. Después de girar en una esquina habían más cercas que contenían porcinos enormes y gordos.

 Ugh… Uf – Me tape la nariz, el olor era demasiado fuerte – Apesta mucho. ¿Cómo la magia puede atender los cuidados que necesitan estos animales? – Mephiles solo respondió con un levantar de hombros, dejando en claro que no tenía ni idea – Es asombroso ¡Uugh! Pero muy asqueroso. Vámonos.

 Continuamos un poco más hasta encontrar otro pequeño cercado, en esta había codornices, pollos, gallinas y pavos gordos y enormes, era increíble, realmente todo venia de ese piso lleno de animales. Continuamos un poco más y luego de varios minutos conseguimos otro prado, pero este estaba lleno de cultivos de hortalizas, tubérculos, bayas e incluso arboles con frutos.

 ¡Esto es increíble! – Corrí hacia los cultivos de tomates, viendo el gran tamaño de sus frutos, podrían confundirse con grandes manzanas jugosas, se veía tan delicioso que lo limpie un poco con mi camisa y le di una mordida - ¡Uhmm! Que rico – Era dulce, un poco cítrico y sí que estaba jugoso – Esto no tiene explicación. ¿Cómo es posible que estas plantas crezcan si no tiene la luz del sol? – Alce mi mirada y note entonces que no podía divisar el techo, tan solo una atmosfera brillante de color verde. Realmente parecía estar dentro de un mundo de hadas.

 No sabría explicártelo con detalle, pero la magia tiene el poder de hacer crecer las plantas. Así de sencillo.

 ¿Pero de donde viene toda esa magia? Es una gran cantidad de alimentos, de cosas, de vida, de… - Algo paso por mi mente, tan solo una pequeña teoría, tan pequeña pero muy relevante. Mi mente se inundó de una idea, perversa, realmente difícil de pensar, pero totalmente lógica.

 ¿Silver? ¿Pasa algo? – Pregunto Mephiles, acercándose donde me encontraba, mientras aún seguía sosteniendo el tomate mordido, como si este tuviese algo de lo cual asustarme - ¿Silver? Respóndeme… ¿Así se siente cuando me quedo en mis lagunas mentales?

 Mephiles… - Susurre, no queriendo perder la idea de lo que iba a decir – Y si… Y si todo esto… Es para alimentar a una gran cantidad de gente…

 ¿Qué? ¿De qué hablas?

 ¿No lo entiendes? ¿Por qué habría tanta comida en la mansión? Solo somos tu y yo, en tal caso solo tú y ni siquiera necesitas comer – Dije con un tono de preocupación - Para que habría tantos animales, tantos frutos, si no para alimentar una cierta población… ¡Un pueblo entero! – El rostro de Mephiles mostro total impresión por lo que dije, desviando su mirada, pesando lo mismo que yo - ¿Acaso la maldición no iba ciertamente a la mansión si no… A todo el pueblo? ¿O el fin de esta era atrapar a todos aquí?

 No… Lo sé – Respondió con un temblar en su voz. Se llevó la mano donde debería estar su boca, mostrando un terror en su mirar – No puede ser… No…

 Y la magia que proporciona este lugar… Podría ser… - Iba diciendo, sin estar del todo seguro.

 De los mismos pobladores del pueblo… - Termino de decir, retirando la mano de su rostro – El hechizo céntuplo de succión de vida mortal… - Menciono un hechizo que se activa si se enlaza con una maldición, tomando fuerza vital de ciertas personas en una cierta área, transformando la energía vital en magia, hasta que llegue a la vejes.

 Pero esto solo funciona con gente que tiene magia – Interrumpí aun sin estar de acuerdo al hechizo que planteaba Mephiles.

 ¿Y quién dice que los del pueblo no tienen magia? – Quede aún más confuso que antes. Lo que decía, ¿Cómo podía ser posible? – Los antepasados, los colonizadores del pueblo, todos ellos fueron hechiceros o magos. No necesariamente todo el pueblo tenga magia en su sangre, hubo un tiempo donde llegaron gente de afuera que no poseía magia, sin embargo, la magia se vuelve más grande según el linaje de magos… Todas las personas del pueblo tienen magia en su sangre, pero toda es tomada para la mansión…

 ¿Es enserio? ¿Sera posible?... – Ahora me encontraba sumamente preocupado, había más sentido en el hecho de que si se rompía el contrato de la maldición esta podía esparcirse en todo el pueblo – Creo que debemos advertirles a todos.

 No, no podemos.

 ¿Por qué?

 Piénsalo bien, Silver. Aun si de alguna manera convencemos a todos de su situación no estarían del todo preocupados, digo, todos han vivido una plena vida, no les ha interferido en ninguna actividad cotidiana o fuera de esta. No abandonarían sus hogares por algo que digan unos desconocidos – Explico, viendo a su alrededor, pensando al igual que yo la solución de la situación.

 Pero… Ahg. Aun así deberíamos decirles…

 No, Silver – Poso su mano en mi hombro, atrayendo mi desbastada mirada a sus ojos – Por favor, esto se nos escapa de las manos – Asentí levemente, no queriendo llevarle la contraria, pero aun así sintiendo impotencia – Esto se resolverá cuando consigamos liberarnos de la maldición, ya lo veras – Trato de tranquilizarme, tomando mi mano para que nos fuéramos retirando.

 Um, espera. Antes de marcharme… Quiero hacer algo… - Dije acercándome a unos pequeños tallos en la tierra. Use mi magia para que estos crecieran, formando una canasta de ramas, seguido lo arranque de su raíz y fui metiendo los frutos dentro de esta.

 Silver… ¿No puedes pensar más que solo en comida? – Dijo descortésmente, haciéndome reaccionar de manera grosera.

 ¡Eso no te debe de importar! Tengo mis razones – Ya había cargado la canasta con lo necesario de ese lugar – Ahora quiero ir a buscar huevos, llévame – Con desdén, Mephiles me llevo nuevamente al gallinero, dándome tiempo para ir a recolectar suficientes huevo - ¡Gracias! – Dije toscamente, caminando delante de él, esperando irnos de aquel lugar.

 En silencio, fuimos de una habitación a otra hasta finalmente llegar a una diferente a todas las demás, esta tenía unas dos enormes puertas de colores dorados y marrones, parecía antiguo pero lucia bien cuidado como para confundirse con uno moderno. Mephiles convoco un pentagrama en la madera antigua de la puerta, provocando un fuerte sonar de engranajes dentro de este, haciendo que se abriera lentamente.

 *Cof, cof* Este es el lugar con más datos e información de todo el mundo – Estiraba sus brazos y resonaba a su vez los dedos de sus manos, preparándose para una presentación – Bienvenido a la gran biblioteca de la mansión.

 Mis ojos se iluminaron por una fuerte emoción en mi pecho, lo que estaba contemplando era posiblemente un lugar buscado implacablemente por cientos de personas eruditas, deseosas de encontrar el conocimiento y la historia de cientos de años de todo los lugares del mundo. Las enormes estanterías, que alcanzaban alturas tan grandes como el de los grandes pinos estaban repletos de cientos y miles de libros, eran tantos que podía perder mí vista entre todos ellos como si fueran pequeños puntitos.

 Nos adentramos en la biblioteca y la puerta tras nosotros se cerró resonando su cierre en toda el lugar, un eco que sonó durante varios minutos. Aun me encontraba embelesado, pensando si llegaría a perderme en ese lugar tan enorme, se me iba resbalando la canasta de mis manos, hasta que recordé que ahí se encontraban un par de huevos y lo volví a sostener con firmeza contra mi pecho.  

 Sígueme, hay mucho por ver – Dijo Mephiles, poniéndome atento. Trague saliva y seguí tras de él, paseando mi mirada por todos lados – Aun no consigo la sección de libros de maldiciones pero puede que hoy tengamos suerte – Comento girando en una esquina, encontrándonos un pasillo tan largo que no divisaba el final.

 ¿Aun? ¿Desde cuándo no la encuentras? ¿Desde que llegue aquí o desde que estas aquí? – Se quedó callado dejándome con la interrogante nervioso - ¿Mephiles?

 … Desde que estoy aquí… - Dijo en vos baja con un tono desanimado – Pero puede que hoy lo encontremos – Su positividad no iba a hacer efecto en mí y menos en ese momento, pero aun así sonreí en respuesta para que el no perdiera el ánimo – Mmmm ¡Bien! Comencemos aquí – Nos detuvimos en una estantería, no diferente a las demás.

 Si… Comencemos…

 No habían pasado dos horas y ya me dolían los ojos al igual que mi trasero, por estar sentado en el suelo de ese largo pasillo, pero no tenía opción, no iba a dejar a Mephiles solo en la búsqueda, aunque envidiaba la velocidad en la que iba leyendo cada libro, como si al abrirlo ya lo había leído.
 Finalmente había terminado de leer el octavo libro, ya no había nada del poco positivismo que me había dado Mephiles hace varias horas, solo deseaba hacer cualquier cosa menos leer.
 Tome otro libro, de la estantería que tenía a mi costado en la cual estaba recostado, fingiendo estar interesado en lo que tenía escrito, hasta que note que tenía imágenes, específicamente de comida, de todo tipo, ¿Qué hacia un libro de comida en una estantería llena de libros de hechizos? Al menos… Leí con más calma lo que tenía escrito, revelando el secreto que tenía el mismo, sonreí entusiasmado, ahora con más razón quería irme de aquella aburrida biblioteca. Coloque el libro dentro de la canasta, ocultándolo con todas las verduras y hortalizas; planeaba hacer una gran sorpresa, pero a penas al levantarme, una mirada se clavó en mí.

 ¿Terminaste? – Dijo con sarcasmo, sabiendo que no llegaba ni a una cuarta parte de la estantería. Bufe volteándome a verlo como un niño siendo regañado para seguir su tarea - ¿Y bien?

 No quiero seguir leyendo, tal vez mañana, pero hoy no me siento de ánimos – Tome la canasta y fui marcando mi camino.

 ¿Y adonde piensas ir?

 Yo… - Claro, como se me podía olvidar que aún no conocía el laberinto de la mansión como mi compañero. Me detuve en seco, girando hacia él, caminando con fatiga - ¿Podrías llevarme? – Mephiles soltó una suave risa, recostándose en la estantería, fijando aun su mirada en el libro que tenía en manos – ¡Por fis!

 Jujuju – De manera coqueta me miro a los ojos y lentamente me dio un leve toque con su dedo en mi nariz – No.

 ¡Ahg! ¿¡Como esperas que lea tantos libros como tú!? – Zapatee el suelo, irritado por tener que quedarme en aquel fatídico lugar - Quiero irme a otra parte, por favor.

 ¿Cómo a dónde? ¿A tu habitación? ¿Sin hacer nada? Te doy oficio para que dejes la flojera – Sermoneo, terminando el libro en manos al pasar las paginas rápidamente – Esperaras a que termine la estantería en la que estoy.

 ¿Qué? – Mire sobre él, viendo lo alto de aquel mueble, repleto de libros de todos los tamaños – Mephiles, ¡Por favor!

 No

 ¿No hay manera en la que pueda convencerte? – Pregunte viéndole con carita de perrito necesitado, recibiendo a cambio una maliciosa.

 ¿Enserio? – Iba ya terminando otro libro. Apenas lo cerro, lo dejo caer al suelo, acercándose tan solo un poco a mi – Jaja… ¿Estarías dispuesto a convencerme?

 Yo… - Arrugue el entrecejo, imaginándome a lo que se refería – No puede ser… - Apreté mis puños y mire por debajo, queriéndome tragar una cuarta parte de mi orgullo – Vamos… Te gustara una vez haya terminado.

 ¿El qué? – Pregunto ansioso, clavando su mirada en todo mi cuerpo.

 Es una sorpresa – Dije coquetamente,  moviendo mis hombros de un lado otro.

 Mephiles revelo su boca bajo su piel, llevándose un dedo a esta para mordisquear su garra, pensando en mi petición, fue entonces que sonrió pervertida mente, teniendo algo en mente, algo de lo cual me haría arrepentirme un poco. 

 Bien, si dices que es una sorpresa, no hay motivo por el cual estés aquí perdiendo el tiempo… – Dijo animadamente, tomándome de la mano con gentileza. Algo planeaba, de seguro, pero no tenía idea de que, solo podía verlo con inseguridad por sus palabras y de su repentina actitud.

 ¿Enserio? Gra…

 Solo si hacemos una pequeña apuesta – Término diciendo, interrumpiéndome, aunque ya la esperaba con antelación.

 ¿Una pequeña apuesta? – Dije con tono de incredulidad, sabiendo que disfrazaba la oscuridad en lo que decía.

 Si, solo una pequeña e inofensiva apuesta. Si es cierto lo que dices y planeas una sorpresa, tendré que hacer una penitencia de tu parte – Atrajo mi atención de inmediato, pero aún estaba atento por saber cuál sería el costo de su oscuro juego.

 Está bien, entonces…

 ¡Eso! Solo sí logras sorprenderme y si no… - Acerco mi mano a sus labios para plantarle un suave beso en su dorso, mirándome con esos ojos brillantes – Tu harás la penitencia… - Dijo seductoramente. Un escalofrió paso por cada pelo y púa de mi cuerpo, descubriendo la verdad del juego del ente, él estaba ansioso, emocionado, incluso podía ver como su cola se agitaba con la idea de que yo aceptara.

 Mmmm… - Tenia que pensar bien en si valía la pena arriesgarme de esa forma, era mi dignidad lo que estaba en juego, podía ser paciente y esperar ahí, pero… Realmente… Quería jugar con él y ganarle para poder ordenarle una penitencia. Sonreí con seguridad, tomando la mano que sostenía la mía para estrecharla – Trato hecho, mi querido amigo – Reacciono sorprendido, pero su rostro inmediatamente cambio a uno sereno y seguro, ocultando su boca nuevamente.

 Bien… Entonces te llevare a tu cuarto – Empezó a caminar delante mío, cruzando sus brazos tras su espalda.

 Un momento, yo no pienso ir a mi habitación – Le interrumpí y él volteo a verme con curiosidad – Es otro lugar en que tengo en mente…

 No tardamos mucho y luego de un par de pasillos y habitaciones logramos llegar a la cocina de la mansión, era un lugar muy grande y amplio, y totalmente pulcro. La emoción de comenzar con mi brillante idea surgía como la inspiración a mi arte, deje la canasta sobre un mesón y empecé a buscar el resto de utensilios de cocina.

 ¿Es enserio? ¿Qué no piensas en nada más que en comida? – Pregunto Mephiles con decepción en su tono de voz. Yo solo lo mire con una sonrisa quisquillosa, confidenciando mi secreto en una risita – Bien… Como quieras – Me devolvió una sonrisa, una perversa, imaginándose ya mi fracaso inminente – Buena suerte, espero que lo logres – ¡Ja! Aun sin el sarcasmo lo entendía.

 Vuelve dentro de dos horas y te sorprenderé… - Vi como salió del lugar y me recargue de emoción – Ya lo veras… - Dije con una sonrisa maliciosa.

 Los libros iban acumulándose nuevamente en el suelo, formando una pila de ellos, casi llegando a la altura de una persona promedia, cada libro caía de las manos del ente que los leía lo más rápido posible, revisando su reloj cada vez que terminaba uno, estaba bastante ansioso. Pensaba fingir si era necesario, si Silver llegase a sorprenderlo, pondría su cara típica inexpresiva, no había forma de que perdiera y el erizo blanco tendría que acceder.
 Ya iba por la mitad de la estantería, dando por recopilado que esta solo contenía libros de encantamientos para objetos, pero no había relación alguna con la que había con la maldición. Hubo un momento que se quedó estático, leyendo una página del libro una y otra vez, como si no pudiera avanzar más haya, había algo más que lo detenía, era el hechizo que mostraba…

 Ese se ve bueno ¿Por qué no lo probamos con el erizo blanco? – Pregunto, asomándose para ver el contenido de la página tras Mephiles.

 ¡No! – Respondió rechazando la idea del ser tras suyo - ¡Ni pensarlo!

 Oh ¿Qué? No es como si fuera a hacerle daño – Se movió cual espectro alrededor de Mephiles, tratando de convencerlo – Empiezas a encariñarte mucho con él, pero no creo que él lo esté haciendo contigo – Dijo burlonamente, arrebatándole el libro de sus manos.

 ¡Hey! – Mephiles trato de tomar el libro devuelta, pero su reflejo ya lo tenía en sus manos atreves del cristal, releyendo la página – Devuélvelo.

 Pfff ¿Por qué? No lo necesitas – Dijo cosquillosamente, arrancando la página del libro – Ops, bueno, que importa, aunque… Esto será muy útil para poder tener ese pequeño erisito en nuestras manos.

 ¿Nuestras?

 Bueno, ¿En las tuyas? Jajaja – Devolvió el libro sacándolo fuera del espejo – Si llegases a tener el hechizo, claro – Agitaba las paginas frente a Mephiles burlonamente, riéndose por como su ceño se fruncía más – No es como si tu hubieras tenido esa idea de la “pequeña apuesta” – Dijo moviendo sus dedos, resaltando el sarcasmo.

 ¿Y qué crees tú que le dé de penitencia? – Respondió Mephiles, sosteniendo el marco del espejo - ¿Tener sexo conmigo? ¿Qué sea mi esclavo? ¿Qué se deje sodomizar? – Pregunto hipotéticamente, viendo molesto su reflejo en el espejo que le devolvía la mirada con molestia – Solo quieres volver a formar parte de lo que ya no eres – Empujo el espejo lejos de él y este solo floto, girando varias veces a la dirección lanzada.

 Se detuvo finalmente, observando aun a Mephiles, buscando aun en los libros, ignorando a toda costa al reflejo, el cual solo lo observaba, acercándose nuevamente a él.

 No puedes engañarte a ti mismo. Lo deseas – Se quedó al costado de Mephiles, observando como leía otro libro - ¿Por qué entonces le hubieras sugerido la competencia? ¿Um? – Se rio maliciosamente, girando alrededor de él - Qué acaso… ¿Le vas a decir que haga un baile gracioso? ¿Qué confiese un secreto vergonzoso? ¿Qué te de un beso? Vamos, tu y yo sabemos que es lo que le vas a pedir, eres un ser sin remedio jajajaja – Se fue alejando lentamente, dejando a Mephiles con esa idea. Tenía toda la razón…

 El calor estaba provocando que sudara como cerdo, pero aún continuaba cocinando, preparando unos postres en el horno y otros fríos. Todo estaba quedando exquisito, tal como el libro decía, sin embargo, faltaba algo más, ¡El toque final! Saque la tarta de fresas y moras del horno, colocándolo junto con el resto de platillos en una mesa que se encontraba en la misma cocina.

 Había tenido suerte que en ese lugar tenia mantequilla, leche, vainilla, azúcar y varias especias para preparar platillos de buena calidad, si no todo había quedado del fiasco. Aparte los platillos ya listos y decorados en sus platos, esperando para lo mejor; tome el libro que había sacado de la biblioteca y repase el hechizo una vez más.

 ¡Bien! Esto va a saber al cielo – Dije, acercándome a un plato de puré de papas con un omelette recién hecho, incluso se veía el vapor saliendo de este.   

 Posicione mis manos sobre la comida y cerré mis ojos concentrándome para proporcionar el toque final ¡Magia! Imaginaba, planificaba, sentía como mi magia salía de entre mis dedos y era introducida en el alimento, uniéndose con este de manera que resaltara el sabor a su máximo potencial. Seguido me imaginaba el sabor de la comida, los huevos junto con la sazón de los pequeños trozos de aliños y verduras que había preparado para que esta quedara tanto dulce y salado, al igual que el puré de papas que este había quedado más dulce por la mantequilla y la leche.

 Así fui haciendo con una pequeña sopa de tomates, con una salsa para aderezo, unas mazorcas y los postres, todo al pie de la letra como indicaba el libro, ahora solo quedaba cruzar los dedos, pero me sentía totalmente seguro para hacerlo. Tape todo y lo deje en la mesa, preparando los cubiertos y el asiento para el anfitrión de la mansión, el cual escuchaba aproximarse, escuchando el sonido de sus zapatos al caminar lentamente hacia mí.

 Dos horas… Como dijiste – Dijo chequeando el reloj de bolsillo, para luego mirarme con una gran ansiedad en sus ojos - ¿Listo para perder?

 Listo, pero para ver tu cara de perdedor – Respondí cruzándome de brazos, con todo mi ego en alto.

 ¿Qué hiciste? ¿Comida? – Pregunto acercándose más a mí.

 Si – Dije resaltando lo obvio de su pregunta con mi tono de voz – Vamos, siéntate… - Arrime la silla para que se sentara sin ningún problema.

 ¿Crees que no sé lo que estuviste haciendo? – Dijo sentándose, colocándose una servilleta sobre su regazo, siguiéndome con su mirada – Sé que tomaste el libro de unión de esencia-magia. Para poder darle sabor a la comida y que pueda saborearla – Lo que dijo me había cortado tan solo un poco la inspiración, no sabía que era tan astuto para poder haberse dado cuenta de eso. Voltee a verle, revelando sin remedio que estaba un poco nervioso por el hecho de que se había dado cuenta de ello, en cambio, él sonrió perversamente por mi reacción – Entonces… Comencemos ¿Quieres? – Trague saliva, pensando en la posibilidad de perder, pero de inmediato me sacudí, haciendo un lado mis inseguridades depositadas por Mephiles.

 ¡Por supuesto! – Acerque el primer platillo y lo destape de su envase de plata, desprendiendo el humo del vapor del alimento, el olor había sido intensificado, topando su dulce aroma ante nosotros.

 Jum. No está mal – Dijo en respuesta al ver la sopa de tomate frente suyo, tomando una cucharilla para empezar a degustar – Cualquiera con capacidad mágica puede intensificar el olor, pero el sabor es algo mucho más complicado… - Se sirvió en la cucharilla, acercándola para dar el primer bocado.

 Silencio, crudo y desesperante silencio, Mephiles se tomaba su tiempo para ir tomando la sopa, poco a poco, sin hacer ni un solo ruido, ni siquiera un comentario, solo se lo estaba tomando calmadamente sin hacer algún sonido, pero aun así, pude ver, que en su mano libre, apretaba con mucha fuerza el pañuelo en su regazo ¿Acaso sabia mal? ¿Estaba del asco? Sudaba frio del miedo de pensarlo.

 Bien… ¿Eso es todo? – Al fin dijo, limpiándose los labios con el pañuelo, sin mostrar reacción alguna.

 ¡Cla-Claro que no! – Respondí, acercándole otro platillo, destapándolo frente a él, revelando el omelette con puré de papas, acercándole el aderezo de salsa para que pudiera echarle a la cantidad que gustase – Degusta, por favor – El solo emitió un sonido de desprecio, tomando los cubiertos para ir picando el alimento, llevándoselo a la boca.  

 Sus púas se elevaron de punta en punta, arrugando su rostro mientras apretaba todos los músculos de su cuerpo al haber dado el primer bocado. Mi rostro palideció, pensaba que debí haber probado la comida primero, antes de servirle, pero había tenido el tiempo justo, no había podido practicar lo suficiente, lo único que tenia de consuelo es que podía hacerlo asquear hasta el final, antes de que me impusiera su penitencia.

 Pe-perdona… No sabía que estaba tan malo

 Tranquilo… - Continuaba comiendo con calma todo en el plato, masticando lentamente la comida – Puedo con esto…

 No tienes por qué comerlo – Trate de retirarle el plato, pero su mano me sujeto con bastante fuerza, deteniéndome de inmediato.

 ¡No! Tengo que cumplir con la apuesta – Dijo mostrando desesperación en su mirada, continuando hasta terminar de comerse todo en el plato.

 Algo no estaba bien… ¿Por qué actuaba así? Hubiera sido cualquiera, habría dejado de comer en el primer bocado… Al menos… Que no estuviera  malo

 Bien – Volvió a limpiarse los labios, acomodándose para levantarse de la mesa – Supongo que fue un buen primer intento…

 Aun no termino – Interrumpí, acercándole otro platillo, destapándoselo frente suyo, liberando todo el vapor y aroma en su rostro – Sera mejor que te lo comas todo. Tienes que cumplir la apuesta – Dije con un tono burlón. Pude escuchar como su estómago rugió, no porque algo le haya caído mal, si no por el hambre – Vamos, no vayas a dejar que se enfrié.

 No, ya continuo… - Volvió a acomodarse en su asiento, observando la mazorca bien cosida, dorada por la mantequilla en ajo y requesón. Había descubierto su juego sucio y ahora lo tenía en la palma de mi mano.

 Con sus colmillos mordió el maíz, escuchándose el triturar de estos al ser desprendido de la mazorca, su rostro volvió a arrugarse, incluso escuche el fuerte zapatear de su zapato contra el suelo; no mostraba disgusto por la comida, solo estaba aguantando la emoción de devorárselo todo, evitando mostrar un semblante al hacerlo por lo bueno que estaba. Se había comido todo el maíz de las mazorcas, exhausto por aguantar tales sensaciones revividas en su paladar.

 Ya casi terminas… - Dije sarcásticamente como si tratase de animarlo a continuar, sabiendo claramente que él le satisfacía que fuese así. Sus ojos mostraron algo de miedo, no por pensar en que ya lo había descubierto, aun no tenía idea, el miedo que mostraba su mirada es de no saber si podía seguir conteniéndose por más tiempo – También prepare el postre… - Destape la tibia tarta de fresas con moras ante él, provocando que reaccionara temeroso.

 Está bien… - Tomo la cucharita para postres y fue acercando temblorosamente el dulce, llevándoselo con mucho esfuerzo a la boca - ¡Ummmh! – Emitió un quejido de gusto, rasguñando la mesa con sus garras, aun saboreando el bocado de la tarta.

 ¡Oh! ¿También esta malo? Dios, creo que me paso a veces, no hubiera imaginado que tan asqueroso había quedado – Mephiles movió sus orejas atento por lo que dije, ya había notado en mi tono sarcástico que había descubierto su pequeña farsa.

 Lentamente, fue devorándose toda la tarta, sin dejar una sola migaja, triste por no poder lamer el plato que le sobraba algo de mermelada. Sonreí de oreja a oreja, viendo el pequeño alivio que mostraba en su rostro por haber terminado su dulce tortura.

 Supongo que es todo… - Se levantó de la mesa, cambiando su expresión a una fría, ocultando sus labios para no dejar rastro de emociones – Fue un buen intento, Silver, pero se requiere de más para poder sorprenderme.

 ¿Cómo uno platillo extra? – Respondí cruzado de brazos viéndolo tranquilo. Ver como reacciono fue un gran deleite, incluso sin boca sus ojos mostraron la ansiedad y la angustia que sentía nuevamente – Claro, no te lo haré comer, ya pasaste por mucho… - Me fui acercando a la mesa, destapando el ultimo platillo, revelando un gran trozo de pie de limón – Es una pena… Supongo que la tirare….

 ¡No! – Eso era lo que esperaba. Me detuve, viendo con un rostro falso de curiosidad, pretendiendo no saber lo que trataba de hacer – Esto también forma parte de la apuesta, tengo que comérmelo sin importar como sepa.

 ¡Para nada! Ya ganaste, haré la penitencia, es obvio que no te he sorprendido ni un poco – Dije alejándome de él, tomando una cucharilla – Aunque si sería una pena botarlo, creo que probare que tan mal ha quedado… - Le lance una mirada perversa, viendo como su boca era revelada involuntariamente, escurriéndose una baba de esta, estando boquiabierto al ver el postre siendo picado con la cucharilla.

 Su rostro mostraba la angustia de ver como el ultimo postre estaba siendo arrebatado por mí, delante de sus narices, sin poder protestar, sin poder evitarlo, el ultimo alimento con sabor para su paladar estaba a punto de desaparecer.

 ¡Silver! – Dijo tratando de interrumpirme. Detuve mi mano de llevar un bocado del dulce a mi boca, dirigiendo toda mi atención a él, esperando su confesión – Yo… Yo… - Titubeaba, denotando un temblar en su mirar, la cual estaba clavada en el pie – Yo… ¡No puedo permitir que te comas esa asquerosidad! – Trato de quitarme el pie de las manos pero con suerte reaccione rápido, apartándolo con mi pie sobre su vientre, empujándolo hacia atrás.

 ¡No! Ya perdí ¿O no? – Pregunte esperando que se contradijera.

 No, no… Yo… ¡No te lo comas, por favor! – Iba atravesando mi pierna, acercándose más a mí. Tenía que actuar rápidamente.

 ¡No avances más o hare que sepa a estiércol! – Amenace, colocando mi mano sobre el pie, viéndole retador.

 ¡No, por favor! ¡No le hagas nada! – Se detuvo, sus suplicas más su rostro triste estaban sobre mí.

 ¡Admítelo, admítelo entonces! ¡Admite que estas sorprendido!

 Tu… - Gruñía, apretando los puños con ira - ¡Tu!... ¿Cómo en tan poco tiempo pudiste conseguir liberar el sabor del alimento a su máximo potencial? – Escuchaba sus gruñidos como los de un lobo rabioso, pero no sedería hasta escucharlo decirlo.

 ¡Vamos! ¡O se ira tu dulce pie de limón!

 ¡¡Aah!! ¡Realmente me sorprendiste! ¡Me sorprendes en cada momento que bajo la guardia! ¿¡Si!? ¡Tú ganas! Ahora por favor dame el…

 Aquí tienes – Le entregue el plato con el postre y de inmediato empezó a comérselo con la boca sin usar siquiera las manos – Wow – Era algo asqueroso, se lo estaba tragando todo como si no hubiera comido por años ¿¡Pero en que pensaba!? Así era, tal vez había sido muy cruel con él al haberlo puesto en tal situación.

 A pesar de lo grande que era ese trozo de pie, él ya iba terminándoselo, incluso pude notar como unas lagrimitas salían de sus ojos por la emoción.

 ¡Oh Dios! ¡Que delicioso! – Me alegraba de alguna manera que su reacción no era la misma que la de cuando saboreaba mi sangre, pues estaría totalmente perturbado – Ah… Ah… ¡Es asombroso!... – Lamia el plato dejándolo todo limpio recostándose sobre el taburete de la mesa, sobando su barriga con total satisfacción – Aahh…

 A eso se le llama exagerar – Comente, viendo lo agotado que se encontraba – Jajaja, quien diría que quedo tan bueno…

 ¿Cómo lo hiciste? – Pregunto sin verme al rostro, dudando aun de lo que había logrado hacer.

 Yo solo seguí lo que decía el libro… ¿Qué tiene?

 Hace falta más que eso, es saber con exactitud el sabor del alimento, tener una gran percepción… - Empezaba a caminar hacia mí, explicándome lo muy complicado que era lo que había hecho – No es el hecho de la cantidad de magia, eso no importa, el hecho es como lograste metabolizar las moléculas del alimento con tu magia – Quede callado ante si incógnita, sin tener idea de lo que había conseguido hacer, solo alce mis hombros por desconocimiento.

 Realmente no lo sé, solo… Lo imagine, eso es todo – Sonreí, orgulloso de mi capacidad con la magia, llevando mis manos a mi espalda como un estudiante prodigio.

 Si… Creo que fue una tonta apuesta – Dijo mirando sobre mí, pensando bien las cosas – Era obvio que me ibas a sorprender – Alagado, solo respondí con un movimiento de manos para que parara sus alagos – Supongo entonces que tu ganas… ¿Cuál será mi penitencia?

 Mmmm… Buena pregunta. La verdad solo quería salir de aquel lugar y restregar mi victoria en tu cara, pero… Creo que ya lo hice al ver como aguantabas en no decir nada de lo delicioso que estaba mi comida – Dije burlonamente, mostrándole mis dientes, mofándome de él.

 ¿Entonces no me pondrás una penitencia?

 Por ahora no, pero cuando te lo pida, más vale que lo cumplas – Le toque el pecho con mi dedo, advirtiéndole de desobedecer - ¿Qué tal si ahora nos vamos a mi habitación?

 De acuerdo… Pero… - Tocaba sus dedos varias veces, apenado por algo - ¿No te habrá quedado algo de ese pie?

 ¡Ja! Con tu suerte, quedo algo de pie y de la tarta – Comente, sacando de un envase los dos postres. Pero tuve que esquivar un rápido mangazo de Mephiles, que desesperado quería devorarse los postres - ¡Hey! ¡Cuidado o lo vas a botar!

 Lo siento, ¡Pero es que quiero más! – Pidió con ojos suplicantes, tomándose las manos como ruego – Por favor, por favor, por favor – Se acercaba incesante a mí, buscando del alimento.

 ¡Ya, ya, ya! ¡Contrólate! – Fui caminando a la salida de la cocina con los platillos en mis manos, mientras Mephiles me seguía como perro hambriento – Te lo comerás cuando estemos en el cuarto y como una persona decente.

 Probaba una diminuta porción de la tarta y también del pie, choqueado por el muy potente sabor que tenían este, no podía comérmelo, aun si lo intentara, pero a Mephiles le parecía totalmente delicioso, se lo estaba comiendo con más calma, como lo podía hacer un niño ansioso por los dulces. Le había dado mi porción del postre, viendo como lo aceptaba contento y se lo comía todo en un parpadeo.

 Me alegra que te guste tanto, pero ¿No te puede dar una indigestión? No has comido nada en años esto podría caerte mal – Dije preocupado de como se había comido dos pasteles, él solo.

 No te preocupes por eso, no es como si tuviera órganos – Respondió lamiendo el plato con toda la crema.

 Si… Cierto – Voltee a ver a otro lado, pero sentí que se recostaba sobre mi hombro, acurrucándose como un animal sobre mi – Ehh… ¿Mephiles?

 Gracias… - Dijo acorrucándose más en mí, relamiendo sus dedos y labios – No pensé que volvería a comer algo tan rico en mi muerte – Podía ver lo muy contento que estaba, su colita se agitaba tan rápido como podría ir un metrónomo, frotando su cabeza en mí.

 Está bien, Mephiles, de nada… Pero… Creo que ya fue suficiente – Aun sin importar lo que le dijese, seguía acurrucándose más como un minino buscando cariño. No podía resistirlo, se comportaba tan adorable, quería acariciarle la cabeza, pero apenas con el suave tacto reacciono asustado.

 ¿Q-Qué?– Se sobre salto, alejándose un poco de mi – Perdona…

 Solo trataba de acariciarte – Volví a acercar mi mano a su cabeza pero el aún no estaba acostumbrado, bajando sus orejas como si fuese a lastimarlo – Tranquilo… - Cuando al fin pude posar mi mano sobre sus púas él se relajó, sintiendo con gusto mis caricias.

 Que bien – Volvió a frotarse en mi brazo, acostumbrándose a mis caricias – Un poco a la izquierda – Como si fuese una mascota mimada le acariciaba en todo su pelaje, dejando que se recostara en todo mi hombro – Realmente se siente bien… - Sentí como vibraba, asustándome por un momento, hasta que escuche un fuerte ronroneo, no como el de un minino, si no como el de un felino grande – Ah… Creo que tus manos estas benditas.

 Jajaja, no digas tonterías ¿Realmente nadie te había acariciado en tu muerte? – Ahora utilizaba mis dos manos para ir acariciando todo su cuero cabelludo, recibiendo como respuesta un sonido de satisfacción de su parte – Jajaja, te comportas como un animalito.

 Ggrrr – Soltaba pequeños gruñidos, acercándose más a mí, hasta quedar frente a mi rostro, sobre mis piernas. No había notado lo grande que era hasta estar lo suficientemente cerca de él - ¿Por qué te detienes? – Sin darme cuenta había dejado de acariciarlo y él no se daba cuenta aun de nuestra posición.

 Aahh… Mephiles – Trate de retirarlo sobre mí pero no se movía ni un poco.

 ¿Um? – Al darse cuenta abrió por completo sus ojos, viendo directo a los míos – Ah, perdón, Silver. Yo… - Ambos nos quedamos embelesados, viendo a los ojos del otro, no podía parar de ver esos ojos color jades, tan brillantes y como me miraban, provocaban una vieja sensación en mí, pero la rechazaba por completo, no la quería.

 Al mismo tiempo nos giramos a ver hacia otro lado, apartándonos por completo uno del otro. Sentía toda mi cara arder de la vergüenza y al verlo a él también se encontraba tan sonrojado como yo.

 Perdona, que torpe soy… – Se levantó y tomo distancia de mí, para darme mi espacio – Me deje llevar, es mi culpa.

 Si… - Abrace mis piernas, viéndolo aun a sus ojos – Esta bien… – Desvié la mirada y trate de ignorar el hormigueo en mi cuerpo.

 Mephiles se levantó, sacudiendo su ropa, se dirigió a un mueble, sacando un libro de un gabinete, sentándose en una silla para empezar a leerlo en total silencio. Yo tan solo lo observe, aun viendo directo a sus ojos, pero sin importar por cuento lo miraba, él no volteaba a verme.
 Me levante, buscando un cuaderno en mi maleta, para luego acercarme a la ventana, sentándome en su respaldar, para dibujar lo que podía ver desde el interior de la mansión, atreves de la ventana…
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
 A la mañana siguiente, revisaba todas mis pinturas, envolviéndolas en un papel especial que había conseguido, para que la pintura no fuese dañada. Concentrado en lo que hacía, iba terminando con la última de mis pinturas, guardándola en un cajón de madera con las otras, sellándola con clavos y pegamento.

 Silver – Llamo Mephiles, que estaba esperando a que terminara con mi quehacer. Le mire, esperando lo que fuese a pedirme, sin nada de interés – Conseguí unos pergaminos que creo que debes de leer…

 ¿Pergaminos? – Me acerque a él, tomando uno de los varios papeles enrollados que tenía en su mano, abriéndolo para leer su contenido. Leí rápidamente, lo que tenía escrito, quedando atónito con lo que había – Esto… ¿Qué quieres exactamente que haga? – Sonrió con mi respuesta, sentándose en el suelo, esperando a que yo me acercara a él e hiciera lo mismo.

 No es todo… - Abrió el resto de pergaminos en el suelo, mostrándome todo lo más relevante – Creo que si combinamos estos hechizos, puede que logremos corromper la maldición…

 No lo sé… Parece muy complicado y arriesgado…

 No tienes que preocuparte, por eso traje este – Me mostro la página de uno de sus libros, revelándome un hechizo que podría respaldarnos.

 Pero uno de nosotros podría…

 Yo me ocupare de que nada malo te pase – Me interrumpió, mirándome con determinación, dándome la confianza suficiente para acceder.

 Está bien… Lo haremos…
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
 Los pergaminos que había conseguido se trataban de contratos, encantamientos de sellos y hechizos. En total, eran ocho:
1.   El primero era sobre un sello de protección, “Pantalla contra muerte maldita” la cual podía protegernos si la maldición aun nos fuese a afectar después de haberla destruido,
2.   Lo segundo era un contrato que activa la primera “Cobijo de mente dañada” Podía provocar perdida de la orientación y perdida de recuerdos faciales, quiere decir, que podía olvidar como se veían los rostros de antiguos conocidos, a su vez este hechizo podía implementar la ruptura de una maldición enlazada por odio.
3.   Lo tercero era otro cello, “Sacramento del prójimo” que podía proteger a una cantidad de personas de ser perjudicadas por una maldición.
4.  Lo cuarto era un encantamiento para crear un retén entre nosotros y la implementación de varios hechizos contra una maldición tan fuerte, manteniéndonos unida a esta hasta conseguir nuestro objetivo, sin ser expulsados o dañados en el intento.
5.   Lo quinto era un hechizo de inspección, para poder averiguar las combinaciones de hechizos y maldiciones que habían sido utilizados para crear la principal maldición de la mansión.
6.   Lo sexto era otro hechizo “Carcomiendo del brujo” Este específicamente podía activarse si habían sido activado todos los anteriores hechizos y si el brujo o el hechicero estaba presente para ser devorado hasta la muerte. El caso era que el presente ya se encontraba muerto, lo cual anula el hechizo al menos de tener un contra hechizo…
7.   El séptimo solo iba a ser activado si uno de los requisitos era si un propietario de una maldición se encontraba muerto, lo cual podía activarse, conllevando al anterior hechizo a ser ejecutado, siendo sacrificado una cierta cantidad de magia, este hechizo se llama “Desprendimiento de línea viva”.
8.   Y el último era una protección por si por algún motivo la maldición tomara más magia de la necesaria, arrebatando nuestra fuerza vital por completo. Siendo este un sello muy poderoso, “Halo del cordero desviado”

 Había pasado toda la mañana hasta la noche, practicando cada hechizo, sello y encantamiento sin descanso, pues corríamos el riesgo de morir o de desaparecer en el intento, temía esa idea y tenía que esforzarme.

 Ten – Mephiles me había interrumpido en el medio de la lectura, ofreciéndome un emparedado – Necesitas tener energía.

 Gracias… - Tome el alimento y empecé a comerlo aun leyendo de la vieja hoja antigua.

 ¿Qué tal si realizamos el hechizo mañana? – Insinuó, dándome palmadas en mi espalda.

 ¡No! Mephiles. Tiene que ser hoy, es el Equinoccio otoñal, la luna estará en su mejor punto para potenciar nuestra magia – Le di unas grandes bocanadas a mi emparedado terminando de comerlo por completo y continuar con mi lectura.

 Silver… Necesitas estar descansado para cuando vayamos a hacer el hechizo, no tiene que ser hoy – Me sermoneaba como una madre preocupada por su hijo trabajador, pero simplemente lo ignoraba – Toma un descanso, por favor, aunque sea una pequeña siesta…

 Mephiles… - Le lance una mirada molesta, haciéndolo retroceder un poco – No me subestimes, estoy bien – Deje el pergamino en otro lado y tome el siguiente – Déjame hacer esto, estoy bien.

 De acuerdo – Suspiro, antes de salir de la habitación – Prepárate, quedan pocas horas para la media noche – Yo solo asentí, sin apartar la vista de las paginas, escuchando sus pasos al marcharse de la habitación.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
 Llego la noche. Musitaba rápidamente todo los encantamientos en latín, procurando pronunciarlos bien y adecuadamente como tenía que ser en el momento que fuéramos a comenzar el operativo para romper la maldición. Iba tras de Mephiles, caminando por los pasillos para llegar al vestíbulo de la mansión, para comenzar.
 Apenas llegamos sentí como mi tención cardiaca cayo por los suelo, el sudor escurría de mi frente, teniendo que pasar mi mano por mi rostro como si constantemente me cayera un balde de agua sobre mi cabeza. Mephiles ya estaba marcando con sangre de cabra un pentagrama en el suelo, no es como si fuéramos a invocar un demonio, la sangre de este animal protege, como fue en una vez en la biblia; aparte de eso, también colocaba unas velas blancas alrededor del pentagrama y también algo de ruda alrededor de todo esto para contención y protección.

 Está todo listo ¿Comenzamos? – Pregunto Mephiles, dentro del pentagrama, esperando a por mí.

 Yo… ¡Sí! – Deseaba volver a repasar todo, pero no había tiempo para dudas. Me adentre en el pentagrama, sin pisar ninguno de los trases de sangre, esperando a que Mephiles comenzara la primera parte.

 Bien… - Nos sentamos en el suelo y nos tomamos de las manos, recitando el dialecto de los magos antiguos, para poder comenzar con uno de los hechizos.

 Todo marchaba bien, íbamos por el cuarto encantamiento y no había pasado nada malo, pero no estaba tan seguro, yo solo continuaba porque Mephiles así me lo ordenaba, tenía mis ojos cerrados con todas mis fuerzas para no perder la concentración. Ya íbamos a comenzar a ver funcionar el quinto hechizo, para poder inspeccionar cuantos hechizos tenía implementado la maldición.

 Silver ¿Estas bien? – Preguntaba Mephiles, preocupado por si había perdido mucha magia.

 Lo estoy, comencemos… - Respondí, continuando con el recitar del quinto hechizo, seguido del de Mephiles, abriendo mis ojos al finalizar este.

 Podía ver a Mephiles sentado frente a mí, al igual que las pequeñas flamas que desprendían las velas, iluminándonos a nosotros como la marca de sangre del pentagrama, pero además de todo eso, todo, sin exceptuar el suelo, se veía oscuro. Por un momento pensé que ya no nos encontrábamos en la mansión, o que estábamos flotando en la nada, pero eso solo mostraba que el quinto hechizo estaba en progreso.

 Mephiles… Creo que ya lo conseguimos… - Le avise, separando un poco mis manos de él.

 ¡No te sueltes! – Advirtió, viéndome con mucha seriedad, provocando que volviera a sujetarlo con fuerza, como si no fuese así, pudiera caerme en ese vacío oscuro – Vayamos buscando los hechizos.

 Apenas lo dijo, todo en nuestro alrededor cambio, parecía que estábamos en una especie de pintura, con colores oscuros y sucios, deformándose como gasolina en agua, parecía espeso y turbio. Tenía que admitir que estaba temeroso, todo lo que veía era una muestra del poder de la maldición, ahora solo quedaba estar atento de lo que fuese a mostrarse, dependiendo de eso, tendríamos que actuar con rapidez o con cautela para continuar con la inspección.

 Miraba a todos mis alrededores, viendo cualquier cambio en ese ambiente, asustado por ver lo peor de la maldición, pero tenía que conservar la calma, no iba a ser tan drástico, solo tenía que… Mi mirada quedo clavada tras Mephiles, aterrorizado por lo que veía… Todo lo que había estudiado, todo lo que había aprendido, se había ido de mi cabeza, se había evaporado, no tenía idea de lo que tenía que hacer. Tras Mephiles, podía divisar un ojo enorme y gelatinoso, con una pupila como la de una cabra, un iris de color verde y una esclerótica color sangre, esta me miraba atento, produciendo un ruido asqueroso al parpadear lentamente con sus parpados marrones.

 Mephiles… Mephiles – Susurre, aun inseguro de hablar y provocar un peligro inminente. Él llamado me miro atento, moviendo lentamente la cabeza con negación.

 Dime lo que ves, en voz baja – Dijo igual de bajo, sin mover un musculo.

 Un ojo… Como el de una cabra, es verde… - Dije, viendo atento el ojo.

 Muy bien… - De inmediato, varios ojos aparecieron en todo nuestro alrededor, mirándonos atentos. Era realmente tétrico, incluso podía sentir esas miradas en mi nuca. Era extraño, se sentía como cuando Mephiles clavaba su mirada en mí, pero ignore tal hecho – Escucha bien. Recuerda todo lo que aprendiste, ahora es donde debes demostrarlo… Lo que viene ahora en adelante puede matarnos, si no estás seguro de algo solo dímelo con la mirada si es posible, estaré atento.

 O…Okey… - Dije tembloroso, apretándole fuertemente las manos.

 Si llegamos a ver el origen de la maldición activaras el sexto hechizo, ya que yo no puedo hacerlo, luego yo activare el séptimo contigo – Decía, revisando con la mirada todo a su alrededor. Y si llegas a sentir como mis garras se clavan en tus manos… Activa el octavo… ¿Entendido?

 Si…

 Bien…

 Los ojos a nuestro alrededor fueron desaparecieron quedando tan solo unos pocos, seguido, la atmosfera a nuestro alrededor fueron formando siluetas, sombras que eran proyectadas desde las velas a nuestro alrededor. Parecía un cine mudo, podía ver siluetas de muchas personas, todas irreconocibles, todas caminando ajetreadas en sus tareas del campo, hasta que una sombra muy grande y espeluznante apareció, parecía la de Mephiles, esta con sus garras acerco a todos los ciudadanos a él, arrastrándolos, amontonándolos a todos sobre sus pies, seguido, los aplasto, volviéndolos solo un pegote de masa, el cual tomo y fue formando un gran edificio, no… No era un edificio, era la mansión.

 Las sombras se dispersaron un poco, algo ocurría, volví a mirar a mí alrededor, pero no parecía que hubiera nada de malo, hasta que mire a mi costado… Había una gran boca, con muchos dientes filosos, escurriendo una baba, apunto de tomarme con su lengua filosa.

 ¡Hmm! – Trate de no gritar y pensé de inmediato - ¡Vuelve después, aún no es hora de comer! – La boca mostro disgusto, decepcionada, mostrando una curvatura hacia abajo, desapareciendo de inmediato. Con suerte había recordado que este tipo de espectros se iban como un niño regañado cuando uno decía esa frase – Mierda… Por poco – Musite.

 Bien hecho – Dijo Mephiles. Tenía que espantar a la criatura, si Mephiles lo hacia esta lo atacaría. Me aprobó, viendo otra vez a nuestro alrededor, esperando la demostración de las sombras.

 Notamos como las sombras ahora mostraban un aura oscura, el de todos los aldeanos, pero la peor de todas era la sombra de Mephiles, su aura llegaba hasta lo más arriba del techo, mostrando lo turbio de este como si fuese el humo de un gran incendio, todas las sombras iban adentrándose en la mansión y ninguna salía.
 Estaba atónito con lo que veía. Entonces si habíamos tenido razón, no tan exacto, pero si había recobrado el sentido de las cosas que pasaban dentro de la mansión.

 No puede ser… - Decía Mephiles, viendo incrédulo las sombras – Yo no sé qué decir… - Al parecer estaba consternado, no podía creer lo que veía, sin embargo, aun la visión no se terminaba.

 Las sombras se dispersaron un poco, apareciendo una pequeña flama, que se podía contemplar con bastante claridad, esta se acercaba a las personas, tratando de llamar la atención de todas las sombras pero no prestaban atención hacia esta.

 Esta vez las sombras se dispersaron por completo, algo andaba mal. Volví a buscar por todos lados, algo que no concordase, pero no encontraba nada. Mire preocupado a Mephiles y este me devolvió la mirada, igual de preocupado, sin saber en dónde estaba el error, hasta que inmediatamente sentimos algo baboso sosteniendo nuestros pies, ¡La boca se encontraba en el suelo! Sujetándonos con sus lenguas.

 ¡Vuel-Vuelve Después! – Grite al unísono que Mephiles, pero ya era demasiado tarde, la boca ya nos estaba arrastrando a sus fauces - ¡¡AAHH!!

 ¡¡NO!! ¡SOSTENTE BIEN! – Mephiles trato de sostenerme con sus manos, aferrándose al suelo, pero fue totalmente inútil, fuimos tragados por completo, cayendo en aquel orificio - ¡¡AH!!

 Todo daba vueltas, estaba mareándome, girábamos en una gran caída de la cual no había fin, hubiera estado tranquilo por la costumbre de caer en grandes alturas, pero Mephiles no se encontraba bien, aun sosteniéndose fuertemente de mis brazos, viendo desorientado a nuestra caída.

 ¡Mephiles! – No reaccionaba, su mirada estaba perdida, tratando de buscar algo entre todos esos colores oscuros difusos – Mephiles… - Había que actuar rápido. Jale a Mephiles hacia mí, abrazándolo para sostenerme de él con mis piernas, colocando mis manos sobre sus cienes – Mephiles, soy Silver, vuelve… Estoy aquí, no tengas miedo, te necesito aquí – La mirada de Mephiles volvía en sí, viéndome algo confuso – Necesitamos hacer esto a la vez, por favor… - Mi magia hacia que volviera en sí, reaccionando finalmente - ¡Vamos!

 Extendimos nuestras manos, emitiendo nuestra magia para formar una esfera de luz, haciéndose más grande entre nuestras manos mientras íbamos cayendo. Entonces recitamos un hechizo.

 “Daño haces al pensar en degradar, devuelve lo que has tragado o se convertirá en un mal”

 Así, como íbamos cayendo, nos detuvimos en seco, sentándonos en un suelo que no habíamos visto y todo a nuestro alrededor se disolvió, volviendo al pentagrama a salvos. Empezaba a sentirme cansado, pues eso había requerido bastante de nuestra magia, incluso podía ver el agotamiento en los ojos de mi compañero.

 Hay que estar más atentos… Ah… Ah – Exhalaba exhausto, como si le faltase el aire, volviéndose a incorporar bien – Tengamos más cuidado ahora, la próxima vez no saldremos ilesos – Asentí, volviéndolo a sostener firme de las manos.

 Las sombras volvieron y esta vez mostro aquella pequeña flama, pero esta parecía más grande, esta trato de acercarse a la sombra de Mephiles, provocando que se desencadenara una potente y fuerte aura por todos lados, esta provocaba que todas retrocedieran, pero la sombra de Mephiles reaccionaba de manera estrepita, agitándose y temblando. En todo ese transcurso, aparecieron varias bocas, teniendo que detenernos y alejarlas para ir continuando poco a poco, esperando ver más de la visión.  

 Luego la enorme sombra tomo con sus enormes garras la llama, aplastándola, convirtiéndolo solo en un pequeño humo, el cual salió traspasando la enorme sombra convirtiéndolo en una sombra pequeña, volviéndose aquel humo más grande, dirigiéndose a la mansión, adentrándose en ella.

 ¿Qué? ¿Qué diablos significa eso? – Pregunto Mephiles sin entender nada.

 Antes de que digiera algo, unos enormes ojos aparecieron sobre nosotros, estos eran diferentes a los demás, eran rojos y con pupilas filosas, apareciendo seguido de estas la mandíbula de un animal con filosos colmillos como los de un lobo. Esto no nos hubiera alterado mucho, si no hubiera escurrido sangre desde su boca, esta chorreaba como una fuente, trayendo con esta, dientes, ojos, pelo e incluso dedos, los cuales se agitaban como si estuvieran vivos.

 ¡Mephiles! – Dije viéndolo sin saber lo que tenía que hacer.

 Tranquilo – Él cerro lo ojos, concentrado en emanar su energía alrededor nuestro – Piensa en algo que te tranquilice… No te preocupes…

 Está bien, está bien…  

 Trate de pensar en algo, tan solo se me ocurrió pensar en lo de ayer. Como Mephiles se retorcía de lo agonizante y dulce de la comida que le había preparado. Soltaba pequeñas risas de tan solo recordarlo, tratando de aguantar la carcajada, pero a pesar de todo, estaba dando resultado, ya la sangre que sentía en mis pies se iba deshaciendo, volviendo todo a la normalidad.

 Bien, veamos que más oculta… - Íbamos a proseguir, pero algo detuvo a Mephiles.

 ¿Qué ocurre?

 ¡¡Ssshh!! – Me callo, viendo asustado tras mío - No te muevas.

 Me paralice por completo, reteniendo el impulso de voltear a ver lo que había tras mío, pero no fue necesario, algo se movió a mis lados, pudiendo divisar a mis costados unas enormes garras negras, tan grandes que podían agarrarme y aplastarme como una cereza. Comencé a temblar, tanto como un chiguagua asustado e impotente, sin dejar de ver a Mephiles asustado, temiendo que me llegase a pasar algo.
 Podía sentir una caliente y fuerte respiración tras mío, esta agitaba todo mi pelaje junto con mi ropa, provocando que gimoteara aún más asustado por temer a ser comido y masticado. Todo empeoro, cuando uno de los dedos de las garras empezó a golpear el suelo, produciendo un seco y fuerte sonido en todo el lugar, tan solo mire un poco como esta se movía, como si estuviera esperando a que nosotros hiciéramos algo. Trataba de mantenerme en calma, sin mover un solo musculo, esperando que pasara eso, pero entonces una de las manos comenzó a palmearme suavemente en la cabeza, provocando que me agitara, hiperventilándome hasta no poder.

 Silver, por favor, calma… - Susurro, viendo igual asustado aquella criatura acariciando mi pelaje.

 Ummmm, ha, ha – Chillaba en voz baja, sintiendo como ahora aquellas garras me acariciaban el mentón y mi pelaje, queriendo que reaccionara despavorido.

 Deseaba que esa cosa se detuviera, suplicaba dentro de mí a que se detuviera, que termináramos, pero teníamos que esperar, teníamos…
 La garra golpeo fuertemente el suelo, provocando que todo temblara, al parecer, Mephiles había movido un poco su mano, posicionándola para lanzar un encantamiento, fue entonces que la criatura rugió con toda su fuerza, dejándome casi sordo.

 ¡¡Aaahh!! – Me cubrí la cabeza, agachándome para evitar que el monstruo se abalanzara sobre mí, pero no fue así. La criatura había saltado hacia Mephiles - ¡Mephiles!

 ¡¡¡AAAHHH!!! ¡¡GWAAHH!! – No podía ver bien la forma de aquella criatura, solo podía ver sus garras asfixiando a Mephiles, aplastándolo contra el suelo - ¡EL HECHIZO! ¡SILVER!... ¡Gwaaa!... ¡Úsalo! – Su voz se iba apagando, ahogándose, pero no podía hacer lo que él me pedía.

 ¡No, Mephiles! – Me levante y convoque un pentagrama enorme sobre aquellas garras, para que liberaran a Mephiles. ¡Funciono! Se habían desaparecido, y Mephiles volvía a respirar otra vez. De inmediato lo tome de mis brazos, sosteniéndolo con fuerza - ¡Ya está! Ya está todo bien, está todo bien – Lo abrase, acurrucando mi cabeza contra la suya.

 Me quede así un rato, sobando sus heridas, preocupado a morir por cómo se encontraba. Al haber escuchado como gritaba me había helado la sangre, temía más por él ahora y al verlo así de indefenso, me hacía temblar, no había podido seguir su orden aun que hubiera sido lo más sensato, tenía que liberarlo primero o si no, lo hubieran hecho añicos. Tan solo quería que despertara y que no estuviera enfadado conmigo, lo quería devuelta, no quería que nada malo le pasase.

 Entonces comenzó a moverse, empujándome un poco para incorporarse.

 Que dramático… ¿Realmente te haces llamar hechicero? – Me separo de él, sentándose frente a mí – Eres tan solo un erizo tonto…

 ¿Mephiles? – Él alzo su mirada, viéndome con unos ojos diferente, el color de su esclerótica había cambiado a un color rojo y estos me veían como si fuera una cosa insignificante.

 ¡Hola, Silver! Es un gusto conocerte – Trato de tocarme, pero de inmediato forme un pentagrama para crear una barrera de protección - ¿Qué? ¿Me tienes miedo? – Dijo con sarcasmo, llevándose una mano a su mejilla.

 ¿Quién eres y que hiciste con Mephiles? – Esa cosa solo sonrió, una sonrisa torcida, horrenda, escurriendo sangre de su boca - ¡Responde!

 ¿De qué hablas? Yo soy Mephiles – Tocaba la pantalla de protección sin poder atravesarla – Soy el que no conoces aun – Rasgaba con su uña el campo, viéndome con ojos deseosos.

 ¡Basta, aléjate!

 Ahí está, el Silver que conozco y niega su atracción sexual – Estaba sobre mí, teniendo en medio el campo que se debilitaba más y más mientras él se apoyaba - ¿Por qué no quitas esta porquería y te demuestro lo mucho que deseas esa sensación en tu cuerpo otra vez? – Sugirió, viéndome lujuriosamente.

 ¡No! ¿¡Cómo diablos es que sabes eso!?... ¿¡Sabes que!?... ¡No me importa! – Pensaba con todas mis fuerzas en que hacer, no sabía de lo que era capaz esa cosa, tal vez lo mismo que el Mephiles que conozco, pero no sería piadoso, lo podía ver en su sonrisa, para nada lo seria - ¡RESPONDE! ¿¡Que eres!? No lo volveré a repetir.

 Jejejejeje – Mis amenazas solo le ocasionaban gracia, viéndome sin nada de temor, mientras moldeaba el campo como si fuese tan elástico como un globo - ¿Ah sí? Quiero ver que es lo que me harás – Sí que me hacía molestar, haría cualquier cosa por hacerlo callar, entonces solo pensé, pensé en todo lo que había hecho y fue entonces que llego la idea a mí.

 … ¿Y qué me harás tú, si te permito tocarme? – Mi pregunta lo animo demasiado, provocando que más sangre escurriera de su boca.

 ¿Qué que te haré? Pues… - Se relamió los labios, limpiando la suciedad en ellos, mientras sus ojos destellaban más que nunca – Te hare ver el cielo mientras estas en el infierno, mi querido Silver – Tenia que admitir que esa respuesta me hizo temer y asquear al mismo tiempo, pero igualmente proseguí.

 ¿Y por qué permitiría dejarte hacer eso?

 ¿Por qué? Jajajaja – Su cuerpo temblaba como si convulsionara, rasguñando el campo provocando que este se deformara como un trozo de papel – Porque es lo que quieres, es lo más oscuro de tu alma. Puedo ver tu pecado, tan vivo, resonando, dentro de tu vientre, de tu pecho, gritando por ese deseo que retienes minuciosamente… - Gruñía, tratando de calmar sus espasmos musculares, viéndome con seducción en sus ojos – Yo puedo complacer… Todas tus fantasías… - Ya lo tenía, guarde la calma y le seguí el juego.

 Demuéstramelo entonces… - Me prepare, retirando el escudo, provocando que se abalanzara sobre mí, y en mi más atento movimiento, rodé sobre él, quedando enzima suyo, estando apresado con sus garras - ¡Ah! – Sus uñas se clavaban en mis muslos, atravesando la ropa.

 Silver, Silver, Silver. Jajajaja – Su risa se distorsionaba como si estuviera poseído por un demonio, mostrando sus colmillos, complacido de tenerme así – Vas a disfrutar tanto que no sabrás cuando te esté haciendo daño... – Dejaba que sus manos acariciaran mi cuerpo, mientras sentía su miembro golpeando tras mío. Estaba muy asustado, tan asustado, pero tenía que aguantar un poco más – Pídeme lo que quieras – Iba acercándose a mí, tratando de envolverme con sus brazos.

 Mi respuesta fue nula, pues cuando más se había acercado a mí, estaba convocando un pentagrama triangular de color azul, recargándolo rápidamente, antes de accionarlo. La explosión fue lo suficientemente grande como para mandarme disparado casi fuera del pentagrama de sangre. Aun aturdido me levante, observando el resto de Mephiles, vuelto pequeñas porciones de masa en el suelo, que se iban juntando lentamente.

 Lo primero que hice fue usar un hechizo de purificación, retirando esa esencia maligna de él y lo siguiente fue cortarme la palma de la mano, provocando que esta goteara sangre sobre el montón de masa que iba formando a Mephiles, lentamente, hasta que finalmente este salió agotado, quejándose de todo.

 Mephiles… Mephiles – Le di unas leves palmadas esperando que abriera los ojos – Por favor, dime que eres tú.

 ¿Ya hay más pie? – Dijo en un balbuceo, levantándose soñoliento - ¿Silver? – Inmediatamente tomo mis manos, sentándose para continuar por donde habíamos quedado - ¿Qué hiciste que me siento tan cansado?

 Perdona, pero es que esa cosa se adentró en ti y empezaste a comportarte raro, pero no tu si no como un sociópata raro pervertido y decía cosas de mi que…

 Calla, no te entiendo nada… – Bostezo, sacudiéndose un poco - ¿En dónde nos quedamos?

 Ah… Eh… - Aun sin saber que había ocurrido del todo estaba confuso, sin saber que responderle aun – Creo… Que falta hacer el sexto hechizo…

 Vamos entonces… - Comencé a recitar el hechizo, dudoso de si fuera lo mejor en ese momento, pero ya no podía llevarle la contraria a Mephiles, ya no estaba en condiciones de aguantar por más tiempo.

 Finalmente, pudimos ver parte de los hechizos implementados en la maldición. Unos eran sobre la piel de un muerto con el poder del odio, convirtiendo el alma junto con la energía vital en una maldición, pero esto no era ni siquiera una cuarta parte de la esencia de la maldición. Otro era sobre enlace de antepasado para otorgar vitalidad y energía a cosas inanimadas, entre otras. Así pasaron varios hechizos, pero aún faltaban más y más.

 Esto puede que nos tome más de lo que podemos – Mephiles se encontraba en un estado débil, cayéndose a pedazos como un muñeco de nieve en pleno verano – Activemos el séptimo hechizo – Dijo viéndome con soñolencia.

 ¿Estás seguro?

 ¡Si!

 Okey…

 “El hombre está muerto, ya nada ha quedado, tan solo el dolor de un viejo engaño. Toma el poder de los que se ofrecen a romper la maldición que enloquece…”

 Me detuve por un momento, no solo porque dudaba aun de si continuar por nuestro estado, sino porque realmente estaba agotado, ya las palabras no salían de mí, ya no lo conseguiría.

 ¡Silver! – Escuchaba como me llamaba, pero sinceramente mis tímpanos empezaban a zumbar, todo se ponía borroso y de alguna manera, ya me encontraba acostado en el suelo - ¿Estas bien?

 No lo vuelvas a hacer… - Musite, confuso por otros recuerdos – Tengo mucho sueño…

 Mierda… - Escuche el sonido de un fuerte estruendo, y una luz topando en mi cara, después de eso, solo quede dormido.

5 comentarios:

  1. Fuck Fuck Fuck Fuck!!!!

    Tan cerca y tan lejos!! Pero se que debe desvelar mas misterios de la mansión antes de irse!

    Y tambien quiero mi Mephilver X3

    ResponderEliminar
  2. Aaaaaaahhhhhh!!! Need more of this!!!! X3 amo este fanfic!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. OOOOOOWWWWWW >W< Muchas gracias!!! Me alegra que te encante tanto *w* pronto publicare mas uwu lo prometo <3

      Eliminar
  3. Genial capitulo muchas cosas se estan descubriendo a esperar la continuación saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Judith! ^w^ En cada capitulo se revelara algo nuevo de ahora en adelante :D

      Eliminar