lunes, 28 de marzo de 2016

Cuidate

 El caballo del carruaje frente a mí se alteró, pisándome la cola antes de que saliera corriendo con un fuerte chillido. Me dolía mucho la cola, sentía que esta estaba rota, me refugiaba bajo unas cajas, esperando que se me pasara el dolor pensando en hacer nuevamente el intento de buscar a Chuck.

-       ¿Silver? – Diablos, me había encontrado, tal vez fue por estar chillando por el dolor – Silver, ¿Estas bien?

-       Mauuuu… – Le mofe, esperaba que me dejara solo pero tendría que intentarlo en otra oportunidad.

-       Por favor, compórtate – Me tomo, a pesar de rasguñarle y morderle la mano, siseándole con mirada de pocos amigos – No debiste de correr así, pudiste morir. ¿Te lastimaste, no es así? – Se fijó en mi cola doblada de manera dolorosa, lanzándome una mirada preocupada – Fue muy irresponsable de tu parte, sabes que solo quería ayudarte – Paso su mano por mi cola, arreglando la fractura como por arte de magia, dejándome abobado, ya ni siquiera sentía tanto dolor - ¿Lo ves? No quiero lastimarte, ya te lo dije, ahora volvamos a la mansión.

-       ¡Miau! – Trate de protestar, bajando de sus brazos al suelo.

-       Silver, el libro de hechizos que use solo funciona en ocasiones de vida o muerte. aA cambio de liberarte de la maldición, te transformaste en un gato. Si no vuelves a caer en la maldición de la mansión, te quedaras como un gato – Me detuve en seco, volteando donde Mephiles con molestia, sentándome frente a él – Perdona por fallarte, no sabía que terminarías así. Vayamos a la mansión… - Le detuve negando con la cabeza, caminando a otra dirección - ¿Silver?

 Continué, buscando entre las calles la choza del caballero, no volvería a esa mansión de locos sin mis prendas. Ya no más.

-       Silver, hay que volver… - Me desesperaba su tono de voz hasta que al fin llegamos hasta la posada - ¿La choza del caballero? ¡Ah! Quieres buscar tus cosas – Asentí contento de que entendiera, raspando la puerta de la entrara para que la abriera – Vale.

 Se fue derritiendo poco a poco, convirtiéndose en una masa extraña, pasando por el cerrojo de la puerta, abriéndola al momento. Exclame impresionado, viendo como Mephiles volvía a su forma normal. Subí de inmediato las escaleras hasta mi puerta, esperando que Mephiles la abriera nuevamente. Uso su mano, esta vez, quitando el seguro, abriendo la puerta de par en par. Entre corriendo donde mi maleta, rasguñándola desesperadamente.

-       De acuerdo, nos llevamos eso – Tomo la maleta cargándola sin ningún problema. Revise que nada más se quedara, topándome con mi pintura sin terminar.

-       ¡Mauuuu!

-       ¿Qué?... ¿Esto también? ¿De verdad lo necesitas? – Le lance una mirada antipática, haciéndole saber que era necesario para mí – Vale… Esto también ¿Algo más? – Revise un poco más y concluí que era todo. Fui a la salida sin más, esperando que Mephiles me siguiese – Muy bien, vámonos.

 Nos escondíamos por los callejones, esperando que nadie nos viese, dirigiéndonos a la mansión en silencio.

-       Sera mejor que te pongas esto… - Me entrego las sabanas que había dejado, colocándomelas de manera que estas no se me cayeran.

 Mephiles abrió la puerta empujándola, adentrándonos en la mansión sin esperar. Comencé a sentir como mi cuerpo crecía, mis patas se estiraban y las sabanas me dejaban de quedar tan grande. ¡Al fin volvía a ser yo!

-       ¡Bravo! A la normalidad – Me cubrí mejor con las sabanas, no llevaba nada más bajo de estas.

-       Exceptuando eso… - Comento señalando algo tras de mí. Gire a ver, viendo que aún tenía la cola de gato – Tranquilo los efectos desaparecerán luego de unas horas…

-       Como sea… ¿Puedes llevarme a mi cuarto? Hoy ha sido un día muy agotador – Le pedí ayudándole a cargar mis cosas.

-       Está bien – Subimos las escaleras del vestíbulo hacia el segundo piso, yendo a los pasillos, entrando en la segunda puerta que se encontraba en esta, entrando a mi habitación.

-       ¿Pero cómo?... ¿El techo no era la única entrada?

-       Las entradas cambian, al igual que los caminos… Tal vez te llegaras a acostumbrar

-       Espero que no… - Coloque mis materiales de pintar a un lado, volteando a ver a Mephiles que solo se quedaba viéndome – Yo me voy a dormir… ¿Qué vas hacer tu?

-       Me quedare aquí a repasar de nuevo el libro de hechizos de escapes… Así no olvidare en que habitación estas…

-       Pero… Yo necesito… - Calle atormentado por su compañía. Tome mi maletín, dirigiéndome al baño para vestirme. Salí de este sin demorar mucho, recorriendo mi mirada hacia Mephiles que permanecía viendo el libro con gran concentración - No vayas a hacer nada indebido mientras duermo – Le advertí, metiéndome en la cama, arropándome con las cobijas.

-       … Lo intentare – Me respondió, haciendo que desconfiara más de él, sin dejarme ningún remedio si no de esperar que nada malo me pasara en su presencia.
.
.
.
.
.
 Pensé que me encontraba en algún otro lugar, una fuerte luz, un calor topaba con mi cara, despertándome. Abrí mis ojos lentamente esperando encontrarme en mi casa, pero estaba aún en la mansión. No sabía de donde había venido aquella sensación de rayos del sol en mi cara, había un montón de libros sobre la cama rodeándome.

-       Buenos días – Mephiles estaba sentado al lado mío en una silla - ¿Dormiste bien? – No le respondí, me levante dirigiéndome al baño en silencio saliendo de este arreglado y aseado.

-       ¿Has estado leyendo todos estos libros durante la noche? – Tome uno de estos en la orilla de la cama, sin comprender la extraña escritura de esta.

-       Sé que son pocos, necesito un poco más de tiempo… - Dijo con preocupación, terminando de leer otro libro – No consigo más que tontos hechizos para bebes… - Quede en silencio por su comentario, buscando que podría hacer mientras – Después de leer treinta docenas más te llevare a comer ¿Vale?

-       … Está bien, supongo… - No estaba tan hambriento, estaba algo desubicado, esa mansión me daba un sentimiento como si hubiera bebido agua con azúcar y sal. Volví a chequear otro libro más aun sin ver alguna escritura entendible - ¿No hay ningún libro en español o en inglés?

-       No, solo latín antiguo – Respondió sin desviar su mirada de su libro.

      Suspire desanimado, siquiera podía ayudar. Recorrí el cuarto en busca de algo que pudiera hacer. Vi mi pintura sin acabar, sonriendo con entusiasmo, podría ser el momento indicado para terminarlo. Saque mis instrumentos para pintar, tome mi bata para pintar y tome un vaso con agua preparado para continuar.

-       Ya voy por la primera docena… - Menciono Mephiles.

-       Ujum… - Estaba en mi punto de concentración, estaba terminando el terreno en mi pintura con un bello césped de jardín, decorando el resto del paisaje con flores exóticas.

-       Pareces más ocupado que yo…

-       Sshhh… No interrumpas – Mi momento de pintar no debía ser perturbado con nada, sino perdía concentración e inspiración, pero esta se iba perdiendo con lo que iba terminando el paisaje, sentía que algo más faltaba, alguien, algo, no lo sabía… Dios, como odiaba que esto me pasara en alguna de mis pinturas. Cada vez que quedaba en medio de una obra maestra, se me iba la idea y la inspiración, dejándolo sin terminar. Muy pocas veces volvía a retomar la pintura y terminarla, pero para eso tomaba mucho tiempo - ¡Maldita sea! – Lance mi pincel al suelo, harto de quedarme viendo la pintura sin saber que más hacerle.

-       ¿Qué ocurre? – Le mire con un ceño en mí mirar, sentándome en la cama, cruzándome de brazos.

-       Me trabe… ¡Eso es lo que ocurre!

-       … ¿Te trabaste?

-       ¡Si!

-       ¿Los mortales se pueden trabar? – Le mire como si me hubiera insultado, no sabía cómo es que no entendía. Chasquee parándome de la cama, caminando de un lado a otro.

-       Me trabe, ósea que me quede sin inspiración, sin ideas para continuar mi pintura ¿¡Entiendes!? Odio que me pase esto, es como si yo mismo me detuviese, ¡Es horrible!

-       Pero si vas muy bien… - No me fije en qué momento se había levantado de su asiento, quedándose frente a mi pintura – Siempre me había gustado la pintura, pero jamás tome el talento de pintar algo de mi mente o de algo que veían mis ojos.

-       ¡Yo no pinto nada que venga de mi mente! – Regañe acercando a ver mi pintura – Obviamente esto es algo que podrías ver en cualquier selva o en un jardín tropical.

-       ¿Ósea que ese paisaje ya lo habías visto anteriormente en otro sitio?

-       ¡Si!... Bueno, no… Solo he visto este tipo de paisaje en otras pinturas… Pero no es algo que no existe, es totalmente realista – Estaba haciéndolo otra vez, cada vez que hacia alguna pintura me intimidaba la crítica de cualquiera y siempre terminaba a la defensiva – Perdona… Aún no está lista la pintura…

-       Bueno... Eso lo decides tú. Yo podría decir que esta lista, esta muy bien hecha. Pero si sientes que algo falta, entonces búscalo... – Se volvió a sentar en su silla, tomando otro libro para leer.

 Me quede viendo mi pintura un poco más, volviendo a ver a Mephiles nuevamente concentrado en el libro… ¡Ya lo sabía! Tome un gran cuaderno de dibujos de mi maleta, tomando un asiento para sentarme frente a Mephiles.

-       ¿Um? – Lo desconcentre, no quería hacer eso, se había movido de su sitio - ¿Qué haces?

-       Yo… ¿Podría dibujarte? Prometo que no tardare mucho.

-       Está bien… - Apenas termino de decir eso comencé a dibujarle.

 Su rostro primero, luego sus ojos, seguido sus… ¿Labios? Él aun no me mostraba sus labios, eso no importaba… Ya estaba lista la base de su posición, continuando en dibujar sus púas, sus orejas, sus hombros, su vestimenta, sus brazos, sus piernas, él… Estaba muy quieto, parecía una estatua… Era perfecto… Ya casi terminaba, solo quería añadirle unos detalles más y un poco de sombra.

-       ¡Listo! – Estaba contento con el resultado. Había dibujado hasta la silla y el libro en su mano, quería saltar de alegría. 


-       Bien y yo ya termine de leer las treinta docenas de libro. Si quieres te llevo a desayunar - ¿Qué en que momento? Los libros en la cama… ¡Todos! Estaban ordenados en pilas en el suelo ¿Cuándo? Estuve viéndole todo ese momento cada segundo, ¡Estuvo más quieto que una roca!

-       ¿¡En que momento!? ¿Cómo lo hiciste?

-       ¿De verdad no te fijaste? Tal vez fui muy rápido… - Se paró de la silla llevándose su mano a su barbilla – Que más da. Vámonos, mientras más rápido comas más rápido volveré a buscar el hechizo.

 Entonces le seguí fuera de la habitación hacia el comedor. Comí lo primero que vi, comiéndolo con bastante calma, desesperando un poco a Mephiles. Apenas termine este ya estaba saliendo de la habitación sin mí.

-       ¡Espera, Mephiles! – Corrí donde había salido, encontrándome en los pasillos de la mansión solo – Maldición… ¡Mephiles! – No había respuesta, tendría que arriesgarme en buscarlo.

 Camine entre los pasillos de en puerta en puerta, encontrándome la misma habitación una y otra vez. Si que estaba perdido, hasta que trate con abrir la misma puerta dos veces seguida, apareciendo otra habitación en el segundo intento. Impresionado, entre en está, esperando encontrar otro camino.

 Al entrar en la habitación, la puerta tras mío se cerró, no le tome importancia, solo me fije en lo que contenía la habitación. Había un gran espejo como pared, este era bastante peculiar, pues en el espejo habían dos puertas en cambio en la habitación donde estaba habían dos pinturas en su lugar. Fue entonces cuando Mephiles entro por una de las puertas, acercándose desde el otro lado del espejo.

-       ¿Mephiles? ¿Pero cómo diablos? – Estaba al otro lado del espejo, él trataba de atravesarlo pero le era imposible.

-       ¿En dónde estabas? Pensé que no te encontraría Su voz se escuchaba rara, tal vez era por estar atreves del espejo.

-       No te entiendo bien ¿Qué hago?

-      Ve hacia esa pintura – Me señalo la pintura de la izquierda. Asentí, dirigiéndome a la pintura que estaba en blanco – ¡No ahí no! – No le entendí bien, pero seguí, adentrándome en la pintura.

 Al salir de esta, caí al suelo de cara, levantándome rápidamente para sobarme el rostro antes de presenciar mi alrededor. Al parecer ya la pintura ni el marco se encontraba tras de mí, me encontraba en una habitación completamente de blanco, no veía pared, techo u otra cosa, solo sabía que había un suelo en donde estaba parado.

-       ¿Ahora solo tengo que esperarlo? – Estaba incomodado por el gran espacio que se veía en esa habitación, ¿O era un pasillo? ¿O una gran sala? Estaba confundido… - ¿Hola? ¿Mephiles?

 Me senté en el suelo, esperando alguna respuesta, alguna señal, algún sonido, pero tenía que ser paciente, tendría que mantenerme quieto y calmado, por la espera de Mephiles. Pacientemente estuve un buen rato ahí, sin moverme, viendo cosas a través de aquel vacío tan blanco. Pensé que eso solo ocurría cuando estabas en la oscuridad, pero creo que no había mucha diferencia. Respiraba pesadamente, preocupándome más con cada segundo y minuto que pasaba.

-       ¿Mephiles? ¡Mephiles!... ¡Por favor encuéntrame!

 Estaba deprimiéndome, tal vez no había forma de salir… Tal vez ya se había olvidado nuevamente de mí… ¡No! Tenía que confiar en él, no me abandono la otra vez, no lo haría esta vez, me encontraría tarde o temprano ¡Él lo haría! O yo podía buscarlo, tenía que intentarlo, tenía que… ¿Qué era eso? Creía haber visto alguna luz verde azulado. Había una luz que se ocultaba en alguna parte, lo podía ver por el rabillo del ojo. Me levante, girando varias veces a mi alrededor hasta toparme con esta frente a mí, era increíble, me frote los ojos viendo con incredulidad aquella esférica luz verde azulada levitando frente de mí. Quise tocar esta, pero salió disparada hacia otro lado y de inmediato fui tras ella, corriendo tras esta con desesperación, tal vez me llevaría a la salida.
 Corría a todas direcciones por donde la luz se dirigía, esperando conseguir alguna puerta o pintura, pero la misma luz se detuvo en seco, o más bien, continuo de manera muy lenta, levitando hacia arriba, trate de tomarla o atraparla con mis manos, pero sin darme cuenta, frente a mi, había un precipicio, el fin de aquel vacío blanco que terminaba en un fondo lleno de colores pasteles familiares. 
Caí sin remedio a este a pesar de frenarme, gritando desesperadamente, temiendo chocar contra algún suelo que aún no llegaba a divisar. Esperará que algo más ocurriera, algo que me evitara cae. Deseaba volver con Mephiles. Estaba bastante asustado, solo quería volver a estar en otra habitación idéntica a todas las demás,lo que fuese...
 Algo me atrapo mientras caía. Ahora iba subiendo a la misma velocidad con la que iba cayendo hace unos segundos. Voltee tras de mí y Mephiles me cargaba con sus brazos, sosteniéndome fuertemente.

-       ¡Silver! ¡Sostente bien! ¡Vamos a chocar! – Se giró contra mí, quedando boca arriba de cómo íbamos cayendo. Pude ver como terminábamos acercándonos a un prado de flores, recibiendo todo el impacto Mephiles, que me sostuvo con fuerza haciendo volar todos los pétalos de las flores hacia el aire.

-       ¡Mephiles! - ¡Estaba a salvo! Me había encontrado.

-       ¡Te dije que era la otra puerta! ¿¡Que no escuchaste!? – Me regaño viéndome con molestia.

-       Pero yo… - Los pétalos de flor comenzaban a caer sobre nosotros.

-       …Está bien, era un espejo con truco de reflejo, pero debiste de detenerte cuando te lo avise… además ¿Por qué te fuiste del comedor sin mí?

-       Yo… Vi que te habías ido sin mí… Te seguí y luego no te encontré – En ese momento sentía un nudo frágil en mi garganta.

-       Yo no había salido estaba tras tuyo… Olvídalo… Pensé que no llegaría a tiempo para encontrarte… – Mis piernas y mis brazos me temblaban, no sabía que responderle.

-       ¿Cómo sabias que estaba cayendo?

-       Pues… Es lo mismo que me paso a mi cuando entre por primera vez a la sala… - Dios, ¿Estuve cerca de morir? Lo había hecho de nuevo, me había salvado.

-       Mephiles… Gracias – Le dije con un temblar en mi voz mientras unos pétalos caían sobre mi cabeza y mejillas.

-       Silver, no llores – No me había dado cuenta, unas pocas lagrimas salían de mí, pero es que estaba bastante asustado y feliz de que estuviera nuevamente conmigo.

-       Pe-perdona… Solo… Pensé que esta vez no podrías, creo que ya es la segunda vez que me salvas…

-       Silver… - Paso una de sus garras por mi mejilla, retirando mis lágrimas con delicadeza – Ya paso, estas bien – Se sentó, dejándome sobre sus piernas – No dejaría que te pasara nada malo, no si puedo evitarlo ¿Esta bien? – Asentí sonriéndole, tranquilo con su compañía. Acaricio tiernamente mis mejillas, viéndome de manera inusual, acercándose a mí – Te vez tan adorable con esos pétalos… - Me beso la mejilla lentamente, haciendo un fuerte sonido de chupete, seguido me beso la otra mejilla de la misma manera, dirigiendo sus labios a los míos lentamente.

-       ¡Mephiles! – Le detuve colocando mi mano en su cara.

-       ¿Qué? ¿No es el momento adecuado? – Tomo mi mano acercándola a su boca, besándola delicadamente – Creo que me la debes ¿O no?

-       ¡Eres un asqueroso! – Trate de levantarme, pero Mephiles me jalo hacia él.

-       No seas penoso, Silver. Creo que me merezco aunque sea una pequeña recompensa – Trato de acercarme otra vez a él, pero me gire recibiendo su beso en mi mejilla.

-       ¡Mephiles, detente! Me hubieras dejado caer – Le regañe apartándome de él.

-       Silver, solo dime una razón por la cual no deberías darme aunque sea un beso – Lo pensé por un momento, girándome a verle con desprecio - ¿Y bien? ¿Tienes alguna?

-       Solo la única razón de que yo no practico la necrofilia – Le dije seriamente, dejándolo en una especie de shock, quedándose estático en el momento.

-       Eres… Cruel conmigo… - Dijo volteando a ver otro lado – No tenías que recordármelo – Menciono de manera deprimida.

-       Tenía que hacerlo, pues al parecer, olvidas cuál es tu lugar – Me levante de la grama cruzado de brazos.

-       Diría que estas tratando de evitarme a cada momento, Silver – Se levantó con los brazos cruzados de igual modo – Pero no podrás resistirte a mí por tanto tiempo, al menos, claro, que estés negando tu atracción sexual hacia los hombres… - Le mire nervioso, ¿Cómo diablos sabia eso? Sonrió por mi reacción, mostrando una sonrisa de diente a diente.

-       ¿Cómo lo sabes? – Pregunte seriamente, queriendo evitar mostrar mi miedo a que supiera eso.

-       Nada se le puede escapar a un hechicero, Silver – Se fue acercando a mí con esa sonrisa de sabelotodo en su rostro, viéndome con esos ojos verdes brillantes.

-       ¿¡Acaso leíste mi mente!?

-       Yo más bien diría que le di un pequeño vistazo a tu conciencia… - Se llevó un dedo a sus labios, deteniéndose frente a mí – Pero aún sigo sin entender por qué eres tan evasivo conmigo. No creo ser alguien tan desagradable ¿O si?

-       ¡Claro que lo eres! ¡No es el simple hecho de que estés muerto o que seas un extraño ente hecho de alquitrán! Es porque piensas que solo por estar ayudándome o porque este bajo tu techo tienes el derecho de pedirme que tenga relaciones contigo.

-       Yo… No…

-       Sabes que tengo razón, no sigas tratando de coquetearme o de convencerme de algo ¡Que no hare! – Aquella tranquilidad de ese prado desapareció como por un soplido, tornándose todo de colores apagados.

-       Yo… Perdona… No tenía idea de que… Te hacía sentir así – Retrocedió con un doble paso, desviando su mirada al suelo – No pensé que fuera tan... Egoísta... No quería hacerte sentir así... No es tu obligación, tan solo... – Su voz sonó quebrantada. De alguna manera quería retirar lo dicho, no pensé que le había hecho sentir tan mal.

-       Es que, Mephiles…

-       No, está bien… - Volvió a verme sonriendo de lado – Eso me ocurre por no discutir con alguien real… Tantos años… Estaba tan acostumbrado a estar solo que solo me centraba en mí. No recordaba el daño que puedo ocasionar con mis palabras e intenciones – Soltó una leve risa, llevándose la mano a la cabeza – Hay cosas que no puedo saber o hacer con la magia, ¿Sabes? Y es bastante obvio que no eres una persona cualquiera para poder aprovecharme de eso…

-       No hay cuidado… Tengo que ser paciente contigo, tampoco eres una persona cualquiera – Sonreí con simpatía.

-       Lo sé… Te lo tengo que agradecer... Tal vez con solo hablar contigo me baste para sentirme realmente bien – Pude notar un leve sonrojo en sus mejillas pálidas, mientras él se frotaba el brazo nerviosamente – Debería, disculparme como se debe…

-       Ya lo has hecho, Mephiles. Gracias por tratar de entenderme – No podía exigirle más. Con lo dicho, igual me bastaba a mí. Sonrió de oreja a oreja, sonrojándose más, soltando parte de él como si se derritiera - ¡Mephiles!

-       ¿Umm? – Se fijó en su cuerpo, exaltándose por la impresión - ¡Tranquilo! Aveces… Me pasa esto… - Tomo cada parte de aquella masa, uniéndolo a él rápidamente - ¿Ves? Como nuevo… Hahaha – Se veía bastante nervioso, me parecía gracioso, pues nunca lo había visto así.

-       Está bien, creo que me gustaría volver a mi habitación… - Le pedí, llevando mis manos hacia atrás, algo nervioso.

-       De acuerdo – Se giró y camino hacia una dirección, topando con una pared camuflada, abriendo una puerta en este – Salgamos de aquí – Asentí, siguiéndole con toda confianza a la salida.
.
.
.
 En mi habitación se hacía un silencio incomodo, supongo que era porque no había más nada de qué hablar. Lanzaba rápidas miradas donde Mephiles, que chequeaba nuevos libros que sacaba de un cofre, con un rostro bastante pensativo. Trague saliva, pensaba con desesperación algo que decir, algo para que volviéramos a conversar y estar bien, sin resentimientos, sin apatía… Deje de revisar mis pinturas y respire profundo caminando donde Mephiles con uno de mis dibujos. Estuve un rato parado frente a él, esperando que reaccionara y me viese.

-       ¿Uhm? ¿Qué pasa? – Dejo su libro a un lado concentrándose en mí.

-       Quería… Que vieras el retrato que te hice – Le tendí la hoja desviando la mirada.

-       ¡Oh si! Lo había olvidado por completo. Deseaba verlo cuando estuviera terminado – Tomo la hoja de inmediato, chequeando el dibujo durante un minuto – Esta increíble… - Llevo su mano a su rostro, tocándose cada facción como si se viera atreves de un espejo con mi dibujo – No sabía que tenía una mirada tan muerta… - De inmediato me puse nervioso, pensando en mi mal retrato dejándole con malas expectativas.

-       Yo… No se ven tan muertos, solo… Se veían así en ese momento…

-       ¿Enserio? ¿Cómo se ven ahora? – Pregunto, lanzándome una mirada seria. trague saliva, respondiendo apenado.

-       Muertos… - Le vi con benevolencia, desviando la mirada hacia otro lado.

-       Eso pensé… Tengo que ir a la biblioteca ¿De acuerdo? Volveré para la cena.

-       Está bien, ¿Pero que ocurrirá si te olvidas de venir? – Callo sin idea alguna de que responderme, pensando en algo, sin duda – Espera un momento – Busque entre mis cosas un reloj de bolsillo de bronce y plata, entregándoselo a Mephiles en sus manos – Venme a buscar a las ocho, revisa el reloj cada vez que puedas y ni se te ocurra perderlo.

-       De acuerdo… Eso creo… Lo cuidare no te preocupes – Introdujo el reloj en su pecho, uniéndose a él, provocándome un fuerte escalofrió – Hay unos libros dentro del baúl, están en inglés, puedes leerlos si quieres.

-       Okey. Muchas gracias – Salió de la habitación por una puerta, dejándome con el dibujo en el asiento donde estuvo ocupando. Lo tome y lo chequee nuevamente, no me parecía que tuviese una mirada muerta, más bien, perdida en el pensamiento infinito. Casi parecida a la mirada de mi padre…

 Revise la pila de libros que Mephiles estuvo leyendo. Sin entender alguna sola palabra de estos los deje en su sitio, abriendo el baúl para ver su contenido de libros modernos y famosos. Sonreí de lado al ver el libro “Elixir para reyes” había leído este de pequeño cuatro veces, atraído por su gratificante información sobre la medicina que usaban en aquel entonces y como aprovechaban de la ignorancia del pueblo para cometer milagros y asesinatos. Lo deje de lado a pesar de ser tentado a leerlo nuevamente, tomando un libro de poesía. Fruncí el ceño, amargo de los libros de poesía desde que tenía doce años de edad, obligado por mis padres a leer docenas de estos.
 Pase a los siguientes libros, tan solo varios sobre novela romántica, versos, poesías y entre otros asociado a ilusiones de amor. Comenzaba a pensar en lo cursi que era Mephiles por tener este tipo de colección de libros, hasta que me topé con uno que jamás había visto “Las penas del joven Werther” escritas por Johann Wolfgang Goethe. La portada junto al título me atrapo, manipulando mis manos para abrirlo y leerlo como un hambriento por la lectura.
 Parecía interesante, algo deprimente y sombrío al comenzar, algo cercano a la realidad pero también dramatizado a tal punto de hacerte creer en lo que decía el protagonista y narrador del libro, y como había de pensar, era algo totalmente diferente a cualquier cosa que había leído, no sabía porque nunca había oído antes de este libro. Mis ojos se habían agotado de inmediato, algo raro de mí, pues el libro no era tan largo y yo devoraba estos en tan solo dos horas, tal vez no había dormido bien, eso era todo… Chequee unas páginas más, comenzando la redacción de varios encuentros con chicas, terminando fatal en el aspecto de romance.

-       Este chico tiene tan mala suerte como yo – Comente en voz alta cerrando el libro – Que más hay… - Abrí el baúl en busca de más libros u otra cosa, pero el resto de ellos eran solo novelas románticas y poesías – Que ridículo ¿Qué acaso no tiene otra cosa?... Vacié todo el baúl, consiguiendo en el fondo de este una pequeña caja de madera con simples talladuras hechas a mano - ¿Hmm?

 Sonreí curioso, se veía muy lindo, trate de abrirla pero esta no se forzaba, toque cada parte de esta tratando de hallar un cerrojo o alguna manija para abrirla. Al pasar mi mano bajo de esta se escuchó un Clic abriendo la tapa de la caja, de inmediato asome mis ojos al interior de esta encontrándome un fondo negro sin nada. Confundido, metí mi mano en esta, percatándome que esta no tenia fondo, logrando introducir todo mi brazo. Aun asombrado, no logre hallar nada, colocándola boca abajo, agitándola para ver si salía algo de esta. Volví a ver dentro de esta a ver si salía algo, hasta que un poco de tierra me cayo en el ojo, soltándola de inmediato al suelo. Limpie mis ojos rápidamente, fijándome en la cajita de madera que ahora soltaba tierra de su interior, formando un pequeño montículo de esta.
 Retrocedí impresionado, levantándome de golpe por lo que sucedía, aquel pequeño montículo se hacía más grande con cada segundo. Trate de cerrarlo pero este salía con mayor fuerza al tratar de detenerlo, saliendo a montón la arena de este. La arena ya cubría gran parte del suelo, llegando a cubrir las patas de la cama. Me apresure en tomar mis cosas y salir por la puerta pero al abrirla me encontré con la pared de la habitación.

-       Ahora si estoy jodido… - Gire tras mío, viendo como ya el montículo alcanzaba la altura de la mitad de la habitación. Bastante preocupado sostuve con firmeza mi maletín y mis pinturas, subiendo el montículo de arena que ya tocaba el techo.

 Con bastante dificultad, escalaba la montaña hundiéndome en la arena y resbalándome, deteniéndome cada momento para no perder el equilibrio y caer. Casi al final de la copa, comenzó a sacar más arena, rápidamente y a montón, enterrándome las piernas de inmediato. Trate de salir, pero más arena salió de la copa, tapándome parte del torso. Tenía que actuar rápido. Me levante como pude, rodando hacia abajo, volviéndome a levantar rápido, huyendo de la arena que emergía más y más, la cual comenzaba a enterrarme. Con suerte, otra colina de arena se había formado, subí rápidamente hacia la copa de esta, viendo tras mío como la habitación estaba ya repleta de arena, deteniéndose, dejando tan solo un pequeño espacio.
 Podía tocar el techo con tan solo estirar un poco mi mano y lamentablemente me encontraba atrapado entre ese pequeño espacio y no sabría si habría aire suficiente para poder esperar a Mephiles. Tome una gran bocanada de aire y suspire pesadamente, estando sentado en la arena. Me abrase de mis rodillas, viendo un puto muerto.Que deprimente era estar en peligro a cada momento y que alguien siempre tenga que estar salvándome. Tal vez Mephiles se molestaría al llegar a ver todo este desastre, pero me daría igual, yo estoy atrapado aquí con todos los peligros de su hogar, él tenía que tomar esa responsabilidad.
 Escuche como la arena se movía cerca mío, a mi frente esta se hundía, al parecer algo iba a salir de esta. Retrocedí un poco apretando mis puños con fuerza, esperando sacar el coraje para enfrentarme fuese lo que fuese a salir. Unas orejitas negras se asomaron por la hendidura, moviéndose rápidamente antes que el resto de la cabeza de Mephiles saliera.

-       ¿¡Qué diablos hiciste!? – Torcí los ojos relajándome un poco – Me voy por tan solo unas horas y ya llenaste la habitación de toda esta arena – Volví a tomarme de mis piernas mirando hacia otra parte - ¿Siquiera me estas escuchando?

-       Disculpa, pero no todos los días te adentras en una mansión embrujada donde todas las cosas te puedan matar. No me dijiste que en el baúl estaba esa caja llena de arena.

-       ¿Caja?... Oh, no… - Termino saliendo del hoyo sacudiéndose toda la tierra, viéndome preocupado – Lo había olvidado… - Chasqueo, rascándose la nuca apenado – Debí de decírtelo… - Le mire casi con ironía, frunciendo el ceño – Perdona… - Se quedó viendo un rato el alrededor pensando en algo – Como sea. No podrás quedarte en esta habitación, te buscare otra donde te puedas quedar a dormir – Me extendió la mano para ayudarme a levantarme. Tarde mucho en tomarla, realmente harto de toda esta locura.

-       Lo que sea… - Él trono los dedos, provocando que se abriera un agujero en la arena, indicándome con su mirada que saltara primero. Le devolví una mirada de inseguridad, saltando preocupado al agujero, sin idea alguna de donde este me llevaría.

 Sali por una pared, cayendo en un mueble de uno de los pasillos. Mirando a mí alrededor, fui interrumpido pues Mephiles vino tras de mí, golpeándome fuertemente la nuca, tumbándome al suelo junto con él.

-       ¡¡Mephiles!!

-       Perdona, perdona… - Se levantó de inmediato de mí, tratando de ayudarme a levantarme, pero le di un codazo para que me dejara quieto.

-       Aahhh… Solo vayamos a la siguiente a habitación de una vez por todas – Él callado y de seguro bastante apenado, me guió entre los pasillos hasta encontrar al fin una puerta color metálico.

 Abrió la puerta, mostrándome el interior de la habitación desde afuera. No había imaginado poder encontrarme una habitación más elegante que la anterior, que equivocado estaba. Entre primero, paseando la mirada en toda la habitación con un sentimiento de autosuficiencia. La habitación a pesar de tener ventanas tan grandes que llegaban casi hasta el techo, tenía un color opaco por el color grisáceo plateado de las paredes y de algunos muebles, Las cortinas, junto con las sabanas y cobijas eran del color bronce claro, al igual que el resto de los muebles dentro de esta, con candelabros de platas en cada parte de la habitación y el suelo cubierto con una alfombra color azul marino, el más oscuro que pudieras ver…

-       Y… ¿Te gusta? – Pregunto tras de mí con un tono de inseguridad en su voz. Gire un poco mi cabeza mirándole por el rabillo.

-       Está bien – Respondí con una sonrisa agotada. Me frote los ojos viéndole durante unos segundos, asegurándome de que estaba preocupado de mi actitud – Aaahhh… - Suspire para sentarme en una de las sillas en la habitación, retirándome uno de los zapatos para sacar toda la arena que este llevaba.             

 Escuche el carraspeo de su voz con un murmullo bastante débil, al parecer trataba de disculparse nuevamente. Volví a mirarle, encontrándome con esos ojos muertos y tristes. Me retire el otro zapato sacándole toda la arena, sin apartarle la mirada.

-       Mephiles…

-       No sabes lo muy avergonzado que estoy, Silver. Con lo bien que habíamos avanzado, te vuelvo a hacer sentir como un ratón en un laberinto con trampas… - Cruzo sus brazos tras de él, viendo hacia el suelo – Entiendo que ya no quieras hablarme, es estresante para ti hablar con este mequetrefe que lo olvida todo y que después te esté regañando…

-       Mephiles, me han conocido como a un hombre muy paciente en toda mi vida. Muy pocas veces muestro como me exaspero – Le comente con gravedad en mi tono de voz, levantándome descalzo del asiento, acercándome a él, cruzándome de brazos - Y tú, Mephiles. No serás el primero que me hará perder la cordura ¿De acuerdo? – Termine diciendo, con una sonrisa confiada, rozando la yema de mi dedo índice en su barbilla.

-       Yo… Está bien – Mostró una sonrisa nerviosa, mirando hacia mis pies más erguido que nunca, notando su verdadero tamaño.

-       No hemos retrocedido y no lo haremos al menos que hagas cosas indebidas – Me gire para tomar mis zapatos y dirigirme a la cama, sentándome en esta para probar su comodidad – Estaré bastante bien aquí, muchas gracias, Mephiles.

-       De nada – Río casi conteniendo una carcajada, acomodándose la camisa – Yo… Tu… ¿Vas a querer ir a cenar?

-       Otro día. Se ha ido mi apetito. Quiero estar un rato tranquilo para acostumbrarme a esta habitación – Frote mis manos en la cama, palmeando esta un par de veces – Así que solo procura en no olvidarte de buscarme para el desayuno.

-       ¡No lo hare! Se lo prometo – Dijo colocando la palma de su mano en su pecho – Se dio media vuelta caminando hacia la puerta de salida.

-       ¿No tienes que advertirme de otra cosa más con lo que me pueda topar en la mansión? – Le detuve en seco haciéndole pensar detenidamente.

-       ¡Oh, sí! Casi lo olvido. Si te llegas a topar con un espejo rectangular con enmarcado de oro con flores, no mires ni hables con el reflejo y trata de romperlo si tienes oportunidad – Me dejo algo atemorizado aquella advertencia, pero asentí con duda y una sonrisa nerviosa.

-       Vale, jeje, lo tomare en cuenta…

-       Cuídate… - Y así salio de la habitación.