lunes, 25 de enero de 2016

Dentro de la mansión

-       Tenía que ser… Claro que si… - Molesto, me dirigí a la mansión. Pero estando unos pasos cerca de esta me detuve en seco, no sabía por qué no lo había recordado antes… Pero concluyendo mis sospechas de esa mansión, se trataba de la misma donde estaba la maldición. Di un paso atrás contemplando lo grande y tenebrosa que se veía ante la luz opaca del día. Tal vez exageraba, pero no podía quitarme en mente la idea de caer en la maldición y estar atrapado por el resto de mi vida en aquella tétrica mansión… De verdad exageraba, tenía que ser valiente, tenía que ser realista. Me dirigí a la entrada y toque la puerta con las piedras para llamar - ¡Buenas!.... ¿¡Buenas!? – No recibía respuesta de nadie, tan solo el eco del golpe de las piedras dentro de esta – Voy a pasar…

 Me quede totalmente impresionado, adentro de aquella tétrica mansión todo era totalmente hermoso. El suelo era de un mármol pulido de color beige, las paredes tenían columnas altas en todas parte con un hermoso diseño de rococó blanco, se lograba ver un hermoso diseño también en el techo, haciendo juego con los hermosos y grandes candelabros dorados. Mis expectativas ya eran diferente, aun estando impactado por la belleza, sabía que mis maneras de negociar con el dueño de la gran y lujosa mansión no servirían de mucho, de seguro este mismo nos exprimiría todo el dinero con tal de ganarse la mayor parte de la venta, sin embargo tenía la posibilidad de que este fuese un invasor, pues los papeles que traía conmigo demostraba que el dueño estaba muerto, dándome la ventaja de dejarlo sin un centavo.

-       Pobre del hombre que viva aquí, lo perderá todo… - Murmure, viendo todo en la mansión con sus elegantes muebles que brillaban de lo limpio que estaban – Como me gustaría vivir en esta mansión… ¿Hola? ¿Hay alguien en casa? – Llamando a alguien que no contestaba, subí por las escaleras después del vestíbulo, estando a mitad de estas volví a llamar sin recibir respuesta – Creo que no está… - De repente, se escuchó un ruido abajo, unos platos siendo movidos en la cocina, supuse. Baje las escaleras, esperándome topar con algún sirviente o dueño del lugar - ¿Hola? ¿Quién está ahí?

 Adentrándome más en la casa, pase por la cocina, encontrándome nuevamente solo, optando por ir al comedor con el mismo resultado. Frustrado y un poco aterrado por estar escuchando ruidos en aquel inmenso lugar, fui recorriendo el gran salón del comedor, viendo cada esquina si llegara a encontrarme a alguien, suponiendo que todo era juego de mi imaginación. Al no tener éxito, gruñí molesto por estar asustado de nada, marchando fuera de aquella habitación.

-       Maldito cuento de terror, maldito trabajo y sobre todo ¡Maldito sea este lugar! – Vocifere harto, con fuertes pisoteadas en mí caminar.

-       No maldigas lo que ya esta maldito, joven… - Dijo una voz dentro del salón, congelándome instantáneamente del miedo. Sin poder contestar a esta, solo me asegure si de verdad había alguien conmigo… - ¿Piensas irte tan pronto sin siquiera presentarte como se debe? Pequeño granuja borracho…

-       Quien… ¿Quién eres? – Pude al fin decir mirando a todo mí alrededor retrocediendo. ¿Acaso me conocía? ¿Quién era?

-       Eso debería de preguntártelo yo, atrevido invasor… - Con tono molesto me respondió.

-       ¿Yo-yo? Yo… ¡Tú eres el invasor aquí! ¡Te-tengo unos papeles que dice que el dueño de este sitio está muerto! ¡Tú eres el invasor! – No tenía que temer, los fantasmas no existen, no debía de temer por un escurridizo invasor oculto en alguna parte de la habitación.

-       Ciertamente si, está muerto, pero eso no quiere decir que sea un invasor… - Tan solo eso que había dicho me había dejado la piel de gallina. ¡No! No debía dejarme caer por esa trampa, de seguro el invasor estaba tratando de asustarme para echarme de ahí.

-       Eres un mugroso, maldito, mentiroso – Insulte ganando coraje - Si crees que voy a creer esa mierda de que eres un fantasma, vas a tener que irte vistiendo un trapo con dos orificios para que te crea, imbécil – Ahora solo tenía euforia. Cerraba mis ojos con fuerza mientras gritaba lo dicho, haciéndome de creer que era una persona con valor y muy incrédula.

-       Te aseguro que no soy ningún fantasma, soy más que eso – La voz de aquel sujeto era profunda y gruesa, haciendo que esta resonara en todo el cuarto, siéndome imposible encontrar la ubicación de dónde provenía esta – Sera mejor que te vayas largando de este sitio, chico de la ciudad, o no podre contenerme…

-       ¡Ya quisieras! ¡Tendrás que hacer más que eso para correrme de aquí! – Proteste con gracia, ya que se me hacía muy poco convencional el pequeño acto de espíritu - ¿¡En donde estas!? ¡Muéstrate cobarde! – Dije retador, buscando alrededor mío alguien que se asomara.

-       No me escondo, estoy arriba tuyo… - Dejándome desconcertado, alce mi mirada, encontrándome lo sobrenatural.

 El sujeto con el que estuve discutiendo se encontraba enzima mío, en parte, estaba… Pegado, colgado del techo boca abajo… Nunca había sentido tanto miedo en mi vida. Él... Esa cosa estaba pegada como un pegamento en el techo. Me miraba con molestia, un rostro de pocos amigos. De inmediato cayo del techo, cayendo al suelo como si fuera un montón de barro, alquitrán… ¡Lo que sea que se asemejara a lo que veían mis ojos ya no tan incrédulos! Saliendo de esta misma masa, el sujeto sin ningún rasguño se levantaba formando parte de esa sustancia hasta estar completo de pie a cabeza sin dejar algo de aquel tipo de pegamento.

 Ya no tenía aire en mis pulmones, aquello que veía caminar lentamente hacia mí me dejaba en shock, en privacidad. Sus ojos verdes penetrantes, su piel tan oscura de manera siniestra, su rostro… ¡SU ROSTRO NO TENIA BOCA! Apenas si retrocedía viendo aquel espanto caminar con intenciones malévolas, hasta que esta se detuvo para decirme unas palabras aun sin boca.

-       Bien ¿¡Acaso seguirás insultándome a mí y a mi hogar!? – Grito con su estruendosa y grave voz. Alce mi dedo para comenzar a decirle un par de palabras, pero como si algo me hubiera golpeado el coraje, caí al suelo como un tronco, desmayándome de momento - …

 Abrí mis ojos con pesadez, sentía algo húmedo en mi oreja lo cual me había despertado. Apenas moviéndome, mire a mi lado, presenciando a aquella criatura chupando mi oreja estruendosamente. Dure un minuto en reaccionar con estimulo, sin comprender que era lo que hacia esa cosa lamiendo con concentración mi orejita ya empapada de su saliva.

-       ¡SUÉLTEME! ¡AUXILIO! – Grite espantado, tratando de levantarme del suelo y salir corriendo como me daban mis piernas, pero era sostenido por los brazos de ese monstruo - ¡¡AH!!

-       Deja de hacer tanto escándalo, por favor… - Pidió cortésmente aquella cosa, volviendo a lo que estaba haciendo pero con más ferocidad.

-       ¡Detente! – Molesto por el atrevimiento, comencé a patalear pero no se detenía.

-       Tenía años que no probaba la carne de un mortal… - Comento, volviendo a meter mi oreja en su nueva boca. ¿¡De donde había salido esta!? Hace poco este no la tenía. Dios sálvame – Sabe tan bien…

-       Por favor, no… - Con quebranto en mi tono de voz sabía que se acercaba el final y sobre todo de esa manera tan pervertida e indebida - ¡Ah! – Sentía sus colmillos afilados mordiendo mi orejita, era obvio que me estaba degustando, pues mordía con más fuerza hasta romperme esta. Grite adolorido, tratando de contener el pavor hacia la criatura.

-       La piel de los mortales siempre fue bastante sensible… - Dijo la criatura observando la sangre que salía de mi oreja, lamiéndola seguido. Exclamando con felicidad al degustar de esta - El sabor de la sangre es tan similar al del metal… - Comento acariciando mi oreja luego de que le diera un escalofrió – Pero sobre todo adoro la textura de la piel suave como la tuya.

-       ¡¡Suélteme!! – De un fuerte golpe en su pecho me logre separar del monstruo, corriendo despavorido hacia la salida. Pero apenas si pude llegar hacia la salida del salón, pues algo me tiro de la pierna haciéndome caer fuertemente al suelo - ¡¡Ayuda!! – No deseaba morir. En toda mi vida siempre había pensado que moriría en un accidente de autos en la ciudad, cayéndome de las escaleras de viejo o por cáncer, pero para nada deseaba morir siendo devorado por un monstruo, aseguraba que sería la manera más dolorosa de morir en comparación a las otras. Voltee tras mí viendo que aquella cosa tiraba de mí con un tipo de tentáculo oscuro que provenía de su vientre, dejándome frente a él.

-       Eres bastante escurridizo ¿No? – Dijo mostrándome su extraña boca, esta aparecer si duraba abierta, pues parecía que se derretía, volviéndose a ocultar.

-       ¡Por favor, déjeme ir! – Le suplique con pánico uniendo mis manos – Se lo ruego.

-       Te había dicho antes que tenías que irte. Ahora te quedaras conmigo… - Volviéndome a posicionar de espaldas frente a él, comenzó a lamer mi hombro como si probara mi textura.

-       ¡Ah! Por favor, no – Me daba escalofríos al sentir su extraña lengua larga y áspera pasando por mi piel, deseaba que solo me dejara ir o que terminara de manera rápida y sin dolor – ¡Deténgase, por favor!

-       Quédate tranquilo, solo quiero saborear más la piel de tu cuerpo – Tocaba y apretaba cada parte de mí, dirigiendo su lengua a mi cuello – Cada parte sabe diferente.

-       ¡No! – Era totalmente vergonzoso, me hacía temer y al mismo tiempo hacerme sentir incómodo, provocando que gritara con cada lamida que daba a mi piel. Ya no podía con eso. Comenzaba a sollozar en silencio mientras mis lágrimas salían de mis ojos entrecerrados, deseando desaparecer en ese mismo momento.

-       ¿Por qué lloras? – Interrogo la criatura deteniéndose. Detuve mis llantos, pero no porque el monstruo se había detenido, si no por su pregunta, se me hacía familiar. Voltee a verle el rostro, viéndole directamente a sus ojos verdes, ese color verde ya lo había visto…

-       Espera… - Fruncí el ceño dándome cuenta de quien se trataba – T-tu… Tu eres el tipo de la fuente ¡Tú me llevaste a mi habitación anoche! – No estaba cien por ciento seguro, quería asegurarme si en verdad era el mismo si este lo afirmaba.

-       Que listo eres… - Respondió lamiendo toda mi mejilla izquierda - ¿Cómo lo supiste? Estabas bastante borracho para recordar mi rostro ¿O no?

-       Son tus ojos… Brillan… - Le conteste con temor e inquietud, limpiando mi mejilla de su saliva - ¿Por qué me está atormentando ahora? ¿Por qué no me devoro antes cuando tuvo la oportunidad?

-       ¿Devorarte? Creo que estas confundido, chico… - Respondió, acariciando mis púas con tranquilidad – No pienso comerte… ¿Qué te hizo pensar eso? – La expresión de mi rostro cambio a una molesta, combinada con amargura.

-       ¿¡Entonces por qué has estado mordiéndome  y lamiendo todo mi cuerpo!? – Grite regañándole, alzando mis puños, preparado para golpearle por su atrevimiento.

-       Muy simple… - Tomando mi mejilla con un ligero apretón, me hizo voltear a verle el rostro – Tenia años sin sentir la textura y el sabor de la piel de otro… La tuya es tan deliciosa que si consideraría comerte… - Lamio todo mi rostro de un golpe, dejándome totalmente apenado de inmediato.

-       ¡¡Es un aprovechado!! ¡¡Suélteme!! – Le golpeaba fuertemente en su pecho y estomago tratando de soltarme de él, pero de inmediato detuvo mis brazos con sus tentáculos - ¡¡Suélteme, monstruo!!

-       Te dije que ahora te quedarías y no puedo probar tu piel si sigues moviéndote así – Dejándome totalmente inmóvil con sus tentáculos, me puso contra él suelo, poniéndose sobre mi sin ninguna salida – Ahora puedo hacer lo que no pude hacerte anoche en tu habitación, a tu dulce y linda piel… - Iba retirándome mi chaqueta sin poder evitárselo. Me miraba con deseos, deseaba profanarme.

-       ¡¡Le dije que me soltara!! – Le gritaba, le gruñía, pero nada le detenía, solo proseguía a quitar mi camisa descubriendo mi pecho - ¡¡Sea lo que seas, are que pague por esto!! ¡¡Lo mandare a la cárcel!!

-       Que gracioso… Mandar a un muerto a la cárcel, eso quisiera verlo…

-       ¿¡Q-que!? – Sin comprender lo que había dicho, comenzó a lamer mi estómago hasta llegar a mi pecho - ¡¡Aaahhh!! ¡Por favor! No haga eso.

-       ¿O qué? ¿Me mandaras a la cárcel? – Dijo burlón, viendo mi rostro sonrojado. Como odiaba su mirada, le daba gracia hacerme sentir así, a ese maldito solo le gustaba hacerme sentir impotente.

Nunca había pensado que alguien llegaría hacerme esto, deseaba que se detuviera porque no era adecuado, no debía hacer esto con alguien a quien no conocía, pero aun así, me tensaba por sus actos, no podía evitarlo, siempre me había gustados los hombres ¡No dejaría que se aprovechara de mi infortunio! A pesar de mi atracción hacia los de mi sexo, no me rebajaría de ese modo. Continua lamiendo mis hombros y cuello, pero yo ya no reaccionaba como el gustaba, me molestaba más y más hasta tal punto que tomaría ventaja cuando bajara la guardia

-       ¿Qué te ocurre? ¿Ya no te molesta que pruebe tu piel? – Preguntó retóricamente, apretando mis pezones con fuerza, provocando que me estremeciera de manera brusca, sonriendo macabramente por mi reacción - ¿Esto si te molesta? ¿Hmm? – No paraba de tocar mis pezones, burlándose de mis escalofríos y de mi rostro afligido.

-       ¡¡PARA YA!! – Grite con rabia tratando de soltarme de los tentáculos.

-       Vamos, solo quiero que pase un rato conmigo, un solo momento… - Levantándome, me acerco para besarme, pero apenas sentí que unos de sus tentáculos aflojo mi mano, me solté, golpeándole con todas mis fuerzas a su rostro, alejándolo de mí.

-       ¡Déjeme en paz, maldito! – Le dije levantándome del suelo sin mi camisa, volviendo hacer el intento de escapar. Sali de la habitación y al ver la puerta de salida la abrí de inmediato…

 No comprendía… Esa puerta era la misma donde yo había entrado a la mansión… Pero al abrirla me llevo de nuevo al comedor, encontrándome con aquel monstruo viéndome con ambigüedad. Espantado retrocedí por aquel juego que me volvía loco, me devolví encontrándome la cocina que me llevaba a los pasillos y luego al mismo vestíbulo de la mansión, sin comprender qué clase de brujería era esa. Volví al comedor, no sin antes tener en mano un removedor de carbón para defenderme de esa criatura. Al encontrármela aun en el suelo viéndome con poco interés ahora, le mire furioso, decidido a combatir si era necesario para salir de aquel lugar.

-       ¡Sáqueme de aquí! – Le grite con un tono de miedo, pero con mirada molesta - ¡Ahora!

-       Yo no puedo sacarte de aquí, ahora formas parte de la maldición como yo… - No me interesaba las excusas que me sacara, fueran verdad o no, no aceptaría un no como respuesta.

-       ¡¡Eso no me importa!! ¡O me saca de este sitio, o lo matare!... – Dije eso ultimo dudoso, sosteniendo el removedor de carbón hacia él.

-       Es obvio que no has escuchado nada de lo que te he dicho – Se tapó su rostro con su mano – Yo… Estoy muerto – Dijo levantándose del suelo.

-       ¿Co-cómo? – Dije incrédulo a lo que me había dicho. Eso quería decir que la leyenda era cierta, él era el brujo de la historia y ahora estaba atrapado en aquella mansión junto con él – No… No puede ser…

-       Pues créelo… - Me respondió seriamente, desviando la mirada hacia el vacío, marchándose fuera del salón. Al parecer había perdido todo interés en mí.

-       ¡Espera! ¡Usted me retuvo! ¡Me acoso! ¡Usted fue el que hizo el hechizo! ¡Ahora libérame o!... – Sin saber con qué amenazarle, pensé en otra cosa que fuera más importante que su vida – ¡O destruiré todo en su mansión!

-       Como quieras… - Dijo secamente antes de salir del salón.

 Titubeando ante su respuesta sin emociones, me detuve a pensar si ocurriría algo al romper algo en la mansión, tome con fuerza el removedor de carbón y con toda potencia rompí una silla. Me contuve a proseguir, pues como por arte de magia, la silla volvió a repararse como nueva. Sinceramente, no me impacto como debió de ser, después de todo, me encontraba en una mansión embrujada. Molesto, tire contra el suelo el removedor y me dispuse a buscar una salida en algún lugar.

 Paseaba por los largos e inmensos pasillos de la mansión, buscando alguna salida. A pesar de estar atrapado y totalmente aterrado y molesto, me impresionaba la belleza de la misma mansión, ese hermoso pasillo por ejemplo, cubierto por una alfombra roja escarlata, le daba tono al pasillo y más con la luz del sol traspasando por las ventanas, dándole vida al lugar… Las ventanas… ¡Exacto! De inmediato trate de montarme en un montón de muebles para alcanzar la ventana que se encontraba bastante alta, me caí varias veces al tratar de alcanzarla, hasta que al fin pude sostenerme del borde.

-       ¡Si! – Me monte rápidamente, estando ya para abrir la ventana… Pero esta no habría… - ¿Pero qué?... – Trataba de abrirla como me era posible, la movía del borde y hasta buscaba quitar el cerrojo, pero esta no se movía… - ¡Maldición, abre! ¡Abre! ¡Abre! ¡¡Abre!! – Empecé a golpear con fuerza el vidrio y apenas si temblaba. Solo quería salir, pero al golpear por última vez el vidrio se hundió hacia afuera como si fuera una goma y reboto hacia mi tumbándome al suelo - ¡¡AAHHHH!!

 Antes de caer contra el suelo, algo me atrapo… De inmediato abrí mis ojos y me fije que me sostenía un tentáculo estando cerca del suelo, este me bajo delicadamente y se fue alejando hasta volver a ser parte de aquel sujeto. Él estaba ahí, viéndome con benevolencia. Paso de largo por el pasillo sin dirigirme la palabra y se perdió al girar a una esquina.

 Sé que me había advertido desde un principio que me fuera de aquel sitio, pero después de lo que me hizo, ¿Cómo podía creerle? No tenía ni idea de que tenía que hacer y que quería ese sujeto conmigo. Silenciosamente le seguí, con una gran distancia, pero al ir hacia la esquina ya no lo divisaba.

 Nuevamente volví a vagar por los pasillos hasta toparme con un camino de puertas, estas tenían distintos colores y formas, lo cual me llamo más la atención. Me adentre en la primera y lo que había en esta era un montón de muebles: sofás, sillas, escritorios, camas, toca disco, mesas, entre otras cosas, todas apiladas en sí. Pase a la siguiente de inmediato, viendo que en esta había un montón de espejos, esto era una especie de circo, o eso me parecía.

-       ¿Qué es lo que quieres? – Me pregunto aquel sujeto. Mire su reflejo en uno de los espejos, sabiendo que este estaba más emergido en la habitación.

-       Quiero que me ayudes a salir de aquí – Adentrándome más en la habitación, trate de buscar al original para que este no escapara de mí.

-       Lo siento, pero no puedo hacer nada.

-       ¡Claro que sí! Usted puso la maldición en este sitio, usted puede quitarla – Le dije con seriedad buscando entre todos los espejos aquel sujeto.

-       ¿¡Que no escuchas!? ¡No puedo hacerlo! – Vocifero, agrietando todos los espejos frente a mí, desapareciendo de aquel sitio.

-       ¡Espere! – Corrí en busca del sujeto, llevándome hacia otra puerta. En la otra habitación había un montón de maniquís con vestimentas de mujer, casi parecían reales si no fuera por su piel color mármol. Podía ver a aquel sujeto tratando de alejarse de mí, dirigiéndose hacia otra habitación - ¡Por favor, espere! – Volteando tras suyo, hizo un movimiento de manos, haciendo que todos los maniquís me taparan el paso, acorralándome en un círculo - ¡Ah!... Por favor… - Salí como pude de esa habitación en busca del brujo. Al encontrármelo en la siguiente habitación, este esperaba a que entrara en esta.

-       ¿Por qué me sigues? ¿Por qué ahora no te quieres alejar de mí? – Me pregunto de brazos cruzados.

-       Porque quiero escapar de este lugar ¿Por qué usted ahora huye de mí? ¿Ahora no quiere que este cerca de usted? – Le interrogue, colocando mis manos en mi cadera sin saber ahora que era lo que tramaba aquel huésped.

-       Yo… - Musito sonrojándose, mirando mi pecho descubierto sin camisa – Solo… Siento lo que te hice hace rato en el salón… - Disculpándose, cruzo sus brazos tras su espalda, apartando su mirada avergonzado. No le entendía… ¡Hace unos minutos no detenía sus toques y lamidas a pesar de estarle suplicando que se detuviera! ¡Y ahora se sentía avergonzado de ello! De seguro estaba tratando con alguien bastante bi-polar

-       ¿¡Cómo puedes sentirte avergonzado!? ¡Morboso! ¡¡Tú después de todo, fuiste el que me acoso y me obligo a estar con usted a su propia voluntad!! – Regañe eufórico, viéndole con odio, pero este solo se me quedo viendo con fastidio – Solo ayúdame a salir de aquí… Por favor… - Dije más calmado, tratando de ser amable. Él entrecerró sus ojos viéndome con desafío.

-       Eres estúpido si crees que te voy a ayudar después de decirme todo eso – Se giró dándome la espalda con gran desprecio – Te dije que no puedo hacer nada para que salgas de este sitio… - Fue derritiéndose, convirtiéndose en una masa semilíquida.

-       Disculpa, solo quiero salir de aquí… - Trate de acercarme pero este con un tentáculo me alejo.

-       ¡Déjame solo! Ya no quiero tu compañía – Volviéndose totalmente líquido, traspaso por las aberturas del suelo de madera, dejándome solo en aquella habitación.

-       ¡Por favor! ¡Necesito su ayuda! – Tratando de detenerlo, ya se había desaparecido en el suelo sin dejar rastro. Me senté sin saber que más podía hacer.

 Estaba totalmente atrapado y esta vez no tenía a nadie quien me ayudara… Lo más irrelevante era que no sabía si confiar en ese demonio… Lo que fuese… Él mismo me dijo que no podía, que formaba parte de la maldición… Todo me era inconcluso, no podía quedarme por siempre en este lugar… ¿O sí?... Solo pensaba estar en una pesadilla, era lo único que me calmaba, era lo único que me hacía sentir cuerdo en ese momento…

-       Las personas no pueden colgar del techo… - Musitaba tapándome los ojos – Las personas no pueden volver después de muertas… - Me decía cerrando mis ojos con fuerza – Las ventanas no rebotan como goma… Los maniquís no se pueden mover por si solos… - Quería abrir mis ojos esperando despertar en mi cuarto como si nada hubiera pasado, pero tenía miedo de seguir en el mismo sitio – Las personas no se vuelven alquitrán y desaparecen… No… No lo hacen, no lo hacen, no lo hacen, no lo hacen… - Sin parar de decir eso, temblaba impotente, sabía que no volvería a mi cuarto, sabía que estaba en un infierno y no saldría de esa manera.

 Me mantuve quieto todo ese tiempo, sin mover algún musculo en aquella habitación, hasta que escuche en ruido tras mío, un crujido, no pude más. Salí corriendo lo más rápido posible hacia la puerta, cerrándola tras mío para volverme a encontrar en los pasillos. No espere mucho y seguí corriendo, tratando de buscar el vestíbulo, pero grande fue mi suerte al girar en la esquina, encontrándome la pared. Me arrincone en la pared y en tan solo en unos segundos me caí de espaldas ante algo gelatinoso… No era una pared, era como un tipo de masa la cual podía traspasar. Si aún pensaba estar en la realidad, es que en verdad había perdido la cabeza.

 Volví a caer, pero esta vez al suelo al traspasar la masa gelatinosa. Quede viendo esa pared por unos instantes, observando como esta volvía a su estado superficial “solido”, me levante como si nada y proseguí caminando por los pasillos sin algún rumbo exacto. Pasaba horas recorriendo puerta en puerta, entrando a cuartos demasiado similares tanto que ya no sabía si daba vueltas o la misma mansión me metía en el mismo cuarto para no poder salir nunca más de ese sitio. Rindiéndome ya, me senté en una silla dentro de uno de los cuartos, sintiendo que mis pies se caerían por lo mucho que camine.

 ¿Acaso debía de rendirme? ¿Darme por atrapado por el resto de mi vida? Yo que sabría… Yo que sabía si esto era real, parecía el país de las maravillas, aun pensaba estar en algún sueño o en una pesadilla. Solo sacaba alternativas de lo que en verdad estaba viviendo, haber sido hipnotizado, que me estuvieran gastando una muy buena broma o que hubieran utilizado alguna muy fuerte droga que me haya puesto a soñar en toda esta ridiculez…

 De repente, una puerta apareció de la pared del cuarto, saliendo de esta el huésped de la mansión con un rostro cansado. Al verme, chasqueo molesto, golpeando con fuerza la pared.

-       ¡Maldita sea! ¡No quiero estar junto a él! – Gruño, continuando con los golpes contra la pared. Me asustaba su comportamiento desenfrenado, ya quería salir del cuarto, pero apenas me levante de la silla, todas las puertas de la habitación desaparecieron - ¿¡Que cojones!? ¡¡No me encierres aquí con él!!

-       ¿Qué está pasando? – Dije en un susurro, pero aun así me escucho el sujeto.

-       ¡Lo que pasa es que a este maldito lugar le gusta atormentarme! ¡Eso es todo! – Dijo golpeando un mueble al lado de él, rompiéndolo al instante, pero de inmediato el mueble volvió a repararse. Me sorprendió esa gran fuerza que tenía, pero eso solo aumentaba mi miedo hacia él, ahora estando totalmente encerrado con esa criatura – Mira…. Lo que paso haya…

-       ¡No! No, no, no, tranquilo… No importa – No quería que se me acercara, di un paso hacia atrás temeroso de lo que fuese a hacer o decir.

-       No, quiero decirte que yo soy una persona muy inestable, a veces actuó con locura y otras… Jajaja… Y otras veces ni me reconozco… - Decía mientras se acercaba a mi lentamente, yo retrocedía buscando algún objeto contundente para poder defenderme, pero solo terminaba aún más cerca de la pared – Es parte de estar muerto, ser un alma que esta entre dos mundos y no saber cómo ser una sola cosa… - Ya estaba a dos pasos delante de mí, me miraba con nervios pero yo no bajaría la guardia – Si llego a hacerte algo malo, quiero que comprendas que no es con mi intención… Soy alguien peligroso pero no deseo hacerte nada malo… - Extendía su mano a mí, no quería que me tocara, no quería siquiera que me hablara.

-       ¡No me toques! – Instintivamente le patee fuerte en su entrepierna, retrocediendo bruscamente hasta la pared, esperando que este retrocediera igual por el dolor, pero su rostro no mostró alguna emoción, solo me miro con desagrado, cruzándose de brazos.

-       ¿Tratabas de darme en la entrepierna? – Interrogo molesto.

-       Yo…. Si… ¿Qué no la tienes ahí? – Pregunte dudoso, viéndole con miedo.

-       ¡¡Claro que la tengo ahí!! ¡¡Pero no siento nada!! ¡¡Estoy muerto!! – Grito enfurecido señalando a su parte - ¡¡Es como si no tuviera nada ahí!! ¿¡Comprendes!?

-       No lo entiendo… Estas muerto… pero puedes tocarme… No puedes sentir nada… pero puedes saborear… – Escuche un gruñido de respuesta. Él se giró de espaldas frotándose el rostro desanimado.

-       Yo tampoco lo entiendo… Pero simplemente sigo existiendo… - Dijo frustrado volteándose a verme.

-       Entonces… ¿Que eres?…

-       …. – Callo por un rato, viendo al vacío con su rostro inexpresivo, seguro pensando en una respuesta – Yo también me lo he preguntado… - Se acercó a la silla, tomándola para sentarse frente de mi – No soy un fantasma, pero estoy muerto… Podría ser un espíritu pero no floto ni atravieso las paredes… No soy un demonio, pero no estoy muy lejos de ser uno…

-       ¿Entonces no serias una especie de ente? – Dije nervioso. Hubo un momento de silencio, hasta que alzo la mirada hacia mí.

-       … Si… Creo que eso es lo que soy ahora – Dijo concordando con lo que dije rascándose la nuca – Yo… Soy un ente que existe gracias a la maldición de esta mansión… Pero a la vez, cargo con esa maldición… Por el resto de la eternidad… - Agacho la cabeza deprimido, callando una vez más hasta que volviera a dirigirle la palabra. No me quedaba de otra, algo tenía que hacer para luego salir de ese cuarto.

-       Entonces ¿Por qué pusiste la maldición en la mansión? – Le pregunte curioso, dudando si había sido por lo que me contó Chuck.

-       No lo recuerdo… - Respondió aun decaído – Disculpa… ¿Cuál era tu nombre?

-       Mi nombre es Silver… Creo que ya te lo había dicho en una ocasión – Le dije, recordando haberme presentado la anterior noche.

-       Perdona, la memoria es lo que más me ha fallado todos estos años… No olvidare tu nombre, lo prometo – Me dijo con una mueca de sonrisa.

-       Yo… En verdad me quiero ir, sé que dijiste que no podía salir pero… ¿No habrá alguna manera? – No tenía intención de quedarme y seguir conversando, si había alguna manera de escapar de aquí y él no quería decírmela, tendría que persuadirlo.

-       De verdad lo lamento, debí de echarte yo mismo cuando tuve la oportunidad. Si no sales a tiempo de esta mansión esta te encerrara aquí… Por siempre – Dijo macabramente la última parte.

-       ¿Por siempre?... No… No es cierto, siempre hay una salida… - No quería creerle, tenía que haber alguna manera.

-       Escucha… Yo soy la única persona que puede salir de esta mansión, pero solo de noche… Y si no regreso al amanecer… Me convertiré en polvo y la maldición se esparcirá en todo el pueblo – Añadió, viéndome con tristeza.

-       No… Por favor, no le puedo creer... No puedo… No quiero pasar el resto de mi vida en este lugar… - Sentía un peso en mis piernas y un fuerte ahogo en mi garganta, mi voz se iba agudizando como si el aire no saliera de mí. Me arrodille en el suelo apretando mis puños con impotencia, tratando de contener mi llanto – Esto es una pesadilla… Yo no puedo estar atrapado por toda la eternidad aquí…

-       De verdad… Lo siento, pero esa es la verdad… - Me decía como si tratara de consolarme, pero solo me daba más lastima por mí mismo – Su pudiera ayudarte… En verdad… - Quería acercarse a mí, pero ya había hecho suficiente.

-       ¡Déjeme! – Le grite furioso pero con un tono de tristeza - ¡Por favor!... Déjeme solo… - De inmediato, una puerta apareció en una de las paredes al lado mío.

-       Está bien… - Fue marchando a la puerta en silencio, para decirme algo antes de salir del cuarto – Sabes… Después de estar un tiempo en este lugar… Lo menos que quieres es estar solo… - Salió de la habitación, sin decir más.

No pude contenerme más, reventé a llorar. Como podía ser posible, como… Como es que había llegado a quedar aquí, tan solo quería cumplir con lo mío, no esperaba pasar el resto de mis días aquí, atrapado por siempre. Deseaba golpearme hasta despertar de un sueño del cual no estaba, huir a algún sitio donde podría ahuyentar mis miedos y penas hasta sentirme en calma, esperaba que alguien acudiera a mi ayuda… Pero estaba solo, por siempre.

-       Por favor… No, no, no, no, no, no… No quiero terminar así, no quiero… - Lloraba ya sin voz con la cual gritar en aquella habitación, sintiendo como mis lágrimas caían en aquel suelo, dejando su alfombra mojada con aquellas gotas – Que alguien me despierte…

 Se escuchaban el eco de mis lamentos en aquella habitación, hasta que vi una de mis lágrimas flotar, pude ver como mis lágrimas caían hacia arriba… Iban flotando hasta el techo, al igual que todas las cosas que estaban ahí, los muebles, los adornos…
Exceptuándome a mí, mi melena se elevaba como si yo estuviera al revés, pero era todo lo contrario, ahí todo flotaba, levitando en el aire como si la gravedad no existiese. Estaba aterrado de que todo cayera sobre mi o que yo terminara flotando, sin embargo, eso no era lo único que ocurriría. Las paredes del cuarto se fueron ondeando, como si estuvieran hechas de cortinas de colores pasteles, hasta que toda la habitación tomo una forma esférica.
 Era impresionante, estaba impactado, porque más de temer, era hermoso el panorama, mis latidos iban rápido, pero era por la emoción de belleza y tristeza que tenía en mí ser, era una melancolía que surgía en mí.

 Todo eso me llenaba, estaba conteniendo mis lágrimas, pero estas salían flotando por si solas, solo quería llorar aún más, pero ya no encontraba motivo. Es como si la habitación o la misma mansión reaccionaba por mi sentimiento.
Quería creer que estaba en un sueño aun, pero mi mente me pedía tomar el orden de las cosas, mi miedo me gritaba que esto era la realidad… Pero mi corazón… Mi corazón quería que siguiera creyendo que estaba en un sueño, uno del cual tenía que disfrutar hasta que todo acabara. Frotaba mis ojos, secándome la humedad de estos, viendo crédulo la habitación que cambiaba de colores suaves y brillantes. Esta, lentamente volvía a tomar una forma cuadrada y los muebles volvían a sus sitios sin hacer ningún desastre, todo volvía a la normalidad.

 Me levante del suelo, mirando a mi alrededor, esperando que alguna puerta apareciera. Esta salió sin tardar frente a mí. Sin dudarlo, fui a esta, abriéndola rápidamente para salir y chocar con el huésped de la mansión.

-       ¡Aah!

-       ¿¡Que!? – Caímos al suelo con fuerza, dándonos uno que otro raspón - ¿Por qué saliste de esa manera?

-       Perdona… - Me levante, ayudándole a levantarse igual – No sabía que me toparía contigo al salir de la habitación…

-       Está bien… - Se sacudió su ropa arrugada viéndome con preocupación - ¿Cómo te encuentras?

-       Mejor… Gracias – Me rasque mi pecho descubierto, señalándole que necesitaba del resto de mi ropa.

-       ¡Ah! Si, perdona, creo que aún sigue en el comedor… - Dijo nervioso – Ven, te llevare a este - Le seguí consiente de que él conocía el laberinto de su hogar mejor que yo. Fuimos pasando de habitación en habitación y cruzamos pasillos hasta topar con una pared – Confía en mi – Dijo tomándome de la mano para pasar atreves de la pared con un poco de esfuerzo, pues era como caminar en el agua. Salimos ilesos al otro lado, volviendo al vestíbulo de la mansión.

-       ¿Qué clases de paredes son estas que tienes en tu hogar? – Le pregunte viendo aun con impresión como la pared tomaba esa apariencia sólida.

-       Para abreviar la situación que me planteas, es que no hay una pared ahí, solo es lo que parece para los ojos, pero nunca hubo una pared antes de la maldición. Solo apareció así como así, después de esta… - Me respondió tocando la masa gelatinosa que se agitaba con el toque.

-       Interesante. Iré por mi camisa y ropa – Sin tomarle tanto asunto al tema, me dirigí donde conocía hacia el comedor, pero fui detenido por él.

-       ¡No! Aun no entres – Me advirtió. Yo sin comprender, le mire con extrañeza.

-       ¿Por qué? – Aun con mi vista hacia el camino hacia el comedor, me mantenía interesado.

-       Aquí no es como pasear por tu casa. Si paso ahora mismo contigo hacia ese camino me llevara a la biblioteca, dejándonos más lejos de donde queremos ir – Me explico. Tratando de entenderle de alguna manera, asentí, esperando a que prosiguiera con su explicación – Como ya te habrás dado cuenta, esta mansión, es bastante…

-       Loca – Termine diciendo.

-       Iba a decir demente, pero supongo que se puede decir de las dos maneras, como uno guste. La maldición que hice ya hace varios años hizo que esta mansión cambiara… Cuando me refiero a que cambiara, es que esta actuaria de manera que te volviera loco, atormentándote para siempre, lo cual ha conseguido conmigo – Paseaba por el vestíbulo, tocando cada muele con sus dedos, recorriendo su mano en sus brillantes paredes – Parece como si uno viviera en un loco sueño donde jamás despertaras… - Musito entrecerrando los ojos, mirando a un punto muerto, haciéndome sentir que me quedaba solo con su simple silencio – Yo… Perdona por divagar tanto – Se sacudió la cabeza mirándome apenado, continuando con lo que decía – Además de eso, siempre hace una que otra cosa nueva la cual me sorprende cada día. Siempre aparece una nueva habitación o la misma pero diferente a lo usual, dejándome más que impresionado por la infinidad de esta maldición… Creo que ya podemos ir por ese camino y buscar tus prendas – Me dijo señalando con un movimiento de cabeza al camino hacia el comedor.

-       Entonces… ¿Este sitio funciona al azarmente? – Comente, pasando junto con él por el pasillo hasta llegar al comedor y ver que no se encontraba mis prendas, pero él aún no se percataba de eso.

-       Exactamente jajaja, que rápido aprendes – Dijo con alegría, mostrando una constante sonrisa con sus dientes afilados.

-       Oye… ¿Los cuartos de esta mansión también hacen que desaparezcan algunas cosas? – Le pregunte esperando que entendiera de más mi pregunta.

-       Si, a veces ¿Por qué? – Viendo mi ceño muy poco amistoso, se detuvo a pensar si había dicho alguna mala palabra. Volteo a su alrededor, sin encontrarse con alguna de mis ropas y comprendió de inmediato – Maldición… - Musito, buscando con desesperación la ropa por todas partes.

-       ¿Seguro que no la has tomado para ti? – Interrogue, dudando de su memoria y de sus comportamientos desvariados. Lo que me imaginaba es que en su momento de morbosidad había tomado mis prendas para quien sabe qué cosa pervertida.

-       ¿Qué? ¡No! Te lo aseguro, no la he tomado, la deje aquí mismo – Replico sintiéndose atrevidamente acusado - ¡Maldita mansión! ¡Devuélvele lo que le pertenece! – Insulto el huésped, recibiendo a cambio mis prendas, cayéndole encima en su cabeza –…Odio este lugar.

-       No puedes odiar algo que no siente ni piensa – Le dije tomando mi ropa, colocándomela - ¿O es que acaso esta mansión?...

-       Probablemente… - Respondió a mi pregunta incompleta. Posiblemente después de todo esta mansión tenia emociones, o algo similar.

-       Quién sabe… Tal vez solo le gusta bromear… - Desvió la mirada a un punto muerto con rencor

-       No es muy gracioso. Después de varios años ya no es gracioso – Comento con una mirada desanimada.

-       Yo…. ¿Cuántos años has estado aquí? – Pregunte con intriga. Volteo a verme a los ojos, para luego mirar el vacío y pensarlo con detenimiento.

-       No estoy seguro… Pero han sido más de diez años – Me había dejado en silencio, por poco entraba en shock. Decaí al pensar cuanto tiempo soportaría en este lugar. Miraba el suelo con tristeza en silencio por mi mala suerte - Pero de seguro esta vez encontrare alguna manera de librarte de la maldición – Trato de animarme, se le notaba en su tono de voz. Le mostré una sonrisa falsa queriendo que no se preocupara mucho por mí.

-       Está bien, gracias… - Agradecí asintiendo con la cabeza, pero mi estómago me interrumpió en el momento menos preciso, sino haciendo un ruido abrumador como si de algún buey se tratase.

-       ¿¡Que fue eso!? – Al parecer se había asustad bastante con el rugido de mi estómago, no pude evitar mostrar una pequeña sonrisa por su reacción.

-       Perdóname, es que tengo hambre… - Le calme, frotando mi estómago.

-       Ah… Tenía tiempo que no oía ese sonido, disculpa… - Se quedó pensativo por unos instantes, dejando un silencio incomodo ante nosotros.

-       ¿En este sitio hay comida? – No recibí respuesta de él, aún estaba en su limbo pensando en otra cosa, pero eso me dejaba bastante preocupado. Si no hubiese comida en este sitio, mis días en esta mansión serían muy cortos - ¿No hay comida?

-       …. – Su silencio me abrumaba, solo callaba sin decir una sola palabra - ¡Ya se! – Dijo tronando los dedos, tomándome del brazo, llevándome a una chimenea en la misma habitación – Sostente… - Dijo tomándome de la cintura, no sin antes yo moviera su mano hacia mi hombro.

 Sentí una corriente de aire en mis pies, este se hacía más fuerte tanto que toda mi ropa y mis púas se movían en el aire. Salimos disparados hacia arriba, íbamos a una velocidad increíblemente rápida, si me hubiera soltado de él, tal vez hubiera ido a parar a otro sitio muy lejano de la mansión. Todo mi cuerpo se elevaba y yo aún seguía sostenido de su brazo fuertemente, mientras él no se movía ni un poco, ni su ropa ni él tenía la misma reacción que la mía con el viento que arrasaba en esa chimenea.

-       Te había dicho que te sostuvieras – Me regaño, tomándome de la cintura con fuerza, apegándome a él, demasiado.

 Estábamos abrazados, pero no me importaba, tenía miedo de separarme de él… Me refiero a perderme en aquel laberinto de mansión. Me abrase más a él, cerrando mis ojos con fuerza, esperando que nos detuviéramos, pero algo me desconcentro. Él roso su mano contra mimejilla, queriendo llamar mi atención.

-       Abre los ojos, mira esto – Le hice caso y vi a mi alrededor.

 No sé cómo era posible, pero ya no estábamos en la chimenea. Era un lugar infinito, lleno de colores, los mismos colores que había visto en aquella habitación, parecía otro paisaje que jamás me había imaginado ni en un verdadero sueño. Quede boca abierto con aquella magnifica vista, me voltee a verle, agradecido por mostrarme todo eso, pero él desvió la mirada, notando un leve rubor en sus mejillas.

-       Cuidado… - Dijo seguido de que volviéramos a aparecer en la chimenea, cayendo al suelo.

-       ¡¡Aahhh!! – Sin poder reaccionar a tiempo, caí al suelo sostenido aun de él desde sus piernas. Rápidamente me levante avergonzado, sacudiéndome un poco del carbón en mis pantalones – Estoy bien, estoy bien…

-       De acuerdo, pero cambiando el tema ¿Aun tienes hambre? – Me pregunto con un tono elegante, haciendo una presentación con sus brazos, mostrándome un nuevo comedor, diferente al anterior, lleno de comida, un banquete como para una gran cena.

-       Wow… - No tenía palabras, nuevamente mi barriga rugió con fuerza, respondiéndole que aun tenia apetito – Creo que no podre con tanta, jajaja.

-       No es necesario que te la comas toda, pero si quieres te acompaño – Dijo tomando asiento en la mesa, esperando que hiciese igual.

 No dude en sentarme al lado de él. Comencé a comerme un gran pavo que tenía delante mío, junto con puré de papas, y alcachofas. Me quede totalmente satisfecho con dos piernas del pavo y con su acompañante, tanto que me desabroche el cinturón, pues al comer demasiado la pansa se me hinchaba bastante. Mire al lado mío, viendo que mi compañero no comía, pero aun así tenía la vista clavada en la comida.

-       ¿Por qué no comes? – Le dije tocándole el hombro, sacándole de su limbo - ¿Esta bien?

-       Si… Estoy bien… Solo que ya no siento la necesidad de comer, estoy muerto – Su mirada seguía incrustada en los alimentos aun calientes – Tengo miedo de si llego a comer algo esto no me sabrá a nada…

-       ¿No puedes saborear la comida?

-       Solo puedo saborear lo que está vivo… - Respondió mirándome de manera extraña. Mis púas se erizaron de inmediato a lo que había dicho. Trague saliva y trate de pensar en otra cosa que decir.

-       ¿Pero por qué no intentas comer un poco?

-       Porque eso me haría sentir más muerto – Respondió fríamente, sabiendo que lo que más quería era volver a la vida.

-       Oye… Si la comes, tal vez te haga sentir más muerto, pero si no la comes tampoco te hará sentir más vivo… - Dije, de manera animada esperando que lo intentara. Él me miro de manera alucinante, mostrándome su boca, sonriéndome.

-       Tienes razón – Tomo un pedazo de pavo y con sus cubiertos lo pico para llevárselo a su boca. Mastico lentamente la comida en su boca, para luego tragarla de un golpe. Nuestro silencio era envolvente, pero no le apartaba la mirada en espera de una respuesta o señal. Se giró a verme y sonrió alegre – Me siento más vivo… - Dijo, haciéndome sentir alegre de igual modo.

-       ¡Lo vez! Jajajaja, siempre hay que arriesgar para poder tener alguna recompensa – Le aconseje. Me levante de la mesa dichoso, a pesar de todo, viéndole de reojo, esperando que me acompañara – Me gustaría ir a alguna habitación para dormir, si me lo permites…

-       Por supuesto, voy en un momento – Volviendo a colocar sus cubiertos en su puesto, musito algo inentendible para mis oídos, sonriendo con añoranza, seguido de que su boca se ocultara nuevamente.

-       ¿Qué dijiste?

-       Nada, te buscare una habitación adecuada – Fue conmigo hacia los pasillos, pasando entre puerta en puerta en busca de algún cuarto.



 Aun me sabe a nada… Pero como sentí la vida en ese bocado…