- Tenía que ser… Claro que si… - Molesto, me dirigí
a la mansión. Pero estando unos pasos cerca de esta me detuve en seco, no sabía
por qué no lo había recordado antes… Pero concluyendo mis sospechas de esa
mansión, se trataba de la misma donde estaba la maldición. Di un paso atrás
contemplando lo grande y tenebrosa que se veía ante la luz opaca del día. Tal
vez exageraba, pero no podía quitarme en mente la idea de caer en la maldición
y estar atrapado por el resto de mi vida en aquella tétrica mansión… De verdad
exageraba, tenía que ser valiente, tenía que ser realista. Me dirigí a la
entrada y toque la puerta con las piedras para llamar - ¡Buenas!.... ¿¡Buenas!?
– No recibía respuesta de nadie, tan solo el eco del golpe de las piedras
dentro de esta – Voy a pasar…
Me quede totalmente
impresionado, adentro de aquella tétrica mansión todo era totalmente hermoso. El suelo era de un mármol pulido de color beige, las paredes tenían columnas
altas en todas parte con un hermoso diseño de rococó blanco, se lograba ver un
hermoso diseño también en el techo, haciendo juego con los hermosos y grandes
candelabros dorados. Mis expectativas ya eran diferente, aun estando impactado
por la belleza, sabía que mis maneras de negociar con el dueño de la gran y
lujosa mansión no servirían de mucho, de seguro este mismo nos exprimiría todo
el dinero con tal de ganarse la mayor parte de la venta, sin embargo tenía la
posibilidad de que este fuese un invasor, pues los papeles que traía conmigo
demostraba que el dueño estaba muerto, dándome la ventaja de dejarlo sin un
centavo.
- Pobre del hombre que viva aquí, lo perderá
todo… - Murmure, viendo todo en la mansión con sus elegantes muebles que
brillaban de lo limpio que estaban – Como me gustaría vivir en esta mansión…
¿Hola? ¿Hay alguien en casa? – Llamando a alguien que no contestaba, subí por
las escaleras después del vestíbulo, estando a mitad de estas volví a llamar
sin recibir respuesta – Creo que no está… - De repente, se escuchó un ruido
abajo, unos platos siendo movidos en la cocina, supuse. Baje las escaleras,
esperándome topar con algún sirviente o dueño del lugar - ¿Hola? ¿Quién está
ahí?
Adentrándome más en
la casa, pase por la cocina, encontrándome nuevamente solo, optando por ir al
comedor con el mismo resultado. Frustrado y un poco aterrado por estar
escuchando ruidos en aquel inmenso lugar, fui recorriendo el gran salón del
comedor, viendo cada esquina si llegara a encontrarme a alguien, suponiendo que
todo era juego de mi imaginación. Al no tener éxito, gruñí molesto por estar
asustado de nada, marchando fuera de aquella habitación.
- Maldito cuento de terror, maldito trabajo y
sobre todo ¡Maldito sea este lugar! – Vocifere harto, con fuertes pisoteadas en
mí caminar.
- No maldigas lo que ya esta maldito, joven… -
Dijo una voz dentro del salón, congelándome instantáneamente del miedo. Sin
poder contestar a esta, solo me asegure si de verdad había alguien conmigo… -
¿Piensas irte tan pronto sin siquiera presentarte como se debe? Pequeño granuja
borracho…
- Quien… ¿Quién eres? – Pude al fin decir
mirando a todo mí alrededor retrocediendo. ¿Acaso me conocía? ¿Quién era?
- Eso debería de preguntártelo yo, atrevido
invasor… - Con tono molesto me respondió.
- ¿Yo-yo? Yo… ¡Tú eres el invasor aquí!
¡Te-tengo unos papeles que dice que el dueño de este sitio está muerto! ¡Tú
eres el invasor! – No tenía que temer, los fantasmas no existen, no debía de
temer por un escurridizo invasor oculto en alguna parte de la habitación.
- Ciertamente si, está muerto, pero eso no quiere
decir que sea un invasor… - Tan solo eso que había dicho me había dejado la
piel de gallina. ¡No! No debía dejarme caer por esa trampa, de seguro el
invasor estaba tratando de asustarme para echarme de ahí.
- Eres un mugroso, maldito, mentiroso – Insulte
ganando coraje - Si crees que voy a creer esa mierda de que eres un fantasma,
vas a tener que irte vistiendo un trapo con dos orificios para que te crea, imbécil – Ahora solo tenía euforia. Cerraba mis ojos con fuerza mientras
gritaba lo dicho, haciéndome de creer que era una persona con valor y muy
incrédula.
- Te aseguro que no soy ningún fantasma, soy más
que eso – La voz de aquel sujeto era profunda y gruesa, haciendo que esta
resonara en todo el cuarto, siéndome imposible encontrar la ubicación de dónde
provenía esta – Sera mejor que te vayas largando de este sitio, chico de la
ciudad, o no podre contenerme…
- ¡Ya quisieras! ¡Tendrás que hacer más que eso
para correrme de aquí! – Proteste con gracia, ya que se me hacía muy poco
convencional el pequeño acto de espíritu - ¿¡En donde estas!? ¡Muéstrate
cobarde! – Dije retador, buscando alrededor mío alguien que se asomara.
- No me escondo, estoy arriba tuyo… - Dejándome
desconcertado, alce mi mirada, encontrándome lo sobrenatural.
El sujeto con el que
estuve discutiendo se encontraba enzima mío, en parte, estaba… Pegado, colgado
del techo boca abajo… Nunca había sentido tanto miedo en mi vida. Él... Esa cosa
estaba pegada como un pegamento en el techo. Me miraba con molestia, un rostro
de pocos amigos. De inmediato cayo del techo, cayendo al suelo como si fuera un
montón de barro, alquitrán… ¡Lo que sea que se asemejara a lo que veían mis
ojos ya no tan incrédulos! Saliendo de esta misma masa, el sujeto sin ningún
rasguño se levantaba formando parte de esa sustancia hasta estar completo de
pie a cabeza sin dejar algo de aquel tipo de pegamento.
Ya no tenía aire en
mis pulmones, aquello que veía caminar lentamente hacia mí me dejaba en shock,
en privacidad. Sus ojos verdes penetrantes, su piel tan oscura de manera
siniestra, su rostro… ¡SU ROSTRO NO TENIA BOCA! Apenas si retrocedía viendo
aquel espanto caminar con intenciones malévolas, hasta que esta se detuvo para
decirme unas palabras aun sin boca.
- Bien ¿¡Acaso seguirás insultándome a mí y a mi
hogar!? – Grito con su estruendosa y grave voz. Alce mi dedo para comenzar a
decirle un par de palabras, pero como si algo me hubiera golpeado el coraje,
caí al suelo como un tronco, desmayándome de momento - …
Abrí mis ojos con
pesadez, sentía algo húmedo en mi oreja lo cual me había despertado. Apenas
moviéndome, mire a mi lado, presenciando a aquella criatura chupando mi oreja
estruendosamente. Dure un minuto en reaccionar con estimulo, sin comprender que
era lo que hacia esa cosa lamiendo con concentración mi orejita ya empapada de
su saliva.
- ¡SUÉLTEME! ¡AUXILIO! – Grite espantado, tratando de levantarme del suelo y salir corriendo como me daban mis piernas,
pero era sostenido por los brazos de ese monstruo - ¡¡AH!!
- Deja de hacer tanto escándalo, por favor… -
Pidió cortésmente aquella cosa, volviendo a lo que estaba haciendo pero con más
ferocidad.
- ¡Detente! – Molesto por el atrevimiento,
comencé a patalear pero no se detenía.
- Tenía años que no probaba la carne de un mortal… -
Comento, volviendo a meter mi oreja en su nueva boca. ¿¡De donde había salido
esta!? Hace poco este no la tenía. Dios sálvame – Sabe tan bien…
- Por favor, no… - Con quebranto en mi tono de
voz sabía que se acercaba el final y sobre todo de esa manera tan pervertida e
indebida - ¡Ah! – Sentía sus colmillos afilados mordiendo mi orejita, era obvio
que me estaba degustando, pues mordía con más fuerza hasta romperme esta. Grite
adolorido, tratando de contener el pavor hacia la criatura.
- La piel de los mortales siempre fue bastante
sensible… - Dijo la criatura observando la sangre que salía de mi oreja,
lamiéndola seguido. Exclamando con felicidad al degustar de esta - El sabor de
la sangre es tan similar al del metal… - Comento acariciando mi oreja luego de
que le diera un escalofrió – Pero sobre todo adoro la textura de la piel suave
como la tuya.
- ¡¡Suélteme!! – De un fuerte golpe en su pecho
me logre separar del monstruo, corriendo despavorido hacia la salida. Pero
apenas si pude llegar hacia la salida del salón, pues algo me tiro de la pierna
haciéndome caer fuertemente al suelo - ¡¡Ayuda!! – No deseaba morir. En toda mi
vida siempre había pensado que moriría en un accidente de autos en la ciudad,
cayéndome de las escaleras de viejo o por cáncer, pero para nada deseaba morir
siendo devorado por un monstruo, aseguraba que sería la manera más dolorosa de
morir en comparación a las otras. Voltee tras mí viendo que aquella cosa tiraba
de mí con un tipo de tentáculo oscuro que provenía de su vientre, dejándome
frente a él.
- Eres bastante escurridizo ¿No? – Dijo
mostrándome su extraña boca, esta aparecer si duraba abierta, pues parecía que
se derretía, volviéndose a ocultar.
- ¡Por favor, déjeme ir! – Le suplique con pánico
uniendo mis manos – Se lo ruego.
- Te había dicho antes que tenías que irte. Ahora te quedaras conmigo… - Volviéndome a posicionar de espaldas frente a él,
comenzó a lamer mi hombro como si probara mi textura.
- ¡Ah! Por favor, no – Me daba escalofríos al
sentir su extraña lengua larga y áspera pasando por mi piel, deseaba que solo
me dejara ir o que terminara de manera rápida y sin dolor – ¡Deténgase, por
favor!
- Quédate tranquilo, solo quiero saborear más la
piel de tu cuerpo – Tocaba y apretaba cada parte de mí, dirigiendo su lengua a
mi cuello – Cada parte sabe diferente.
- ¡No! – Era totalmente vergonzoso, me hacía
temer y al mismo tiempo hacerme sentir incómodo, provocando que gritara con
cada lamida que daba a mi piel. Ya no podía con eso. Comenzaba a sollozar en
silencio mientras mis lágrimas salían de mis ojos entrecerrados, deseando
desaparecer en ese mismo momento.
- ¿Por qué lloras? – Interrogo la criatura
deteniéndose. Detuve mis llantos, pero no porque el monstruo se había detenido,
si no por su pregunta, se me hacía familiar. Voltee a verle el rostro, viéndole
directamente a sus ojos verdes, ese color verde ya lo había visto…
- Espera… - Fruncí el ceño dándome cuenta de
quien se trataba – T-tu… Tu eres el tipo de la fuente ¡Tú me llevaste a mi
habitación anoche! – No estaba cien por ciento seguro, quería asegurarme si en
verdad era el mismo si este lo afirmaba.
- Que listo eres… - Respondió lamiendo toda mi
mejilla izquierda - ¿Cómo lo supiste? Estabas bastante borracho para recordar
mi rostro ¿O no?
- Son tus ojos… Brillan… - Le conteste con temor
e inquietud, limpiando mi mejilla de su saliva - ¿Por qué me está atormentando
ahora? ¿Por qué no me devoro antes cuando tuvo la oportunidad?
- ¿Devorarte? Creo que estas confundido, chico… -
Respondió, acariciando mis púas con tranquilidad – No pienso comerte… ¿Qué te
hizo pensar eso? – La expresión de mi rostro cambio a una molesta, combinada
con amargura.
- ¿¡Entonces por qué has estado mordiéndome y lamiendo todo mi cuerpo!? – Grite regañándole, alzando mis puños, preparado para golpearle por su atrevimiento.
- Muy simple… - Tomando mi mejilla con un ligero
apretón, me hizo voltear a verle el rostro – Tenia años sin sentir la textura y
el sabor de la piel de otro… La tuya es tan deliciosa que si consideraría comerte…
- Lamio todo mi rostro de un golpe, dejándome totalmente apenado de inmediato.
- ¡¡Es un aprovechado!! ¡¡Suélteme!! – Le
golpeaba fuertemente en su pecho y estomago tratando de soltarme de él, pero de
inmediato detuvo mis brazos con sus tentáculos - ¡¡Suélteme, monstruo!!
- Te dije que ahora te quedarías y no puedo
probar tu piel si sigues moviéndote así – Dejándome totalmente inmóvil con sus tentáculos,
me puso contra él suelo, poniéndose sobre mi sin ninguna salida – Ahora puedo
hacer lo que no pude hacerte anoche en tu habitación, a tu dulce y linda piel…
- Iba retirándome mi chaqueta sin poder evitárselo. Me miraba con deseos,
deseaba profanarme.
- ¡¡Le dije que me soltara!! – Le gritaba, le
gruñía, pero nada le detenía, solo proseguía a quitar mi camisa descubriendo mi
pecho - ¡¡Sea lo que seas, are que pague por esto!! ¡¡Lo mandare a la cárcel!!
- Que gracioso… Mandar a un muerto a la cárcel,
eso quisiera verlo…
- ¿¡Q-que!? – Sin comprender lo que había dicho, comenzó a lamer mi estómago hasta llegar a mi pecho - ¡¡Aaahhh!! ¡Por favor! No
haga eso.
- ¿O qué? ¿Me mandaras a la cárcel? – Dijo
burlón, viendo mi rostro sonrojado. Como odiaba su mirada, le daba gracia
hacerme sentir así, a ese maldito solo le gustaba hacerme sentir impotente.
Nunca había pensado que alguien llegaría hacerme esto,
deseaba que se detuviera porque no era adecuado, no debía hacer esto con
alguien a quien no conocía, pero aun así, me tensaba por sus actos, no podía evitarlo,
siempre me había gustados los hombres ¡No dejaría que se aprovechara de mi
infortunio! A pesar de mi atracción hacia los de mi sexo, no me rebajaría de
ese modo. Continua lamiendo mis hombros y cuello, pero yo ya no reaccionaba
como el gustaba, me molestaba más y más hasta tal punto que tomaría ventaja
cuando bajara la guardia
- ¿Qué te ocurre? ¿Ya no te molesta que pruebe
tu piel? – Preguntó retóricamente, apretando mis pezones con fuerza, provocando
que me estremeciera de manera brusca, sonriendo macabramente por mi reacción -
¿Esto si te molesta? ¿Hmm? – No paraba de tocar mis pezones, burlándose de mis escalofríos
y de mi rostro afligido.
- ¡¡PARA YA!! – Grite con rabia tratando de
soltarme de los tentáculos.
- Vamos, solo quiero que pase un rato conmigo,
un solo momento… - Levantándome, me acerco para besarme, pero apenas sentí que
unos de sus tentáculos aflojo mi mano, me solté, golpeándole con todas mis
fuerzas a su rostro, alejándolo de mí.
- ¡Déjeme en paz, maldito! – Le dije
levantándome del suelo sin mi camisa, volviendo hacer el intento de escapar.
Sali de la habitación y al ver la puerta de salida la abrí de inmediato…
No comprendía… Esa
puerta era la misma donde yo había entrado a la mansión… Pero al abrirla me
llevo de nuevo al comedor, encontrándome con aquel monstruo viéndome con ambigüedad.
Espantado retrocedí por aquel juego que me volvía loco, me devolví
encontrándome la cocina que me llevaba a los pasillos y luego al mismo
vestíbulo de la mansión, sin comprender qué clase de brujería era esa. Volví al
comedor, no sin antes tener en mano un removedor de carbón para defenderme de
esa criatura. Al encontrármela aun en el suelo viéndome con poco interés ahora, le mire furioso, decidido a combatir si era necesario para salir de aquel
lugar.
- ¡Sáqueme de aquí! – Le grite con un tono de
miedo, pero con mirada molesta - ¡Ahora!
- Yo no puedo sacarte de aquí, ahora formas
parte de la maldición como yo… - No me interesaba las excusas que me sacara,
fueran verdad o no, no aceptaría un no como respuesta.
- ¡¡Eso no me importa!! ¡O me saca de este
sitio, o lo matare!... – Dije eso ultimo dudoso, sosteniendo el removedor de
carbón hacia él.
- Es obvio que no has escuchado nada de lo que
te he dicho – Se tapó su rostro con su mano – Yo… Estoy muerto – Dijo
levantándose del suelo.
- ¿Co-cómo? – Dije incrédulo a lo que me había
dicho. Eso quería decir que la leyenda era cierta, él era el brujo de la
historia y ahora estaba atrapado en aquella mansión junto con él – No… No puede
ser…
- Pues créelo… - Me respondió seriamente, desviando la mirada hacia el vacío, marchándose fuera del salón. Al parecer
había perdido todo interés en mí.
- ¡Espera! ¡Usted me retuvo! ¡Me acoso! ¡Usted
fue el que hizo el hechizo! ¡Ahora libérame o!... – Sin saber con qué
amenazarle, pensé en otra cosa que fuera más importante que su vida – ¡O
destruiré todo en su mansión!
- Como quieras… - Dijo secamente antes de salir
del salón.
Titubeando ante su
respuesta sin emociones, me detuve a pensar si ocurriría algo al romper algo en
la mansión, tome con fuerza el removedor de carbón y con toda potencia rompí
una silla. Me contuve a proseguir, pues como por arte de magia, la silla volvió
a repararse como nueva. Sinceramente, no me impacto como debió de ser, después de
todo, me encontraba en una mansión embrujada. Molesto, tire contra el suelo el
removedor y me dispuse a buscar una salida en algún lugar.
Paseaba por los
largos e inmensos pasillos de la mansión, buscando alguna salida. A pesar de
estar atrapado y totalmente aterrado y molesto, me impresionaba la belleza de
la misma mansión, ese hermoso pasillo por ejemplo, cubierto por una alfombra
roja escarlata, le daba tono al pasillo y más con la luz del sol traspasando
por las ventanas, dándole vida al lugar… Las ventanas… ¡Exacto! De inmediato
trate de montarme en un montón de muebles para alcanzar la ventana que se
encontraba bastante alta, me caí varias veces al tratar de alcanzarla, hasta
que al fin pude sostenerme del borde.
- ¡Si! – Me monte rápidamente, estando ya para
abrir la ventana… Pero esta no habría… - ¿Pero qué?... – Trataba de abrirla
como me era posible, la movía del borde y hasta buscaba quitar el cerrojo, pero
esta no se movía… - ¡Maldición, abre! ¡Abre! ¡Abre! ¡¡Abre!! – Empecé a golpear
con fuerza el vidrio y apenas si temblaba. Solo quería salir, pero al golpear
por última vez el vidrio se hundió hacia afuera como si fuera una goma y reboto
hacia mi tumbándome al suelo - ¡¡AAHHHH!!
Antes de caer contra
el suelo, algo me atrapo… De inmediato abrí mis ojos y me fije que me sostenía
un tentáculo estando cerca del suelo, este me bajo delicadamente y se fue
alejando hasta volver a ser parte de aquel sujeto. Él estaba ahí, viéndome con
benevolencia. Paso de largo por el pasillo sin dirigirme la palabra y se perdió
al girar a una esquina.
Sé que me había
advertido desde un principio que me fuera de aquel sitio, pero después de lo
que me hizo, ¿Cómo podía creerle? No tenía ni idea de que tenía que hacer y que
quería ese sujeto conmigo. Silenciosamente le seguí, con una gran distancia,
pero al ir hacia la esquina ya no lo divisaba.
Nuevamente volví a
vagar por los pasillos hasta toparme con un camino de puertas, estas tenían distintos
colores y formas, lo cual me llamo más la atención. Me adentre en la primera y
lo que había en esta era un montón de muebles: sofás, sillas, escritorios,
camas, toca disco, mesas, entre otras cosas, todas apiladas en sí. Pase a la
siguiente de inmediato, viendo que en esta había un montón de espejos, esto era
una especie de circo, o eso me parecía.
- ¿Qué es lo que quieres? – Me pregunto aquel
sujeto. Mire su reflejo en uno de los espejos, sabiendo que este estaba más emergido
en la habitación.
- Quiero que me ayudes a salir de aquí – Adentrándome
más en la habitación, trate de buscar al original para que este no escapara de mí.
- Lo siento, pero no puedo hacer nada.
- ¡Claro que sí! Usted puso la maldición en este
sitio, usted puede quitarla – Le dije con seriedad buscando entre todos los
espejos aquel sujeto.
- ¿¡Que no escuchas!? ¡No puedo hacerlo! –
Vocifero, agrietando todos los espejos frente a mí, desapareciendo de aquel
sitio.
- ¡Espere! – Corrí en busca del sujeto, llevándome
hacia otra puerta. En la otra habitación había un montón de maniquís con
vestimentas de mujer, casi parecían reales si no fuera por su piel color
mármol. Podía ver a aquel sujeto tratando de alejarse de mí, dirigiéndose hacia
otra habitación - ¡Por favor, espere! – Volteando tras suyo, hizo un movimiento
de manos, haciendo que todos los maniquís me taparan el paso, acorralándome en
un círculo - ¡Ah!... Por favor… - Salí como pude de esa habitación en busca del
brujo. Al encontrármelo en la siguiente habitación, este esperaba a que entrara
en esta.
- ¿Por qué me sigues? ¿Por qué ahora no te
quieres alejar de mí? – Me pregunto de brazos cruzados.
- Porque quiero escapar de este lugar ¿Por qué
usted ahora huye de mí? ¿Ahora no quiere que este cerca de usted? – Le interrogue, colocando mis manos en mi cadera sin saber ahora que era lo que tramaba aquel huésped.
- Yo… - Musito sonrojándose, mirando mi pecho
descubierto sin camisa – Solo… Siento lo que te hice hace rato en el salón… - Disculpándose,
cruzo sus brazos tras su espalda, apartando su mirada avergonzado. No le entendía…
¡Hace unos minutos no detenía sus toques y lamidas a pesar de estarle
suplicando que se detuviera! ¡Y ahora se sentía avergonzado de ello! De seguro
estaba tratando con alguien bastante bi-polar
- ¿¡Cómo puedes sentirte avergonzado!? ¡Morboso!
¡¡Tú después de todo, fuiste el que me acoso y me obligo a estar con usted a su
propia voluntad!! – Regañe eufórico, viéndole con odio, pero este solo se me
quedo viendo con fastidio – Solo ayúdame a salir de aquí… Por favor… - Dije más
calmado, tratando de ser amable. Él entrecerró sus ojos viéndome con desafío.
- Eres estúpido si crees que te voy a ayudar
después de decirme todo eso – Se giró dándome la espalda con gran desprecio –
Te dije que no puedo hacer nada para que salgas de este sitio… - Fue
derritiéndose, convirtiéndose en una masa semilíquida.
- Disculpa, solo quiero salir de aquí… - Trate
de acercarme pero este con un tentáculo me alejo.
- ¡Déjame solo! Ya no quiero tu compañía –
Volviéndose totalmente líquido, traspaso por las aberturas del suelo de madera, dejándome solo en aquella habitación.
- ¡Por favor! ¡Necesito su ayuda! – Tratando de detenerlo,
ya se había desaparecido en el suelo sin dejar rastro. Me senté sin saber que más
podía hacer.
Estaba totalmente
atrapado y esta vez no tenía a nadie quien me ayudara… Lo más irrelevante era
que no sabía si confiar en ese demonio… Lo que fuese… Él mismo me dijo que no
podía, que formaba parte de la maldición… Todo me era inconcluso, no podía
quedarme por siempre en este lugar… ¿O sí?... Solo pensaba estar en una
pesadilla, era lo único que me calmaba, era lo único que me hacía sentir cuerdo
en ese momento…
- Las personas no pueden colgar del techo… -
Musitaba tapándome los ojos – Las personas no pueden volver después de muertas…
- Me decía cerrando mis ojos con fuerza – Las ventanas no rebotan como goma…
Los maniquís no se pueden mover por si solos… - Quería abrir mis ojos esperando
despertar en mi cuarto como si nada hubiera pasado, pero tenía miedo de seguir
en el mismo sitio – Las personas no se vuelven alquitrán y desaparecen… No… No
lo hacen, no lo hacen, no lo hacen, no lo hacen… - Sin parar de decir eso,
temblaba impotente, sabía que no volvería a mi cuarto, sabía que estaba en un
infierno y no saldría de esa manera.
Me mantuve quieto
todo ese tiempo, sin mover algún musculo en aquella habitación, hasta que
escuche en ruido tras mío, un crujido, no pude más. Salí corriendo lo más
rápido posible hacia la puerta, cerrándola tras mío para volverme a encontrar
en los pasillos. No espere mucho y seguí corriendo, tratando de buscar el
vestíbulo, pero grande fue mi suerte al girar en la esquina, encontrándome la
pared. Me arrincone en la pared y en tan solo en unos segundos me caí de
espaldas ante algo gelatinoso… No era una pared, era como un tipo de masa la
cual podía traspasar. Si aún pensaba estar en la realidad, es que en verdad había
perdido la cabeza.
Volví a caer, pero
esta vez al suelo al traspasar la masa gelatinosa. Quede viendo esa pared por
unos instantes, observando como esta volvía a su estado superficial “solido”,
me levante como si nada y proseguí caminando por los pasillos sin algún rumbo
exacto. Pasaba horas recorriendo puerta en puerta, entrando a cuartos demasiado
similares tanto que ya no sabía si daba vueltas o la misma mansión me metía en
el mismo cuarto para no poder salir nunca más de ese sitio. Rindiéndome ya, me senté
en una silla dentro de uno de los cuartos, sintiendo que mis pies se caerían
por lo mucho que camine.
¿Acaso debía de
rendirme? ¿Darme por atrapado por el resto de mi vida? Yo que sabría… Yo que
sabía si esto era real, parecía el país de las maravillas, aun pensaba estar en
algún sueño o en una pesadilla. Solo sacaba alternativas de lo que en verdad
estaba viviendo, haber sido hipnotizado, que me estuvieran gastando una muy
buena broma o que hubieran utilizado alguna muy fuerte droga que me haya puesto
a soñar en toda esta ridiculez…
De repente, una
puerta apareció de la pared del cuarto, saliendo de esta el huésped de la
mansión con un rostro cansado. Al verme, chasqueo molesto, golpeando con fuerza
la pared.
- ¡Maldita sea! ¡No quiero estar junto a él! –
Gruño, continuando con los golpes contra la pared. Me asustaba su
comportamiento desenfrenado, ya quería salir del cuarto, pero apenas me levante
de la silla, todas las puertas de la habitación desaparecieron - ¿¡Que cojones!?
¡¡No me encierres aquí con él!!
- ¿Qué está pasando? – Dije en un susurro, pero
aun así me escucho el sujeto.
- ¡Lo que pasa es que a este maldito lugar le
gusta atormentarme! ¡Eso es todo! – Dijo golpeando un mueble al lado de él,
rompiéndolo al instante, pero de inmediato el mueble volvió a repararse. Me sorprendió
esa gran fuerza que tenía, pero eso solo aumentaba mi miedo hacia él, ahora
estando totalmente encerrado con esa criatura – Mira…. Lo que paso haya…
- ¡No! No, no, no, tranquilo… No importa – No
quería que se me acercara, di un paso hacia atrás temeroso de lo que fuese a
hacer o decir.
- No, quiero decirte que yo soy una persona muy
inestable, a veces actuó con locura y otras… Jajaja… Y otras veces ni me
reconozco… - Decía mientras se acercaba a mi lentamente, yo retrocedía buscando
algún objeto contundente para poder defenderme, pero solo terminaba aún más
cerca de la pared – Es parte de estar muerto, ser un alma que esta entre dos
mundos y no saber cómo ser una sola cosa… - Ya estaba a dos pasos delante de
mí, me miraba con nervios pero yo no bajaría la guardia – Si llego a hacerte
algo malo, quiero que comprendas que no es con mi intención… Soy alguien
peligroso pero no deseo hacerte nada malo… - Extendía su mano a mí, no quería
que me tocara, no quería siquiera que me hablara.
- ¡No me toques! – Instintivamente le patee
fuerte en su entrepierna, retrocediendo bruscamente hasta la pared, esperando
que este retrocediera igual por el dolor, pero su rostro no mostró alguna
emoción, solo me miro con desagrado, cruzándose de brazos.
- ¿Tratabas de darme en la entrepierna? –
Interrogo molesto.
- Yo…. Si… ¿Qué no la tienes ahí? – Pregunte
dudoso, viéndole con miedo.
- ¡¡Claro que la tengo ahí!! ¡¡Pero no siento
nada!! ¡¡Estoy muerto!! – Grito enfurecido señalando a su parte - ¡¡Es como si
no tuviera nada ahí!! ¿¡Comprendes!?
- No lo entiendo… Estas muerto… pero puedes
tocarme… No puedes sentir nada… pero puedes saborear… – Escuche un gruñido de
respuesta. Él se giró de espaldas frotándose el rostro desanimado.
- Yo tampoco lo entiendo… Pero simplemente sigo
existiendo… - Dijo frustrado volteándose a verme.
- Entonces… ¿Que eres?…
- …. – Callo por un rato, viendo al vacío con su
rostro inexpresivo, seguro pensando en una respuesta – Yo también me lo he
preguntado… - Se acercó a la silla, tomándola para sentarse frente de mi – No
soy un fantasma, pero estoy muerto… Podría ser un espíritu pero no floto ni
atravieso las paredes… No soy un demonio, pero no estoy muy lejos de ser uno…
- ¿Entonces no serias una especie de ente? –
Dije nervioso. Hubo un momento de silencio, hasta que alzo la mirada hacia mí.
- … Si… Creo que eso es lo que soy ahora – Dijo
concordando con lo que dije rascándose la nuca – Yo… Soy un ente que existe
gracias a la maldición de esta mansión… Pero a la vez, cargo con esa maldición…
Por el resto de la eternidad… - Agacho la cabeza deprimido, callando una vez más
hasta que volviera a dirigirle la palabra. No me quedaba de otra, algo tenía
que hacer para luego salir de ese cuarto.
- Entonces ¿Por qué pusiste la maldición en la
mansión? – Le pregunte curioso, dudando si había sido por lo que me contó Chuck.
- No lo recuerdo… - Respondió aun decaído –
Disculpa… ¿Cuál era tu nombre?
- Mi nombre es Silver… Creo que ya te lo había
dicho en una ocasión – Le dije, recordando haberme presentado la anterior noche.
- Perdona, la memoria es lo que más me ha
fallado todos estos años… No olvidare tu nombre, lo prometo – Me dijo con una
mueca de sonrisa.
- Yo… En verdad me quiero ir, sé que dijiste que
no podía salir pero… ¿No habrá alguna manera? – No tenía intención de quedarme
y seguir conversando, si había alguna manera de escapar de aquí y él no quería
decírmela, tendría que persuadirlo.
- De verdad lo lamento, debí de echarte yo mismo
cuando tuve la oportunidad. Si no sales a tiempo de esta mansión esta te
encerrara aquí… Por siempre – Dijo macabramente la última parte.
- ¿Por siempre?... No… No es cierto, siempre hay
una salida… - No quería creerle, tenía que haber alguna manera.
- Escucha… Yo soy la única persona que puede salir
de esta mansión, pero solo de noche… Y si no regreso al amanecer… Me convertiré
en polvo y la maldición se esparcirá en todo el pueblo – Añadió, viéndome con
tristeza.
- No… Por favor, no le puedo creer... No puedo…
No quiero pasar el resto de mi vida en este lugar… - Sentía un peso en mis
piernas y un fuerte ahogo en mi garganta, mi voz se iba agudizando como si el
aire no saliera de mí. Me arrodille en el suelo apretando mis puños con
impotencia, tratando de contener mi llanto – Esto es una pesadilla… Yo no puedo
estar atrapado por toda la eternidad aquí…
- De verdad… Lo siento, pero esa es la verdad… -
Me decía como si tratara de consolarme, pero solo me daba más lastima por mí
mismo – Su pudiera ayudarte… En verdad… - Quería acercarse a mí, pero ya había
hecho suficiente.
- ¡Déjeme! – Le grite furioso pero con un tono
de tristeza - ¡Por favor!... Déjeme solo… - De inmediato, una puerta apareció
en una de las paredes al lado mío.
- Está bien… - Fue marchando a la puerta en
silencio, para decirme algo antes de salir del cuarto – Sabes… Después de estar
un tiempo en este lugar… Lo menos que quieres es estar solo… - Salió de la
habitación, sin decir más.
No pude contenerme más, reventé a llorar. Como podía ser
posible, como… Como es que había llegado a quedar aquí, tan solo quería cumplir
con lo mío, no esperaba pasar el resto de mis días aquí, atrapado por siempre.
Deseaba golpearme hasta despertar de un sueño del cual no estaba, huir a algún
sitio donde podría ahuyentar mis miedos y penas hasta sentirme en calma,
esperaba que alguien acudiera a mi ayuda… Pero estaba solo, por siempre.
- Por favor… No, no, no, no, no, no… No quiero
terminar así, no quiero… - Lloraba ya sin voz con la cual gritar en aquella
habitación, sintiendo como mis lágrimas caían en aquel suelo, dejando su
alfombra mojada con aquellas gotas – Que alguien me despierte…
Se escuchaban el eco
de mis lamentos en aquella habitación, hasta que vi una de mis lágrimas flotar,
pude ver como mis lágrimas caían hacia arriba… Iban flotando hasta el techo, al
igual que todas las cosas que estaban ahí, los muebles, los adornos…
Exceptuándome a mí, mi melena se elevaba como si yo estuviera al revés, pero
era todo lo contrario, ahí todo flotaba, levitando en el aire como si la
gravedad no existiese. Estaba aterrado de que todo cayera sobre mi o que yo
terminara flotando, sin embargo, eso no era lo único que ocurriría. Las paredes
del cuarto se fueron ondeando, como si estuvieran hechas de cortinas de colores
pasteles, hasta que toda la habitación tomo una forma esférica.
Era impresionante, estaba impactado, porque más de temer, era hermoso el panorama, mis latidos iban rápido, pero era por la emoción de belleza y tristeza que tenía en mí ser, era una melancolía que surgía en mí.
Era impresionante, estaba impactado, porque más de temer, era hermoso el panorama, mis latidos iban rápido, pero era por la emoción de belleza y tristeza que tenía en mí ser, era una melancolía que surgía en mí.
Todo eso me llenaba,
estaba conteniendo mis lágrimas, pero estas salían flotando por si solas, solo
quería llorar aún más, pero ya no encontraba motivo. Es como si la habitación o
la misma mansión reaccionaba por mi sentimiento.
Quería creer que estaba en un sueño aun, pero mi mente me
pedía tomar el orden de las cosas, mi miedo me gritaba que esto era la
realidad… Pero mi corazón… Mi corazón quería que siguiera creyendo que estaba
en un sueño, uno del cual tenía que disfrutar hasta que todo acabara. Frotaba
mis ojos, secándome la humedad de estos, viendo crédulo la habitación que
cambiaba de colores suaves y brillantes. Esta, lentamente volvía a tomar una
forma cuadrada y los muebles volvían a sus sitios sin hacer ningún desastre,
todo volvía a la normalidad.
Me levante del
suelo, mirando a mi alrededor, esperando que alguna puerta apareciera. Esta salió
sin tardar frente a mí. Sin dudarlo, fui a esta, abriéndola rápidamente para
salir y chocar con el huésped de la mansión.
- ¡Aah!
- ¿¡Que!? – Caímos al suelo con fuerza, dándonos
uno que otro raspón - ¿Por qué saliste de esa manera?
- Perdona… - Me levante, ayudándole a levantarse
igual – No sabía que me toparía contigo al salir de la habitación…
- Está bien… - Se sacudió su ropa arrugada
viéndome con preocupación - ¿Cómo te encuentras?
- Mejor… Gracias – Me rasque mi pecho
descubierto, señalándole que necesitaba del resto de mi ropa.
- ¡Ah! Si, perdona, creo que aún sigue en el
comedor… - Dijo nervioso – Ven, te llevare a este - Le seguí consiente de que
él conocía el laberinto de su hogar mejor que yo. Fuimos pasando de habitación
en habitación y cruzamos pasillos hasta topar con una pared – Confía en mi –
Dijo tomándome de la mano para pasar atreves de la pared con un poco de esfuerzo,
pues era como caminar en el agua. Salimos ilesos al otro lado, volviendo al
vestíbulo de la mansión.
- ¿Qué clases de paredes son estas que tienes en
tu hogar? – Le pregunte viendo aun con impresión como la pared tomaba esa
apariencia sólida.
- Para abreviar la situación que me planteas, es
que no hay una pared ahí, solo es lo que parece para los ojos, pero nunca hubo
una pared antes de la maldición. Solo apareció así como así, después de esta… -
Me respondió tocando la masa gelatinosa que se agitaba con el toque.
- Interesante. Iré por mi camisa y ropa – Sin
tomarle tanto asunto al tema, me dirigí donde conocía hacia el comedor, pero
fui detenido por él.
- ¡No! Aun no entres – Me advirtió. Yo sin
comprender, le mire con extrañeza.
- ¿Por qué? – Aun con mi vista hacia el camino
hacia el comedor, me mantenía interesado.
- Aquí no es como pasear por tu casa. Si paso
ahora mismo contigo hacia ese camino me llevara a la biblioteca, dejándonos más
lejos de donde queremos ir – Me explico. Tratando de entenderle de alguna
manera, asentí, esperando a que prosiguiera con su explicación – Como ya te
habrás dado cuenta, esta mansión, es bastante…
- Loca – Termine diciendo.
- Iba a decir demente, pero supongo que se puede
decir de las dos maneras, como uno guste. La maldición que hice ya hace varios
años hizo que esta mansión cambiara… Cuando me refiero a que cambiara, es que
esta actuaria de manera que te volviera loco, atormentándote para siempre, lo
cual ha conseguido conmigo – Paseaba por el vestíbulo, tocando cada muele con
sus dedos, recorriendo su mano en sus brillantes paredes – Parece como si uno
viviera en un loco sueño donde jamás despertaras… - Musito entrecerrando los
ojos, mirando a un punto muerto, haciéndome sentir que me quedaba solo con su
simple silencio – Yo… Perdona por divagar tanto – Se sacudió la cabeza
mirándome apenado, continuando con lo que decía – Además de eso, siempre hace
una que otra cosa nueva la cual me sorprende cada día. Siempre aparece una
nueva habitación o la misma pero diferente a lo usual, dejándome más que
impresionado por la infinidad de esta maldición… Creo que ya podemos ir por ese
camino y buscar tus prendas – Me dijo señalando con un movimiento de cabeza al
camino hacia el comedor.
- Entonces… ¿Este sitio funciona al azarmente? –
Comente, pasando junto con él por el pasillo hasta llegar al comedor y ver que
no se encontraba mis prendas, pero él aún no se percataba de eso.
- Exactamente jajaja, que rápido aprendes – Dijo
con alegría, mostrando una constante sonrisa con sus dientes afilados.
- Oye… ¿Los cuartos de esta mansión también
hacen que desaparezcan algunas cosas? – Le pregunte esperando que entendiera de
más mi pregunta.
- Si, a veces ¿Por qué? – Viendo mi ceño muy
poco amistoso, se detuvo a pensar si había dicho alguna mala palabra. Volteo a
su alrededor, sin encontrarse con alguna de mis ropas y comprendió de inmediato
– Maldición… - Musito, buscando con desesperación la ropa por todas partes.
- ¿Seguro que no la has tomado para ti? –
Interrogue, dudando de su memoria y de sus comportamientos desvariados. Lo que
me imaginaba es que en su momento de morbosidad había tomado mis prendas para
quien sabe qué cosa pervertida.
- ¿Qué? ¡No! Te lo aseguro, no la he tomado, la
deje aquí mismo – Replico sintiéndose atrevidamente acusado - ¡Maldita mansión!
¡Devuélvele lo que le pertenece! – Insulto el huésped, recibiendo a cambio mis
prendas, cayéndole encima en su cabeza –…Odio este lugar.
- No puedes odiar algo que no siente ni piensa –
Le dije tomando mi ropa, colocándomela - ¿O es que acaso esta mansión?...
- Probablemente… - Respondió a mi pregunta
incompleta. Posiblemente después de todo esta mansión tenia emociones, o algo
similar.
- Quién sabe… Tal vez solo le gusta bromear… -
Desvió la mirada a un punto muerto con rencor
- No es muy gracioso. Después de varios años ya
no es gracioso – Comento con una mirada desanimada.
- Yo…. ¿Cuántos años has estado aquí? – Pregunte
con intriga. Volteo a verme a los ojos, para luego mirar el vacío y pensarlo
con detenimiento.
- No estoy seguro… Pero han sido más de diez años
– Me había dejado en silencio, por poco entraba en shock. Decaí al pensar
cuanto tiempo soportaría en este lugar. Miraba el suelo con tristeza en
silencio por mi mala suerte - Pero de seguro esta vez encontrare alguna manera
de librarte de la maldición – Trato de animarme, se le notaba en su tono de
voz. Le mostré una sonrisa falsa queriendo que no se preocupara mucho por mí.
- Está bien, gracias… - Agradecí asintiendo con
la cabeza, pero mi estómago me interrumpió en el momento menos preciso, sino
haciendo un ruido abrumador como si de algún buey se tratase.
- ¿¡Que fue eso!? – Al parecer se había asustad
bastante con el rugido de mi estómago, no pude evitar mostrar una pequeña
sonrisa por su reacción.
- Perdóname, es que tengo hambre… - Le calme,
frotando mi estómago.
- Ah… Tenía tiempo que no oía ese sonido,
disculpa… - Se quedó pensativo por unos instantes, dejando un silencio incomodo
ante nosotros.
- ¿En este sitio hay comida? – No recibí
respuesta de él, aún estaba en su limbo pensando en otra cosa, pero eso me
dejaba bastante preocupado. Si no hubiese comida en este sitio, mis días en
esta mansión serían muy cortos - ¿No hay comida?
- …. – Su silencio me abrumaba, solo callaba sin
decir una sola palabra - ¡Ya se! – Dijo tronando los dedos, tomándome del
brazo, llevándome a una chimenea en la misma habitación – Sostente… - Dijo
tomándome de la cintura, no sin antes yo moviera su mano hacia mi hombro.
Sentí una corriente
de aire en mis pies, este se hacía más fuerte tanto que toda mi ropa y mis púas
se movían en el aire. Salimos disparados hacia arriba, íbamos a una velocidad
increíblemente rápida, si me hubiera soltado de él, tal vez hubiera ido a parar
a otro sitio muy lejano de la mansión. Todo mi cuerpo se elevaba y yo aún
seguía sostenido de su brazo fuertemente, mientras él no se movía ni un poco,
ni su ropa ni él tenía la misma reacción que la mía con el viento que arrasaba
en esa chimenea.
- Te había dicho que te sostuvieras – Me regaño,
tomándome de la cintura con fuerza, apegándome a él, demasiado.
Estábamos abrazados,
pero no me importaba, tenía miedo de separarme de él… Me refiero a perderme en
aquel laberinto de mansión. Me abrase más a él, cerrando mis ojos con fuerza,
esperando que nos detuviéramos, pero algo me desconcentro. Él roso su mano contra mimejilla, queriendo llamar mi atención.
- Abre los ojos, mira esto – Le hice caso y vi a
mi alrededor.
No sé cómo era
posible, pero ya no estábamos en la chimenea. Era un lugar infinito, lleno de
colores, los mismos colores que había visto en aquella habitación, parecía otro
paisaje que jamás me había imaginado ni en un verdadero sueño. Quede boca
abierto con aquella magnifica vista, me voltee a verle, agradecido por
mostrarme todo eso, pero él desvió la mirada, notando un leve rubor en sus
mejillas.
- Cuidado… - Dijo seguido de que volviéramos a
aparecer en la chimenea, cayendo al suelo.
- ¡¡Aahhh!! – Sin poder reaccionar a tiempo, caí
al suelo sostenido aun de él desde sus piernas. Rápidamente me levante
avergonzado, sacudiéndome un poco del carbón en mis pantalones – Estoy bien,
estoy bien…
- De acuerdo, pero cambiando el tema ¿Aun tienes
hambre? – Me pregunto con un tono elegante, haciendo una presentación con sus
brazos, mostrándome un nuevo comedor, diferente al anterior, lleno de comida,
un banquete como para una gran cena.
- Wow… - No tenía palabras, nuevamente mi
barriga rugió con fuerza, respondiéndole que aun tenia apetito – Creo que no
podre con tanta, jajaja.
- No es necesario que te la comas toda, pero si
quieres te acompaño – Dijo tomando asiento en la mesa, esperando que hiciese
igual.
No dude en sentarme
al lado de él. Comencé a comerme un gran pavo que tenía delante mío, junto con
puré de papas, y alcachofas. Me quede totalmente satisfecho con dos piernas del
pavo y con su acompañante, tanto que me desabroche el cinturón, pues al comer
demasiado la pansa se me hinchaba bastante. Mire al lado mío, viendo que mi
compañero no comía, pero aun así tenía la vista clavada en la comida.
- ¿Por qué no comes? – Le dije tocándole el
hombro, sacándole de su limbo - ¿Esta bien?
- Si… Estoy bien… Solo que ya no siento la
necesidad de comer, estoy muerto – Su mirada seguía incrustada en los alimentos
aun calientes – Tengo miedo de si llego a comer algo esto no me sabrá a nada…
- ¿No puedes saborear la comida?
- Solo puedo saborear lo que está vivo… - Respondió
mirándome de manera extraña. Mis púas se erizaron de inmediato a lo que había
dicho. Trague saliva y trate de pensar en otra cosa que decir.
- ¿Pero por qué no intentas comer un poco?
- Porque eso me haría sentir más muerto – Respondió
fríamente, sabiendo que lo que más quería era volver a la vida.
- Oye… Si la comes, tal vez te haga sentir
más muerto, pero si no la comes tampoco te hará sentir más vivo… - Dije, de
manera animada esperando que lo intentara. Él me miro de manera alucinante,
mostrándome su boca, sonriéndome.
- Tienes razón – Tomo un pedazo de pavo y con
sus cubiertos lo pico para llevárselo a su boca. Mastico lentamente la comida
en su boca, para luego tragarla de un golpe. Nuestro silencio era envolvente,
pero no le apartaba la mirada en espera de una respuesta o señal. Se giró a verme
y sonrió alegre – Me siento más vivo… - Dijo, haciéndome sentir alegre de igual
modo.
- ¡Lo vez! Jajajaja, siempre hay que arriesgar
para poder tener alguna recompensa – Le aconseje. Me levante de la mesa dichoso,
a pesar de todo, viéndole de reojo, esperando que me acompañara – Me gustaría
ir a alguna habitación para dormir, si me lo permites…
- Por supuesto, voy en un momento – Volviendo a
colocar sus cubiertos en su puesto, musito algo inentendible para mis oídos,
sonriendo con añoranza, seguido de que su boca se ocultara nuevamente.
- ¿Qué dijiste?
- Nada, te buscare una habitación adecuada – Fue
conmigo hacia los pasillos, pasando entre puerta en puerta en busca de algún
cuarto.
Aun me sabe a nada…
Pero como sentí la vida en ese bocado…