Caminábamos colina arriba hacia la mansión,
ambos en silencio con nuestros pensamientos. No estaba precisamente pensando en
lo que dijo Mephiles, quería despejar mi mente con otras cosas menos estresantes.
Recordaba lo que había hablado con Sonic, al parecer él fue el único que había
notado mi ligero cambio, o tal vez no, la mayoría de los hombres no hablaban de
los pequeños cambios de apariencia de otros hombres. Ciertamente no sabía cómo
me veía, había tenido más de un año sin verme a un espejo, ahora lo lamentaba.
Tomaba mi larga melena, enredando mis dedos en
mis púas que se volvían finas y suaves en las puntas como si fuera cabello. Observe
las púas que tenía Mephiles, bien peinado, hacia atrás, totalmente elevadas; a
mi ciertamente me costaba mantenerlo así, el pelo me crece rápido y muy
frondoso.
… Hmmm… - Aun me sentía mal para hablarle,
pero no podía estar molesto toda la noche – Oye Mephiles… - No respondió,
continuaba caminando callado - ¿Crees que me hace falta un corte en mis púas?
No ¿Por qué lo crees? – Me miro por el rabillo
del ojo, notando como tomaba mis púas inseguro – Es normal que te haya crecido,
ha pasado todo un año ¿No?
No lo sé… Creo que me lo voy a cortar – Medí
con mis dedos cuantos centímetros cortaría, tal vez incluso lo podría dejar más
corto.
¿Y qué harás con el pelo que cortes? – Su
pregunta me hiso dudar, no tenía idea que podía hacer con lo que sobrara.
¿Botarlo?
Ummm, sería una pena… - Él miraba el cielo
estrellado, pero yo aún no sabía a lo que él refería. Cuando se dio cuenta que
no tenía idea de lo hablaba, continuo explicándome – Él pelo que porta un mago
sirve para hacer pociones, talismanes, anillos, pulseras, sortijas y collares
que potencian la magia o de defensa contra otras, para crear baritas… Tienen
muchas funciones.
Oh… No tenía idea… - Ahora pensaba que podría hacer
con mi pelo, tal vez podría usarlo como protección pero… No tenía idea de cómo
hacerlo – Necesito leer un libro sobre eso – Masculle, irritado con tan solo la
idea de volver a leer.
No necesariamente. Puedo preparar cualquier
cosa con tu pelo, si eso quieres – Dijo antes de que yo llegara en pensar en la
idea. Podría ser útil y me ahorraría el tiempo de tener que buscar la
preparación, sin embargo… No le tenía muy confiado dejarle mi pelo, saber en qué
otras cosas podría utilizarlo.
No estoy muy seguro… - Mi respuesta lo
desconcertó, emitiendo un sonido de duda – De seguro utilizarías mis púas para
algo más. Tal vez una poción…
Uhm, cierto… No lo había pensado – Le había
agarrado estima, tanto que pensé que sería más astuto para pensar en la idea
antes que yo. Suspire en desanimo, agachando la cabeza por darle la idea – Pero
si dudas de mi puedes preparar conmigo lo que quieras con tu cabello.
Puede que sí, gracias… - Ya habíamos llegado a
la mansión, Mephiles abrió la puerta y me dio permiso para pasar primero.
Estaba acomodándome con mi ropa para dormir,
estaba tan cansado como el día que salí del libro de doble filo, estaba
dispuesto a dormir lo necesario para recuperar toda mi magia, pero tenía cosas
que hablar con el ente.
Bueno… Yo pasare la noche buscando más en la
biblioteca. Buenas noches – Se dirigía a la salida. Titubee un poco antes de
decir algo, pero agarre coraje y hable.
Mephiles… - Dije en un tono suave. Él volteo a
verme con una mirada cansada, de seguro pensando que le pediría que buscara
comida para mí – Necesitamos hablar – Su mirada cambio cual pareja asustada por
tener que tocar temas serios. Agache la cabeza y empecé a hablar – Veras… Siento
como todo el tiempo se pongan las cosas tensas entre tú y yo… - Trague saliva y
alce un poco la mirada para verlo – Puede que sea también mi culpa, siempre he
sido alguien terco y problemático, a pesar que no es mi intención serlo… Pero
últimamente he podido conocerte y entender cómo te siente al respecto de todo
esto. Debe de ser difícil…
Lo es, pero no es algo por lo que debas
preocuparte – Añadió, volviéndose para continuar con su camino a la salida.
Aun no termino – Interrumpí su caminar
nuevamente, pero esta vez se quedó dándome la espalda – Acaso… ¿Soy el primero
en quedar atrapado en la mansión? – Reacciono moviendo sus orejas, atento, pero
no dijo nada – Si realmente hubiera sido el primero… Creo que no serias tan
paciente conmigo como lo eres, no soy alguien del quien todos pueden aguantar
sus torpezas, siempre recibo golpes e insultos en el trabajo y entonces… Tu… A
pesar de que quieras algo más íntimo conmigo, te comportas muy paciente
conmigo.
Yo… - Murmuro, volteándose lentamente para
verme a la cara – No podría asegurártelo…
Lo sé… Pero, eso no es lo que importa ahora – Pase
mis manos tras mi espalda, apretando mis dedos contra los otros, aun teniendo
esa sensación extraña en mí pecho –…Necesito que nos comprometamos. No
necesitamos distraernos con ambigüedades, necesitamos tan solo centrarnos en
buscar un hechizo. No tengo porque desobedecerte y tú no tendrás que
molestarte, tan solo en enseñarme sobre la magia para poder ayudarte a
encontrar el hechizo
¿Comprometernos? – Sus ojos destellaron un
pequeño brillo – Silver, no creo que…
No quiero tener que molestarte de nuevo… Ya no
quiero molestarte más y que tampoco…
Silver – Me interrumpió alzando un poco el
tono de voz pero sin ser duro – No quiero que cambien las cosas...
¿Eh? – Dije extrañado. Viéndolo confundido a
sus ojos jades.
Sé que soy cortante a veces, sé que llego a
ser muy morboso y sé que puedo ser muy hostil, pero no es algo que pueda evitar.
Al igual que tú no puedes evitar meterte en líos, es así como eres – Tenía
razón pero aun así, pero aun así…
¿No te molesta? Aun cuando llego a ser muy
irritante, cuando soy desobediente, cuando soy tan terco ¿No te cansas? – Le mire
sabiendo la respuesta con tristeza.
Claro que me molesta, pero… Eso es lo que es
convivir con alguien a quien quieres – Lo que dijo, me conmovió, pero solo me
quede callado, sintiéndome como un tonto por sugerirle tales cosas – Silver…
Puede que no hayas sido el primero en quedar atrapado en la mansión, pero tú
has hecho una gran diferencia. Me hiciste recordar parte de mi pasado y eso
solo ocurrió cuando me desobedecías, cuando me llevabas la contraria, si no
hubieras sido tú mismo ni siquiera hubieras avanzado en tu conocimiento en la
magia.
Es cierto, pero, no deberías ser tan condescendiente
conmigo, quiero ser una mejor persona… - Desanimado voltee a ver a otro lado.
No esperaba más de él, su verdadero ser era ser una persona paciente y atenta, pero
yo no merecía lo mejor de él.
Silver, no me hagas tener que leer tu mente –
Dijo en respuesta a mi actitud necia – Deja de ser tan duro contigo mismo. Para
mi eres un buena persona, la mejor que he conocido hasta los momentos, has sido
él más paciente entre los dos y no esperó más ni menos de ti.
… - Ya estaba en un punto donde no podía verle
a los ojos. No hacía falta que siquiera le hablase de cómo me sentía, él de
alguna manera sabia como me sentía e incluso me hacía sentir mejor. Lo odiaba,
lo odiaba por hacerme sentir como un mocoso deprimido – Gracias – Respondí
cortante, sintiendo mi rostro hirviendo de vergüenza e ira.
¿Qué pasa? Jajaja – Se rio levemente, curioso
por mi reacción - ¿Por qué esa cara?
Solo lamento haberte hecho perder el tiempo.
Ya puedes irte – Volví a decir, evitando su mirada y su risa, dándole la
espalda.
¿Tsundere? – Susurro, pero no había entendido
lo que había dicho – Tengo que decir que realmente te vez adorable cuando estas
avergonzado – Si, seguro era por eso que me decía todas esas cosas, porque le
gustaba verme avergonzado.
¡Está bien, está bien! Solo olvida lo que dije
– Le mire por el rabillo del ojo aun molesto – Más vale que estés a primera
hora mañana con el desayuno y un libro de talismanes contra la protección para
leer la mente.
Está bien. Buenas noches – Dijo en tono
alegre, retirándose de la habitación.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Jugaba con las trenzas de mis zapatos, ansioso
por que Mephiles terminara de cortarme las púas. Me encontraba lo más quieto
posible, pero sus manos tomaban con mucha sutileza mi melena, provocándome un escalofrió
y realmente lamentaba ser tan susceptible a cada uno de sus toques, no quería
que las cosas se pusieran incomodas entre nosotros dos, pero empezaba a gustarme
esas caricias, relajándome tanto que incluso mis púas se elevaban.
Quédate quieto, tus púas atraviesan mis dedos
– Se quejó, recibiendo un puntazo de mis púas – Ten cuidado…
Perdona, es que, se siente bien – Confesé con vergüenza,
tratando de controlar los músculos pilo erectores.
Bueno, no te culpo – Dijo de manera que
también le gustaría sentir la misma sensación de relajación que yo. Cortaba mis
púas con un cuchillo bastante filoso, de manera de lija, cortaba cada púa de mi
melena, dejándola fina en la punta – ¡Ya está! Recolectamos bastante y no
pareciera que te lo hubiera cortado.
Jajaja, gracias. Aun que me gustaría verlo.
No hay problema – Chasqueo los dedos y un
espejo bajo desde el techo, posándose frente a mí. Me levante y vi mi nuevo
corte.
No sé cómo lucia antes, pero sé que ahora luzco
mejor – Se notaba lo bien arreglado que me veía, mi melena estaba sedosa y fina
en las puntas, se podía incluso confundir con cabello normal, pero si las
erizaba podían estar filosas para atravesar la carne – Jejeje, que filoso –
Dije siniestramente, erizando mi melena apuntando a Mephiles.
¿Qué tratas de hacer? – Retrocedió un poco
tratando de evitar mis púas.
¡Hacer Mephiles a la brocha! – Bromee,
caminando en reversa, para pincharlo. Acerté más de lo que quería y tenía medio
tercio de mi pelaje atravesando el vientre de Mephiles – Ops, jajaja.
Muy gracioso – Se zafo fácilmente, separándose
de mi como si estuviera hecho de gelatina – Bien, comencemos preparando las
cosas para tu amuleto.
¡De acuerdo!
Dejamos ordenados todas las cosas en el suelo
sobre una alfombra de cuero oscuro, el tazón con mis púas, velas de color azul,
pedrería de color negro y rojo, plantas como laurel, berro y otras que no reconocía
y un ungüento pegajoso preparado con magia y sabia de un árbol enfermo. Todo
estaba preparado, Mephiles trajo lo último que faltaba para crear el talismán y
unas tizas de color amarillo. Una vez con ellas, se sentó frente a mí en la
alfombra, dejando un espacio entre nosotros.
Aplaudió tres veces y las luces de los
candelabros se apagaron, dejándonos a oscuras por unos momentos antes de que
las luces de las velas se alumbraran a nuestro alrededor, flotando en el aire.
Aun impresionado y algo nervioso por lo que fuese a pasar, tome las tizas
amarillas al igual que Mephiles y comencé a dibujar un pentagrama en la
alfombra de cuero.
Listo… - Terminamos de dibujar el pentagrama y
Mephiles empezó a mover las manos sobre el tazón lleno de mis púas, provocando
que estas se prendieran en fuego hasta quedar hechas polvo – Pásame las
piedras.
Haciendo caso, se las pase una por una,
mientras él ligaba el polvo con el ungüento pegajoso y cubría las piedras con
esta, dejando las que ya estaban cubiertas con la mescla en el aire, flotando,
rodeando el pentagrama a pocos centímetros. Luego, preparamos una especie de té
con las hierbas, dejándolo en el centro.
Muy bien… Comienza – Me indico, esperando que extendiera
mis manos sobre el pentagrama y comenzara con el hechizo.
“Cultiva, crece, protege. Juntada la magia en
piedras candentes…”
Un humo empezó a salir del tazón de hierbas,
iba marchando bien el hechizo, ahora tenía que mantener toda mi concentración. Cerré
los ojos, imaginándome mi magia emanar de mis dedos.
“Salva al poseyente de la mirada a su mente,
de otros que deseen saber lo que piense. Conllévalos a revelar su intención, el
tono de sus ojos cambiaran a uno más rojo”
Abrí mis ojos observando como toda la esencia
de las hierbas se habían transformado en una línea fina y brillante,
atravesando las piedras a nuestro alrededor. Mephiles se había salido del
pentagrama para que el hechizo tomara mejor efecto, pero aun así me ayudaba a
guiar mi magia para lograr encantar mi amuleto.
Lleve mis manos a mi cabeza, logrando que las
piedras se acercaran a mí, siendo sujetados por la tira luminosa, seguido rodee
mi cuello con mis manos y los baje hacia mi pecho, provocando que el collar descendiera
y fueran colocados en mí.
¿Ya? ¿Lo logre? – Mephiles aplaudió dos veces
y las luces volvieron a la habitación. Abrí bien mis ojos y observe el collar
que envolvía mi cuello.
Hay que probarlo – Se acercó a una pequeña
distancia de mí, viéndome a los ojos directamente. Sus ojos cambiaron a un
color fucsia, mostrando un arrugo en su entrecejo por no poder ver atreves de
mi – Pues si funciona, no puedo saber lo que piensas.
Jajaja, tus ojos son rosas ahora – Comente,
viéndolo con gracia – Podría decir que te resalta.
Jajaja, divertido – Dijo en tono sarcástico
apartando su mirada de mis ojos, volviendo a su color natural verde.
Enrollo la alfombra de cuero, sacudiéndola un
poco, tomo el resto de los materiales y los fue llevando a un gabinete,
guardándolo todo.
¿Quieres venir? – Pregunto, tomando las
cortinas de la ventana para abrir una puerta a un camino luminoso. Asentí,
entusiasmado, colocando mi collar bajo mi ropa para que no se viera, caminando
tras él a la salida de la habitación.
En los pasillos se podía notar la luz del sol
que atravesaba las ventanas, llenando la mansión de un color dorado, podía ver
a través de los cristales de los enormes ventanales el hermoso paisaje boscoso
del exterior. Ya el otoño se acercaba, las hojas de los arboles mostraban
colores amarillos y rojos, los cuales se desprendían de sus ramas, formando
montículos de hojas marchitas en el suelo, añoraba el sentir la brisa de la tarde, el
viento de las montañas, el sol en mi piel, pero solo podía contemplarlo desde
dentro de la mansión y con eso me conformaba.
Sentí la mirada de Mephiles en mi nuca, me
voltee para verlo, fingiendo encontrarme bien con una sonrisa.
Continuamos caminando por un buen rato hasta
entrar en una habitación, esta me parecía familiar, pero se veía diferente.
Oh no, no ahora – Mephiles empezó a dar
vueltas por toda la habitación, moviendo todos los muebles en busca de algo. No
terminaba de entender, ¿Acaso buscaba una salida? Ahí mismo estaban las puertas
– Ahora tenemos que esperar hasta el mediodía…
¿Por qué? – Me acerque a él tratando de buscar
con la mirada lo que él no encontraba.
Solo yo reconozco esos patrones… - Señalo una
pintura de un caballero en armadura plateada, seguido una mesa con unas
hermosas flores de tulipán morado en el centro de la habitación y seguido las
únicas dos puertas de color verde pino – He estado lo suficiente en esta
mansión para reconocer ese patrón, si tratamos de salir por alguna de esas dos
puertas nos llevara al calabozo – Le mire extrañado, pero antes de abrir mi
boca y preguntar en que habría de malo continuo – Es un sitio muy peligroso… Y
realmente tétrico.
Bueno, es lo normal de los calabozos… ¿No?
Se te olvida el factor de ser el calabozo de
una mansión embrujada – Camino al centro de la habitación, girando el jarrón
con flores unos 180° y luego camino directo a la pintura del caballero de
plata, volteándolo para quedar contra la pared – Incluso seria mortal para ti
si llegases a quedar en ese lugar… Y dicho eso, espero jamás se te ocurra ir a
ese sitio y si por algún motivo, por al azar de esta maldita mansión llegases a
parar en el calabozo, solo mantente oculto hasta que yo vaya a por ti.
Que ánimos… - Comente, frotándome los brazos;
sentía como el pelaje se me ponía de gallina - ¿Para qué haces todo eso?
Para poder avanzar… - Tomo unas sillas de
maderas y las coloco sobre los picaportes de las puertas verdes, como si
quisiera evitar que algo entrase a la habitación.
¿Eso es totalmente necesario? – Dije
preocupado, viendo cómo iba de un lado a otro haciendo cosas sin sentido.
Te digo que es necesario, ya pronto te
acostumbraras a esto – Parecía que había terminado, avanzando a la puerta donde
habíamos entrado. Abrió la puerta y tuve que taparme los ojos por la brillante
luz que salía – Ven, estaremos un rato afuera…
Mephiles me tendió la mano, la tome para que
me guiara ante toda esa luz que me impedía ver por donde caminaba. Sentí una
fresca brisa fría de otoño en todo mi rostro, abrí bien mis ojos y pude ver que
estaba en el exterior, junto con Mephiles, ¡Nos encontrábamos en la azotea de
la mansión! Las aves volaban cerca de donde estábamos, los arboles más cercanos
median lo mismo donde el nivel en el que estábamos, notándose tan solo las copas
de estos.
¿Se siente bien no? – Menciono Mephiles,
estando sostenido del barandal de piedra que nos apartaba de una gran caída de
diez metros o más del suelo – El sol en mi piel muerta me hace sentir algo
vivo, el calor que me proporciona me da una dulce somnolencia que me provoca
dormir y no volver a despertar – Lo que decía era algo lúgubre, me hacía pensar
que realmente podría volverse polvo si llegase a quedarse fuera de la mansión
cuando el sol llegase a salir.
Se siente bien… Siempre fue muy importante en
mi vida recibir la luz del sol… - Comente. Mephiles volteo a verme, curioso por
lo que había dicho – Es por ser albino. Se supone que normalmente tendría que
ocultarme del sol porque podría provocarme graves quemaduras de piel y dejarme
ciego, pero la verdad… Si hubiera evitado salir por el sol, no estaría aquí
ahora… Simplemente desobedecía a mis padres todo el tiempo y salía a jugar, y
de un día a otro el sol ya no me afectaba como otros días…
Cuando voltee a ver a mi acompañante tenía un
gran semblante en su rostro, viéndome con admiración. Su mirada era muy
potente, tanto que tuve que girarme a ver hacia otro lado, fingiendo ser
distraído por las aves que volaban cerca de nosotros.
Es a eso a lo que me refería anoche… - Lo mire
disimuladamente de lado, viendo hacia el horizonte – Cuando vas a la contraria
de los demás, terminas consiguiendo grandes cosas, como si fuese tu recompensa
por ser testarudo – Otra vez, sus palabras me avergonzaban. Trague saliva y
agarre bastante aire para no tener miedo de hablarle.
Solo soy alguien con suerte… Eso creo… Siempre
tengo a alguien quien cuide de mí y de que no meta más la pata – Dije, viéndole
con la misma admiración con la que él me miraba – Mephiles… - Su mirada cambio
a una ansiosa, alzando sus orejas en mi dirección, atento a lo que fuese a
decir – Me alegra que seamos amigos.
Note como su rostro quedo tan estático como
una estatua, siguiéndome con sus ojos como una pintura encantada. Reí con mucha
gracia, sentándome en el barandal de piedra cerca suyo, él trato lo más rápido
posible de borrar su rostro y mostrar el inexpresivo, fingiendo no tener una
leve desilusión en su ser.
A mí también me alegra – Dijo al fin, viendo
hacia al frente.
Mire a la misma dirección, apreciando la
hermosa vista que teníamos ante nosotros. Todo el pueblo se podía ver desde
donde estábamos, incluso se divisaba un lago tras este que conectaba con un rio
y más haya se veía las montañas escarchadas de nieves en sus copas; era una espléndida
vista, automáticamente mi inspiración se activaba, deseando buscar un lienzo
para capturar ese paisaje.
Creo que es la mejor vista del mundo –
Comente, viendo el horizonte, llenándome de ánimos para motivarme a conseguir
nuestro objetivo.
Yo espero que puedas contradecir eso… - Dijo
Mephiles, de manera educada – Deseo que veas mejores vistas que estas, más
hermosas, en todo el mundo, que logres estar ahí y presenciarlo lo suficiente
para que puedas notar que cada una es más hermosa que la anterior… - Me quede
callado por un momento, lo decía como si me lo estuviese prometiendo, como si
desease cumplir ese sueño.
¿Y tú no deseas verlo también?
Por supuesto… Pero yo perdí esa oportunidad
hace tiempo, en cambio a ti… No permitiré que la pierdas – Lo decía muy
enserio, apretando sus nudillos. No tenía idea de que pensase de esa manera,
con más razón, no lo defraudaría, ambos lo conseguiríamos.
Lo lograremos… Ya verás – Le sonreí con
confianza y el me devolvió una pequeña sonrisa.
Ya habían pasado varios minutos, creo que
horas, pero teníamos que permanecer ahí un poco más, Mephiles cada cierto
tiempo revisaba el reloj, ya hostigado de tanta espera, pero permanecíamos sin
decir nada. Sin embargo yo estaba pensando en cómo distraernos de la espera,
quería saber en qué pensaba cuando tenía la mente perdida viendo hacia la nada,
le lanzaba miradas incomodas y penetrantes, notando como eso le ponía nervioso.
¿Acaso tratas de leer mi mente? – Pregunto
viéndome molesto.
No… Y aunque supiera como, tendría mis dudas
de hacerlo – Respondí viéndole de reojo. Me acomode, sentándome en dirección al
vacío – Mephiles… ¿Qué es lo que te gusta tanto de mí?
¿Qué? – Reacciono colorándose todo y con tono
ansioso.
Digo… - Me hizo dudar en si realmente preguntárselo,
pero tenía curiosidad – ¿Has tenido una pareja antes? – Su rostro cambio a uno
que me hizo retractar de la pregunta nuevamente – Digo, Ah… Todas las noches
has podido salir al pueblo y ¿Nunca trataste de conseguir una pareja por las
noches? – Termine de decir pero sus ojos me miraron juzgadores, provocando un
sonrojar en mis mejillas.
¿Por qué quieres saberlo? – Dijo en un tono
dudoso, inspeccionándome con la mirada.
¡Yo!... Humm… Olvídalo, solo estaba siendo
entrometido, no tienes por qué decirme nada – Dije cortante, decidiendo sellar
mis labios hasta que solo fuera necesario. Escuche el pesado suspirar de Mephiles,
viéndome aun con dudas.
… Obviamente intente relacionarme con alguien
del pueblo, pero no es como si hubiera alguien decente que quisiera
relacionarse con algún desconocido misterioso y tener una aventura de una sola
noche – Se cruzó de brazos, respondiendo con algo de decepción – Y además… En
el pueblo no permiten la prostitución – Reaccione con mucha impresión, por lo
que dijo, perdiendo por poco el equilibrio que tenía en el barandal, pudiendo
caer al fondo, pero pude sostenerme y quedarme tan quieto como podía.
Ah… Perdona por hacerte hablar de eso – Me
rasque la nuca apenado por escucharlo hablar de algo vergonzoso.
Está bien, querías saberlo, no tengo nada que
ocultarte.
¿Y por qué no trataste de buscar a alguien?...
No sé, no solo un amante, sino a una pareja… - Emitió un sonido de queja por mi
pregunta, obviamente le incomodaba el tema.
Silver, creo que tú te has dado cuenta de mi
orientación sexual – Su respuesta me hizo callar, pensando lo muy complicado
que era incluso para mi buscar una pareja.
Jajaja, verdad, perdona…
¿Y tú habías tenido una pareja antes? –
Pregunto con un tono acusante, queriéndome poner tan nervioso como él estaba.
Sí, he tenido mis parejas, todos unos grandes
fracasos… - Me puse a pensar en todas las decepciones de todos mis romances -
Creo que ahora puedo comprender lo que sientes…
¿Si? – Se volvió a verme, esperando algo.
Por eso quería saber… Qué es lo que te atrae
tanto de mí… Con todos los cientos de años que tienes existiendo me cuesta
creer que no haya habido alguien como yo… - Movía mis pies extendido en el aire
como un pequeño niño.
¿Quieres saber lo que me gusta de ti? – Lo vi
atento, esperando lo que fuese a decir – Eres totalmente diferente a mí, solo
eso - Mostré una expresión de curiosidad, queriendo saber a lo que se refería, pero
no termino de aclararme nada – Bueno… Ya podemos irnos – Se subió conmigo sobre
el barandal, parándose sobre este – Confía en mi – Dicho esto, me tendió la
mano para que me levantara y una vez estando parados, el me jalo consigo hacia
el risco, cayendo hacia el vacío.
¡¡AAHH!! – Íbamos a caer sobre un pequeño
jardín que se encontraba en el medio de la mansión aislado, pero antes de
siquiera estar a la mitad de esa gran caída, nos transportamos a otro lugar
totalmente distinto… Había acallado mi grito al ver hacia dónde íbamos cayendo
ahora.
Aun viendo todo ese blanco sus ojos jades
resaltaban sobre todo ese color al igual que su piel. La caída fue amortiguada
por almohadas, colchones, plumas y algodón, la caída más blanda que había
tenido alguna vez, el terreno era tan suave que incluso me hundía un poco entre
todo ese edredón de suavidad.
Me revolqué un poco en la enorme mota de
algodón en la que estaba, echándome sobre todo ese lugar, riéndome por lo irónico
que se sentía saber que al caer de una gran altura te esperaría algo tan suave.
Jajaja, oye, jajaja ¿Qué es todo esto? – Le
pregunte a Mephiles, lanzándole un gran trozo de algodón.
No estoy muy seguro, pero supongo que es todo
el material que usa la mansión para reconstruir los muebles con telas y algodón
– Dijo sacando del fondo de todo esa suavidad varios resortes de diferentes
calibres – Con suerte esto se encuentra bajo toda esta superficie – Se levantó,
caminando con algo de dificultad. Yo seguido me levante, siguiéndole el paso – También
hay otras habitaciones donde contienen, maderas, muebles, telas, espejos, entre
otras cosas.
Sí, he podido ver algunas de ellas– Comente,
complicándose mi caminar, pues cada paso que daba me hundía más en todo el
terreno – Esto parece arena movediza.
Tranquilo… - Ya me encontraba con toda mi cintura
hundida en el algodón, luchando por salir, hasta que mi compañero me jalo por
la camisa sacándome de ese enrollo - ¿Qué tanto pesas que te hundes como un
yunque en el agua? – Me sentí ofendido, mostrando un ceño en mi rostro por su
manera tan tosca de decirme gordo.
Yo digo que me hundo porque a diferencia de
ti, estoy vivo ¡Mírate! Apenas si pareciera que estas sobre algodón – Dije
fríamente, caminando delante de él.
Que rudo – Mascullo, caminando hacia mi lado.
Seguimos hasta encontrarnos una gran puerta de
bronce en el suelo, parecida a la de un bunquer. Seguido, Mephiles la abrió sin
ningún problema, provocando el fuerte rechinar del óxido de la pesada puerta. Dentro
de este había una oscuridad que no se llegaba a iluminar ni con toda la
claridad de la habitación.
Mephiles señalo con la mano que esperara a que
el fuera primero y así salto hacia el vacío, tan solo espere un minuto y salte
también.
Inmediatamente atravesé aquel agujero y fui
sujetado por unos tentáculos, había olvidado esa sensación desagradable; Mephiles
me estaba sujetando con esas largas y viscosas extremidades, manteniéndome
separado de un poso lleno de cristales filosos. No tenía nada de que
sorprenderme, la ironía desaparecía después de lo que había visto.
Esto es ridículo – Me coloco delicadamente en
el suelo para que no me callera sobre el cristal y provocarme varias cortaduras
- ¿Hay alguna razón por la cual pase de una habitación segura a una peligrosa?
– Pregunte estando de pie sobre todos esos pequeños trozos de cristal que se
volvían más pequeños según lo pisábamos.
Supongo que es la oscura naturaleza de la
maldición que se revela en la mansión – Ahora caminábamos sobre todo un pasillo
lleno de cristales en todo el suelo – Si estuviera vivo habría muerto. Si pasas
a un lugar tranquilo y seguro, realmente no te esperas que la siguiente
habitación sea peligrosa, al menos que estés acostumbrado como yo.
Tenía razón, y él claramente estaba más que
habituado a los peligros, con suerte se acordaba de todos ellos y se mantenía
al tanto de que yo no saliera herido.
Continuamos caminando un poco más, hasta
encontrarnos con un camino lleno de grava, las paredes de los pasillos iban
incluso cambiando, pasando de paredes de concreto a paredes de troncos. Pude
escuchar no tan lejos de donde estábamos unos graznidos y resoplidos de
animales grandes, dudando mucho si aún nos encontrábamos dentro de la mansión.
Oh… Supongo que tendrás la oportunidad de ver
de dónde viene toda la comida… - Comento deteniéndose un momento para luego
continuar caminando junto conmigo.
Mis dudas fueron respondidas por el mugido de
un animal, fue entonces que al continuar, las paredes de tronco fueron
cambiando a los de una cerca de madera, las que contenía a cientos de vacas
gordas, era toda una granja, eran como dos o tres hectáreas de campestre,
espacio suficientes para la cantidad de vacas que había en ese lugar. Quede
boquiabierto, impresionado por lo que veía, observando una vaca que estaba frente
mío soltando grandes resoplidos curiosa de saber lo que yo era.
No tenía idea de que… - Las palabras no me
salían, aun no me lo creía. A pesar de toda la magia y el poder de la maldición
en este lugar, ¿Cómo era posible tener a todos estos animales aquí reunidos?
¿Cómo siquiera era capaz de tener un área tan grande dentro de la mansión?
No entiendes nada ¿Verdad? – Dijo agraciado
viendo como estaba estupefacto sin comprender lo que estaba frente a mí -
¿Vistes las grandes hectáreas de campo que hay alrededor de la mansión? Por
algún motivo estas están conectadas con este lugar, le proporciona alimento a
todos los animales dentro de la mansión y la magia da el resto de la
protección.
Eso es increíble… Ya me preguntaba de donde venía
tanta comida – Acaricie al animal, reaccionando asustado al igual que yo –
Jajaja, que pena que en algún momento termines en mi plato…
Hay más – Siguió caminando, guiándome a otro
lugar. Después de girar en una esquina habían más cercas que contenían porcinos
enormes y gordos.
Ugh… Uf – Me tape la nariz, el olor era
demasiado fuerte – Apesta mucho. ¿Cómo la magia puede atender los cuidados que
necesitan estos animales? – Mephiles solo respondió con un levantar de hombros,
dejando en claro que no tenía ni idea – Es asombroso ¡Uugh! Pero muy asqueroso.
Vámonos.
Continuamos un poco más hasta encontrar otro
pequeño cercado, en esta había codornices, pollos, gallinas y pavos gordos y
enormes, era increíble, realmente todo venia de ese piso lleno de animales.
Continuamos un poco más y luego de varios minutos conseguimos otro prado, pero
este estaba lleno de cultivos de hortalizas, tubérculos, bayas e incluso
arboles con frutos.
¡Esto es increíble! – Corrí hacia los cultivos
de tomates, viendo el gran tamaño de sus frutos, podrían confundirse con
grandes manzanas jugosas, se veía tan delicioso que lo limpie un poco con mi
camisa y le di una mordida - ¡Uhmm! Que rico – Era dulce, un poco cítrico y sí
que estaba jugoso – Esto no tiene explicación. ¿Cómo es posible que estas plantas
crezcan si no tiene la luz del sol? – Alce mi mirada y note entonces que no
podía divisar el techo, tan solo una atmosfera brillante de color verde.
Realmente parecía estar dentro de un mundo de hadas.
No sabría explicártelo con detalle, pero la magia
tiene el poder de hacer crecer las plantas. Así de sencillo.
¿Pero de donde viene toda esa magia? Es una
gran cantidad de alimentos, de cosas, de vida, de… - Algo paso por mi mente,
tan solo una pequeña teoría, tan pequeña pero muy relevante. Mi mente se inundó
de una idea, perversa, realmente difícil de pensar, pero totalmente lógica.
¿Silver? ¿Pasa algo? – Pregunto Mephiles,
acercándose donde me encontraba, mientras aún seguía sosteniendo el tomate
mordido, como si este tuviese algo de lo cual asustarme - ¿Silver? Respóndeme…
¿Así se siente cuando me quedo en mis lagunas mentales?
Mephiles… - Susurre, no queriendo perder la
idea de lo que iba a decir – Y si… Y si todo esto… Es para alimentar a una gran
cantidad de gente…
¿Qué? ¿De qué hablas?
¿No lo entiendes? ¿Por qué habría tanta comida
en la mansión? Solo somos tu y yo, en tal caso solo tú y ni siquiera necesitas
comer – Dije con un tono de preocupación - Para que habría tantos animales,
tantos frutos, si no para alimentar una cierta población… ¡Un pueblo entero! –
El rostro de Mephiles mostro total impresión por lo que dije, desviando su
mirada, pesando lo mismo que yo - ¿Acaso la maldición no iba ciertamente a la
mansión si no… A todo el pueblo? ¿O el fin de esta era atrapar a todos aquí?
No… Lo sé – Respondió con un temblar en su
voz. Se llevó la mano donde debería estar su boca, mostrando un terror en su
mirar – No puede ser… No…
Y la magia que proporciona este lugar… Podría
ser… - Iba diciendo, sin estar del todo seguro.
De los mismos pobladores del pueblo… - Termino
de decir, retirando la mano de su rostro – El hechizo céntuplo de succión de
vida mortal… - Menciono un hechizo que se activa si se enlaza con una
maldición, tomando fuerza vital de ciertas personas en una cierta área,
transformando la energía vital en magia, hasta que llegue a la vejes.
Pero esto solo funciona con gente que tiene
magia – Interrumpí aun sin estar de acuerdo al hechizo que planteaba Mephiles.
¿Y quién dice que los del pueblo no tienen
magia? – Quede aún más confuso que antes. Lo que decía, ¿Cómo podía ser
posible? – Los antepasados, los colonizadores del pueblo, todos ellos fueron
hechiceros o magos. No necesariamente todo el pueblo tenga magia en su sangre,
hubo un tiempo donde llegaron gente de afuera que no poseía magia, sin embargo,
la magia se vuelve más grande según el linaje de magos… Todas las personas del
pueblo tienen magia en su sangre, pero toda es tomada para la mansión…
¿Es enserio? ¿Sera posible?... – Ahora me
encontraba sumamente preocupado, había más sentido en el hecho de que si se rompía
el contrato de la maldición esta podía esparcirse en todo el pueblo – Creo que
debemos advertirles a todos.
No, no podemos.
¿Por qué?
Piénsalo bien, Silver. Aun si de alguna manera
convencemos a todos de su situación no estarían del todo preocupados, digo,
todos han vivido una plena vida, no les ha interferido en ninguna actividad
cotidiana o fuera de esta. No abandonarían sus hogares por algo que digan unos
desconocidos – Explico, viendo a su alrededor, pensando al igual que yo la
solución de la situación.
Pero… Ahg. Aun así deberíamos decirles…
No, Silver – Poso su mano en mi hombro,
atrayendo mi desbastada mirada a sus ojos – Por favor, esto se nos escapa de
las manos – Asentí levemente, no queriendo llevarle la contraria, pero aun así
sintiendo impotencia – Esto se resolverá cuando consigamos liberarnos de la
maldición, ya lo veras – Trato de tranquilizarme, tomando mi mano para que nos fuéramos
retirando.
Um, espera. Antes de marcharme… Quiero hacer
algo… - Dije acercándome a unos pequeños tallos en la tierra. Use mi magia para
que estos crecieran, formando una canasta de ramas, seguido lo arranque de su
raíz y fui metiendo los frutos dentro de esta.
Silver… ¿No puedes pensar más que solo en
comida? – Dijo descortésmente, haciéndome reaccionar de manera grosera.
¡Eso no te debe de importar! Tengo mis razones
– Ya había cargado la canasta con lo necesario de ese lugar – Ahora quiero ir a
buscar huevos, llévame – Con desdén, Mephiles me llevo nuevamente al gallinero,
dándome tiempo para ir a recolectar suficientes huevo - ¡Gracias! – Dije
toscamente, caminando delante de él, esperando irnos de aquel lugar.
En silencio, fuimos de una habitación a otra
hasta finalmente llegar a una diferente a todas las demás, esta tenía unas dos
enormes puertas de colores dorados y marrones, parecía antiguo pero lucia bien
cuidado como para confundirse con uno moderno. Mephiles convoco un pentagrama
en la madera antigua de la puerta, provocando un fuerte sonar de engranajes
dentro de este, haciendo que se abriera lentamente.
*Cof, cof* Este es el lugar con más datos e
información de todo el mundo – Estiraba sus brazos y resonaba a su vez los
dedos de sus manos, preparándose para una presentación – Bienvenido a la gran
biblioteca de la mansión.
Mis ojos se iluminaron por una fuerte emoción
en mi pecho, lo que estaba contemplando era posiblemente un lugar buscado
implacablemente por cientos de personas eruditas, deseosas de encontrar el
conocimiento y la historia de cientos de años de todo los lugares del mundo. Las
enormes estanterías, que alcanzaban alturas tan grandes como el de los grandes
pinos estaban repletos de cientos y miles de libros, eran tantos que podía
perder mí vista entre todos ellos como si fueran pequeños puntitos.
Nos adentramos en la biblioteca y la puerta tras
nosotros se cerró resonando su cierre en toda el lugar, un eco que sonó durante
varios minutos. Aun me encontraba embelesado, pensando si llegaría a perderme
en ese lugar tan enorme, se me iba resbalando la canasta de mis manos, hasta
que recordé que ahí se encontraban un par de huevos y lo volví a sostener con firmeza
contra mi pecho.
Sígueme, hay mucho por ver – Dijo Mephiles,
poniéndome atento. Trague saliva y seguí tras de él, paseando mi mirada por
todos lados – Aun no consigo la sección de libros de maldiciones pero puede que
hoy tengamos suerte – Comento girando en una esquina, encontrándonos un pasillo
tan largo que no divisaba el final.
¿Aun? ¿Desde cuándo no la encuentras? ¿Desde
que llegue aquí o desde que estas aquí? – Se quedó callado dejándome con la
interrogante nervioso - ¿Mephiles?
… Desde que estoy aquí… - Dijo en vos baja con
un tono desanimado – Pero puede que hoy lo encontremos – Su positividad no iba
a hacer efecto en mí y menos en ese momento, pero aun así sonreí en respuesta
para que el no perdiera el ánimo – Mmmm ¡Bien! Comencemos aquí – Nos detuvimos
en una estantería, no diferente a las demás.
Si… Comencemos…
No habían pasado dos horas y ya me dolían los
ojos al igual que mi trasero, por estar sentado en el suelo de ese largo
pasillo, pero no tenía opción, no iba a dejar a Mephiles solo en la búsqueda, aunque
envidiaba la velocidad en la que iba leyendo cada libro, como si al abrirlo ya
lo había leído.
Finalmente había terminado de leer el octavo
libro, ya no había nada del poco positivismo que me había dado Mephiles hace
varias horas, solo deseaba hacer cualquier cosa menos leer.
Tome otro libro, de la estantería que tenía a
mi costado en la cual estaba recostado, fingiendo estar interesado en lo que tenía
escrito, hasta que note que tenía imágenes, específicamente de comida, de todo
tipo, ¿Qué hacia un libro de comida en una estantería llena de libros de
hechizos? Al menos… Leí con más calma lo que tenía escrito, revelando el
secreto que tenía el mismo, sonreí entusiasmado, ahora con más razón quería
irme de aquella aburrida biblioteca. Coloque el libro dentro de la canasta, ocultándolo
con todas las verduras y hortalizas; planeaba hacer una gran sorpresa, pero a
penas al levantarme, una mirada se clavó en mí.
¿Terminaste? – Dijo con sarcasmo, sabiendo que
no llegaba ni a una cuarta parte de la estantería. Bufe volteándome a verlo
como un niño siendo regañado para seguir su tarea - ¿Y bien?
No quiero seguir leyendo, tal vez mañana, pero
hoy no me siento de ánimos – Tome la canasta y fui marcando mi camino.
¿Y adonde piensas ir?
Yo… - Claro, como se me podía olvidar que aún
no conocía el laberinto de la mansión como mi compañero. Me detuve en seco,
girando hacia él, caminando con fatiga - ¿Podrías llevarme? – Mephiles soltó
una suave risa, recostándose en la estantería, fijando aun su mirada en el
libro que tenía en manos – ¡Por fis!
Jujuju – De manera coqueta me miro a los ojos
y lentamente me dio un leve toque con su dedo en mi nariz – No.
¡Ahg! ¿¡Como esperas que lea tantos libros
como tú!? – Zapatee el suelo, irritado por tener que quedarme en aquel fatídico
lugar - Quiero irme a otra parte, por favor.
¿Cómo a dónde? ¿A tu habitación? ¿Sin hacer
nada? Te doy oficio para que dejes la flojera – Sermoneo, terminando el libro
en manos al pasar las paginas rápidamente – Esperaras a que termine la
estantería en la que estoy.
¿Qué? – Mire sobre él, viendo lo alto de aquel
mueble, repleto de libros de todos los tamaños – Mephiles, ¡Por favor!
No
¿No hay manera en la que pueda convencerte? –
Pregunte viéndole con carita de perrito necesitado, recibiendo a cambio una
maliciosa.
¿Enserio? – Iba ya terminando otro libro.
Apenas lo cerro, lo dejo caer al suelo, acercándose tan solo un poco a mi –
Jaja… ¿Estarías dispuesto a convencerme?
Yo… - Arrugue el entrecejo, imaginándome a lo
que se refería – No puede ser… - Apreté mis puños y mire por debajo,
queriéndome tragar una cuarta parte de mi orgullo – Vamos… Te gustara una vez
haya terminado.
¿El qué? – Pregunto ansioso, clavando su
mirada en todo mi cuerpo.
Es una sorpresa – Dije coquetamente, moviendo mis hombros de un lado otro.
Mephiles revelo su boca bajo su piel,
llevándose un dedo a esta para mordisquear su garra, pensando en mi petición,
fue entonces que sonrió pervertida mente, teniendo algo en mente, algo de lo
cual me haría arrepentirme un poco.
Bien, si dices que es una sorpresa, no hay
motivo por el cual estés aquí perdiendo el tiempo… – Dijo animadamente,
tomándome de la mano con gentileza. Algo planeaba, de seguro, pero no tenía
idea de que, solo podía verlo con inseguridad por sus palabras y de su
repentina actitud.
¿Enserio? Gra…
Solo si hacemos una pequeña apuesta – Término diciendo,
interrumpiéndome, aunque ya la esperaba con antelación.
¿Una pequeña apuesta? – Dije con tono de
incredulidad, sabiendo que disfrazaba la oscuridad en lo que decía.
Si, solo una pequeña e inofensiva apuesta. Si
es cierto lo que dices y planeas una sorpresa, tendré que hacer una penitencia
de tu parte – Atrajo mi atención de inmediato, pero aún estaba atento por saber
cuál sería el costo de su oscuro juego.
Está bien, entonces…
¡Eso! Solo sí logras sorprenderme y si no… -
Acerco mi mano a sus labios para plantarle un suave beso en su dorso, mirándome
con esos ojos brillantes – Tu harás la penitencia… - Dijo seductoramente. Un escalofrió
paso por cada pelo y púa de mi cuerpo, descubriendo la verdad del juego del
ente, él estaba ansioso, emocionado, incluso podía ver como su cola se agitaba
con la idea de que yo aceptara.
Mmmm… - Tenia que pensar bien en si valía la
pena arriesgarme de esa forma, era mi dignidad lo que estaba en juego, podía
ser paciente y esperar ahí, pero… Realmente… Quería jugar con él y ganarle para
poder ordenarle una penitencia. Sonreí con seguridad, tomando la mano que sostenía
la mía para estrecharla – Trato hecho, mi querido amigo – Reacciono
sorprendido, pero su rostro inmediatamente cambio a uno sereno y seguro,
ocultando su boca nuevamente.
Bien… Entonces te llevare a tu cuarto – Empezó
a caminar delante mío, cruzando sus brazos tras su espalda.
Un momento, yo no pienso ir a mi habitación –
Le interrumpí y él volteo a verme con curiosidad – Es otro lugar en que tengo
en mente…
No tardamos mucho y luego de un par de pasillos
y habitaciones logramos llegar a la cocina de la mansión, era un lugar muy
grande y amplio, y totalmente pulcro. La emoción de comenzar con mi brillante
idea surgía como la inspiración a mi arte, deje la canasta sobre un mesón y empecé
a buscar el resto de utensilios de cocina.
¿Es enserio? ¿Qué no piensas en nada más que
en comida? – Pregunto Mephiles con decepción en su tono de voz. Yo solo lo mire
con una sonrisa quisquillosa, confidenciando mi secreto en una risita – Bien…
Como quieras – Me devolvió una sonrisa, una perversa, imaginándose ya mi
fracaso inminente – Buena suerte, espero que lo logres – ¡Ja! Aun sin el
sarcasmo lo entendía.
Vuelve dentro de dos horas y te sorprenderé… -
Vi como salió del lugar y me recargue de emoción – Ya lo veras… - Dije con una
sonrisa maliciosa.
Los libros iban acumulándose nuevamente en el
suelo, formando una pila de ellos, casi llegando a la altura de una persona
promedia, cada libro caía de las manos del ente que los leía lo más rápido
posible, revisando su reloj cada vez que terminaba uno, estaba bastante
ansioso. Pensaba fingir si era necesario, si Silver llegase a sorprenderlo, pondría
su cara típica inexpresiva, no había forma de que perdiera y el erizo blanco
tendría que acceder.
Ya iba por la mitad de la estantería, dando
por recopilado que esta solo contenía libros de encantamientos para objetos,
pero no había relación alguna con la que había con la maldición. Hubo un
momento que se quedó estático, leyendo una página del libro una y otra vez,
como si no pudiera avanzar más haya, había algo más que lo detenía, era el
hechizo que mostraba…
Ese se ve bueno ¿Por qué no lo probamos con el
erizo blanco? – Pregunto, asomándose para ver el contenido de la página tras
Mephiles.
¡No! – Respondió rechazando la idea del ser
tras suyo - ¡Ni pensarlo!
Oh ¿Qué? No es como si fuera a hacerle daño –
Se movió cual espectro alrededor de Mephiles, tratando de convencerlo – Empiezas
a encariñarte mucho con él, pero no creo que él lo esté haciendo contigo – Dijo
burlonamente, arrebatándole el libro de sus manos.
¡Hey! – Mephiles trato de tomar el libro
devuelta, pero su reflejo ya lo tenía en sus manos atreves del cristal,
releyendo la página – Devuélvelo.
Pfff ¿Por qué? No lo necesitas – Dijo
cosquillosamente, arrancando la página del libro – Ops, bueno, que importa,
aunque… Esto será muy útil para poder tener ese pequeño erisito en nuestras
manos.
¿Nuestras?
Bueno, ¿En las tuyas? Jajaja – Devolvió el
libro sacándolo fuera del espejo – Si llegases a tener el hechizo, claro –
Agitaba las paginas frente a Mephiles burlonamente, riéndose por como su ceño
se fruncía más – No es como si tu hubieras tenido esa idea de la “pequeña
apuesta” – Dijo moviendo sus dedos, resaltando el sarcasmo.
¿Y qué crees tú que le dé de penitencia? – Respondió
Mephiles, sosteniendo el marco del espejo - ¿Tener sexo conmigo? ¿Qué sea mi
esclavo? ¿Qué se deje sodomizar? – Pregunto hipotéticamente, viendo molesto su
reflejo en el espejo que le devolvía la mirada con molestia – Solo quieres
volver a formar parte de lo que ya no eres – Empujo el espejo lejos de él y
este solo floto, girando varias veces a la dirección lanzada.
Se detuvo finalmente, observando aun a Mephiles,
buscando aun en los libros, ignorando a toda costa al reflejo, el cual solo lo
observaba, acercándose nuevamente a él.
No puedes engañarte a ti mismo. Lo deseas – Se
quedó al costado de Mephiles, observando como leía otro libro - ¿Por qué
entonces le hubieras sugerido la competencia? ¿Um? – Se rio maliciosamente,
girando alrededor de él - Qué acaso… ¿Le vas a decir que haga un baile
gracioso? ¿Qué confiese un secreto vergonzoso? ¿Qué te de un beso? Vamos, tu y
yo sabemos que es lo que le vas a pedir, eres un ser sin remedio jajajaja – Se
fue alejando lentamente, dejando a Mephiles con esa idea. Tenía toda la razón…
El calor estaba provocando que sudara como cerdo,
pero aún continuaba cocinando, preparando unos postres en el horno y otros fríos.
Todo estaba quedando exquisito, tal como el libro decía, sin embargo, faltaba
algo más, ¡El toque final! Saque la tarta de fresas y moras del horno,
colocándolo junto con el resto de platillos en una mesa que se encontraba en la
misma cocina.
Había tenido suerte que en ese lugar tenia
mantequilla, leche, vainilla, azúcar y varias especias para preparar platillos
de buena calidad, si no todo había quedado del fiasco. Aparte los platillos ya
listos y decorados en sus platos, esperando para lo mejor; tome el libro que
había sacado de la biblioteca y repase el hechizo una vez más.
¡Bien! Esto va a saber al cielo – Dije,
acercándome a un plato de puré de papas con un omelette recién hecho, incluso
se veía el vapor saliendo de este.
Posicione mis manos sobre la comida y cerré
mis ojos concentrándome para proporcionar el toque final ¡Magia! Imaginaba,
planificaba, sentía como mi magia salía de entre mis dedos y era introducida en
el alimento, uniéndose con este de manera que resaltara el sabor a su máximo
potencial. Seguido me imaginaba el sabor de la comida, los huevos junto con la sazón
de los pequeños trozos de aliños y verduras que había preparado para que esta
quedara tanto dulce y salado, al igual que el puré de papas que este había
quedado más dulce por la mantequilla y la leche.
Así fui haciendo con una pequeña sopa de
tomates, con una salsa para aderezo, unas mazorcas y los postres, todo al pie
de la letra como indicaba el libro, ahora solo quedaba cruzar los dedos, pero
me sentía totalmente seguro para hacerlo. Tape todo y lo deje en la mesa,
preparando los cubiertos y el asiento para el anfitrión de la mansión, el cual
escuchaba aproximarse, escuchando el sonido de sus zapatos al caminar
lentamente hacia mí.
Dos horas… Como dijiste – Dijo chequeando el
reloj de bolsillo, para luego mirarme con una gran ansiedad en sus ojos -
¿Listo para perder?
Listo, pero para ver tu cara de perdedor – Respondí
cruzándome de brazos, con todo mi ego en alto.
¿Qué hiciste? ¿Comida? – Pregunto acercándose más
a mí.
Si – Dije resaltando lo obvio de su pregunta
con mi tono de voz – Vamos, siéntate… - Arrime la silla para que se sentara sin
ningún problema.
¿Crees que no sé lo que estuviste haciendo? –
Dijo sentándose, colocándose una servilleta sobre su regazo, siguiéndome con su
mirada – Sé que tomaste el libro de unión de esencia-magia. Para poder darle
sabor a la comida y que pueda saborearla – Lo que dijo me había cortado tan
solo un poco la inspiración, no sabía que era tan astuto para poder haberse
dado cuenta de eso. Voltee a verle, revelando sin remedio que estaba un poco
nervioso por el hecho de que se había dado cuenta de ello, en cambio, él sonrió
perversamente por mi reacción – Entonces… Comencemos ¿Quieres? – Trague saliva,
pensando en la posibilidad de perder, pero de inmediato me sacudí, haciendo un
lado mis inseguridades depositadas por Mephiles.
¡Por supuesto! – Acerque el primer platillo y
lo destape de su envase de plata, desprendiendo el humo del vapor del alimento,
el olor había sido intensificado, topando su dulce aroma ante nosotros.
Jum. No está mal – Dijo en respuesta al ver la
sopa de tomate frente suyo, tomando una cucharilla para empezar a degustar –
Cualquiera con capacidad mágica puede intensificar el olor, pero el sabor es
algo mucho más complicado… - Se sirvió en la cucharilla, acercándola para dar
el primer bocado.
Silencio, crudo y desesperante silencio,
Mephiles se tomaba su tiempo para ir tomando la sopa, poco a poco, sin hacer ni
un solo ruido, ni siquiera un comentario, solo se lo estaba tomando
calmadamente sin hacer algún sonido, pero aun así, pude ver, que en su mano
libre, apretaba con mucha fuerza el pañuelo en su regazo ¿Acaso sabia mal?
¿Estaba del asco? Sudaba frio del miedo de pensarlo.
Bien… ¿Eso es todo? – Al fin dijo, limpiándose
los labios con el pañuelo, sin mostrar reacción alguna.
¡Cla-Claro que no! – Respondí, acercándole
otro platillo, destapándolo frente a él, revelando el omelette con puré de papas,
acercándole el aderezo de salsa para que pudiera echarle a la cantidad que
gustase – Degusta, por favor – El solo emitió un sonido de desprecio, tomando
los cubiertos para ir picando el alimento, llevándoselo a la boca.
Sus púas se elevaron de punta en punta,
arrugando su rostro mientras apretaba todos los músculos de su cuerpo al haber
dado el primer bocado. Mi rostro palideció, pensaba que debí haber probado la
comida primero, antes de servirle, pero había tenido el tiempo justo, no había
podido practicar lo suficiente, lo único que tenia de consuelo es que podía
hacerlo asquear hasta el final, antes de que me impusiera su penitencia.
Pe-perdona… No sabía que estaba tan malo
Tranquilo… - Continuaba comiendo con calma
todo en el plato, masticando lentamente la comida – Puedo con esto…
No tienes por qué comerlo – Trate de retirarle
el plato, pero su mano me sujeto con bastante fuerza, deteniéndome de
inmediato.
¡No! Tengo que cumplir con la apuesta – Dijo
mostrando desesperación en su mirada, continuando hasta terminar de comerse
todo en el plato.
Algo no estaba bien… ¿Por qué actuaba así?
Hubiera sido cualquiera, habría dejado de comer en el primer bocado… Al menos…
Que no estuviera malo
Bien – Volvió a limpiarse los labios,
acomodándose para levantarse de la mesa – Supongo que fue un buen primer
intento…
Aun no termino – Interrumpí, acercándole otro
platillo, destapándoselo frente suyo, liberando todo el vapor y aroma en su
rostro – Sera mejor que te lo comas todo. Tienes que cumplir la apuesta – Dije
con un tono burlón. Pude escuchar como su estómago rugió, no porque algo le
haya caído mal, si no por el hambre – Vamos, no vayas a dejar que se enfrié.
No, ya continuo… - Volvió a acomodarse en su asiento,
observando la mazorca bien cosida, dorada por la mantequilla en ajo y requesón.
Había descubierto su juego sucio y ahora lo tenía en la palma de mi mano.
Con sus colmillos mordió el maíz, escuchándose
el triturar de estos al ser desprendido de la mazorca, su rostro volvió a
arrugarse, incluso escuche el fuerte zapatear de su zapato contra el suelo; no
mostraba disgusto por la comida, solo estaba aguantando la emoción de
devorárselo todo, evitando mostrar un semblante al hacerlo por lo bueno que
estaba. Se había comido todo el maíz de las mazorcas, exhausto por aguantar
tales sensaciones revividas en su paladar.
Ya casi terminas… - Dije sarcásticamente como
si tratase de animarlo a continuar, sabiendo claramente que él le satisfacía
que fuese así. Sus ojos mostraron algo de miedo, no por pensar en que ya lo
había descubierto, aun no tenía idea, el miedo que mostraba su mirada es de no
saber si podía seguir conteniéndose por más tiempo – También prepare el postre…
- Destape la tibia tarta de fresas con moras ante él, provocando que
reaccionara temeroso.
Está bien… - Tomo la cucharita para postres y fue
acercando temblorosamente el dulce, llevándoselo con mucho esfuerzo a la boca -
¡Ummmh! – Emitió un quejido de gusto, rasguñando la mesa con sus garras, aun saboreando
el bocado de la tarta.
¡Oh! ¿También esta malo? Dios, creo que me
paso a veces, no hubiera imaginado que tan asqueroso había quedado – Mephiles movió
sus orejas atento por lo que dije, ya había notado en mi tono sarcástico que
había descubierto su pequeña farsa.
Lentamente, fue devorándose toda la tarta, sin
dejar una sola migaja, triste por no poder lamer el plato que le sobraba algo
de mermelada. Sonreí de oreja a oreja, viendo el pequeño alivio que mostraba en
su rostro por haber terminado su dulce tortura.
Supongo que es todo… - Se levantó de la mesa,
cambiando su expresión a una fría, ocultando sus labios para no dejar rastro de
emociones – Fue un buen intento, Silver, pero se requiere de más para poder
sorprenderme.
¿Cómo uno platillo extra? – Respondí cruzado
de brazos viéndolo tranquilo. Ver como reacciono fue un gran deleite, incluso
sin boca sus ojos mostraron la ansiedad y la angustia que sentía nuevamente –
Claro, no te lo haré comer, ya pasaste por mucho… - Me fui acercando a la mesa,
destapando el ultimo platillo, revelando un gran trozo de pie de limón – Es una
pena… Supongo que la tirare….
¡No! – Eso era lo que esperaba. Me detuve,
viendo con un rostro falso de curiosidad, pretendiendo no saber lo que trataba
de hacer – Esto también forma parte de la apuesta, tengo que comérmelo sin
importar como sepa.
¡Para nada! Ya ganaste, haré la penitencia, es
obvio que no te he sorprendido ni un poco – Dije alejándome de él, tomando una
cucharilla – Aunque si sería una pena botarlo, creo que probare que tan mal ha
quedado… - Le lance una mirada perversa, viendo como su boca era revelada
involuntariamente, escurriéndose una baba de esta, estando boquiabierto al ver
el postre siendo picado con la cucharilla.
Su rostro mostraba la angustia de ver como el
ultimo postre estaba siendo arrebatado por mí, delante de sus narices, sin
poder protestar, sin poder evitarlo, el ultimo alimento con sabor para su
paladar estaba a punto de desaparecer.
¡Silver! – Dijo tratando de interrumpirme.
Detuve mi mano de llevar un bocado del dulce a mi boca, dirigiendo toda mi
atención a él, esperando su confesión – Yo… Yo… - Titubeaba, denotando un
temblar en su mirar, la cual estaba clavada en el pie – Yo… ¡No puedo permitir
que te comas esa asquerosidad! – Trato de quitarme el pie de las manos pero con
suerte reaccione rápido, apartándolo con mi pie sobre su vientre, empujándolo
hacia atrás.
¡No! Ya perdí ¿O no? – Pregunte esperando que
se contradijera.
No, no… Yo… ¡No te lo comas, por favor! – Iba
atravesando mi pierna, acercándose más a mí. Tenía que actuar rápidamente.
¡No avances más o hare que sepa a estiércol! –
Amenace, colocando mi mano sobre el pie, viéndole retador.
¡No, por favor! ¡No le hagas nada! – Se detuvo,
sus suplicas más su rostro triste estaban sobre mí.
¡Admítelo, admítelo entonces! ¡Admite que
estas sorprendido!
Tu… - Gruñía, apretando los puños con ira -
¡Tu!... ¿Cómo en tan poco tiempo pudiste conseguir liberar el sabor del
alimento a su máximo potencial? – Escuchaba sus gruñidos como los de un lobo
rabioso, pero no sedería hasta escucharlo decirlo.
¡Vamos! ¡O se ira tu dulce pie de limón!
¡¡Aah!! ¡Realmente me sorprendiste! ¡Me
sorprendes en cada momento que bajo la guardia! ¿¡Si!? ¡Tú ganas! Ahora por
favor dame el…
Aquí tienes – Le entregue el plato con el
postre y de inmediato empezó a comérselo con la boca sin usar siquiera las
manos – Wow – Era algo asqueroso, se lo estaba tragando todo como si no hubiera
comido por años ¿¡Pero en que pensaba!? Así era, tal vez había sido muy cruel
con él al haberlo puesto en tal situación.
A pesar de lo grande que era ese trozo de pie,
él ya iba terminándoselo, incluso pude notar como unas lagrimitas salían de sus
ojos por la emoción.
¡Oh Dios! ¡Que delicioso! – Me alegraba de
alguna manera que su reacción no era la misma que la de cuando saboreaba mi
sangre, pues estaría totalmente perturbado – Ah… Ah… ¡Es asombroso!... – Lamia
el plato dejándolo todo limpio recostándose sobre el taburete de la mesa,
sobando su barriga con total satisfacción – Aahh…
A eso se le llama exagerar – Comente, viendo
lo agotado que se encontraba – Jajaja, quien diría que quedo tan bueno…
¿Cómo lo hiciste? – Pregunto sin verme al
rostro, dudando aun de lo que había logrado hacer.
Yo solo seguí lo que decía el libro… ¿Qué
tiene?
Hace falta más que eso, es saber con exactitud
el sabor del alimento, tener una gran percepción… - Empezaba a caminar hacia mí,
explicándome lo muy complicado que era lo que había hecho – No es el hecho de
la cantidad de magia, eso no importa, el hecho es como lograste metabolizar las
moléculas del alimento con tu magia – Quede callado ante si incógnita, sin
tener idea de lo que había conseguido hacer, solo alce mis hombros por
desconocimiento.
Realmente no lo sé, solo… Lo imagine, eso es
todo – Sonreí, orgulloso de mi capacidad con la magia, llevando mis manos a mi
espalda como un estudiante prodigio.
Si… Creo que fue una tonta apuesta – Dijo
mirando sobre mí, pensando bien las cosas – Era obvio que me ibas a sorprender
– Alagado, solo respondí con un movimiento de manos para que parara sus alagos
– Supongo entonces que tu ganas… ¿Cuál será mi penitencia?
Mmmm… Buena pregunta. La verdad solo quería
salir de aquel lugar y restregar mi victoria en tu cara, pero… Creo que ya lo hice
al ver como aguantabas en no decir nada de lo delicioso que estaba mi comida –
Dije burlonamente, mostrándole mis dientes, mofándome de él.
¿Entonces no me pondrás una penitencia?
Por ahora no, pero cuando te lo pida, más vale
que lo cumplas – Le toque el pecho con mi dedo, advirtiéndole de desobedecer -
¿Qué tal si ahora nos vamos a mi habitación?
De acuerdo… Pero… - Tocaba sus dedos varias
veces, apenado por algo - ¿No te habrá quedado algo de ese pie?
¡Ja! Con tu suerte, quedo algo de pie y de la
tarta – Comente, sacando de un envase los dos postres. Pero tuve que esquivar
un rápido mangazo de Mephiles, que desesperado quería devorarse los postres -
¡Hey! ¡Cuidado o lo vas a botar!
Lo siento, ¡Pero es que quiero más! – Pidió
con ojos suplicantes, tomándose las manos como ruego – Por favor, por favor,
por favor – Se acercaba incesante a mí, buscando del alimento.
¡Ya, ya, ya! ¡Contrólate! – Fui caminando a la
salida de la cocina con los platillos en mis manos, mientras Mephiles me seguía
como perro hambriento – Te lo comerás cuando estemos en el cuarto y como una
persona decente.
Probaba una diminuta porción de la tarta y
también del pie, choqueado por el muy potente sabor que tenían este, no podía
comérmelo, aun si lo intentara, pero a Mephiles le parecía totalmente
delicioso, se lo estaba comiendo con más calma, como lo podía hacer un niño
ansioso por los dulces. Le había dado mi porción del postre, viendo como lo
aceptaba contento y se lo comía todo en un parpadeo.
Me alegra que te guste tanto, pero ¿No te
puede dar una indigestión? No has comido nada en años esto podría caerte mal –
Dije preocupado de como se había comido dos pasteles, él solo.
No te preocupes por eso, no es como si tuviera
órganos – Respondió lamiendo el plato con toda la crema.
Si… Cierto – Voltee a ver a otro lado, pero
sentí que se recostaba sobre mi hombro, acurrucándose como un animal sobre mi –
Ehh… ¿Mephiles?
Gracias… - Dijo acorrucándose más en mí,
relamiendo sus dedos y labios – No pensé que volvería a comer algo tan rico en
mi muerte – Podía ver lo muy contento que estaba, su colita se agitaba tan
rápido como podría ir un metrónomo, frotando su cabeza en mí.
Está bien, Mephiles, de nada… Pero… Creo que
ya fue suficiente – Aun sin importar lo que le dijese, seguía acurrucándose más
como un minino buscando cariño. No podía resistirlo, se comportaba tan
adorable, quería acariciarle la cabeza, pero apenas con el suave tacto
reacciono asustado.
¿Q-Qué?– Se sobre salto, alejándose un poco de
mi – Perdona…
Solo trataba de acariciarte – Volví a acercar
mi mano a su cabeza pero el aún no estaba acostumbrado, bajando sus orejas como
si fuese a lastimarlo – Tranquilo… - Cuando al fin pude posar mi mano sobre sus
púas él se relajó, sintiendo con gusto mis caricias.
Que bien – Volvió a frotarse en mi brazo,
acostumbrándose a mis caricias – Un poco a la izquierda – Como si fuese una
mascota mimada le acariciaba en todo su pelaje, dejando que se recostara en
todo mi hombro – Realmente se siente bien… - Sentí como vibraba, asustándome
por un momento, hasta que escuche un fuerte ronroneo, no como el de un minino,
si no como el de un felino grande – Ah… Creo que tus manos estas benditas.
Jajaja, no digas tonterías ¿Realmente nadie te
había acariciado en tu muerte? – Ahora utilizaba mis dos manos para ir
acariciando todo su cuero cabelludo, recibiendo como respuesta un sonido de
satisfacción de su parte – Jajaja, te comportas como un animalito.
Ggrrr – Soltaba pequeños gruñidos, acercándose
más a mí, hasta quedar frente a mi rostro, sobre mis piernas. No había notado
lo grande que era hasta estar lo suficientemente cerca de él - ¿Por qué te
detienes? – Sin darme cuenta había dejado de acariciarlo y él no se daba cuenta
aun de nuestra posición.
Aahh… Mephiles – Trate de retirarlo sobre mí
pero no se movía ni un poco.
¿Um? – Al darse cuenta abrió por completo sus
ojos, viendo directo a los míos – Ah, perdón, Silver. Yo… - Ambos nos quedamos embelesados,
viendo a los ojos del otro, no podía parar de ver esos ojos color jades, tan
brillantes y como me miraban, provocaban una vieja sensación en mí, pero la
rechazaba por completo, no la quería.
Al mismo tiempo nos giramos a ver hacia otro
lado, apartándonos por completo uno del otro. Sentía toda mi cara arder de la
vergüenza y al verlo a él también se encontraba tan sonrojado como yo.
Perdona, que torpe soy… – Se levantó y tomo
distancia de mí, para darme mi espacio – Me deje llevar, es mi culpa.
Si… - Abrace mis piernas, viéndolo aun a sus
ojos – Esta bien… – Desvié la mirada y trate de ignorar el hormigueo en mi
cuerpo.
Mephiles se levantó, sacudiendo su ropa, se dirigió
a un mueble, sacando un libro de un gabinete, sentándose en una silla para empezar
a leerlo en total silencio. Yo tan solo lo observe, aun viendo directo a sus
ojos, pero sin importar por cuento lo miraba, él no volteaba a verme.
Me levante, buscando un cuaderno en mi maleta,
para luego acercarme a la ventana, sentándome en su respaldar, para dibujar lo
que podía ver desde el interior de la mansión, atreves de la ventana…
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
A la mañana siguiente, revisaba todas mis
pinturas, envolviéndolas en un papel especial que había conseguido, para que la
pintura no fuese dañada. Concentrado en lo que hacía, iba terminando con la última
de mis pinturas, guardándola en un cajón de madera con las otras, sellándola
con clavos y pegamento.
Silver – Llamo Mephiles, que estaba esperando
a que terminara con mi quehacer. Le mire, esperando lo que fuese a pedirme, sin
nada de interés – Conseguí unos pergaminos que creo que debes de leer…
¿Pergaminos? – Me acerque a él, tomando uno de
los varios papeles enrollados que tenía en su mano, abriéndolo para leer su
contenido. Leí rápidamente, lo que tenía escrito, quedando atónito con lo que había
– Esto… ¿Qué quieres exactamente que haga? – Sonrió con mi respuesta,
sentándose en el suelo, esperando a que yo me acercara a él e hiciera lo mismo.
No es todo… - Abrió el resto de pergaminos en
el suelo, mostrándome todo lo más relevante – Creo que si combinamos estos
hechizos, puede que logremos corromper la maldición…
No lo sé… Parece muy complicado y arriesgado…
No tienes que preocuparte, por eso traje este
– Me mostro la página de uno de sus libros, revelándome un hechizo que podría
respaldarnos.
Pero uno de nosotros podría…
Yo me ocupare de que nada malo te pase – Me interrumpió,
mirándome con determinación, dándome la confianza suficiente para acceder.
Está bien… Lo haremos…
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Los pergaminos que había conseguido se
trataban de contratos, encantamientos de sellos y hechizos. En total, eran
ocho:
1. El primero era sobre un sello de protección,
“Pantalla contra muerte maldita” la cual podía protegernos si la maldición aun
nos fuese a afectar después de haberla destruido,
2. Lo segundo era un contrato que activa la
primera “Cobijo de mente dañada” Podía provocar perdida de la orientación y
perdida de recuerdos faciales, quiere decir, que podía olvidar como se veían
los rostros de antiguos conocidos, a su vez este hechizo podía implementar la ruptura
de una maldición enlazada por odio.
3. Lo tercero era otro cello, “Sacramento del
prójimo” que podía proteger a una cantidad de personas de ser perjudicadas por
una maldición.
4. Lo cuarto
era un encantamiento para crear un retén entre nosotros y la implementación de
varios hechizos contra una maldición tan fuerte, manteniéndonos unida a esta
hasta conseguir nuestro objetivo, sin ser expulsados o dañados en el intento.
5. Lo quinto era un hechizo de inspección, para
poder averiguar las combinaciones de hechizos y maldiciones que habían sido
utilizados para crear la principal maldición de la mansión.
6. Lo sexto era otro hechizo “Carcomiendo del
brujo” Este específicamente podía activarse si habían sido activado todos los
anteriores hechizos y si el brujo o el hechicero estaba presente para ser
devorado hasta la muerte. El caso era que el presente ya se encontraba muerto,
lo cual anula el hechizo al menos de tener un contra hechizo…
7. El séptimo solo iba a ser activado si uno de
los requisitos era si un propietario de una maldición se encontraba muerto, lo
cual podía activarse, conllevando al anterior hechizo a ser ejecutado, siendo
sacrificado una cierta cantidad de magia, este hechizo se llama
“Desprendimiento de línea viva”.
8. Y el último era una protección por si por
algún motivo la maldición tomara más magia de la necesaria, arrebatando nuestra
fuerza vital por completo. Siendo este un sello muy poderoso, “Halo del cordero
desviado”
Había pasado toda la mañana hasta la noche,
practicando cada hechizo, sello y encantamiento sin descanso, pues corríamos el
riesgo de morir o de desaparecer en el intento, temía esa idea y tenía que
esforzarme.
Ten – Mephiles me había interrumpido en el
medio de la lectura, ofreciéndome un emparedado – Necesitas tener energía.
Gracias… - Tome el alimento y empecé a comerlo
aun leyendo de la vieja hoja antigua.
¿Qué tal si realizamos el hechizo mañana? – Insinuó,
dándome palmadas en mi espalda.
¡No! Mephiles. Tiene que ser hoy, es el Equinoccio
otoñal, la luna estará en su mejor punto para potenciar nuestra magia – Le di
unas grandes bocanadas a mi emparedado terminando de comerlo por completo y
continuar con mi lectura.
Silver… Necesitas estar descansado para cuando
vayamos a hacer el hechizo, no tiene que ser hoy – Me sermoneaba como una madre
preocupada por su hijo trabajador, pero simplemente lo ignoraba – Toma un
descanso, por favor, aunque sea una pequeña siesta…
Mephiles… - Le lance una mirada molesta,
haciéndolo retroceder un poco – No me subestimes, estoy bien – Deje el
pergamino en otro lado y tome el siguiente – Déjame hacer esto, estoy bien.
De acuerdo – Suspiro, antes de salir de la
habitación – Prepárate, quedan pocas horas para la media noche – Yo solo
asentí, sin apartar la vista de las paginas, escuchando sus pasos al marcharse
de la habitación.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Llego la noche. Musitaba rápidamente todo los
encantamientos en latín, procurando pronunciarlos bien y adecuadamente como tenía
que ser en el momento que fuéramos a comenzar el operativo para romper la
maldición. Iba tras de Mephiles, caminando por los pasillos para llegar al
vestíbulo de la mansión, para comenzar.
Apenas llegamos sentí como mi tención cardiaca
cayo por los suelo, el sudor escurría de mi frente, teniendo que pasar mi mano
por mi rostro como si constantemente me cayera un balde de agua sobre mi
cabeza. Mephiles ya estaba marcando con sangre de cabra un pentagrama en el
suelo, no es como si fuéramos a invocar un demonio, la sangre de este animal
protege, como fue en una vez en la biblia; aparte de eso, también colocaba unas
velas blancas alrededor del pentagrama y también algo de ruda alrededor de todo
esto para contención y protección.
Está todo listo ¿Comenzamos? – Pregunto Mephiles,
dentro del pentagrama, esperando a por mí.
Yo… ¡Sí! – Deseaba volver a repasar todo, pero
no había tiempo para dudas. Me adentre en el pentagrama, sin pisar ninguno de
los trases de sangre, esperando a que Mephiles comenzara la primera parte.
Bien… - Nos sentamos en el suelo y nos tomamos
de las manos, recitando el dialecto de los magos antiguos, para poder comenzar
con uno de los hechizos.
Todo marchaba bien, íbamos por el cuarto
encantamiento y no había pasado nada malo, pero no estaba tan seguro, yo solo
continuaba porque Mephiles así me lo ordenaba, tenía mis ojos cerrados con
todas mis fuerzas para no perder la concentración. Ya íbamos a comenzar a ver
funcionar el quinto hechizo, para poder inspeccionar cuantos hechizos tenía
implementado la maldición.
Silver ¿Estas bien? – Preguntaba Mephiles,
preocupado por si había perdido mucha magia.
Lo estoy, comencemos… - Respondí, continuando
con el recitar del quinto hechizo, seguido del de Mephiles, abriendo mis ojos
al finalizar este.
Podía ver a Mephiles sentado frente a mí, al
igual que las pequeñas flamas que desprendían las velas, iluminándonos a
nosotros como la marca de sangre del pentagrama, pero además de todo eso, todo,
sin exceptuar el suelo, se veía oscuro. Por un momento pensé que ya no nos
encontrábamos en la mansión, o que estábamos flotando en la nada, pero eso solo
mostraba que el quinto hechizo estaba en progreso.
Mephiles… Creo que ya lo conseguimos… - Le
avise, separando un poco mis manos de él.
¡No te sueltes! – Advirtió, viéndome con mucha
seriedad, provocando que volviera a sujetarlo con fuerza, como si no fuese así,
pudiera caerme en ese vacío oscuro – Vayamos buscando los hechizos.
Apenas lo dijo, todo en nuestro alrededor
cambio, parecía que estábamos en una especie de pintura, con colores oscuros y
sucios, deformándose como gasolina en agua, parecía espeso y turbio. Tenía que
admitir que estaba temeroso, todo lo que veía era una muestra del poder de la
maldición, ahora solo quedaba estar atento de lo que fuese a mostrarse,
dependiendo de eso, tendríamos que actuar con rapidez o con cautela para
continuar con la inspección.
Miraba a todos mis alrededores, viendo
cualquier cambio en ese ambiente, asustado por ver lo peor de la maldición,
pero tenía que conservar la calma, no iba a ser tan drástico, solo tenía que…
Mi mirada quedo clavada tras Mephiles, aterrorizado por lo que veía… Todo lo
que había estudiado, todo lo que había aprendido, se había ido de mi cabeza, se
había evaporado, no tenía idea de lo que tenía que hacer. Tras Mephiles, podía
divisar un ojo enorme y gelatinoso, con una pupila como la de una cabra, un
iris de color verde y una esclerótica color sangre, esta me miraba atento,
produciendo un ruido asqueroso al parpadear lentamente con sus parpados
marrones.
Mephiles… Mephiles – Susurre, aun inseguro de
hablar y provocar un peligro inminente. Él llamado me miro atento, moviendo
lentamente la cabeza con negación.
Dime lo que ves, en voz baja – Dijo igual de
bajo, sin mover un musculo.
Un ojo… Como el de una cabra, es verde… -
Dije, viendo atento el ojo.
Muy bien… - De inmediato, varios ojos
aparecieron en todo nuestro alrededor, mirándonos atentos. Era realmente
tétrico, incluso podía sentir esas miradas en mi nuca. Era extraño, se sentía
como cuando Mephiles clavaba su mirada en mí, pero ignore tal hecho – Escucha
bien. Recuerda todo lo que aprendiste, ahora es donde debes demostrarlo… Lo que
viene ahora en adelante puede matarnos, si no estás seguro de algo solo dímelo
con la mirada si es posible, estaré atento.
O…Okey… - Dije tembloroso, apretándole
fuertemente las manos.
Si llegamos a ver el origen de la maldición
activaras el sexto hechizo, ya que yo no puedo hacerlo, luego yo activare el séptimo
contigo – Decía, revisando con la mirada todo a su alrededor. Y si llegas a
sentir como mis garras se clavan en tus manos… Activa el octavo… ¿Entendido?
Si…
Bien…
Los ojos a nuestro alrededor fueron
desaparecieron quedando tan solo unos pocos, seguido, la atmosfera a nuestro
alrededor fueron formando siluetas, sombras que eran proyectadas desde las
velas a nuestro alrededor. Parecía un cine mudo, podía ver siluetas de muchas
personas, todas irreconocibles, todas caminando ajetreadas en sus tareas del
campo, hasta que una sombra muy grande y espeluznante apareció, parecía la de
Mephiles, esta con sus garras acerco a todos los ciudadanos a él,
arrastrándolos, amontonándolos a todos sobre sus pies, seguido, los aplasto,
volviéndolos solo un pegote de masa, el cual tomo y fue formando un gran
edificio, no… No era un edificio, era la mansión.
Las sombras se dispersaron un poco, algo ocurría,
volví a mirar a mí alrededor, pero no parecía que hubiera nada de malo, hasta
que mire a mi costado… Había una gran boca, con muchos dientes filosos,
escurriendo una baba, apunto de tomarme con su lengua filosa.
¡Hmm! – Trate de no gritar y pensé de inmediato
- ¡Vuelve después, aún no es hora de comer! – La boca mostro disgusto,
decepcionada, mostrando una curvatura hacia abajo, desapareciendo de inmediato.
Con suerte había recordado que este tipo de espectros se iban como un niño
regañado cuando uno decía esa frase – Mierda… Por poco – Musite.
Bien hecho – Dijo Mephiles. Tenía que espantar
a la criatura, si Mephiles lo hacia esta lo atacaría. Me aprobó, viendo otra
vez a nuestro alrededor, esperando la demostración de las sombras.
Notamos como las sombras ahora mostraban un
aura oscura, el de todos los aldeanos, pero la peor de todas era la sombra de
Mephiles, su aura llegaba hasta lo más arriba del techo, mostrando lo turbio de
este como si fuese el humo de un gran incendio, todas las sombras iban
adentrándose en la mansión y ninguna salía.
Estaba atónito con lo que veía. Entonces si
habíamos tenido razón, no tan exacto, pero si había recobrado el sentido de las
cosas que pasaban dentro de la mansión.
No puede ser… - Decía Mephiles, viendo
incrédulo las sombras – Yo no sé qué decir… - Al parecer estaba consternado, no
podía creer lo que veía, sin embargo, aun la visión no se terminaba.
Las sombras se dispersaron un poco,
apareciendo una pequeña flama, que se podía contemplar con bastante claridad,
esta se acercaba a las personas, tratando de llamar la atención de todas las sombras
pero no prestaban atención hacia esta.
Esta vez las sombras se dispersaron por
completo, algo andaba mal. Volví a buscar por todos lados, algo que no
concordase, pero no encontraba nada. Mire preocupado a Mephiles y este me
devolvió la mirada, igual de preocupado, sin saber en dónde estaba el error,
hasta que inmediatamente sentimos algo baboso sosteniendo nuestros pies, ¡La
boca se encontraba en el suelo! Sujetándonos con sus lenguas.
¡Vuel-Vuelve Después! – Grite al unísono que
Mephiles, pero ya era demasiado tarde, la boca ya nos estaba arrastrando a sus fauces
- ¡¡AAHH!!
¡¡NO!! ¡SOSTENTE BIEN! – Mephiles trato de
sostenerme con sus manos, aferrándose al suelo, pero fue totalmente inútil,
fuimos tragados por completo, cayendo en aquel orificio - ¡¡AH!!
Todo daba vueltas, estaba mareándome,
girábamos en una gran caída de la cual no había fin, hubiera estado tranquilo
por la costumbre de caer en grandes alturas, pero Mephiles no se encontraba
bien, aun sosteniéndose fuertemente de mis brazos, viendo desorientado a
nuestra caída.
¡Mephiles! – No reaccionaba, su mirada estaba
perdida, tratando de buscar algo entre todos esos colores oscuros difusos –
Mephiles… - Había que actuar rápido. Jale a Mephiles hacia mí, abrazándolo para
sostenerme de él con mis piernas, colocando mis manos sobre sus cienes – Mephiles,
soy Silver, vuelve… Estoy aquí, no tengas miedo, te necesito aquí – La mirada
de Mephiles volvía en sí, viéndome algo confuso – Necesitamos hacer esto a la
vez, por favor… - Mi magia hacia que volviera en sí, reaccionando finalmente -
¡Vamos!
Extendimos nuestras manos, emitiendo nuestra
magia para formar una esfera de luz, haciéndose más grande entre nuestras manos
mientras íbamos cayendo. Entonces recitamos un hechizo.
“Daño haces al pensar en degradar, devuelve lo
que has tragado o se convertirá en un mal”
Así, como íbamos cayendo, nos detuvimos en
seco, sentándonos en un suelo que no habíamos visto y todo a nuestro alrededor
se disolvió, volviendo al pentagrama a salvos. Empezaba a sentirme cansado,
pues eso había requerido bastante de nuestra magia, incluso podía ver el
agotamiento en los ojos de mi compañero.
Hay que estar más atentos… Ah… Ah – Exhalaba exhausto,
como si le faltase el aire, volviéndose a incorporar bien – Tengamos más
cuidado ahora, la próxima vez no saldremos ilesos – Asentí, volviéndolo a
sostener firme de las manos.
Las sombras volvieron y esta vez mostro aquella
pequeña flama, pero esta parecía más grande, esta trato de acercarse a la
sombra de Mephiles, provocando que se desencadenara una potente y fuerte aura
por todos lados, esta provocaba que todas retrocedieran, pero la sombra de
Mephiles reaccionaba de manera estrepita, agitándose y temblando. En todo ese transcurso,
aparecieron varias bocas, teniendo que detenernos y alejarlas para ir continuando
poco a poco, esperando ver más de la visión.
Luego la enorme sombra tomo con sus enormes
garras la llama, aplastándola, convirtiéndolo solo en un pequeño humo, el cual salió
traspasando la enorme sombra convirtiéndolo en una sombra pequeña, volviéndose
aquel humo más grande, dirigiéndose a la mansión, adentrándose en ella.
¿Qué? ¿Qué diablos significa eso? – Pregunto
Mephiles sin entender nada.
Antes de que digiera algo, unos enormes ojos
aparecieron sobre nosotros, estos eran diferentes a los demás, eran rojos y con
pupilas filosas, apareciendo seguido de estas la mandíbula de un animal con
filosos colmillos como los de un lobo. Esto no nos hubiera alterado mucho, si
no hubiera escurrido sangre desde su boca, esta chorreaba como una fuente,
trayendo con esta, dientes, ojos, pelo e incluso dedos, los cuales se agitaban
como si estuvieran vivos.
¡Mephiles! – Dije viéndolo sin saber lo que tenía
que hacer.
Tranquilo – Él cerro lo ojos, concentrado en
emanar su energía alrededor nuestro – Piensa en algo que te tranquilice… No te
preocupes…
Está bien, está bien…
Trate de pensar en algo, tan solo se me ocurrió
pensar en lo de ayer. Como Mephiles se retorcía de lo agonizante y dulce de la
comida que le había preparado. Soltaba pequeñas risas de tan solo recordarlo,
tratando de aguantar la carcajada, pero a pesar de todo, estaba dando
resultado, ya la sangre que sentía en mis pies se iba deshaciendo, volviendo
todo a la normalidad.
Bien, veamos que más oculta… - Íbamos a proseguir,
pero algo detuvo a Mephiles.
¿Qué ocurre?
¡¡Ssshh!! – Me callo, viendo asustado tras mío
- No te muevas.
Me paralice por completo, reteniendo el
impulso de voltear a ver lo que había tras mío, pero no fue necesario, algo se movió
a mis lados, pudiendo divisar a mis costados unas enormes garras negras, tan
grandes que podían agarrarme y aplastarme como una cereza. Comencé a temblar,
tanto como un chiguagua asustado e impotente, sin dejar de ver a Mephiles
asustado, temiendo que me llegase a pasar algo.
Podía sentir una caliente y fuerte respiración
tras mío, esta agitaba todo mi pelaje junto con mi ropa, provocando que
gimoteara aún más asustado por temer a ser comido y masticado. Todo empeoro,
cuando uno de los dedos de las garras empezó a golpear el suelo, produciendo un
seco y fuerte sonido en todo el lugar, tan solo mire un poco como esta se movía,
como si estuviera esperando a que nosotros hiciéramos algo. Trataba de
mantenerme en calma, sin mover un solo musculo, esperando que pasara eso, pero entonces
una de las manos comenzó a palmearme suavemente en la cabeza, provocando que me
agitara, hiperventilándome hasta no poder.
Silver, por favor, calma… - Susurro, viendo
igual asustado aquella criatura acariciando mi pelaje.
Ummmm, ha, ha – Chillaba en voz baja,
sintiendo como ahora aquellas garras me acariciaban el mentón y mi pelaje,
queriendo que reaccionara despavorido.
Deseaba que esa cosa se detuviera, suplicaba
dentro de mí a que se detuviera, que termináramos, pero teníamos que esperar,
teníamos…
La garra golpeo fuertemente el suelo,
provocando que todo temblara, al parecer, Mephiles había movido un poco su
mano, posicionándola para lanzar un encantamiento, fue entonces que la criatura
rugió con toda su fuerza, dejándome casi sordo.
¡¡Aaahh!! – Me cubrí la cabeza, agachándome
para evitar que el monstruo se abalanzara sobre mí, pero no fue así. La
criatura había saltado hacia Mephiles - ¡Mephiles!
¡¡¡AAAHHH!!! ¡¡GWAAHH!! – No podía ver bien la
forma de aquella criatura, solo podía ver sus garras asfixiando a Mephiles,
aplastándolo contra el suelo - ¡EL HECHIZO! ¡SILVER!... ¡Gwaaa!... ¡Úsalo! – Su
voz se iba apagando, ahogándose, pero no podía hacer lo que él me pedía.
¡No, Mephiles! – Me levante y convoque un
pentagrama enorme sobre aquellas garras, para que liberaran a Mephiles.
¡Funciono! Se habían desaparecido, y Mephiles volvía a respirar otra vez. De
inmediato lo tome de mis brazos, sosteniéndolo con fuerza - ¡Ya está! Ya está
todo bien, está todo bien – Lo abrase, acurrucando mi cabeza contra la suya.
Me quede así un rato, sobando sus heridas,
preocupado a morir por cómo se encontraba. Al haber escuchado como gritaba me
había helado la sangre, temía más por él ahora y al verlo así de indefenso, me hacía
temblar, no había podido seguir su orden aun que hubiera sido lo más sensato, tenía
que liberarlo primero o si no, lo hubieran hecho añicos. Tan solo quería que
despertara y que no estuviera enfadado conmigo, lo quería devuelta, no quería
que nada malo le pasase.
Entonces comenzó a moverse, empujándome un
poco para incorporarse.
Que dramático… ¿Realmente te haces llamar
hechicero? – Me separo de él, sentándose frente a mí – Eres tan solo un erizo
tonto…
¿Mephiles? – Él alzo su mirada, viéndome con
unos ojos diferente, el color de su esclerótica había cambiado a un color rojo
y estos me veían como si fuera una cosa insignificante.
¡Hola, Silver! Es un gusto conocerte – Trato
de tocarme, pero de inmediato forme un pentagrama para crear una barrera de protección
- ¿Qué? ¿Me tienes miedo? – Dijo con sarcasmo, llevándose una mano a su
mejilla.
¿Quién eres y que hiciste con Mephiles? – Esa
cosa solo sonrió, una sonrisa torcida, horrenda, escurriendo sangre de su boca
- ¡Responde!
¿De qué hablas? Yo soy Mephiles – Tocaba la
pantalla de protección sin poder atravesarla – Soy el que no conoces aun –
Rasgaba con su uña el campo, viéndome con ojos deseosos.
¡Basta, aléjate!
Ahí está, el Silver que conozco y niega su
atracción sexual – Estaba sobre mí, teniendo en medio el campo que se
debilitaba más y más mientras él se apoyaba - ¿Por qué no quitas esta porquería
y te demuestro lo mucho que deseas esa sensación en tu cuerpo otra vez? – Sugirió,
viéndome lujuriosamente.
¡No! ¿¡Cómo diablos es que sabes eso!?...
¿¡Sabes que!?... ¡No me importa! – Pensaba con todas mis fuerzas en que hacer,
no sabía de lo que era capaz esa cosa, tal vez lo mismo que el Mephiles que
conozco, pero no sería piadoso, lo podía ver en su sonrisa, para nada lo seria
- ¡RESPONDE! ¿¡Que eres!? No lo volveré a repetir.
Jejejejeje – Mis amenazas solo le ocasionaban
gracia, viéndome sin nada de temor, mientras moldeaba el campo como si fuese
tan elástico como un globo - ¿Ah sí? Quiero ver que es lo que me harás – Sí que
me hacía molestar, haría cualquier cosa por hacerlo callar, entonces solo
pensé, pensé en todo lo que había hecho y fue entonces que llego la idea a mí.
… ¿Y qué me harás tú, si te permito tocarme? –
Mi pregunta lo animo demasiado, provocando que más sangre escurriera de su
boca.
¿Qué que te haré? Pues… - Se relamió los
labios, limpiando la suciedad en ellos, mientras sus ojos destellaban más que
nunca – Te hare ver el cielo mientras estas en el infierno, mi querido Silver –
Tenia que admitir que esa respuesta me hizo temer y asquear al mismo tiempo,
pero igualmente proseguí.
¿Y por qué permitiría dejarte hacer eso?
¿Por qué? Jajajaja – Su cuerpo temblaba como
si convulsionara, rasguñando el campo provocando que este se deformara como un
trozo de papel – Porque es lo que quieres, es lo más oscuro de tu alma. Puedo
ver tu pecado, tan vivo, resonando, dentro de tu vientre, de tu pecho, gritando
por ese deseo que retienes minuciosamente… - Gruñía, tratando de calmar sus
espasmos musculares, viéndome con seducción en sus ojos – Yo puedo complacer…
Todas tus fantasías… - Ya lo tenía, guarde la calma y le seguí el juego.
Demuéstramelo entonces… - Me prepare,
retirando el escudo, provocando que se abalanzara sobre mí, y en mi más atento
movimiento, rodé sobre él, quedando enzima suyo, estando apresado con sus
garras - ¡Ah! – Sus uñas se clavaban en mis muslos, atravesando la ropa.
Silver, Silver, Silver. Jajajaja – Su risa se
distorsionaba como si estuviera poseído por un demonio, mostrando sus
colmillos, complacido de tenerme así – Vas a disfrutar tanto que no sabrás
cuando te esté haciendo daño... – Dejaba que sus manos acariciaran mi cuerpo,
mientras sentía su miembro golpeando tras mío. Estaba muy asustado, tan
asustado, pero tenía que aguantar un poco más – Pídeme lo que quieras – Iba
acercándose a mí, tratando de envolverme con sus brazos.
Mi respuesta fue nula, pues cuando más se
había acercado a mí, estaba convocando un pentagrama triangular de color azul,
recargándolo rápidamente, antes de accionarlo. La explosión fue lo
suficientemente grande como para mandarme disparado casi fuera del pentagrama
de sangre. Aun aturdido me levante, observando el resto de Mephiles, vuelto
pequeñas porciones de masa en el suelo, que se iban juntando lentamente.
Lo primero que hice fue usar un hechizo de
purificación, retirando esa esencia maligna de él y lo siguiente fue cortarme
la palma de la mano, provocando que esta goteara sangre sobre el montón de masa
que iba formando a Mephiles, lentamente, hasta que finalmente este salió
agotado, quejándose de todo.
Mephiles… Mephiles – Le di unas leves palmadas
esperando que abriera los ojos – Por favor, dime que eres tú.
¿Ya hay más pie? – Dijo en un balbuceo,
levantándose soñoliento - ¿Silver? – Inmediatamente tomo mis manos, sentándose
para continuar por donde habíamos quedado - ¿Qué hiciste que me siento tan
cansado?
Perdona, pero es que esa cosa se adentró en ti
y empezaste a comportarte raro, pero no tu si no como un sociópata raro
pervertido y decía cosas de mi que…
Calla, no te entiendo nada… – Bostezo,
sacudiéndose un poco - ¿En dónde nos quedamos?
Ah… Eh… - Aun sin saber que había ocurrido del
todo estaba confuso, sin saber que responderle aun – Creo… Que falta hacer el
sexto hechizo…
Vamos entonces… - Comencé a recitar el
hechizo, dudoso de si fuera lo mejor en ese momento, pero ya no podía llevarle
la contraria a Mephiles, ya no estaba en condiciones de aguantar por más
tiempo.
Finalmente, pudimos ver parte de los hechizos
implementados en la maldición. Unos eran sobre la piel de un muerto con el
poder del odio, convirtiendo el alma junto con la energía vital en una
maldición, pero esto no era ni siquiera una cuarta parte de la esencia de la
maldición. Otro era sobre enlace de antepasado para otorgar vitalidad y energía
a cosas inanimadas, entre otras. Así pasaron varios hechizos, pero aún faltaban
más y más.
Esto puede que nos tome más de lo que podemos
– Mephiles se encontraba en un estado débil, cayéndose a pedazos como un muñeco
de nieve en pleno verano – Activemos el séptimo hechizo – Dijo viéndome con
soñolencia.
¿Estás seguro?
¡Si!
Okey…
“El hombre está muerto, ya nada ha quedado,
tan solo el dolor de un viejo engaño. Toma el poder de los que se ofrecen a
romper la maldición que enloquece…”
Me detuve por un momento, no solo porque
dudaba aun de si continuar por nuestro estado, sino porque realmente estaba
agotado, ya las palabras no salían de mí, ya no lo conseguiría.
¡Silver! – Escuchaba como me llamaba, pero
sinceramente mis tímpanos empezaban a zumbar, todo se ponía borroso y de alguna
manera, ya me encontraba acostado en el suelo - ¿Estas bien?
No lo vuelvas a hacer… - Musite, confuso por
otros recuerdos – Tengo mucho sueño…
Mierda… - Escuche el sonido de un fuerte
estruendo, y una luz topando en mi cara, después de eso, solo quede
dormido.