viernes, 26 de octubre de 2018

Peligros de un hechicero novato


Nos habíamos quedado en una habitación llena de estanterías con libros. Suponía que esta era la supuesta biblioteca, aunque realmente esperaba que fuese más grande que mi anterior cuarto.
 Mephiles buscaba con toda su tranquilidad un libro en específico en lo más alto de la estantería, montado sobre una escalera. Ese libro sería el que ayudaría a comenzar con mis estudios del idioma de los magos, y yo tan solo me aburría viendo de reojo los libros que había sobre la mesa donde estaba, sin comprender que tenían escritos.

 ¡Aquí esta! – Exclamo, sacando con extremada dificultad un enorme y grueso libro de la estantería que se encontraba totalmente apretado con los otros, impidiendo su liberación fácilmente - ¡Ah! – Finalmente saco el libro, pero con el impulso perdió el equilibrio y cayó con las escaleras, chocando estruendosamente contra el suelo.

 ¡Mephiles! ¿¡Esta bien!? – Me levante de inmediato para ayudarlo, pero este ya se había levantado como si nada, cargando el libro como si este no pesara lo que de tamaño tenia.

 Tranquilo, recuerda que no siento dolor, en fin. Aquí está el libro – Lo puso frente a mí en la mesa, provocando además de un fuerte sonido estruendoso, una elevación de polvo que este tenía encima. Tosí abrumado, abanicando el humo a mí alrededor, viendo a Mephiles y luego a libro con angustia, pues no creía que pudiera leerme todo ese libro aun si tuviera toda mi vida para eso – Sera mejor que comencemos, será pie comido.

 Yo… No creo poder leerlo completo, Mephiles – Mostré un puchero en mi rostro, buscando caridad de mi tutor.

 Tonterías, para el día de mañana podrás leer, escribir y hablar el antiguo lenguaje de los magos – Sacudió un poco el polvo del libro y se dispuso a abrir la tapa de este. Incluso en su índice no entendía nada de lo que tenía escrito.

 No me estimes mucho. Realmente me tomara dos vidas para leerlo por completo – Me incline hacia atrás sobre la silla, sin nada de motivación.

 Mephiles suspiro y paso las paginas hasta el capítulo uno. Se posó tras de mí asiento, mirándome con suma paciencia, le respondí con una mirada amargada, ya fastidiado, entonces paso sus manos por mis brazos, quise quitarlas de enzima pero no pude moverme. Continuo pasando sus manos hasta llegar a las mías y luego hacia el libro; de este salió un extraño humo negro, el cual se movía como un torbellino hacia mí.

 ¿¡Que-Que es eso!? – Todo mi cuerpo estaba entumecido pero temblaba por mi potencia al liberarme de ese asiento.

 Tranquilo, relájate. Esto es parte del estudio – Sus manos se dirigieron a mis cienes, provocando que el remolino de humo pasara hacia mi rostro. Mis ojos, mis oídos e incluso mis labios, sentía ese humo pasando por estos, adentrándose, luego… Todo había cambiado a mi alrededor - ¿Ya lo ves?

 Si. Esto... ¿Qué es?

 Un hechizo, para que puedas aprender todo el contenido del libro – Dijo al fin, apartando sus manos, viendo al igual que yo todo el contenido del libro pasando alrededor nuestro como si fueran pinturas movibles.

Todos los escritos e ilustraciones flotaban a mí alrededor, los símbolos y códigos que no entendía se descifraban por sí mismo, transformándose en un idioma comprensible para mí. Aun la mesa y la silla estaban en ese lugar, aparte de nosotros, pero el resto de cosas habían desaparecido. Solo esperaba que al terminar el libro comprendiera un poco el cómo era posible que todo esto sucediera.

 Bueno, aunque haya ayudado un poco, este libro no se leerá solo – Me interrumpió en mis pensamientos, golpeando el libro en la mesa – A leer.

 De… De acuerdo – Me levante del asiento y me dispuse a leer la primera página que paso frente a mí. Ambos nos quedamos cayados, pero después de un poco volví a ver a Mephiles, notando que ya no se encontraba conmigo, trate de mantener la calma y no asustarme, continuando con la lectura.

 Después de varias horas me había acordado que aún me faltaba por terminar otro libro el cual Mephiles se había llevado. Me distraje y me volví a sentar en la mesa, observando el libro con sus páginas en blanco, de seguro porque su contenido se encontraba flotando por toda la habitación. De repente, Mephiles atravesó una de las páginas, disolviendo las letras tras él, las cuales volvieron a su normalidad al momento.

 ¿Estas holgazaneando? ¿Por cuál página vas? – Dijo con un ceño en su rostro. Nervioso, me quede pensando, ni siquiera me había dado cuenta en que página me había quedado, trague saliva viéndole con cara de tonto sin saber que responder – Quita esa cara, déjame ver tu progreso – Toco una de las páginas y otra se ilumino de un verde azulado, seguido observo el número de la página – Mmm… No está mal, para haber tomado doce horas ya vas por la pagina 3256.

 ¿¡Que!? ¿Doce horas? – Yo no tenía idea de cuánto había pasado, ¿Cómo habían pasado doce horas?... Pero, si recordaba las páginas, cada una, fueron muchas, demasiadas, pero no estaba seguro, leía una tras otra mientras me movía por la habitación, ¡Pude haber dado un millón de vueltas sin marearme y sin detenerme! – Es imposible.

 Continua. Avísame si necesitas algo – Camino hacia una de las paginas, dirigiéndose fuera de la habitación – Ah, y ni se te ocurra vagar por ahí.

 Yo no me lo creía aun, no tenía sueño ni hambre, no me sentía siquiera cansado, pero aun así continúe recorriendo la habitación, dando vueltas, una y otra vez, leyendo cada página que poco a poco se volvían transparentes y las letras tomaban formas… De algún modo, me encontraba en otro lugar, parecía que me encontraba en una cueva llena de frascos y objetos extraños de brujería. Recordaba la página en la que me había quedado, explicaba el comienzo de la magia recopilada en datos para futuras investigaciones.
 Al parecer las páginas me representaban la escena de un brujo escribiendo con una pluma el enorme libro, tan solo una de las primeras hojas. Entonces, en conclusión: Los primeros en redactar los primeros hallazgos sobre la magia fueron brujos…
 La escena cambio a una parecida a un palacio, grande y limpio con personas encapuchadas y cubiertas de un velo blanco, aparentado ser eruditos. Alababan a una gran estatua hecha de diamante y oro, rodeada de frutos y alimentos. Una de las páginas explicaba que los creyentes tenían contacto con otros mundos con seres superiores que le otorgaban dones para practicar la magia. Estos fueron los conocidos magos.

 Las escrituras cambiaban una tras otras, mostrándome momentos de la historia donde la población mundial cambio gracias a que la magia estaba implicada en estos eventos, siendo estos hechos ocultos por personajes que nunca existieron, milagros de dioses inventados, ataques y accidentes trágicos los cuales fueron provocados todos por conflictos entre brujos, magos y hechiceros.

 Todo ha estado mal, desde un principio… - Me había detenido y había vuelto a la habitación llena de páginas. Me tumbe en la silla, estupefacto, pasando el shock de toda esa información en mi mente – Es demasiado. Toda la verdad oculta, he incluso las investigaciones de la medicina y la ciencia, se pudo haber salvado tantas vidas… y Aun así, solo privaron al resto del mundo…

 Ahora lo entiendes ¿No? – Mephiles había aparecido de repente tras de mí, llevándome un pequeño susto – No fue culpa de nosotros, tenía que ser así, después de todo, la guerra siempre fue provocada por los normales, las enfermedades, los conflictos. El hecho que todos los magos estuvieron involucrados fue porque no tenían opción.

 Yo… Creo que pudo haber sido mejor – Pase mi mano por mis púas, echándomelas para atrás – Aun así, ¿Cómo todo esto tiene que ver con aprender el idioma antiguo de los magos?

 Lo primero es saber de la historia, el resto ya lo iras comprendiendo – Menciono antes de dar media vuelta y salir otra vez del lugar. No me dejo ni responder, solo me dejo con más preguntas que respuestas, mas, continuaría con mi estudio.

 Volvía a repasar las páginas, siendo atraído por un escenario donde había una sangrienta y atroz batalla con espadas. Me encontraba en el medio del campo, viendo como la gente caía ante mis pies desangrándose hasta morir. La sangre de todas estas personas llegaban hasta mis tobillos, era tétrico. Quería ayudarlos, de alguna manera, pero entonces vi unas luces a lo lejos, estas destellaban tanto que podía verlo en pleno día, entonces de inmediato, me encontré en otra batalla, siendo en el mismo día y en el mismo lugar, pero más lejos.

 Dos bandos se enfrentaban con hechizos y encantamientos que hacían volar todo el terreno con explosiones, y desintegración ante todo lo que se llegase a topar con los rayos y pentagramas que se formaban en todo ese lugar. Era realmente aterrador, ver como a todos les faltaba una parte de su cuerpo, convulsionaban, eran transformados en abominaciones carnosas y agonizantes, escuchar sus gritos de lamentos y desesperación, era tan trágico como en la otra batalla y no podía hacer nada.
 Realmente me asuste cuando una de esas personas se dirigió hacia mí, extendiendo su mano, lanzando una especie de rayo, pero este me atravesó dándole a alguien tras mío; con suerte todo se trataba de una imagen que me mostraba el libro. Me sentía de alguna manera culpable, no podía hacer nada por esas personas, ya todo eso había sucedido y nadie había podido ayudar siquiera.

 ¡No! ¿Por qué nadie ayuda? ¿¡Por qué todos se destruyen entre sí!? ¡¡BASTA!! – Volví a la habitación ipso facto. Mire a mi alrededor, nada había pasado, la sangre en mi ropa y en mis manos ya no estaban - ¿Por qué paso esto? -–Volví a ver las paginas, buscando la respuesta a mi incógnita, una luz entre toda esta guerra sin sentido, algo…

 Mis ojos se detuvieron entre un párrafo que explicaba algo importante, la toma de decisión de los consejos de manipulación de la magia blanca y negra era tomada en el transcurso de la guerra, todo para poder concebir la legalización del uso de magia prohibida e indebida.
 Todo fue para poder evitar los trágicos sacrificios que ocasionaban los brujos, las masacres que provocaban los experimentos de hechiceros y las extorciones que hacían los magos con los ignorantes a la magia. Luego fue que todos los conocedores de la magia se disolvieron por un tiempo, esparciéndose por todo el mundo como una enfermedad que trataría de crecer disimuladamente para renacer con más conocimiento y poder en una nueva generación… El escenario cambio, ahora me encontraba en una zona boscosa, lleno de enormes pinos y montañas nevosas, todo estaba desolado…

 Tendremos que pasar la noche aquí. Ya el sol se empieza a ocultar – Dijo alguien tras mío. Pensé que me estaba hablando directamente a mí, pero solo era a otras personas que se encontraban a mí alrededor – Ve montando la carpa y cuando termines lleva a tu madre con tu hermano adentro. Yo buscare agua en el rió – Él hombre no era más que un erizo, rojo como el fuego, viejo, usando unos trapos rotos pero que de seguro lo abrigaban del frió que parecía haber en esa época.

 Era acompañado por una eriza azabache, con un bebe que cargaba en brazo y su hijo mayor, el cual no lograba ver con claridad, como si una pantalla de humo lo tapase; el chico traía una apariencia agotada, de seguro estando cansado por el viaje.
 No había escuchado muchos diálogos en toda la lectura que había tenido, quería saber de qué se trataba esta ilustración que me mostraba el libro. Seguí al muchacho, observando cómo se apresuraba en montar una buena tienda para su madre y hermano que no paraba los llantos, tal vez por tener hambre o algo más. Apenas termino, sin intercambiar palabras con su madre, se miraron y esta se adentró en la carpa, como si supieran entenderse con la mirada, me pareció algo enternecedor, pero la escena luego cambio…
 Era el mismo lugar, pero mucho tiempo después, había construcciones de varias cabañas hechas de la madera de pino del bosque. El erizo rojo se encontraba hablando con algunos aldeanos, discutían si permitirían que la gente de otras ciudades se mudara al pueblo, pero terminaron en acordar que no llegaría a ser ninguna amenaza para los magos y hechiceros del lugar.

 Muy bien, estaré al tanto de cada persona de afuera que llegue al pueblo – Dijo tranquilizando al aldeano que lo miraba inseguro - ¿Y cómo va la escultura de mi esposa? – Pregunto con emoción en su tono de voz. El aldeano saco una especie de plano con dos dibujos de su mujer, estando de rodillas, llevando sus manos al cielo como si sostuviera algo. ¡Era la estatua del pueblo! Entonces, ese sitio se trataba de…

 ¡Aaah! – Volví a la habitación de repente, sin dejarme ver más de la historia. Rebusque en las últimas páginas de la habitación pero estas estaban en blanco, busque en el libro sobre la mesa, pasando las hojas pero ya no quedaban más páginas, entonces todo volvió a la normalidad. Volví a la biblioteca - ¿Es todo?

 Eso parece – Dijo Mephiles, sentado en un asiento de la mesa, leyendo uno de sus libros – Te felicito. Leíste todo el libro sin parar.

 ¿Qué? – Volví a ver el libro y estaba en lo cierto, lo había terminado. Aun no sabía a ciencia cierta cómo – Toda la historia de la magia y como llego a este país, pensé que trataría de estudiar el lenguaje de los magos.

 Y así fue – Me entrego el libro que llevaba en manos. Lo leí y… Entendía lo que tenía escrito, esos símbolos, los entendía como si hubiera sido mi idioma natal.

 ¿Pero cómo es posible? – Me quede boca abierto, leyendo toda la página, la cual tenía información de desataduras de enlaces de alma, cuerpo y maldición desde los planteamientos básicos - ¡Esto es jodidamente genial!

 Si, jejeje, lo sé – Río bajo, viéndome con añoranza – Es posible porque la base del conocimiento del idioma es su origen. El hecho de que todo esté inscrito en claves es para proteger la información de las personas privadas del conocimiento de la magia – Señalo en la página un párrafo que explicaba sobre como desenmarañar la unión de un ser vivo a su cuerpo.

 Pues, es una buena manera de protegerlo, sobre todo por el hecho de que ninguna persona normal podría leerse todo este libro sin usar un poco de magia... – Mis parpados se sintieron pesados, y mi barriga empezó a rugir como si hubiera tenido días sin comer, empecé a cabecear aun con el libro en manos, cayendo rendido sobre la mesa.

 ¡Silver! – Me sostuvo antes de golpear contra la mesa.

 Lo siento, me siento muy cansado… ¿Cuánto tiempo me tomo leer todo ese libro?

 Dos semanas… Pero tranquilo, estabas dentro del libro, no pasó más de dos horas afuera – Tan solo escuchar eso me dio más agotamiento. Quería levantarme pero me sentía totalmente envuelto en un sueño.

 ¿Acaso me has implantado otro somnífero, Mephiles? – Abrí mis ojos con dificultad, viéndolo receloso, pero este me devolvió una mirada de ofensa.

 ¡Por supuesto que no! No me sorprende. Ni un mago experto podría aguantar el leer todo este libro sin agotarse. Necesitaras una siesta, después de una comida – Me levando por el hombro y me ayudo a caminar fuera de la habitación.

 Al llegar a mi cuarto, me dejo acostado sobre la cama, hiendo por un plato de sopa en un tazón, me lo tome como si fuese un vaso con agua y finalmente cerré los ojos, acomodándome sobre la almohada.
.
.
.
.
.
.
 Me desperté por un sonido en particular, unos crujidos de algún trozo de madera, o eso me parecía. Abrí lentamente mis ojos observando como Mephiles masticaba un gran trozo de canela como si fuera un trozo de pan, mientras leía un libro. No dije nada si no después de recostarme en la cama, viéndolo con extrañeza durante un buen rato.

 ¿Mmm? Buenos días… Vaya, desde que libere tu magia últimamente duermes mucho más – Noto que lo estaba viendo, dejando la canela en el mueble que tenía al lado. Estaba leyendo más libros mientras yo dormía - ¿Cómo te sientes?

 Como nuevo. Disculpa, ¿Dijiste buenos días? ¿Qué hora es?

 Me sentía desorientado ¿Cuánto había dormido y realmente cuantos días habían pasado? no lo sabía, la luz que se concentraba en toda la mansión no era del sol del exterior, así que era muy difícil saber si era de noche o de día, a toda hora la luz alumbraba la misma intensidad.

 Bueno, era medio día cuando te dormiste y ya amaneció, dormiste algo más de doce horas – Me informo, acercándose a mí, revisándome los parpados y la temperatura en mi frente como si se tratase de un doctor – Con suerte no se trata de que te hayas debilitado tanto y hayas pescado un resfriado.

 Está bien… Solo me siento desubicado por no saber si es de día o de noche, es muy difícil saberlo estando dentro de la mansión.

 ¿En serio? – Paso su manos por su barbilla, quedándose pensativo – No tenía idea de que fuese tan importante saberlo, ciertamente sé cuántas horas han pasado y cuantos días han transcurrido gracias a tu reloj – Me mostro el reloj que le había prestado, mostrando la hora.

 ¡Aun lo tienes! Qué bueno, pero… Recuerdo que últimamente no funcionaba muy bien, tal vez por los efectos de la mansión – Le comente, preocupado de que este se encontrase más perdido que yo en el horario.

 No lo creo, lo he revisado constantemente y marcha muy bien – Pulió un poco el vidrio del reloj, viéndolo como algo valioso – Realmente extrañaba tener un reloj…

 ¿Tenías uno antes? – Se quedó callado de repente, como si algo se alumbro en su memoria, pero al tratar de recordar más se quedó trabado, como si no pudiera avanzar más dentro de su mente.

 Yo… Eso creo… Recuerdo haber tenido uno de oro… No sé quién me lo obsequio o como lo conseguí… Solo sé que recuerdo haber tenido uno – Su mirada se centró en el reloj, como si este reflejara su pasado – Como sea, ignora mis desvaríos.

 ¡No! Está bien, empiezas a recordar. Solo hay que seguir esperando que tus recuerdos vuelvan a aparecer, sin esforzarlos – Le anime, terminándome de levantar de la cama – Por cierto, ¿Qué haces comiendo canela? ¿No está muy dura para masticar?

 No, para nada. Me tranquiliza masticar algo lo suficientemente duro como para triturarlo con mis dientes – Con unas de sus garras se limpió sus colmillos, sacándose un gran trozo de canela – Además… - Me miro con sus ojos verdes, ansiosos por algo – Me distrae bastante…

 Oh, está bien – Su respuesta fue un tanto extraña, era claro que no era una persona normal. Nadie podría comer la canela como él lo hacía – Yo realmente la prefiero como un té con manzanilla.

 Lo tendré en cuenta – Tomo los pocos libros de la habitación y se acercó a la salida - ¿Quieres venir conmigo?

 ¡Por supuesto! – Me levante y seguí tras el por unas escaleras que se ocultaban tras unos muebles en la habitación. Fuimos bajando estas hasta que empezaron a formarse en espiral.

 Como seguíamos bajando, me mareaba, tardábamos mucho en llegar, por un momento pensé que llegaríamos al centro del planeta, hasta que logre divisar una luz azul. Habíamos llegado a una biblioteca, diferente a la anterior, parecíamos estar en las mazmorras, una donde las antorchas alumbraban con un fuego azul, era hipnotizante.

 Como te darás cuenta, esta es otra biblioteca, tan solo es un poco más grande que la anterior – Paso hacia el centro de la habitación, haciendo una clase de presentación con sus brazos – Esta es la biblioteca de la mazmorra. Hay que tener precaución, no todos los libros aquí se pueden leer, la mayoría están malditos y encantados. Así que será mejor que esperes a que busque los más seguros – Me señalo en un asiento junto a una mesa, acercándose a las estanterías para ir seleccionando libro por libro.  

 Acate su orden, respondiendo con un suspiro, sestándome en el asiento, viéndolo impresionado como elevaba cada libro que tocaba después de observarlo por un rato. Después, se sentó a mi lado, dejando toda una gran pila de libros sobre la mesa, y yo, deseando leer todo sobre la magia y cosas que no tienen explicación para la humanidad, fui a tomar el libro con más raras decoraciones sobre su portada, pero fui detenido por Mephiles.

 ¡No toques ese! – Su tono de voz denoto que eso pudo ser peligroso. Mis orejas se bajaron, asustado por su mirada y como apretaba fuertemente mi brazo – Lo siento… - Me soltó, con suma delicadeza, apretando el entrecejo con sus dedos. Suspiro y me miro con más tranquilidad – Sé que dije que buscaría los más seguros, pero realmente, estos son los más seguros a comparación de los otros… Sin embargo no terminaría nada bien que tocaras precisamente ese libro.

 ¿Está bien? – Sin aclárame las dudas me entrego un libro más pequeño con una portada de cuero de ganado.

 Este será bueno para que comiences con tu estudios, mientras yo busco algún hechizo – Tomo un libro polvoriento y comenzó a leer rápidamente, dejándome atónito, por lo cual, sin querer que me dejase atrás, también comencé a leer.

 El libro no tenía mucha información, tan solo como emitir la magia a través de baritas, como se hacían estas, cual madera era mejor para hacer una con mayor potencial, etc. Lo tire a un lado, viendo aburrido a Mephiles para que reaccionara y me entregara uno nuevo. Este, sin apartar la mirada de su lectura, me entrego otro libro sin demorarse.

 Así fue durante el transcurso del día, libro tras libro, pagina que terminaba era el comienzo de otra que explicaba la teoría de cómo era la manipulación de la magia y así hasta llegar a una sección la cual explicaba con detalle la magia de brujo, mago y hechicero. No sabía cuánto nos había tomado, pero mi estómago resonó por toda la habitación con un eco asombroso por el silencio entre ambos, provocando que Mephiles diera un leve brinco por el susto. No pude evitar reírme, viéndolo con cansancio en mis ojos.

 Perdóname, creo que ya ha pasado bastante desde que comí por última vez. Sería bueno hacer una pausa – Él mascullo algo por lo bajo, terminando de leer el libro entre manos, cerrándolo de un golpe para luego verme con algo de fastidio.

 Tú y tu estomago van a provocar un fuerte retraso en tus estudios y en mi búsqueda de algún hechizo que te libere – Dijo levantándose de la mesa, acercándose a una pared – Por ahora no podemos salir de la habitación, así que tendrás que conformarte con esto.

 Atravesó la pared con sus manos, rebuscando en esta algo de lo cual jalo. Lentamente fue sacando una mesita con ruedas; esta llevaba unos sándwich en el primer estante, en el segundo llevaba unas tasas de té, con una jarra la cual botaba un ligero humo por su boquilla y de ultimo unos dulces como postre. No me queje ni un poco, me fui comiendo todo por cada lapso de tiempo, sin detenernos en nuestra lectura, terminaba una docena de libros y continuaba por otro estante de la mesita, hasta que llegue a la tercera docena de libros y me dispuse a comer con mucho gusto los pastelitos, galletas y pudines. ¡Con suerte todos los libros que me entregaba Mephiles, eran ridículamente cortos!

 Aaahhh, estoy tan satisfecho, podría acostumbrarme un poco a este método de estudio – Dije saboreando el ultimo postre que se desaparecía entre mis manos – ¡Que gustito! – Mephiles solo respondió con un re-sonido entre sus dientes, afirmando algo de lo que obviamente no tenía idea - ¿Qué otro libro tengo que leer? – Miro la pila de libros y suspiro, volviendo a verme con cansancio.

 Por ahora nada… Espera a que yo termine – Solté un quejido de aburrimiento,

 Vaya, ¿Voy muy veloz para ti? – Bromee un poco viendo la cara amargada que este traía. Cerró su libro y continuo con el mismo libro el cual iba a tomar cuando me detuvo - ¿Exactamente que contiene ese libro?

 Cosas que no te incumben – Respondió de mala gana, pasando las paginas rápidamente.

 ¿Exactamente que me pasaría sí…?

 Dije que no es de tu incumbencia – Volvió a responder, pero con un tono de voz que intimidaría a cualquiera. Deje de insistir, y lo mire con molestia. No tenía razón para hablarme así…

 Volví a repasar los libros que ya había leído, esperando a que Mephiles terminara. Tardo tan solo un poco más de lo que esperaba, levantándose de la mesa para devolver los libros a su lugar, sacando otros en el acto. Esta vez formo varias pilas de libros sobre la mesa, cubriendo cada centímetro de esta con libros, la cantidad era tan impresionante que por un momento pensé que las patas de la mesa no resistirían y se romperían en cualquier momento. Me entrego el primer libro, y sin quejas empecé a leer junto con él…

 Estaba totalmente agotado, no creía poder leer otro libro más, quería arrancarme los ojos y enterrarlos donde no llegase a ver una letra o símbolo más, y aun así, Mephiles no mostraba agotamiento alguno. Ya casi terminaba al igual que yo, pero no deseaba continuar.

 ¡Ah! ¡Ya no puedo más! – Termine el último libro lanzándolo a la mesa, viendo con cara de muerto viviente a mi compañero de al lado, pero al parecer esa mirada ofendió a Mephiles - ¿Cuánto falta?

 El resto de estanterías en este lugar – Mis esperanzas se quebrantaron. Volví a caer en la misma cuenta del primer libro que leí, dándome por vencido al saber que no podría leerlos todos, no de esa manera – Y no… No podemos utilizar el método de antes – Como si hubiera leído mi mente, me saco la duda de una vez.

 Olvídalo, no podré hacerlo – Dije mirando hacia otro lado, desinteresado completamente. Ya no quería ser hechicero.

 ¿Creías que iba a ser fácil? Solo lo es para quienes tienen determinación y fuerza de voluntad – No me había dado cuenta, pero apenas había terminado el mismo libro que tenía hace rato, el mismo que me había prohibido tocar – Si quieres terminamos por hoy – Se levantó y miro el reloj de bolsillo, viéndome después a mí para que lo siguiera de vuelta al cuarto.
.
.
.
.
.
.
 Me encontraba tomándome un baño de burbujas en el mismo baño blanquecino, miraba el techo procesando todo lo que había leído y todo lo que había pasado en esa habitación ¿Qué tenía ese libro que no podía tocarlo? No me lo sacaba de la cabeza…
 Aun así, Mephiles había estado actuando raro, había estado más irritable que antes. No sabía si tocar el tema, pues realmente odiaba lidiar con sujetos con carácter explosivo. Me sumergí más en la tina, remojando mis púas; realmente me hacía falta, necesitaba recuperar mis fuerzas, porque Mephiles tenía razón, no sería sencillo ser hechicero, tenía que poner todo de mí, aun si me agotase, aun si me diera hambre, tenía que hacerlo para poder escapar de este sitio.
 Salí del baño ya vestido, observando a Mephiles cotilleando unas cosas que ocultaba.

 ¿Qué haces? – Reacciono rápidamente. Lo que había tenido en manos lo lanzo fuera de mi vista, haciéndose el idiota viendo hacia otro lado - ¿Qué es eso?

 Nada… - Incluso la mentira se sentía en su voz. Fui a revisar lo que había lanzado y era nada menos que unas prendas de mujer para dormir. Le mire con pura ironía. No entendía como de un momento era un cascarrabias y en el otro un pervertido - ¿Qué? – Con rabia le lance las prendas y estas acertaron en su rostro, quedándose guindadas.

 ¡Llévate tus idioteces!

 …… Ok… Lo siento – Se retiró de la habitación con la prenda aun en su rostro.

 Me quede solo en la habitación y al parecer Mephiles había traído más libros para leer, como si me hubieran quedado ganas de continuar. Tan solo me abalance sobre la cama esperando a que este volviese, pues no me quedaban energías para hacer algo más.
 Apenas Mephiles volvió, continuo con su lectura, viéndome impaciente, tal vez esperaba que yo también continuara leyendo, pero mi gesto fue voltearme de lado, dándole la espalda. Me hubiera quedado un rato mas así, pero sentía una extraña sensación, como una atmosfera pesada, sentía su mirada clavada en mi nuca y esta se intensificaba. Me gire rápidamente, deteniendo la mano de Mephiles que estaba a punto de tocarme.

 ¿Uh? ¿Estás bien? – Dijo impresionado de mi rapidez.

 ¿Qué quieres? – Dije inseguro, viéndolo con desconfianza. Él trago saliva, soltándose de mi agarre, miro hacia otro lado con vergüenza, volviéndome a mirar con esos destellantes ojos verdes - ¿Y bien? ¿Cuándo pararas con tus cambios de humor?

 Me preocupo por ti, eso es todo. ¿Estas aprendiendo algo de lo que has leído? – Dijo al final, sin responder a mis interrogantes.

 Sí, pero siento que a este paso no terminare ayudándote en nada. Y como decía, quisiera saber cuál es tu problema. Te lo juro, no puedo seguirte el royo cada vez que actúas de una forma a otra – Me quejaba, recostándome en la cama viéndolo sentado a mi lado como si estuviera buscando algún indicio de alguna enfermedad en mí - ¿Qué miras tanto?

 Ah… Yo, lo siento, no he sido lo suficientemente sincero contigo – Desanimado, agacho la cabeza. ¿A qué se referiría ahora? – Ser un hechicero se requiere más que leer libros y practicar la magia. Se necesita de pociones y pactos con seres mágicos, claro, eso último es imposible por estar encerrados aquí – Explico, viendo mi mano izquierda – Pero… tu sangre, tu magia es muy valiosa, va a ver veces que voy a necesitarla, es eso lo que me preocupa.

 No entiendo, ¿Necesitas ahora de mi magia? Pero hace poco es que te enteraste que poseo magia.

 No me refiero a eso. La necesito… Como el ente que soy, no sabría explicarme… Así como un vampiro a la sangre – Escuchar eso me provoco un fuerte escalofrió en mi cuerpo. Recordé el día en que me quede atrapado. Como lamia mi cuerpo y bebía de mi sangre, como si estuviese exquisito, sabía que de alguna manera terminaría siendo devorado por este sujeto – Si llego a ser muy duro contigo, es mi manera de tratar de mantener distancia contigo – ¡Genial! Ahora no solo tendría que estar al tanto de que este lunático no me violase, sino que también tenía que vigilarlo de que no tomase mi sangre – Aun así, no tendrías que preocuparte tanto, aun si no estoy en mi control, no te mataría. Una persona con magia genera esta todos los días, no habría algún motivo para hacer algo tan drástico como robarte toda la magia de tu cuerpo.

 Ja, eso me calma – Dije sarcásticamente, tomando un poco más de distancia.

 Pero, el punto es que mientras más vayas aprendiendo y mientras más practiques, mas magia generaras. Temo que pase eso, por eso me estoy limitando con ciertos libros… - Confeso al fin, viéndome avergonzado.

 Aahh, ya – Exclame, viéndolo todo con más lógica. Ahora tenía un poco más de sentido su comportamiento de hoy – Hombre, lo hubieras dicho desde un principio – Suspire rascándome la cabeza – Pero aun así creo que debería avanzar más, ¿Como esperas entonces que te ayude a conseguir un hechizo que nos libere?

 No sé – Dijo secamente, como si realmente esperara la solución de mí. Solté un quejido, esperaba más bien la solución de él.

 ¿Y desde cuando sabes todo esto?

 Realmente me entere hace poco…

 Bueno, no hay de otra… Tendrá que ser como dices… - Acepte lo que dijo, sin darle tantas riendas al asunto.

 También tengo que confesar que tus sentidos se han agudizado – Comento con tono de impresión – A pesar de no ir tan avanzado en tus estudios, ha desarrollado la agudeza de mi presencia, la cual es muy difícil de detectar cuando yo mismo trato de ocultarla con mi magia. Veras, cuando merodeo en el pueblo de noche, normalmente oculto mi presencia con magia, así la gente no me nota. Se requiere de un habilidoso mago para sentir que estoy tras suyo – Me sonrió, queriendo mostrarse orgulloso de mi avance.

 Gracias… Yo… ¿Por qué tratabas de ocultar tu presencia? – Cuando le interrogue, se puso nervioso, viendo a otros lados buscando una respuesta. Era de esperarse, siempre ocultaría sus verdaderas intenciones, aunque ya había explicado anteriormente el porqué de su comportamiento.

 No quería molestarte, yo… No quería despertarte – Dijo como excusa, pero no había manera de que pudiera ocultar su verdad – En serio – Sus mejillas estaban ruborizadas, había que admitir que era un tanto encantador verlo así de apenado, pero no podía dejarle la oportunidad.

 Ya lo sabes, ya no podrás asecharme sin que lo note – Le advertí, notando su rostro culposo. Sonreí por mi suerte y bostece pensando en algo – Oye, sé que te dije que lo podías tener para saber cuánto tiempo transcurre en lo que te tardas en volver conmigo, pero necesito mi reloj – Su rostro cambio a uno desanimado, pero continúe – No puedo diferenciar si es de día o de noche, no sé cuántos días han pasado con exactitud, pues los candelabros nunca son apagados y no se puede diferenciar la luz del sol con estas.

 ¿Solo es eso? Si ese es el problema, puedo solucionarlo – Se levantó, y aplaudió tres veces, apagando las luces de los candelabros. Todo estaba oscuro, no podía ver nada, a pesar de que hubieran dos enormes ventanas en la habitación, pero algo hizo Mephiles, provocando que la luz entrara atreves de estas, iluminando toda la habitación de un color blanquecino, era la luz de la luna que se adentraba en el cuarto iluminando apenas en donde me encontraba - ¿Mejor? – Me quede callado por un momento, me acerque a las ventanas, viendo el exterior nocturno.

 Mucho mejor – Bostece con muchas ganas de volver a la cama – Muchas gracias.
.
.
.
.
.
.
 Nos habíamos levantado temprano para volver a la biblioteca de la mazmorra. A pesar de lo agotado que estaba, continuaba leyendo libro tras otro, pero caí rendido sin darme cuenta, estaba durmiendo y soñaba con que continuaba la lectura. Me di cuenta que estaba soñando cuando vi que los libros tenían caritas y estas me decían que tenía que vender más terrenos para ascender en el trabajo, no me desperté si no cuando Mephiles me golpeó fuertemente la nuca, impactando contra la mesa despertando de inmediato.

 ¿¡Que!? ¡No voy a ascender de puesto! – Mephiles me miro como si fuera un rarito, raspándose la garganta con un quejido.

 Te quedaste dormido.

 ¿Si? Pudo haber sido la realidad – No me sorprendería que los libros empezaran a hablar de repente. Volví en mi lectura con menos ánimos, suspirando por lo fuerte - ¿Cómo vas tú?

 No creas que estoy estancado, solo que… Estos métodos son muy peligrosos e inmorales – Tiro el libro que tenía en manos con rabia hacia la pared.

 ¿No hay ni uno siquiera algo seguro?

 No, al menos que quieras sacrificar a una docena de personas en total para liberarte de la maldición - ¡Claro que no! De inmediato me asuste de pensar en la idea y retrocedí un poco sobre mi asiento.

 Por supuesto que no ¡Diablos! ¿Y ese se supone que es el método más seguro? – Me centre en mi libro olvidando la idea siquiera de matar a una sola persona – Olvídalo…

 No respondió, en cambio cerró los ojos por un rato, pensando en donde más buscar. Cerró otro libro más y se levantó, buscando más libros en la estantería. Me distraje viendo como este seleccionaba con precaución cada libro que tocaba y este seguido flotaba a su costado, esperando otra orden.
 Sí que se tomaba su tiempo escogiendo libros. Fue entonces que desvié mi mirada a mi lado, observando el dichoso libro que no podía leer. Su portada forrada en plata y cuero negro, con símbolos que aún no comprendía, me arrebataba la atención. Quería echarle tan solo una ojeada, pero entendía el riesgo, sin embargo, aunque sea quería tocarlo, este realmente estaba bien hecho, quería tocar su portada…
 Entonces lo tome, sosteniéndolo cerca de mi rostro, viendo con detalles cada cocida y su decorado de plata en cada esquina, incluso me atreví a olerlo y sí que olía a recién hecho.

 ¡QUE ESTAS HACIENDO! ¡SUÉLTALO! – Grito Mephiles, sobresaltándome de más.

 Solo lo estoy viendo por fuera ¡Dios santo! ¡No me asustes así! – Que grosero era, ni tocarlo podía – Ya lo iba a dejar en su sitio… - No sé en qué momento, ni como, pero ahora el libro se encontraba abierto de par en par, mostrando páginas en blanco que iluminaba todo mi rostro - ¿Qué?

 ¡¡SUELTALO!! – Ni siquiera pude obedecer la orden, pues el libro se lanzó hacia mi rostro, como si quisiera comerme la cabeza.

 ¡¡AAAHH!! ¡QUITAMELO! – Trate de luchar contra este pero me costaba mucho. Llego un momento que mi cabeza se asomó por otro lado, como si estuviera dentro del libro. Primero fue mi cabeza, luego mi hombro, mi brazo, todo mi torso. Sentía como Mephiles trataba de jalarme por las piernas, pero era inútil, solo me causaba un esguince - ¡Mephiles! ¡Ayuda! – No podía más.

 Mephiles, con un último esfuerzo, clavo sus uñas en mis tobillos, no queriendo soltarme, pero finalmente termine siendo succionado y este término rasgándome los pies.
 Caí desde una gran altura a un suelo hecho de papel, el cual, de alguna manera, amortiguo mi caída. Trate de levantarme de inmediato, pero me dolían demasiado los pies, entonces vi el verdadero daño que tenía. Además de las zarpadas, sentía un fuerte dolor a los laterales de mis pies, como resultado de una esguince de primer grado.
 Al parecer mis zapatos se habían quedado atrás, pues no los veía en ningún otro lado de ese enorme lugar. El horizonte se perdía en colores oscuros y azules verdosos, como un crepúsculo pintado en todo el cielo de ese lugar. Solo llegaba a divisar el terreno de papel y una que otra estructura indescriptible en la lejanía.
 No divisaba alguna abertura o cualquier pista de donde había entrado. Estaba otra vez en líos y nuevamente no sabía si Mephiles podía ayudarme. Mi di unos fuertes cocorrones en la cabeza, castigándome por mi estúpida imprudencia, pensando luego en lo que tenía que hacer. Me quite parte de mi ropa, rasgándola en tiras, para poder vendarme con fuerza los pies y que el dolor disminuyera, me levante con cuidado, esperando que lo que fuese que hubiese en ese lugar, no llegase a matarme...

 ¡Silver! ¡No! – Mephiles se encontraba sujetando los zapatos de Silver, rasgados por sus propias garras por el intento de sostenerlo - ¡Diablos! – Lanzo los zapatos, tomo el libro y lo abrió revisando las paginas para ver si había paradero de donde se encontraba, pero nada, las hojas ahora se encontraban en negro, mostrando que el hechizo que tenía el libro había sido activado y no se podría quitar hasta que Silver resolviera como salir de ahí por su cuenta - ¡No, no, no, no! ¡No! – Abría y cerraba el libro, desesperado porque saliera Silver, pero así no funcionaba el hechizo.

 Como si fuera de vida o muerte, rebuscaba en todas las estanterías de esa habitación algún libro que ayudara a Silver. Iba a una velocidad increíble, a la vez que re-ojeaba las páginas de un libro, lo lanzaba tras suyo descartando los hechizos que contenían, todo en un abrir y cerrar de ojos, sin embargo no tenía éxito. Termino vaciando todas las estanterías sin ningún resultado, arrodillándose en el suelo, derrotado por la perdida.

 (Ese libro… Ese libro… ¿Por qué diablos aun lo tenía? ¿Por qué? ¿POR QUÉ?) – Se decía para sus adentros, viendo a un punto muerto – (El libro de doble filo, es un libro capaz de hacer desarrollar la magia en cualquier persona, liberando su magia incluso a un no mágico, haciéndolo pasar por obstáculos mortales por los cuales tendría que usar su poder... Sin embargo, si no se logra desarrollar la magia a su máximo potencial, la persona podría morir adentro del libro. Un castigo divino, otorgado por la misma persona que creo el hechizo del libro).

 Miraba a su alrededor, en todo el desorden que había hecho, observando el libro de doble filo sobre la mesa, con sus páginas abiertas. Tenía que hacer algo, tenía que pensar en algo y tenía que ser rápido. Se arrastró entre todos los libros amontonados en pilas hacia la mesa, observando las páginas oscurecidas del libro y se dispuso a pensar.

 (¿Por qué siempre desobedeces? ¿Por qué siempre haces lo que quieres?) – Coloco las manos sobre el libro tratando de lanzar un conjuro – (Y entonces… Y entonces ¿Por qué siempre te estoy salvando?) – Unas pequeñas chipas salieron del libro y seguido electricidad, pero no hubo más, no consiguió nada.

 Ya no sabía qué hacer, sus brazos cayeron a sus costados, viendo sin ninguna esperanza el libro que no se inmutaba a cambiar su estado. Ya había optado por pensar que el erizo que había sido atrapado dentro del libro, había perecido sin ninguna oportunidad, pues el hechizo no se apiadaría ni del mas inexperto y prometedor mago.

 Esto parece familiar… – Después de varios minutos sus manos se alzaron, llevándose una a la boca, como tratando de ocultar sus palabras y que se mantuvieran dentro de su mente – (Esto… ¿Ya había pasado?) – Sus recuerdos surgían, varias imágenes pasaban por su cabeza, recordando ver a alguien morir ante sus ojos – (¿Quién…? ¿Quién? No… No puedo… Pensar. Esta sensación… ¿Es miedo?) – Su mirada alterada, viendo a un punto muerto, sus manos temblando, por algo que no comprendía, su mente, atrapada por un remolino de imágenes, voces y recuerdos – (No puedo pensar en eso… Tengo que ayudar a Silver… Pero no puedo… No puedo pensar).

 Un estruendo vino tras de él. Se voltio tras suyo, observando como del libro de doble filo surgía un aura con relámpagos, dentro de esta, una ráfaga de viento salía con furia, tratando de sacar algo de este. Frente del libro, un pie descalzo envuelto en tela vieja apareció y seguido de este el resto del cuerpo.
 Silver había logrado salir del libro, su apariencia era algo demacrada, sus púas eran más largas, y su piel estaba llena de moretones y raspones. Cayó al suelo cerca de Mephiles, entando cerca de caer inconsciente.

 Aun en su estado catatónico, se encontraba inmóvil viendo la escena, sus ojos se abrieron lentamente, reaccionando que ese no era una ilusión de su mente. Se paró, tropezando más de una vez, corriendo rápidamente donde Silver, tomándolo cuidadosamente con sus brazos, viendo si se encontraba bien.
.
.
.
.
.
 ¡Silver! ¡Silver! ¿¡Estas bien!? – Escuchaba la voz de Mephiles, realmente había logrado salir. Solté un quejido, moviéndome un poco antes de abrir los ojos.

 Mephiles… Logre salir… Lo logre – Me levante lentamente, siendo cuidadoso, pues, me había provocado unas heridas recientemente, tratando de escapar de unas bestias dentro del libro – Realmente, lo logre. Me tomo todo un año, pero ahora estoy aquí – Lo mire, aliviado por al fin encontrarme a salvo y junto con él – Perdóname por desobedecerte, perdona por no hacerte caso, fue muy peligroso, pero al final lo hice sin tu ayuda, jajaja – Reí levemente, tratando de aliviar la tensión.

 ¿Acaso me oíste? – Pregunto, pero no entendí su pregunta, respondiendo con un gesto confuso – Silver… Solo pasaron unos minutos desde que te adentraste en el libro – Eso me desconcertó. Sin duda había pasado mucho más tiempo dentro de ese libro, pero esto no tenía que desconcertarme, ya debía estar acostumbrado.

 Yo… Si, tiene sentido... – Quite los largos mechones de mis púas de mi frente, tratando de descifrar lo que me decía – No importa. Lo que importa es que ya salí del libro. Jajaja, no tienes idea de cómo se siente estar atrapado en un libro hechizado, dentro de una mansión embrujada, jejeje – Me ayudo a levantarme y entonces vi mis zapatos rasgados en el suelo. Los tome viendo lo mal que estaban, viendo con añoranza a Mephiles – Me hicieron mucha falta. Tuve que hacerme una con mis ropas, jajaja – Él me miraba impresionado, aun sin creer que me encontraba realmente ahí. Trate de hacerle reaccionar, palmeando sus mejillas – Eh, Mephiles, vuelve... - Se abalanzo, abrazándome fuertemente – Ah, me asfixias.

 ¡Pensé! ¡Pensé que habías muerto! – Apretaba aún más fuerte, su tono de voz se escuchaba asustado - ¡No lo vuelvas a hacer!

 Vamos, tranquilo… - Le regrese el abrazo, palmeándole la espalda, tratando de calmarlo – Solo fueron algunos minutos aquí, yo pase un año dentro de ese lugar. Yo soy el que debería abrazarte asustado – Una sonrisa se dibujó en mi rostro. Realmente esperaba que Mephiles me echara una gran bronca al volver, pero solo recibía su preocupación y alivio. No lo merecía.

 Tengo que disculparme. No debí haberme imaginado que habías muerto, te juzgue mal – Se separó un poco viéndome con sus verdes y cristalinos ojos – Eres más fuerte de lo que pensé – No merecía nada de eso, pero no pude evitar sonreír orgulloso de sus palabras – Estas a salvo……  

 Su nariz se movió, como si olfateara algo, inspiro fuertemente, como si identificara el olor y suspiro como si hubiera olido un buen aroma. Le mire confuso, sin comprender que pasaba. Su mirada se cerno en mi como si algo tuviese, me puse nervioso ¿Acaso había hecho algo malo? Se acercó lentamente y sus ojos empezaron a brillar más, algo… Andaba mal.

 ¿Qué pasa? Tengo algo en la cara – No respondió, su rostro inexpresivo me ponía mucho más nervioso - ¿Huelo mal? Tal vez necesite un baño, tengo dos días sin tomar una ducha, pero… ¡Mh! - Su mano apretó mis mejillas, haciéndome callar. Estábamos cara a cara, sus labios aparecieron tras su piel, y se acercaron a los míos. Entonces comprendí - ¡No, suéltame! – Lo empuje fuertemente, pero si apenas pude soltarme de sus garras.

 Se volvió a abalanzar sobre mí, empujándome contra la mesa. Iba a enfrentarlo con los hechizos y conjuros que había aprendido, pero sin darme cuenta, había encadenado mis manos contra la mesa con magia. No podía utilizar mi magia ahora, había bajado la guardia…

 Silver… - Musito, estando sobre mí. Su rodilla aparto mi pierna, para que no pudiera juntarlas, posicionándose sobre mí – Hueles realmente bien – Sus labios mostraban un sonrisa insegura, se acercaba más a mí, viéndome como si fuera un dulce bocadillo. Era obvio lo que estaba pasando, él ya lo había explicado antes y lo recordaba aun, mi magia, estaba volviéndolo loco – Luces… Realmente bien.

 Estaba asustado. Volvía estar alerta, no quería que me tocara. Se acercaba más a mí, y no podía hacer nada. Lamió mis labios con sutileza a pesar que yo los apreté y él se río como si eso fuese gracioso. Le gruñí, pero él respondió con una sonrisa lujuriosa, mostrando sus colmillos.

 Silver, Silver, Silver. Yo te perdono, pero realmente, tienes que recibir un castigo por desobedecer – A pesar de lo que decía y por sus acciones, sus ojos mostraban que no quería hacer esas cosas, no de esa manera. Sus manos acariciaron mi cuello y seguido mis largas púas que llegaban hasta mi cadera – Todo tu cuerpo rebosa con ese aroma… Tu sabor… Debe de ser mejor – Rápidamente mordió fuertemente mi brazo, retirando sus dientes inmediatamente apenas sintió mi sangre salir - ¡Oh, maldición! – Se retorció del gusto, relamiendo sus labios antes de morder seguido mi otro brazo.

 ¡Ah! ¡Basta! ¡Mephiles! – Sus mordidas eran más fuerte, desgarrándome varias veces la piel de mí brazo - ¡¡Aaah!!

 Solo aguanta un poco más... Ah... Necesito más... – Mordió continuamente mi brazo, como si fuese un perro hambriento, tratando de hacerme una gran herida. Una vez termino, se arrodillo sobre la mesa, sobre mí, mostrándome esa aberrante sonrisa.

 Giro su dedo índice en forma de espiral y algo salió dentro de mí, desde mis heridas, mi magia, mi esencia salía como humo, directamente hacia sus fauces, absorbiéndolo todo con un gran y largo sorbo. Duro un buen rato hasta que por fin exhalo con mucha satisfacción. Sus ojos se abrieron lentamente, viéndome con cautela, como si fuera su presa. Se acercó a mi cuerpo, rasgando mi camisa harapienta, revelando mi piel y sin dudarlo comenzó a besar mí vientre, subiendo hasta llegar a mi pecho, acariciando mi frondoso pelaje.

 ¡Mephiles, detente! – Le dije bastante molesto, viendo como asomaba sus ojos sobre mi pelaje - ¡Ahora!

 ¿Y por qué debería? – Con sus garras acaricio un poco más mi pecho viéndome burlón, riéndose por el hecho que no podía hacer nada al respecto – Aun no termino… - Beso mis mejillas con ternura, acariciando apasionadamente mi cintura.

 Continúo besando con suavidad mis orejitas, haciendo un fuerte sonido de chupete. Trate de bajar mis orejitas y que dejara de besarlas, pero las sostuvo besándolas más y más. Ese sonido erizaba toda mi piel, me sentía muy avergonzado, mis piernas temblaban y mi respiración se hacía más fuerte. Entonces lo escuche reírse.

 Eres tan lindo, ver como reaccionas es un deleite – Coloco su pulgar sobre mi labio inferior, mostrándome su larga y pálida lengua puntiaguda. Trate de morderle pero retiro rápidamente su mano, provocando el choque entre mis dientes – No, tu no debes morderme, solo yo puedo hacerlo – Me beso el cuello, mordiéndolo luego con un chupón, haciéndolo resonar en toda la habitación. Solté un quejido, me dolió tanto como las mordidas en mis brazos.

 ¡Es suficiente! Ya tomaste parte de mi magia ¡Para! O voy a…

 ¡No puedo! – Me interrumpió. El temblar de sus ojos con esa sonrisa, mostraba que no mentía - ¡Debo detenerme! Pero… ¡No puedo!... No quiero – Relamió sus labios, antes de acercarse a tratar de besarme, pero me aparte, solo consiguiendo besar mi mejilla - ¿Por qué te alejas? – Sostuvo mi rostro con su mano, apretándome los cachetes, haciéndome voltear - ¿Por qué no me besas? – Murmure rápidamente un hechizo, antes de que se acercara más y se percatara de lo que dije – Sera mejor que vayas compensando todas las cosas malas que has hecho… - Me beso, forzándome a devolver el beso. Metió su lengua, topándose con mis dientes obstruyéndole la entrada a mi boca. Fue ahí precisamente que hizo efecto mi hechizo - ¡PUAH! ¡Que asqueroso! – Se separó rápidamente, escupiendo desesperadamente - ¿¡Qué demonios!?

 Hice que mi sabor y mi olor sea a excremento. No es algo que quisiera hacer, pero no me dejaste opción – Trate de zafarme de las cadenas pero estas aun no desaparecían – Si ya terminaste, libérame ahora– Raspaba su lengua con sus manos, asqueado por mi sabor. Tenía que admitir que me satisfacía verlo así, se lo merecía - ¡Vamos!

 Está bien, de acuerdo – Hizo un puño y abrió la palma, liberándome de las cadenas – Perdona por no haberme detenido. Lo sien… - No lo deje hablar. Le golpee fuertemente en la cara, tumbándolo de la mesa al suelo. Como lamentaba que ese monstruo no sintiera dolor,  pues quería continuar golpeándole su horrendo rosto pero el puñetazo me dejo los nudillos adoloridos.

 ¡Eres un imbécil! ¡Te dije que te detuvieras! – Me frote la mano, levantándome de la mesa, lanzándole una mirada de rencor a Mephiles - ¡Te lo tienes merecido!

 Tienes razón… ¡Buaw! – Ponía una cara de asco tratando de quitarse el sabor de la boca - De todas las cosas que no puedo saborear ¿¡Esta es la excepción!? – Volvió a escupir, antes de restregar su lengua en su brazo – Realmente lo siento, ahora lo lamento.

 Ahora por tu culpa tengo que bañarme para poder quitarme esta peste – Pensé bien si sería buena idea, tal vez él continuaría si estaba limpio nuevamente – Y para que aprendas lo que has hecho… - Me acerque lentamente a él y le sostuve el rostro para lamerle toda la cara, incluso pude lamer sus labios. ¡Ja! El pobre me empujo gritando del asco, tratando de limpiarse toda la cara.

 ¡Diablos! ¡Asco! ¡Ah! – Se restregó la cara con sus manos y brazos, incluso con el suelo - ¿PERO POR QUE?

 Para que aprendas… Y para que no lo vuelvas hacer… - Me acerque, planeaba besarlo para que también saboreara pero apenas se dio cuenta oculto su boca rápidamente.

 ¡No, por favor! Ya entendí – Agitaba sus manos, deseando que no me acercara ni un poco más – Por favor, ya quiero quitarme este olor.

 Después de que me quites el somnífero – Revise mis heridas, y no se veían tan mal después de todo.

 Sin chistar, él se levantó, y curo mis heridas poniendo sus manos sobre ellas, sanándolas rápidamente.
.
.
.
.
.
.
.
 Volvía a tomarme un baño de burbuja después de tanto tiempo. Mi cuerpo agotado ya no tenía las fuerzas para poder levantarse de la tina, podría quedarme durmiendo ahí, pero eso me preocupaba, pudiendo se el somnífero restante en mi sistema. Me levante, aun cansado pero ya limpio hasta la medula, y salí ya vestido.

 Aprendiste mucho, por lo que veo – Comento Mephiles, leyendo el libro de doble filo.

 ¿Cómo lo sabes?

 El libro anota todo lo que hiciste mientras estabas adentro – Me señalo las paginas, viendo todo el escrito que contenía – Ahora puedes tomarlo sin que te pase nada e incluso puedes leerlo, pero una vez alguien más entra en el libro, borrara todo el registro de la persona anterior.

 Oh… Yo lo siento, no quería.

 Tranquilo, ya había leído el registro anterior antes de que entraras – Cerro el libro y se levantó de la cama – Siento lo de hace rato, pero… - Me golpeó la cabeza con el libro fuertemente.

 ¡Auch!

 Hazme más caso la próxima vez. Casi volví a morir del susto.

 Está bien, pero ya estamos a mano – Me sobe la cabeza, sentándome seguido en la cama. Suspire profundamente y me acosté en la suave y mullida almohada. Mi cuerpo temblaba con la sensación de comodidad. Dentro de ese libro no había ni un momento para descansar, tenía que estar atento a todo – ¡Finalmente! Por esto fue por lo que luche tanto – Seguido mi barriga rugió como un ballenato, por poco se me olvidaba que había tenido tres días sin comer – ¿Escuchas eso? Es la segunda razón por la que luche tanto. Ya sabes que hacer.

 Mephiles suspiro, viéndome con algo de fastidio, levantándose para ir en busca de comida. Tal vez él recordaba que muy reciente, antes de mi ida, ya había desayunado, pero no había pretextos para no servirme. Volvió y comí tan lleno de gloria y felicidad, que todo el rencor que tenía hacia Mephiles se había ido, tan rápido como el hambre, acostándome luego en la cama satisfecho.

 Muchas gracias – Agradecí, escapándose un eructo a la vez. Mephiles, se sentó en una silla a una larga distancia viéndome con cautela – Voy a dormirme, tal vez tarde varios días – Le mire una última vez, mientras el me devolvía una mirada atenta – Y no te sientas muy cómodo, si te acercas más de la cuenta, te lanzare un hechizo aun si me encuentro dormido – Respondió con un gruñido, cerrando los ojos y recostándose sobre la silla.


¡Hola! ¡Este capitulo fue editado hace poco! Aquí dejo un dibujo que hice de la escena mas ewe picante? :p jajaja espero les guste! >w<





6 comentarios:

  1. Amo este fanfic, nunca me aburre, ya lo re-lei como 5 veces XD ya me lo se de memoria lol que gran capitulo!!! Ya quiero saber que mas pasa! Y por el amor de Merlin, Silver, dejate un ratito xD al menos mas tiempo pobre Mephi!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajajaja! x'D si, pero luego sabrás las razones de Silver para actuar así ¡Ups! Se me escapo ese dato xD jajaja saludos

      Eliminar
  2. Ese Mephiles no se aguantó y por un pelo de rana calva casi se hecha a Silver .

    ResponderEliminar
  3. Ese Mephiles por poco se hecha a Silver 😉

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y puede que sea asi... Por otros capitulos mas xD hasta que veas como cambia la tortilla 7w7 jejeje

      Eliminar