Que agotado me encontraba. Habíamos pasado varias horas
caminando por los pasillos, pasando de cuarto en cuarto, cada uno igual al
anterior. Tenía decidido decirle al huésped de la mansión que me quedaría a
dormir en un mueble en alguno de los pasillos, pero apenas abría la boca él
alzaba la mano en señal de que hiciera silencio, pues volvía a sus memorias
oxidadas y daba media vuelta en busca de algo específico. Ya no aguantaba más.
Sin fijarme en un doblado de la alfombra del pasillo, tropecé cayendo al suelo
con toda mi cara.
- ¿¡Estas bien!? – Dijo el huésped percatándose
que me caí.
- Bastante bien si me lo vuelve a preguntar.
Estoy tan cansado que podría quedarme aquí a dormir – Le respondí con una
sonrisa pero aun agotado.
- ¿Cómo es que ustedes los mortales se pueden
cansar tan rápido? – Su pregunta me era irritable, pues el más que nadie sabía
cómo era ser mortal, pero suponiendo que con el tiempo lo había olvidado, él
nunca se habría considerado como uno.
- Te es fácil decirlo, tú no te cansas al
caminar – Me levante del suelo con muy pocos ánimos, queriendo menos que nada seguir caminando - ¿Cuánto falta para llegar a la dichosa habitación?
- Ya queda poco…
- Eso me dijiste las anteriores cuatro horas. Ya
no puedo seguir caminando. ¿Qué acaso no existe un atajo? – Cualquier otra cosa
que dar otro paso más, me decía, ¿Cómo querría seguir caminando después de
sentirme perdido con mi guía?
- Créeme, lo que no quieres son atajos en esta
mansión…
- Me da igual, estoy agotado – Temía por lo que
había dicho, pero si no pasaba nada malo podría soportarlo – Tomemos el atajo,
por favor.
- De acuerdo – Se giró hacia mí, sacando sus
tentáculos por su vientre y cintura. Retrocedí por un momento por el miedo de
estos, sin embargo él me calmo – Tranquilo, no te haré nada malo – Me sostuvo
con estos tentáculos, levantándome del suelo. Mostraba el miedo en mi rostro,
no me sentía del todo seguro pero no me quedaba de otra – Prepárate y no grites
tan fuerte…
- ¿Qué? – Movió todo su cuerpo rápidamente de un
lado, haciendo que sus tentáculos me arrojaran con bastante fuerza contra una
de las ventanas del pasillo, rompiéndola de inmediato - ¡¡AAAAAAAAAHHHHH!! –
Iba cayendo rápidamente a un vacío, me hubiera hecho enzima si no hubiera caído
sobre algo bastante blando - ¡Ah!... ¿Qué?... ¿Cómo llegue aquí?... – Estaba
sobre una gran e inmensa cama, dentro de una habitación con tapiz color
carmesí, con su suelo color blanco mármol y con muebles de color negro carbón.
Mire arriba de mí, en busca de un techo, encontrando un vacío oscuro del cual
salió el brujo, cayendo sobre mí en la cama - ¡¡Aah!!
- Te dije que no gritaras tan fuerte – Estaba
sobre mí, y me decía aquello con una serenidad pero a la vez con una seriedad
en su rostro que me incomodaba – No me gusta escuchar ruidos molestos.
- Lo siento, pero la próxima me avisas cuando me
vayas a lanzar de una ventana – Dije de manera regañada, pero ni caso hizo de lo
que le dije.
Su vista se clavó en
el cuarto, quedando de nuevo en silencio con él, al parecer se tomaba su tiempo
para pensar en cada cosa, como si el tiempo no transcurriera, pero yo no tenía
la suficiente paciencia para estar con él sin decir alguna sola palabra. Me
incorpore con dificultad en la cama, acercándome a él para moverle del hombro y
volviera al cuarto.
- Hey… ¿Qué ocurre? – A pesar de moverle y
hablarle no volvía en sí, manteniendo su puño en su barbilla y su mirada vacía
en un punto muerto - ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?... – No había respuesta, parecía estar
en trance.
No quería tener que
golpearlo para volverlo a la realidad. Me acerque a él, percatándome de su
rostro inmóvil, me acerque aún más viendo sus ojos verdes sin algún brillo, sin
moverse, en un punto fijo. Me causaba escalofrió, pero no era de sorprender de
un muerto, me acerque aún más a su rostro, estando unos pocos centímetros de
él, sentí su respiración pesada, alterándome por un momento. No esperaba que él
aun siguiera respirando… Después de muerto. Me sentí raro, estaba bastante
cerca de él, apostando que nunca había estado así de cerca de alguien de esa
manera. Su respiración topaba con todo mi rostro, tanto así que me dejaba de
alguna manera embriagado.
- ¿Qué diablos haces? – Dijo impresionado de mi
cercanía, dejándome más que asustado.
- ¡¡Ah!! – Retrocedí frenéticamente cayendo a la
cama.
- Te he dicho que no grites tan fuerte – Su
rostro mostró molestia con mi grito, cerrando los ojos con fuerza.
- Pe-perdona… - Sabia que todo mi maldito rostro
se encontraba rojo, sentía el ardor de mis mejillas y orejas como si me
quemaran al rojo vivo, pero tenía que buscar excusas rápido - ¿Estabas
escuchándome todo este tiempo? – Le replique aun asustado.
- No, hasta que sentí tu respiración en mi rostro
– Dijo con ironía.
- Yo… Yo solo quería ver si estabas bien… Eso es
todo – Voltee a otro lado para apartar su mirada juzgadora.
- Vale… Supongo que aquí dormirás por el resto
de tus…. Por el resto de tu estadía quería decir… - Se lo que iba a decir, pero
lo ignore haciendo de creer que no había dicho esa frase “sub-rayada” –
Recordaba esta habitación con otro diseño, pero qué más da…
- Está bien, aunque no me gustan mucho sus
colores oscuros – Le comente levantándome de la cama, pasando alrededor de los
otros muebles. Me quede viendo el hermoso suelo blanco, que era lo único que me
llamaba la atención en toda la habitación, su brillo era deslumbrante y podía
ver mi reflejo en este. Vi su reflejo en la orilla de la cama, como me
contemplaba fijamente desde mis espaldas, me gire rápidamente provocando que volteara
la mirada hacia otro lado – Oye, disculpa que te lo pregunte a estas alturas,
pero ¿Puedo saber tu nombre?
- ¿Mi nombre? – Callo nuevamente, pero no tardo
tanto en responder – Me llamo Mephiles… Es lo que me acuerdo…
- Mephiles… Es un gusto – Le tendí la mano
esperando que la estrechara pero inclino su cabeza de lado como respuesta, sin
saber qué era lo que hacía.
- ¿Qué es eso? – Me pregunto viendo mi mano con
curiosidad. Sin responderle tome su mano y la moví de arriba y abajo
completando el saludo.
- Así se saluda – Le dije al fin.
- Tenía muchos años sin saludar a alguien de esa
manera… - Miraba su mano como si le hubiera dejado manchada – Es un placer,
Silver.
- Igual, jajaja – Estirando todo mi cuerpo me
volvía a sentir a gusto, sobre todo en una habitación de una alta clase –
Disculpa por mi abuso… ¿Pero no tendrás algún baño?
- ¿Necesitas cagar? – Pregunto de manera
imprudente dejándome apenado.
- ¡No! Yo… Yo necesito hacer mis necesidades…
Bañarme… Eso.
- En ese caso, si. Sígueme – Se levantó de la
cama, caminando hacia una pared del cuarto, esperando a que fuera con él.
Al atravesar la
pared nos encontramos en el baño. Sé que mi color de piel era blanco, pero
aquel blanco de ese baño me dejaba casi ciego, todo blanco, pero el diseño de
este me dejaba más que encantado, tenía ya ganas de bañarme en la gran tina
circular que estaba en el medio de toda esta en el suelo. Mi emoción era tan
grande que me empecé a quitar toda mi ropa, comenzando con mi camisa y
pantalones, quedando solo con mis botas y mi ropa interior.
Voltee a ver a
Mephiles con alegría, topando un rostro bastante rojo, viéndome con impresión.
Recordé al momento con qué clase de persona estaba, tomando rápidamente toda mi
ropa en el suelo para cubrirme como pude.
- Disculpa… ¿Me puedes dar un momento? – Dije
con amabilidad, tratando de cubrir mi cuerpo y mi rostro avergonzado con mis
prendas.
- …. – Maldición, se había vuelto a quedar en su
limbo, o tal vez en shock… ¡O tal vez solo fingía para seguir viéndome!
- ¡¡HEEEY!! – Grite con fuerza sacándole de su
mente.
- ¡Ah! ¡Si, si! ¡Ya me voy! Te espero afuera –
Salió rápidamente del baño, dejándome con mi privacidad.
Suspire con fuerza,
dejando mi ropa en el blanco suelo del baño, quitándome el resto de mis prendas. Al
fin, podía tomar un baño después de varios días, mi piel aclamaba por sentir el
agua tibia. No tarde en abrir las llaves para llenar la tina hasta el tope,
seguido para sumergirme en esta.... ¡Dios! gracias por esta bendición que varios no
podrían tener y menos en un baño tan precioso. Agradecía en voz baja, mojando
las púas de mi cabeza hasta dejarlas empapadas, para luego tomar el champú y
restregarlo en todo mi cuerpo con este, quitando toda la mugre que traía, así
fue hiendo para luego lavarme con el jabón y salir de la tina reluciente y más
blanco que el mismo baño.
Quede impresionado
con lo sucio que había dejado el agua, esta era de color gris, lleno de una que
otra de mis púas que de vez en cuando se caían. Solté el agua, limpiando el
resto de esta para luego ir a la salida, pero algo me detuvo… Me encontraba
totalmente desnudo, a simple vista no pude encontrar alguna toalla, tuve que
buscar por varios gabinetes hasta encontrar una toalla pequeña que era lo único
que pedía. Me tape mi entrepierna con esta, apenas si cubriéndolo y salí de
inmediato, atravesando aquella pared gelatinosa.
- ¿Ya estás listo?... – Dijo volteándose a
verme, pero se había quedado embelesado y de seguro volviendo a su mundo,
dejando su rostro de idiota.
- ¡Hey! ¡Vuelve! Necesito ropa, por favor – Le
saque de sus pensamientos rápidamente, haciéndole reaccionar y girar hacia otro
lado.
- Si, si… Ya te había buscado ropa – Fue hacia
un mueble y trajo unas prendas entregándomelas. Las tome y las revise
rápidamente, pero lo que tenía en mis manos no era más que ropa de mujer. Le volví
a mirar, viendo que desviaba su mirada totalmente sonrojado.
- Pffff… Jajajajajajajajajaja – Eso era lo que
me daba, gracia, sabía que solo trataba de fastidiarme, eso pensaba, ¿A quien
más se le ocurriría traerme ropa de mujer? Él no podría ser el primero – No
sabía que tenías un buen sentido del humor, jejejeje.
- … - Su silencio no era más que de pena, lo
veía en su rostro sin boca sonrojado, que apuesto si la tuviera, la hubiera
estirado de manera de no tratar de sonreír – No tengo más ropa más que esa…
- … No… Me molestes – Musite viéndole con regaño
– No me voy a poner eso. Dame tus ropas si es necesario.
- No recuerdo donde están – Tenia un tic en mi
ojo, sentía el temblar de mi parpado que no paraba de moverse. Suspire con
fuerza pensando en cómo hacer entender a este sujeto que no me las pondría.
Deje la ropa que tenía en mis manos en la cama y le vi con seriedad.
- Escúchame bien. Soy un hombre, no una mujer ni
un travestí, no voy a usar esa ropa ni porque este por morirme de hipotermia –
Replique acomodándome mejor la toalla.
- Creo que lo estas tomando de mala manera. Si en
verdad necesitaras ropa no te molestaría usar estas.
- ¡Claro que me molesta! ¡Sé que tienes ropa en
alguna parte de esta enorme mansión! Así que o empiezas a recordar y la buscas
o tomare la que llevas puesta.
- Yo no traigo ropa…. – Arque mi ceja y abrí mis
labios tratando de pronunciar un “¿Qué?” pero no pude decir nada con claridad –
Esto que ves no es ropa, hago que se parezca a esta pues la tela se llena de
esto… - Mostró con su mano como tomaba aquella camisa que llevaba y esta se
deshacía convirtiéndose en algo baboso.
- ¿Quieres decir que ahora estas desnudo? –
Afirmo moviendo la cabeza sin preocupación, dejándome algo más en que pensar. Volví al asunto de alguna prenda que debía de usar – Entonces… ¿Qué usare?
- Puedes usar las prendas que te traje.
- Dije que no, no usare nada hasta que me
traigas ropa de caballero – No cedería, me cruce de brazos esperando a que
hiciera caso, pero saco sus tentáculos y los acerco a la ropa de la cama.
Retrocedí asustado de lo que fuese a hacerme, viéndole con cautela a su rostro
inexpresivo – Suelta eso, no lograras convencerme.
- Deja tu capricho y por lo menos se educado y
usa lo que te ha traído tu anfitrión – Me tomo rápidamente de mis brazos y
piernas con sus tentáculos, apenas si dándome tiempo de gritar, colocándome de
manera rápida y meticulosa una de las prendas de mujer.
- ¡¡Suéltame!! ¡Basta! – Al fin logre soltarme
cayendo al suelo. Me cubrí como pude con aquella bata corta con la ropa
interior, viéndole con rencor - ¿¡Estas feliz!? Luzco horrendo.
- Escúchate, ni siquiera te has visto con
detenimiento – Volvió a tomarme de sus tentáculos levantándome del suelo
mientras me agitaba, no queriendo que me tocara – No estás tan mal como tú dices
– Comento, viéndome con una mirada picara.
- ¡Eres un morboso! Estas actuando de nuevo de
esa manera ¡Aléjate de mí! – Retrocedí hasta toparme con un mueble, atento a lo
que fuese hacer.
- Vamos, no tienes que ser tímido, solo mírate –
Chasqueo los dedos y del techo bajo un espejo grande, deteniéndose en frente de
mí – Solo fíjate en lo lindo que luces ahora – Me miraba desde el espejo con
pavor, notando la bata color azul agua que llevaba, estando un poco arriba de
mis rodillas; esta llevaba un pequeño laso con una rosa entre mi pecho, con
unas tiras delgadas que era lo único que me sostenía de aquella bata. No sabía
que decir, no podía decir que me veía horrendo, pero eso era lo de menos, el me
veía de manera vulgar, con sus ojos verde brillantes clavados en mi con un aire
de lujuria – Puedo ver en tus ojos que me tienes miedo… - ¡Claro que lo tenía! Él podía hacerme lo que fuese y yo no podía contra él – Sabes, no tienes que
temerme.
- ¿Qué quieres decir? – Pregunte intimidado por
su tono de voz grave mientras se acercaba más a mí.
- No te haré ningún daño, jamás lo haría – Me tomo
de mi mano y la llevo a su rostro, revelando su boca oculta para besar con
delicadeza el dorso, dedicándome una mirada juguetona – He estado mucho tiempo
solo y sin compañía, muchos años sin nadie con quien pasar un rato intimo…
- Mephiles… - Lo que iba diciendo me dejaba
bastante incómodo y aterrado, él me estaba coqueteando…
- Quisiera que me dieras un poco de tu tiempo
para poder disfrutar una vez más de lo que disfrutan los vivos, por favor – Su
manera de decirlo me provoco un fuerte escalofrió, soltándome de su mano de
manera brusca por lo dicho.
- No, lo siento, pero eso no es adecuado, para
nada adecuado. Te agradezco mucho lo que has hecho hasta ahora por mí, pero no.
- Está bien - Sonrió levemente volviendo a
ocultar su boca – Solo quiero que lo sepas… - Se volvió a acercar a mí,
acariciando mis púas – Estaré en cualquier momento, cuando tú quieras – Dijo
con una voz suave pero dominante. Se alejó de mi dirigiéndose a la cama para
salir por el agujero en el techo – Buenas noches.
Salto hacia este y
ya no lo pude divisar, quedando solo el sonido del resoplido que soltaba por
impotencia y miedo; mis piernas empezaron a temblar como si hubiese una réplica
pasando bajo de mí, dejándome tumbado en la orilla de la cama para no caer al
suelo. Reconocía mi situación a pesar de lo que me había dicho Mephiles, él no
era estable y estaba en el riesgo de que él se aprovechara en cualquier momento
de mí. Me acosté en la cama arropándome con la gruesa cobija hasta quedar como
un gusano, tratando de dormir con el miedo de que aquel sujeto interrumpiera en
mi cuarto.
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Habría un libro a la
vez, en una pila de estos mismos, pasando las hojas como si una corriente de
aire las moviera, cerrando el libro de inmediato para tomar otro en una
estantería con unos de sus tentáculos.
- A este paso solo encontrare una receta para
hacer galletas – Musito, terminando de repasar otro libro tirándolo al suelo.
Una hendidura de
mueca se mostraba en su rostro al repasar libro tras libro con un cansancio de
cien años que expresaba sus ojos verdes.
- ¿Exactamente qué clase de libro buscas?
- … - Hizo un chasquido con sus dientes, seguido de cerrar un
libro, sosteniéndolo unos segundos en sus manos antes de tirarlo al suelo –
Alguno que me ayude a liberar a un mortal de una maldición…
- Pues… Buena suerte en ello – Mostró una mueca
de sonrisa tras su rostro opaco.
- Como sea… - Tomaba otro libro antes de pasar
su mirada al espejo que tenía al lado, viendo su reflejo sonreír de lado a
comparación de él que solo mostraba indiferencia en su rostro inexpresivo.
- Solo trata esta vez de buscarlo a tiempo,
antes de que a tu invitado se le termine su tiempo en este mundo – Añadió el
reflejo. El espejo floto hacia otro lado, alejándose de Mephiles y la pila de
libros gigante donde se encontraba sentado, tomando otro libro más y tirándolo
con el resto rápidamente.
Suponía que ya era
de mañana, pues nunca me daba hambre en la madrugada y esta no sería la primera
vez, después de comer aquel festín de anoche. Me levante con fatiga, de verdad
no tenía ganas de levantarme, me sentía bastante cómodo con aquellas suaves
sabanas y cobijas que acariciaba mi piel, era así por estar usando aquellas
prendas tan cortas de mujer, claro. Me levante para tender la cama hasta
dejarla como la había encontrado, me senté en uno de los muebles que estaban en
la habitación, esperando casi impaciente a que Mephiles viniera a por mí para
salir en aquel agujero en el techo el cual no llegaba alcanzar, pero el tiempo
pasaba y nadie venía a por mí.
- ¿En dónde diablos esta ese ente? – Pregunte en
voz alta, luego de que pasara horas tras horas esperando con el estómago hecho
una pasa – ¿Es que acaso espera dejarme morir de hambre? – Me lo pensé por un
instante, tal vez se había olvidado de mí y ya ni recordaba en que habitación –
Rayos… Ya no puedo esperarlo – Comencé a mover todo en la habitación, buscando
alguna salida pero sin ningún éxito, la única salida estaba en aquel pedazo de
techo, fue entonces que supe lo que tenía que hacer.
Empecé a apilar
todos los muebles de la habitación sobre la cama, construyendo una escalera
improvisada hasta que solo me faltaba un solo mueble para alcanzar aquel
agujero. Al colocar una silla más en la sima, me subí en esta, me prepare para
impulsarme y salir por este, pero la suerte me castigaba y precisamente en ese
momento entro aquel ente, chocando contra mí, cayendo junto con toda la pila de
muebles.
- ¿Qué paso? – Mephiles se encontraba sobre mí,
reteniendo un montón de muebles con su espalda mientras se rascaba la nuca.
- ¿¡Lo que ocurre, es que me estoy muriendo de
hambre y tenía que salir!? – Le regañe empujándolo, mientras él retiraba los
muebles con sus tentáculos.
- Perdona, estaba ocupado… - Detuvo su mirada en
mi cuerpo tendido. No me había fijado hasta ahora que aun llevaba aquellas
prendas de mujer, y estando tan cerca frente a él solo faltaba que abriera su
boca y comenzara a babear sobre mí – Y… Se… Se… - De inmediato le abofetee
volviéndolo al mundo.
- ¡No me mires así! – Me cubrí como pude con la
bata, tratando de alejarlo lo más posible.
- Perdona… - Se retiró un poco más dándome
espacio, aun viéndome pero esta vez a mis ojos. Me levante de la cama tomando
la sabana de esta, improvisando una túnica que me cubriera más que la bata que
llevaba. Me gire a verle con un rostro furioso, preparando mi sermón mientras
el solo se me quedaba viéndome – Encontré un hechizo…
- ¿En dónde demonios estabas? Me muero de
hambre… Espera… ¿Un hechizo? – Le había interrumpido por furia, pero parecía
ser importante lo que me diría.
- Pase toda la noche buscando un hechizo que te
libere de la maldición, tengo aquí un libro que podría liberarte de la
maldición – Mi rostro molesto cambio a uno dudoso. Levante más mis orejas
escuchando atento a lo que decía, esperando a que prosiguiera – Deberíamos
intentarlo… - Su mirada era seria y por más que me alegraba la noticia respondí
con sequedad.
- Son buenas noticias – Emboce una leve sonrisa
– Pero estoy hambriento, como ya dije. Así que primero me llevaras a comer por
dejarme esperando a que te acordaras de que yo si necesito comer – Respondí mal
humorado viendo su rostro fastidiado.
- Está bien, vamos – Se levantó esperando a que
me acercara a él y saliéramos por el agujero, lo cual hice con aire negativo,
no deseaba estar cerca de él – Sujétate bien.
Saltamos hacia aquel
hoyo y subimos con una fuerza que nos jalaba, atravesando al final la ventana
que no sufrió de ninguna modificación. Nuevamente en los pasillos de la
mansión, nos dirigimos al comedor en un silencio incomodo. Varias veces Mephiles
me dirigía la mirada y se aclaraba la garganta esperando a que digiera algo,
pero no me apetecía en absoluto, solo llegamos al comedor por la chimenea y de
inmediato me senté en silencio, procurando tomar los más delicioso.
Comía todo
rápidamente, estaba más hambriento de lo que pensaba, la ira me había distraído
de mi apetito, pero ya como comía más me calmaba y pensaba en lo que me había
dicho el huésped de la mansión. Me limpie mis labios con una servilleta al
finalizar de comer, levantándome de mi asiento para dirigir mi mirada a Mephiles, que se encontraba de brazos
cruzados y con los ojos cerrados.
- Mephiles… - Despabilo de inmediato abriendo
los ojos de par en par, viéndome atento – Dijiste que encontraste un hechizo
para liberarme ¿No es así?
- Así es, podemos probarlo si quieres.
- De acuerdo… - Salimos del comedor hacia el
recibidor, parándonos frente de la puerta.
Trague saliva
nervioso a cualquier cosa que llegara a ocurrir de ahora en adelante,
observando como Mephiles se acercó a la puerta y con un movimiento de manos y
unos murmullos hizo que una luz trazara las aberturas de la enorme puerta,
haciendo que esta se abriera por si sola. Quede boquiabierto, había abierto la
puerta y ante a mis ojos podía ver el exterior. Ya era de tarde, el sol se
estaba poniendo en la puesta del horizonte tras los árboles que rodeaban el
terreno. Casi podía salir corriendo fuera de esa mansión, solo titubeaba de si
era algún tipo de ilusión o no.
- ¿De verdad lo has conseguido? – Dije
débilmente.
- Aún no he usado el hechizo, primero tenía que
abrir la puerta para poder ejecutarlo – Explico estirando su mano hacia la
salida, tocando una pared que se hacía visible con el tacto – No puedes salir
aun…
- Vale… Entonces has el hechizo, por favor – Pedí
ansioso por salir de la mansión.
- Está bien, pero el hechizo lo tengo usar en ti ¿De acuerdo? – Asentí dudoso, pero tenía que confiar en él – Bien,
ahora solo no te pongas nervioso y no digas ni una sola palabra – Empezó a
musitar algún tipo de latín, dejando sus manos abiertas, extendidas frente a él.
El aire empezó a
sentirse pesado. Sabiendo lo que me había dicho, aun me encontraba nervioso. Cerré
los ojos con fuerza, respirando profundamente, respondiendo con exhalaciones
fuertes, sentí una briza helada, parecía que esta recorría todo mi cuerpo hasta
el último pelo y luego todo volvió a tomar un ambiente normal.
- Bien, creo que deberías de intentar salir – Abrí
mis ojos sin sentir nada diferente en mí. Observe el exterior por la entrada y
camine hacia este esperando poder salir. No fue sino por la
voz de Mephiles que me hizo reaccionar y darme cuenta que ya estaba
completamente fuera de la mansión - ¡Funciono! De verdad funciono – Espabile, viendo en todo mi alrededor, volteando tras de mí, viendo a Mephiles con ojos
incrédulos.
- De verdad… Lo hiciste… - Sonreí al fin, riendo
fuertemente alzando mis brazos con entusiasmo - ¡Sí!
- Me alegra tanto poder haberte ayudado – Su
mirada se centró en el horizonte, viendo cómo se apagaban los últimos rayos de
sol y se empezaba a oscurecer el cielo. Dio un paso al exterior, acercándose a mí
con un aire contento – Como vez, no puedo salir sino hasta que los últimos
rayos de sol desaparezcan del cielo cada noche…
- Eso es en parte bueno… - Comente siendo
optimista, recibiendo una mueca sonriente de Mephiles – Te lo agradezco de
verdad, Mephiles. Por un momento pensé en que jamás lograría salir de esa
mansión, pero al final me sacaste de esta, como lo prometiste.
- Jeje. Era lo único que podía hacer por ti…
- Lo digo de corazón – Le interrumpí tomándole
de los hombros, viéndole directamente a sus ojos verdes – Dude de ti, pensé que
me dejarías encerrado por siempre contigo. Me equivoque contigo, de verdad eres
una buena persona, Mephiles. Gracias – Se quedó viéndome con impresión antes de
mostrar su boca para sonreírme con todos sus dientes afilados.
- No hay problema, Silver… Como dije antes. Era
lo único que podía hacer por ti – Dijo esto último de manera algo arrepentida.
No le tome mucha importancia, le palmee la espalda con ánimos sonriéndole aun.
- Bien… ¿Qué tal una pequeña carrera hacia el
pueblo? Me siento con energías – Comencé a mover mis piernas como si estuviera
calentando para correr.
- Silver… - Su rostro se mostró asustado. Viéndome
con preocupación, trato de decir algo pero no podía contenerme, estaba bastante
acelerado.
- ¿Listos? ¡Ya! – Salí disparado, corriendo como
nunca, como si el diablo me llevara.
- ¡Silver, espera! – Escuche su grito preocupado, tras de mi persiguiéndome, pero no me detenía, estaba muy energizado para
detenerme en tal entusiasmo - ¡Silver!
- ¡Woooju! – Me dirigía hacia los arboles de los
alrededores. Mi hiperactividad era tan grande que pensé en subirme a uno de los
árboles. Salte a una de las ramas más bajas y continúe trepando este hasta
estar bastante alto en el árbol, observando como Mephiles se detenía frente a
este, viéndome aun asustado. Sentía que las sabanas que llevaba me quedaban más
grande de lo que recordaba notando como se deslizaba tras las ramas.
- ¡Silver!... Tranquilo, volverás a la
normalidad, lo prometo - ¿A la normalidad? ¿De qué estaba hablando? Me sentía
perfectamente bien – Baja de ahí, por favor – No sabía por que actuaba así, tenía
que decirle que me encontraba bien para que dejara de preocuparse.
- Miaau... – Me tape la boca rápidamente, ¿Por
qué había maullado? Y ahora notaba que mis manos habían sido remplazadas por
unas pequeñas patitas peludas - ¡Mauuu! ¡Miau! – Mi cuerpo ¡Todo! Me había
transformado en un gato.
- Tranquilo, Silver. Encontrare una solución para
esto.
- ¡Miaaaaaaaaaau! ¡Mauu! - ¡Esto era su culpa!
¡Su hechizo había salido mal! Ahora era un gato y jamás entendería ni un solo
insulto de lo que le decía - ¡Miau! ¡¡Miaauuu!! – Tropecé con las sabanas que
llevaba y caí de la rama donde estaba - ¡¡Maaaauuuu!!
- ¡Silver! – Me había atrapado con sus
tentáculos, provocando que callara de golpe – Ya estás bien, estas a salvo.
- ¡Miauu! ¡Miau! – Trate de continuar con mis
insultos mientras ya me cargaba entre sus brazos.
- Silver, no te entiendo. Por favor, tranquilízate para poder llevarte a la mansión y volverte a la normalidad –
Trato de poner su mano sobre mí, pero le rasguñe tomando la oportunidad de
bajarme y salir corriendo lejos de él - ¡Silver! ¡Espera! – No volvería a la
mansión, buscaría algún tipo de ayuda en el pueblo. Corrí rápidamente a la
primera pila de cajas que vi, perdiendo a Mephiles que continuo recto
buscándome.
Continúe después de
un rato, retirándome antes las sabanas de enzima, pasando por los callejones
oscuros del pueblo, subiendo a los techos de las casas, buscando un rostro
familiar entre la gente que se paseaba por la plaza. Pude divisar a Chuck con
su sobrino Sonic, aparentemente discutiendo. Apenas se acercaron más, me lance
hacia ellos, cayendo frente a ellos.
- Mauu, miaauuu – Trate de mencionar su nombre
pero no lograba siquiera decir una silaba.
- Hey, hola pequeñita ¿Qué te ocurre? – Perfecto,
no solo no me reconocía, me confundía con una hembra.
- Déjala, tío. Solo vayamos a la casa vieja y
anticuada de este diminuto pueblo… - Comento Sonic, de manera amargada.
- Es suficiente, muchacho. Eres aún muy joven para
ir solo a la ciudad – Le regaño mientras me dejaba.
- ¡No estaré solo, estaré con mis amigos
Knuckles y Tails!
- ¡No me alces la voz! ¡Se terminó la
conversación! No quiero oír una sola palabra tuya – Se fueron caminando lejos
de mí, con miradas molestas sin tomarme en cuenta.
- ¡Mauuu! ¡Muck! ¡Mau! – Fui tras ellos, pero
siquiera me escucharon y rápidamente los perdí de vista. Estuve entre la
multitud buscándolos desesperadamente, pero después de unas casas se escucharon
algunos corotos romperse y tras ello unos fuertes ladridos de un perro que
salía de una casa tras mi como si viniese a matarse, lo cual no dude y salí
disparado a la dirección contraria huyendo despavorido.
Aquel endemoniado
perro venia tras mío con fuertes gruñidos y ladridos por casi todo el pueblo,
¿Qué le había hecho? No podía detenerme a pensar en eso tenía que perderlo. Corrí
entre varios callejones sin algún éxito de perderlo, me pisaba las patas, trate
en pasar entre unas calles donde pasaban varios carruajes pero el perro paso a través
de estos sin muchos problemas, desesperándome seriamente. Tenía que perderlo,
estaba cansándome, vi entonces a lo lejos a un grupo de vacas, pase entre
ellas, esperando que el perro hiciera igual y estas le golpearan, pero a pesar
de que ocurriera lo dicho, el perro las atravesó recibiendo pisoteadas fuertes,
aun decidido en atraparme.
Corrí un poco más
hasta quedar cerca de una pila de cajas. Pensaba subirla con la alternativa de
que el perro no las subiera. Trate de saltar en estas, pero el perro se atropelló
conmigo, tumbándome al suelo frente a él. Estaba perdido, aquel perro estaba
decidido en matarme, pero una sombra lo golpeo con una gran fuerza
sobrehumana, haciéndolo rodar en el suelo lejos de mí.
- ¡Aléjate! – Era Mephiles, se coló en medio
entre el perro y yo, preparado en tener que atacar si era necesario. Aquel
animal volvió a levantarse, gruñendo fuertemente, corriendo hacia Mephiles, dispuesto a morderle - ¡Animal necio! – Con uno de sus tentáculos le hizo una
gran cortada en el torso, golpeándolo a su vez. El perro salió corriendo lejos
de ahí, chillando desesperadamente – Silver ¿Estas bien? ¿No te hizo nada? – Me
aleje de él, a pesar de que me había salvado, no iba a volver con él a la
mansión - ¡Silver! ¡Vuelve! – Tenia que tratar de buscar otra vez a Chuck, era
mi única opción. Corría rápidamente tratando de perder a ese ente con igual de
desesperación con lo que hacía con el perro - ¡Silver! ¡Cuidado!... – Voltee
rápidamente. Solo pude ver una luz muy fuerte acercándose a mi rápidamente,
junto con un crujir y un quejido.